N. de la R.: El texto de esta nota reproduce el prólogo de la autora a Antropología de lo urbano, de Ariel Gravano con capítulos de Bárbara Galarza, Rosana Guber y Carlos Herrán, cuya segunda edición ampliada y corregida publicará en las próximas semanas café de las ciudades.
Cada vez con mayor énfasis, los temas y los problemas de la cultura urbana se develan prioritarios para la resolución y reflexión ciudadana. En ese clivaje ubico Antropología de lo Urbano, y es en éste punto donde Ariel Gravano nos ofrece un instrumento particularmente relevante para quienes estamos comprometidos con la educación universitaria, con la formación de recursos humanos y la investigación, entendida ésta como una herramienta para la transformación y la incidencia en las políticas. Y, además, para una lectura creativa e inspiradora, que renueva la confianza en ésta modalidad de producción intelectual, traspasando los marcos estrictamente académicos.

El emprendimiento del autor es vasto y comprometido; conlleva una doble clave: señalar los problemas urbanos contemporáneos dando cuenta de la intensidad que supone la experiencia individual y a la vez colectiva de vivir en las ciudades y, al mismo tiempo, los complejos itinerarios de las ciencias sociales para abordarlos.
La pregunta que propone Ariel Gravano, “¿cómo llegar a una visión total?”, conlleva la intención de problematizar a jóvenes intelectuales, estudiantes de antropología, no desde una pléyade de casos, sino desde las teorías, los conceptos y las categorías de la trama antropológica clásica y contemporánea. Y a ello se agregan además los incentivos propios para el desarrollo de programas de investigación, concibiendo una antropología que presta un servicio, que es útil, que prepara para el debate.
Uno de los aspectos más interesantes de la obra de Gravano se sitúa en el hecho de reconocer que todos los ciudadanos y ciudadanas tenemos unas ideas, unas concepciones y una poética de la ciudad donde vivimos, orientando todo su esfuerzo intelectual en atrapar esa multiplicidad de perspectivas y actantes. La lectura nos conduce por los barrios, por las calles, hacia las bibliotecas y las aulas, por la periferia a través de una amable retórica ligada a la cuestión identitaria y al necesario gesto político.
El acento antropológico en esta publicación define al fenómeno urbano como el objeto de análisis; sin embargo, el énfasis está puesto en la cotidianeidad de las personas en estas ciudades. El tema urbano, definido en los años ´60 como “le droit a la ville” de Henri Lefebvre o en “la cuestión urbana”, según el abordaje de Manuel Castells (por cierto, dos autores clave para los estudiosos del tema), han significado sendos paradigmas sobre los cuales se han construido y constituido, desde hace ya varias décadas, los hitos de preocupación de distintas disciplinas, así como la perspectiva de quienes planifican y gestionan las ciudades.
El análisis de Gravano pone en foco las condiciones y contradicciones sociales, económicas, políticas y culturales, con particular énfasis en los nuevos fenómenos urbanos: la creciente y diversificada violencia urbana, haciendo referencia a maras, narcotráfico, caos vial, ambiental, y las carencias de diversa y dramática magnitud de vastos protagonistas de las vivencias urbanas, tales como son los pobres urbanos, los migrantes, los jóvenes, las mujeres, quienes soportan particulares discriminaciones estigmatizadoras. Una perspectiva que si bien pone de manifiesto el lado oscuro de la vida urbana contemporánea, muestra que también las ciudades son el espacio de la esperanza, de la transformación de las vidas individuales, con narrativas y memorias soldadas en las políticas, la conflictividad propia, el deseo y la realización. Allí radicaría su singularidad histórica, y condensación cultural. En ese escenario se conjugan ambiguas promesas que trazan un amplio arco entre las mayores sofisticaciones, oportunidades de educación, recreación, vida política, social y cultural, junto a pobrezas de todo tipo, violencia creciente y diversa, trata de mujeres, maltrato de la infancia, tráfico de armas y drogas. En este mundo globalizado, las ciudades latinoamericanas no son excepción y expresan la tensión entre formas extremas de atraso y pobreza de derechos y una modernidad que cuanto más sigue el compás del mercado más amplía las grandes brechas de desigualdad.
