Viajar es útil, hace trabajar la imaginación
Viaje al fin de la noche, Louis Ferdinand Céline
Días atrás visité Montevideo con un grupo de docentes y estudiantes de la cátedra de Planeamiento Urbano de Fredy Garay en la FADU. La mayoría de los visitantes usó la bicicleta como medio de recorrida; unos pocos, preferimos las comodidades del auto, las caminatas y la hedonista degustación de pamplonas en el Mercado del Puerto…
Nestor Magariños dijo en una mesa algo que sintetiza mi experiencia de viaje. Cito el sentido de la frase y no su trascripción literal: quienes vamos de Buenos Aires a Montevideo encontramos en la capital uruguaya tantas semejanzas que las cosas que son diferentes parecen muy diferentes y nos iluminan sobre algunos aspectos inadvertidos de nuestra ciudad. Otra lectura posible es que Montevideo impone al visitante porteño la necesidad de dar un carácter a su visita: sea la melancolía, la calma, la serenidad, la nostalgia o lo que fuera, no es simple curiosidad la actitud que el viajero despliega.
– La descuartizada de Salto, la política, el fútbol
– El vapor de la carrera, una cañita Ancap. Color local, che.
– Debe ser tan exótico –dijo Gregorovius, poniéndose de manera de
taparle la visión a Oliveira y quedarse más solo con la Maga
que miraba las velas y seguía el compás con el pie.
– En Montevideo no había tiempo, entonces –dijo la Maga-.
Vivíamos muy cerca del río, en una casa grandísima con un patio.
Yo tenía siempre trece años, me acuerdo muy bien.
Rayuela, Julio Cortazar
La ciudad que fundaron los conquistadores (la Ciudad Vieja) se asienta en un cabo o punta de suelo que penetra en el agua. Del lado norte queda la Bahía, asiento del Puerto, del lado sur, la desembocadura del ancho Río de la Plata, al que los montevideanos llaman directamente “el mar”, sin más aclaraciones. Cada situación de borde condiciona desarrollos urbanos diversos: alrededor de la Bahía, las zonas logísticas, los depósitos, la modesta industria, los barrios obreros que culminan en el Cerro; extendiéndose sobre el “mar”, la rambla continua que lleva a Pocitos, Buceo y Carrasco y se prolonga hacia el este, hacia Ciudad de la Costa y las playas atlánticas. Sobre esta costa se desarrolla la residencia de las clases acomodadas y algunas incipientes centralidades.
En la magnífica Facultad de Arquitectura (uno de los ámbitos más adecuados que puedan imaginarse para la enseñanza de la disciplina) Federico Bervejillo y Salvador Schelotto nos explican las idas y vueltas de la planificación montevideana entre la Bahía y la Rambla. El Plan de Ordenamiento Territorial (y en general los planes anteriores) procura la renovación de la ciudad alrededor de la Bahía; el edificio de ANTEL proyectado por Ott y operaciones como la recuperación del arroyo Migueletes son parte de las estrategias en tal sentido. Sin embargo, la sinergia de calidad ambiental y prestigio asociado al desarrollo costero establece un duro escollo para la planificación oficial. La digna decadencia del barrio del Prado y la monumentalidad de la avenida que lleva a la Legislatura son testimonios de esta dialéctica urbana.
Al contrario de Buenos Aires, Montevideo se arroja al Río de la Plata, se entrega al río. Hay agua por todas partes. Me encanta pararme en las bocacalles de la ciudad vieja y ver agua a mi derecha e izquierda. Esta presencia constante del agua le da a la ciudad un ritmo amortiguado, como de siesta. Aquí todo parece suceder en cámara lenta. Además nunca hay suficiente gente en sus calles. Pareciera que están siempre en otra parte.
Una ciudad nostálgica, Gustavo Valle
La caminata por la Ciudad Vieja explicita el carácter costero: el Río se “presiente” en cada cruce de calles. Paisaje portuario hacia el norte, la rambla hacia el sur. Los porteños envidiamos la tranquila resolución de esa rambla montevideana austera y contundente, que garantiza el acceso público al agua en toda la extensión de la ciudad. Ayudan, es cierto, el que el río “limpie” la costa en lugar de llevarle la producción aluvional (un fenómeno en el que concurre incluso el sentido de rotación del planeta) y la citada función infraestructural de la bahía, pero también el civismo de una ciudad famosa por su cultura urbana (solo un ejemplo: su vastísima Cinemateca, testimonio de la época en la que en ambas orillas del Plata se veía cine en la misma cantidad y calidad que en Nueva York o París).
(El poeta)… nació en las costas americanas, en la desembocadura del Plata, allí donde dos pueblos, otrora rivales, se esfuerzan actualmente por superarse mediante el progreso material y moral. Buenos Aires, la reina del sur, y Montevideo, la coqueta, se tienden una mano amiga a través de las aguas plateadas del gran estuario.
Los Cantos de Maldoror, Conde de Lautréamont (Isidore Ducasse)
También en la Ciudad Vieja es apreciable el esfuerzo por la recuperación del rico patrimonio arquitectónico (tanto el de la arquitectura historicista del período entre el siglo XIX y el XX como el art nouveaux y racionalista de la primera modernidad), que en el caso de las viviendas populares implica el trabajo con cooperativas y la voluntad de que estas permanezcan en el centro histórico, contra la tentación gentrificadora.
Garay lidera las recorridas desde la Ciudad Vieja a la expansión republicana, desde la 18 de Julio hasta Pocitos y el Buceo, despertando la sospecha de que algún clon de si mismo es el que toma la posta de una explicación o una bicicleteada. Con el correr de las horas, el grupo de bicicletas se desgrana y el caminante rezagado encuentra ciclistas perdidos que preguntan por el resto del grupo en una suerte de deriva cordial por una ciudad sin amenazas. El paseante afecto a la reflexión gratuita intuye que la nostalgia no es propia de Montevideo, sino un estado espiritual, una actitud sentimental del que evoca una Buenos Aires que quizás nunca existió. La relectura de Onetti y su mítica Santa María, ambivalente entre las Reinas del Plata, es la vaga promesa que confirma la voluntad de nostalgia… Tras la vuelta a Buenos Aires, los diarios traen en la semana siguiente la noticia de una huelga de transportistas que paraliza la capital uruguaya. El tiempo no para, se dice el viajero autocomplaciente.
MC
Ver los sitios Web de la Maestría de Ordenamiento Territorial y Desarrollo Urbano de la Universidad de la República del Uruguay, y del Plan de Ordenamiento Territorial de Montevideo.
Sobre Montevideo, ver también las dos partes de la nota Alta simplicidad I y II, de Ramón Martínez Guarino, en los números 46 y 47, respectivamente, de café de las ciudades.
El éxito de la bicicleteada por Montevideo es atribuible a la excelente disposición de los estudiantes y docentes de la Cátedra de Planeamiento Urbano del Arq. Alfredo Garay, FADU-UBA, y en particular a las gestiones de Jimena De la Iglesia y la Arq. Alejandra Demaría. También influyó el apoyo de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de la República