Presentación
Como integrantes del Col·lectiu Punt 6 hemos trabajado desde hace varios años en distintos barrios de Cataluña y España en urbanismo y arquitectura, desde un enfoque de género que da prioridad a la vida cotidiana de las personas y que visibiliza la experiencia de las mujeres en las múltiples tareas que tradicionalmente han desarrollado. Por otro lado, desde el Centro de Política de Suelo y Valoraciones de la Universidad Politécnica de Cataluña investigamos y desarrollamos metodologías de análisis cualitativo para evaluar la relación entre las formas de convivencia y la configuración física de los espacios públicos de distintos barrios de la región, área metropolitana y ciudad de Barcelona, dentro del proyecto Inmigración Vivienda y Ciudad.
En este caso, hemos tenido la oportunidad de realizar un proyecto en dos barrios del conurbano de Buenos Aires, Argentina, en el marco de un proyecto de cooperación financiado por el Centro de Cooperación para el Desarrollo de la Universidad Politécnica de Cataluña y realizado con el Colectivo de Mujeres Las Juanas en MuMaLá, Mujeres de la Matria Latinoamericana, como contraparte en Argentina.
Ciudades inclusivas y seguras
La perspectiva de género aplicada al urbanismo significa poner en igualdad de condiciones las exigencias derivadas del mundo productivo y las derivadas del mundo reproductivo; es decir, las necesidades cotidianas para la vida de las personas. Estas exigencias deben situarse en el mismo nivel de importancia en las decisiones urbanas para construir ciudades inclusivas. Para ello, la planificación urbana tendría que permitir contar con la experiencia de las personas como base de análisis de la realidad y hacer un constante trabajo transversal, entre las diferentes escalas y disciplinas. (Col·lectiu Punt 6, 2011a). Las variables de análisis, espacios de relación, equipamientos, movilidad, vivienda, participación y seguridad (Col·lectiu Punt 6, 2008) deben analizarse en particular para luego entrecruzarse y comprender la verdadera complejidad de la vida de las personas en las ciudades.
En América Latina, la seguridad de las mujeres en la ciudad ha sido un trabajo ampliamente desarrollado (Ana Falú, 2009) a través del programa “Ciudades sin violencia hacia las mujeres, ciudades seguras para todos y todas”, puesto en marcha en varias urbes, entre ellas Rosario, Argentina. El trabajo ha permitido, entre otras cosas, realizar diagnósticos en tres barrios de esta ciudad y acciones simbólicas, como visibilizar los derechos de las mujeres a través de murales en espacios públicos degradados, hecho que favorece el uso igualitario.
El trabajo realizado por el grupo de mujeres de CISCSA forma parte de la Red Mujer y Hábitat de América Latina, creada en 1989, la cual ha desarrollado experiencias en otras ciudades con una metodología en común (Red Mujer y Hábitat).
En Europa, la experiencia de Viena es uno de los pocos ejemplos conocidos donde se ha aplicado una visión transversal de género en la configuración de la ciudad. Desde el año 1998, la oficina de Planeamiento y Construcción responde a los requerimientos de la vida cotidiana y especialmente las necesidades de las mujeres. Se aplica en las áreas de vivienda, diseño de parques y juegos, equipamientos, seguridad en el espacio público, planes de movilidad y desarrollo urbano (Eva Kail, 2011).
En Cataluña, desde el año 2004, la Ley de Barrios incorpora la aplicación de la equidad de género en el uso de los espacios públicos y equipamientos, en proyectos de mejora de barrios con regresión urbanística. Más de 100 proyectos realizados presentan propuestas variadas que incluyen: programas sociales para reforzar la participación de las mujeres en las decisiones urbanas, rediseño de plazas y calles siguiendo criterios de género, revisar el nomenclador de calles y plazas, o rehabilitar un antiguo lavadero público (Zaida Muxí y Adriana Ciocoletto, 2011).
Todas estas prácticas han demostrado que una ciudad pensada desde la experiencia de las mujeres y la vida cotidiana es una ciudad inclusiva con todas las personas y favorece la sostenibilidad. La ciudad próxima que promueve la perspectiva de género garantiza los usos mixtos del suelo; prioriza una red cotidiana de equipamientos, comercios variados y suficientes; favorece, el uso de la bicicleta y una gran vitalidad social y cultural en las calles.
Situación existente y problemática
La República Argentina presenta una muy dispar distribución demográfica, con un tercio de su población concentrada alrededor de su capital, en un área que representa menos del 0.1% de su territorio continental. El actual Gran Buenos Aires fue producto de una urbanización explosiva y desordenada, ocurrida desde los años ’50, cuando circunstancias macroeconómicas determinaron un intenso flujo migratorio interno. Estas áreas establecieron una periferia urbana formada por barrios carenciados o villas de emergencia donde se acentuó progresivamente una condición de pobreza y marginalidad social. El “Gran Buenos Aires” o conurbano bonaerense, sumado a la Ciudad de Buenos Aires, forma la llamada Área Metropolitana de Buenos Aires, hoy la novena megalópolis del mundo. Ocupa una porción de territorio que no supera el 1% del total del país, concentra a unos 12.000.000 de habitantes (41 % de la población del país) y más del 40% de su Producto Bruto Industrial. En cincuenta años el conurbano pasó de tener 900.000 habitantes a 8,6 millones y la tendencia continúa. La falta de planeamiento acompañando a este crecimiento urbano explosivo condujo a una grave carencia de servicios esenciales (Plan Urbano Ambiental).