La revolución de las comunicaciones, que genera el espacio invisible de las redes sociales, ha creado nuevas formas de encuentro; al decir de Amparo Sevilla y Ana María Portal en Las fiestas en el ámbito urbano, se trata de “redes sociales de intercambio y de organización a través de las cuales la ciudad, aparentemente fragmentada, caótica y sin sentido” se articula y genera canales culturales específicos. Como certeramente señala Gravano,“La ciudad es un hecho y un derecho. Es una de las consumaciones más notorias de la producción material y simbólica, en un proceso de transformación y socialización permanente. No se reduce al mero espacio físico de aglomeración sino que adquiere valores, identidades e imaginarios construidos históricamente. Por lo tanto, no sólo se vive en la ciudad sino que se vive la ciudad. Y parte de ese vivir significa producirla, gozarla, sufrirla, reivindicarla y lucharla”.

Diferentes autores, como Saskia Sassen, el citado Castells, Jordi Borja, Ernest Burgess, David Harvey, entre otros, hancontribuido a desentrañar las complejidades que encierra la transformación de las ciudades, en el marco del proceso de globalización y el auge de las políticas neoliberales de los ‘90 que,para nosotros los/as latinoamericanos, aun considerando los buenos signos de recuperación del rol del Estado, siguen presentes.
Ariel Gravano, en los capítulos del cuerpo central de su libro, en particular en “Apuntes sobre la ciudad postmoderna”, pondrá en tensión los debates y los autores, interrogando acerca de lo nuevo de estos fenómenos resultantes,subrayando la intensificación de la globalización y coincidiendo en el alto costo social que conllevan. En busca de las claves interpretativas sobre las ciudades en la globalización y su inherente revolución comunicacional, en la red ALFA-IBIS, que integré como una de sus promotoras, la preocupación se centra en tres campos de tensiones, como fenómenos de gran interdependencia, que han transformado drásticamente las formas de vivir y percibir la ciudad: globalización, forma urbana y gobernabilidad. Estas ciudades de hoy ya no son más lo que eran; en América Latina respondieron al paradigma generando las mayores brechas de desigualdad económica y social, hecho que se expresa en el territorio en una nueva geografía urbana de fragmentación territorial y cuya evidencia empírica, al decir de Burgess, no es solo fragmentación sino segregación social y territorial.
En estas transformaciones y expansión de territorios inasibles y complejos, el estudio de la vida cotidiana y la cotidianidad de las relaciones y actores sociales que desmenuza Gravano son no sólo necesarios ejes teóricos de abordaje sino la trama intersubjetiva que permite comprender la vida en la ciudad. En ese sentido, merece señalarse el aporte de Gravano, quien definirá, primero, la importancia de la relación entre ciudad y construcción de la ciudadanía y, segundo, la vinculación entre el hecho y el derecho, a lo cual agrego, no sólo derecho medible según los indicadores económicos, sino por aquellos tangibles e intangibles que harán a la calidad de vida, tales como el derecho a los bienes urbanos, a la seguridad, a la accesibilidad, a la participación, a la vivienda y los servicios. En tercer lugar, a las relaciones entre el conflicto y su regulación, colocando el énfasis en los actores sociales y planteando la necesidad de pensar en una salida que vaya más allá de las posiciones éticas o ideológicas, y en el análisis de las contradicciones, en línea con el pensamiento de David Harvey, al cuestionar los paradigmas y las estructuras desde las cuales se construyen las relaciones sociales en pugna.
El libro puede ser leído, después de sus dos capítulos introductorios referidos a “lo antropológico”, como Rayuela, de Julio Cortázar, ya que cada sección incorpora una lección y el orden de su lectura no altera el producto de conocimiento y reflexión que ofrece.

Otra preocupación del autor está puesta en los millones de sujetos sociales que desarrollan sus existencias en esos territorios del miedo, de las exclusiones, de las discriminaciones diversas, en esos territorios en los que invierten sus esfuerzos en el sueño de la transformación de sus existencias y en los cuales encontrarán los obstáculos mayores, en tanto se sitúan atravesados por el conflicto como algo permanente en el ámbito privado y en el público. Coincido con Elena Achilli en que este texto refuerza el sentido de la mirada antropológica urbana, como área diferenciada de investigación y aplicación, lo cual nos remite a Néstor García Canclini, quien reconoce los aportes antropológicos sobre lo urbano desde los años ´50, señalando que dicho reconocimiento no se produce hasta el inicio de los ´80.
