¿Es Arkitekten una verdadera distopía? Deberíamos encontrar un nombre particularizado para este género, en el que los componentes y atributos de realidad están solo muy ligeramente exacerbados respecto a su estado actual. En esta serie televisiva producida en Noruega, las referencias no son amenazas potenciales sino realidades que ya están presentes en nuestras ciudades: reconocimiento facial, precariedad laboral, trabajo a distancia, imposibilidad económica de acceso a una vivienda digna, privatización comercial del espacio público, mobiliario urbano hostil… ¡hasta la inyección espermática como mecanismo de fertilización! Lo más inusual o novedoso (al menos por ahora) es que las personas que ocupan edificios abandonados o duermen en las calles o tienen dificultades para procurarse su comida son blancas y rubias, gentes escandinavas que asociamos al Estado de Bienestar y la socialdemocracia garante de derechos más que a la dura lucha por la vida que caracteriza al capitalismo neosalvaje de los siglos impares.
(…) gentes escandinavas que asociamos al Estado de Bienestar y la socialdemocracia garante de derechos más que a la dura lucha por la vida que caracteriza al capitalismo neosalvaje de los siglos impares.
Una escena de su primer capítulo es particularmente inquietante. En un centro urbano de Oslo liberado de automóviles, la protagonista espera a su madre. Una camarera le advierte que para permanecer deberá consumir al menos un café en un vaso de plástico. Un dron se le acerca, le entrega una bolsa con un regalo y le desea feliz cumpleaños de parte de su madre, que finalmente no ha podido costearse el viaje para saludarla.

En El Manantial de la libertariana Ayn Rand, el arquitecto debía sobrevivir picando piedras en una cantera para preservar su independencia creativa. En Arkitekten, ya concretada la desaparición del Estado como mediador social, arquitectas y arquitectos compiten por una silla y un bonus salvador en empresas desangeladas, sometidas a su vez a las ambiciones de las grandes desarrolladoras inmobiliarias. La extremada flexibilización de las normativas edilicias y urbanísticas y la promoción de habitáculos mínimos como solución residencial para hogares de una o dos personas son también marcas contemporáneas de extrema verosimilitud.
(…) ya concretada la desaparición del Estado como mediador social, arquitectas y arquitectos compiten por una silla y un bonus salvador en empresas desangeladas, sometidas a su vez a las ambiciones de las grandes desarrolladoras inmobiliarias.

© Lillian Julsvik
Como en The last of us, las relaciones personales son el contrapunto a las historias colectivas. Pero los afectos y el erotismo están cruelmente determinados por el contexto social y político (o, más bien, asocial y apolítico). La indecisión final de la protagonista puede ser un puente a una segunda temporada, pero también la marca de una carencia de opciones reales en un sistema radicalmente deshumanizado.
MC
Arkitekten (The Architect), Noruega, 2023. De Kerren Lumer-Klabbers, con Eili Harboe, Fredrik Stenberg D-S, Ingrid Unnur Giæver, Alexandra Gjerpen y Petronella Barke. Viaplay Group.
Fotos: Lillian Julsvik.
Sobre el rol actual de la arquitectura, ver en este número la nota de Cooperativa Espacial sobre la Biennale Architettura.
Sobre El Manantial, un melodrama de la Arquitectura, ver la nota Uno contra todos en la serie Nuestros antepasados.