“Buenos Aires es una ciudad fantástica con una gran capacidad de resistir a los malos gobiernos”, dispara Jordi Borja en su más reciente libro. La presentación de Revolución urbana y derechos ciudadanos en el Centro Cultural Borges de Buenos Aires, el pasado 7 de agosto, permitió reflexionar no solo sobre los malos gobiernos porteños, sino sobre las flojas oposiciones que suelen ser su mejor argumento… Como diría el tango, “vos rodaste por tu culpa (y no fue inocentemente)”.
Jorge Carpio (por el Centro de Estudios e Investigación en Políticas Sociales y Urbanas de la Universidad Nacional de 3 de Febrero) y quien esto escribe presentamos el libro, y Carlos Reboratti (UBA) debatió con el autor sobre los alcances de la lista de derechos enunciados en su obra, las implicancias de las distintas escalas de ciudades y otros temas derivados de la lectura del libro. Entre medio, las intervenciones de Eduardo Jozami y Silvia Sánchez Zelaschi (ambos del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti) pusieron sobre la mesa las dificultades que el pensamiento político progresista encuentra para desarrollar una alternativa política válida en la Buenos Aires de estos tiempo. Jozami señaló el error conceptual cometido en 2007, cuando se pensó que el mero efecto de la personalidad de “niño rico” y los antecedentes de Mauricio Macri como beneficiario de negocios con el Estado bastarían para desacreditar su accionar político desde el Gobierno de la Ciudad. Algo de esto advertía Carmelo Ricot en su postulación del Aumento del ABL porteño como buena práctica urbana 2007: “Vamos a sufrir mucho los que no gustamos de la derecha si al macrismo se lo va a seguir enfrentando desde esta esquizofrenia ideológica…”. También hablaba el suizo Ricot “…del extraño progresismo porteño, tan afecto a las manifestaciones epidérmicas de corrección política como a la realpolitik más reaccionaria cuando se trata de no afectar a los privilegiados (¡a ver si se enojan!)”. Por su parte, Sánchez Zelaschi señaló la vacuidad de algunas posturas de la izquierda local, como la de entregar a libro cerrado a la derecha la cuestión de la seguridad ciudadana. Diría Borja en su libro: “En definitiva, para crear un ambiente en el que la gente se sienta más segura es importante hacer ciudad”, además de tener en cuenta los efectos perversos que pueden tener incluso las políticas más bienintencionadas.
El panorama aparece complicado para quienes desean una renovación política en la Ciudad, incluso desde posiciones más o menos moderadas. Por un lado, las encuestas marcan un porcentaje de aprobación muy alto para el gobierno de Macri, incluso en los barrios y sectores más populares. Más allá de su casi absoluta falta de políticas de vivienda social y de programas de urbanización de villas (algo que tampoco distinguía a los gobiernos anteriores, vale recordar), los modestos logros en materia de movilidad sustentable y peatonalización del espacio público han permitido al PRO apropiarse de banderas que por lógica debieran haber pertenecido a los discursos “progresistas” sobre la Ciudad. Sin perder, por supuesto, su núcleo duro de base política en la derecha y centro derecha porteña.
Por otro lado, el justicialismo en su expresión contemporánea, el Frente para la Victoria, practica un casi evidente doble juego de oposición discursiva (casi siempre anecdótica y ad hominem) y colaboración práctica, que llega a un virtual cogobierno asimétrico en ámbitos como la Legislatura. El otro(ra) gran partido popular, el radicalismo, es la base del frente UNEN, donde algunos y algunas de sus integrantes ni siquiera disimulan su vocación de integrar a Macri en una alianza cuyos objetivos primarios son convertirse en alternativa de gobierno nacional y recuperar un puñado de gobernaciones provinciales, sin ninguna expectativa de revertir el statu quo porteño. Solo la izquierda más dura puede albergar esperanzas de crecimiento en este marco; crecimiento, sin embargo, que poca expectativa puede tener de una victoria electoral a corto o mediano plazo.
“Y, sin embargo, «e pur si muove»”, sostiene Borja. “En los últimos años la reactivación económica y cultural ha supuesto una mayor animación del espacio colectivo. Ha prevalecido excesivamente la ocupación comercial y de ocio de la escena pública para sectores medios y turistas, puesto que supone en muchos casos disponer de excedente económico. Un ansía de aparecer globalizados. Pero Buenos Aires es exuberante de vitalidad cultural, tiene una identidad marcada y diversa en sus centros y en sus barrios, existen múltiples organizaciones ciudadanas y redes sociales, hay debate urbano al margen de las instituciones políticas. Es una ciudad que enamora. La ciudadanía se merece otros gobernantes”.
La pregunta es dónde y cómo los conseguirá. La respuesta, hay que construirla.
Revolución urbana y derechos ciudadanos, de Jordi Borja. Prólogo: Beatriz Cuenya. Editorial café de las ciudades. 1a ed. Buenos Aires, 2014. 414 p.; 20×14 cm. ISBN 978-987-3627-03-3.
Ver el prólogo de Beatriz Cuenya a Revolución urbana y derechos ciudadanos y el anticipo en café de las ciudades:
Número 141 I Política de las ciudades
Sobre la Revolución urbana I Urbanismo ciudadano o urbanismo globalizado I Por Jordi Borja
Buena entrevista de Juan Décima a Jordi Borja, presentando el libro en ARQ TV.
Sobre las dificultades y errores en la construcción de una alternativa política en Buenos Aires, ver también entre otras notas en café de las ciudades:
Número 130 I Política de las ciudades
Metrópolis González I Buenos Aires, Metrobus y nostalgia. ¿Un pesimismo de la voluntad? I Por Marcelo Corti