Es propicio señalar en esta obra su singular despliegue y eco en la antropología de la pobreza, y pienso en Oscar Lewis y “Los hijos de Sánchez”, iniciático ensayo de los ´70. Recupero en la memoria aquel inaugural libro leyendo a Gravano y la forma en que se emparenta con aquella búsqueda orientada a descifrar cómo se ponen en acción los aspectos simbólicos y pragmáticos en la vida cotidiana de la gente, buscando dar cuenta de las categorías abstractas de la comunidad. Gravano busca desentrañar las experiencias cotidianas para resignificarlas en la lectura sobre la vida urbana y bucea allí buscando incidir en los debates y reflexión de la academia por un lado, y en las políticas públicas por otro. No es casual que dé inicio a su libro con la pregunta ¿El Indoamericano para los indoamericanos?, señalando que a partir de conocer esos actores sociales y su cotidianidad será posible interpretar las continuidades y las rupturas de los procesos entre los actores, y de estos con las instituciones.
La categoría de “los precarizados urbanos” de David Harvey se hace presente en la referencia de Gravano a los migrantes, los pobres urbanos, “los que constituyen los sectores subalternos de la ciudad… producto de una construcción social que los segrega y estigmatiza”. La globalización, la construcción de nuevas culturas ciudadanas, las nuevas espacialidades, hacen del ámbito urbano un objeto central en los procesos contemporáneos de modernización, lugar en el cual se visibilizan diversidad de identidades y nuevos sujetos sociales, convirtiéndolo en espacio privilegiado de la acción política.
Me interesa significar el aporte que hace Gravano en el capítulo “La identidad barrial como producción ideológica”, pues es en esa sección sobre barrio y familia donde aborda el tema de las mujeres, y esta mención, cara a mis intereses por ser propia a mi definición intelectual, me permite agregar algo al respecto. Lo cotidiano ha sido el campo politizado por los feminismos y donde se ha resignificado la división sexual del trabajo, para mencionar dos temas centrales. Ello da cuenta de “fugas” hacia cotidianeidades más democráticas, hacia el “buen sentido” democrático en la perspectiva gramsciana. El derecho a tener derechos que vienen planteando las mujeres es reclamado por quienes más han aportado en politizar lo cotidiano en tanto “la vida en las ciudades, para hombres y mujeres, se define y relaciona con las experiencias que viven en la misma, y en esa experiencia el territorio es central, la localización, los servicios, la accesibilidad, el equipamiento”(Falú). Sabemos que incorporar la categoría analítica de género en la disciplina urbanística, así como en la antropología urbana, no ha sido fácil. “La distorsión androcéntrica de las ciencias sociales sólo ha podido constatarse en el último siglo; en su origen y constitución la perspectiva sesgada fue una constante. La ausencia naturalizada de las mujeres como productoras del conocimiento fue acompañada de una carga ideológica según la cual la mujer sólo estaba presente como lo otro jerárquicamente devaluado y constitutivamente excluido. Sin embargo, la teoría de género ha impactado indiscutiblemente en diferentes ciencias sociales en las últimas décadas. No sólo su inclusión institucional como temática legitimada y en expansión, sino también los numerosos, y a veces desafiantes, cuestionamientos a las disciplinas mismas constituyen un fenómeno institucional revitalizador para la cultura intelectual contemporánea. En algunas ciencias sociales, la incursión de esta nueva mirada de género es aún tímida y de avanzada; en otras, constituye conocimiento sólidamente reconocido” (Morey).
El pensamiento crítico sobre las ciudades y los desarrollos teórico-conceptuales acerca de lo urbano se han estructurado detrás de conceptos neutros tales como familia o población, desconociendo así las relaciones distintas y asimétricas, entre varones y mujeres. Negando a las mujeres en la mirada disciplinar, en la producción del conocimiento en sí mismo, tanto como sus demandas y necesidades específicas, se ha obstaculizado la posibilidad de dar cuenta de los significativos cambios socio-demográficos en la sociedad. A su vez, el urbanismo, que puede crear condiciones más propicias, se ha ocupado preferentemente de los grandes temas de las ciudades, descuidando los espacios micro que, al decir de Teresa Boccia, permiten trabajar sobre la microfísica del territorio, que es primordial a la calidad de vida de las personas y en particular de las mujeres. Desde Jane Jacobs, distintas estudiosas contribuyen con investigaciones y propuestas para una mejor calidad de vida en los espacios urbanos; en ese sentido, Doreen Masseyaporta una lectura significativa al subrayar el valor simbólico de las dimensiones lugar y espacio en relación al género y cómo, a partir del mismo, se articulan formas específicas de construcción del espacio. La referencia hace hincapié en la distinción occidental establecida entre espacio público y privado y su consecuente impacto diferencial sobre varones y mujeres a lo largo de la historia. Y en esta distinción registramos a las mujeres como sujetos invisibilizadas en las ciudades, relegadas al ámbito privado del hogar, lo cual tendrá sustento en la fuerte división del trabajo sexual imperante: “hombres vinculados al trabajo productivo -generadores de ingresos- y mujeres pensadas como responsables únicas y excluyentes del trabajo doméstico y reproductivo -cuidado de los hijos y organización del hogar” (Falú). Lo señalado pone en evidencia la necesidad de estudios que recuperen el valor de la experiencia, el papel de las subjetividades, el proceso social y cultural de construcción de las identidades. Las mujeres latinoamericanas, particulares protagonistas del siglo XX, irrumpen en los albores de la recuperación democrática de los ‘80 con consignas como “democracia en el país y en la casa” y “lo personal es político”, interpelando construcciones anacrónicas que persisten en el tiempo. Lechner plantea que el entramado complejo de la vida cotidiana es el espacio inmediato, donde se actúa, el que da el significado a la vida misma, en cuyas prácticas se asientan ideologías, valores y normas.

Gravano nos propone el tema de las violencias desde distintas entradas de análisis, poniendo en crítica la apuesta a lógicas represivas y mayor segregación, que trazan aún más fronteras para los “nuevos extraños, los que desordenan y no preservan la pureza de la vida consumista”,aquello que Vera Malaguti acertadamente nombra como “la confrontación del miedo”. En estas prácticas no sólo discriminatorias y represivas, sino con consecuencias estéticas en la ciudad, que se expresan en escenarios jerarquizados, es necesario incorporar la dimensión de género y poner el acento en la violencia diferente y aleatoria, como dice Kessler, individualizada a través de los cuerpos de las mujeres. El cuerpo es un continente político y el espacio urbano su soporte físico y cultural; allí es donde se despliegan estas violencias y escalan desde la dramática cotidiana a la tragedia sin más en hitos de artera repetición como las del Indoamericano.
Eduardo Galeano nos recuerda que en “La ciudad como cárcel, quien no está preso de las necesidades está preso del miedo”. Gravano, en valioso emprendimiento, nos hace un guiño no sólo sobre el valor de comprender sino sobre la posibilidad de transformar.
AF
Córdoba, mayo de 2015
La autora es Arquitecta (UNT), Doctorada en Bouwkunde TU Delft. Es Directora del Instituto de Investigaciones de Vivienda y Habitat(INVIHAB), UNC-FAUD, y Profesora e Investigadora en la misma universidad. Fue Directora Regional del Programa ONU Mujeres.
Antropología de lo urbano. Ariel Gravano, con capítulos de Bárbara Galarza, Rosana Guber y Carlos Herrán. Segunda edición ampliada y corregida; café de las ciudades. Buenos Aires, 2015. ISBN: 978-987-3627-09-5. Disponible a partir de julio. Primera edición: UNICEN (Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires),Tandil, 2013. Un fragmento del libro en café de las ciudades:
Número 133-134 I Urbanidad contemporánea y Política de las ciudades
Antropología de lo urbano I Los vecinos y los “otros” I Por Ariel Gravano