El Municipio de Lanús forma parte de este conurbano. Con 453.500 habitantes es el municipio más densamente poblado del país, después de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. El índice de masculinidad del Municipio es del 91,4 (hombres cada 100 mujeres) siendo uno de los más bajos del conurbano (INDEC, 2010). Su ubicación geográfica en el margen Sur de la cuenca del Riachuelo, límite de la ciudad de Buenos Aires, favoreció el asentamiento de muchas familias trabajadoras provenientes del interior del país y de países vecinos en la década del ’50 del siglo XX.
Villa Jardín y Caraza, en el municipio de Lanús, son barrios muy humildes, con un gran porcentaje de personas desocupadas, formados por muchas familias numerosas. Algunas personas reciben como único ingreso un subsidio por desempleo o por ser madres de familia numerosa. La marginalidad y la naturalización de la pobreza son marcas culturales profundas que caracterizan la problemática social del barrio.
Existe un sector del tejido social que participa en actividades organizadas con interés en la mejora de sus condiciones sociales y de convivencia. En Villa Jardín, desde hace cuatro años, y con la colaboración del colectivo Las Juanas, se organizan jornadas solidarias donde los vecinos y vecinas con los pocos recursos disponibles han intentado mejorar parte de algunos equipamientos y espacios públicos. También se realizan muchas actividades para mejorar las condiciones de vida y de nutrición de niños y niñas, como son los comedores populares y el seguimiento médico. Otra de las actividades que se llevan adelante es la detección y prevención de casos de trata de jóvenes para explotación sexual. Las “Madres en Red” trabajan también para prevenir las adicciones, dando talleres y capacitaciones sobre todos estos temas.
Estos barrios se caracterizan en general por dos tipos de asentamientos. Por un lado una tipología de barrio humilde, de casas en planta baja en su mayoría autoconstruidas que han ido creciendo a partir de las necesidades familiares y las posibilidades económicas. Por otro lado, los asentamientos precarios que ocuparon las tierras como villas de emergencia.
El problema general es de una muy baja calidad de viviendas y déficit urbanístico. Frente a la gran densidad del municipio existe una marcada carencia de espacios libres de uso público en condiciones. En el caso de Villa Jardín, presenta además una grave problemática medioambiental en el territorio. La gran contaminación de las aguas y de la tierra de la cuenca del Riachuelo, producto de arrojar desechos químicos y orgánicos durante más de 70 años, afecta gravemente la salud de la población del entorno. Este espacio ha sido ocupado por familias que construyeron de manera muy precaria su vivienda y que hoy viven allí. Por otro lado, existe también un déficit de equipamientos y servicios que afecta a los dos barrios, lo que implica una movilidad obligada hacia otros barrios en caso de que sea posible o directamente vivir con la falta de atención y servicios.
En consecuencia, las calles conforman para las personas que viven en estos barrios el espacio de relación y socialización donde las niñas y niños pasan la mayor parte de su tiempo afuera de la casa, en espacios no adecuados e inseguros. Las mujeres (que son la mayoría de la población) son las que tradicionalmente desarrollan las tareas de cuidado del hogar y de las personas, utilizando de manera intensa las calles y por lo tanto sufriendo las consecuencias de la falta de servicios, accesibilidad, mantenimiento y seguridad.
Objetivos y Metodología utilizada
Los objetivos fueron potenciar la participación activa de la población en la mejora de las condiciones urbanas de sus barrios desde una perspectiva de género, aportar conocimiento a la contraparte incorporando el tema en sus acciones e intercambiar experiencias con otros grupos. Se realizaron un seminario de formación sobre Urbanismo con perspectiva de género, dos talleres participativos para el diagnóstico y propuestas de mejora del entorno del barrio, diversas reuniones con las partes beneficiarias y difusión e intercambio con personas expertas que trabajan en temas urbanos .
La metodologia utilizada en los talleres buscó como objetivos la sensibilización y lectura critica por parte del grupo para la realizacion de un diagnóstico participado del entorno cotidiano del barrio que habitan. A partir de aquí, se trabajó en determinar algunos criterios de mejora de su entorno, considerando aspectos de la configuración del espacio.
Obtener la experiencia cotidiana del entorno urbano a partir de la experiencia de las mujeres del barrio fue la premisa sobre la cual se desarrollaron los talleres, en los que se utilizaron las siguinetes herramientas:
- Charla informativa sobre la importancia de conocer la experiencia de las mujeres en la vida cotidiana del barrio
- Ejercicio de taller para hacer conciente el conocimiento a traves de enumerar los elementos urbanos que intervienen en esta experiencia.
- Recorrido a pie por el barrio para visualizar lo enumerado en el taller, agregar aquello que faltaba.
- Ejercicio de mapa mental para visualizar la experiencia en el barrio y realizar una lectura critica. Elaborar resultados para realizar diagnóstico y propuestas de mejoras de forma participada.
En los talleres se buscó, más que un resultado final, iniciar un proceso que pudiera continuarse. Las actividades fueron dinamizadas por un equipo de dos mujeres (autoras del artículo), una sociologa y otra arquitecta, expertas en urbanismo desde una perspectiva de género, abordando el tema de manera conjunta e interdisciplinar.
Los talleres fueron de dos horas de duración aproximadamente, donde asistieron 17 personas en total. Por el objetivo del taller era importante que participasen no solo vecinas del barrio, sino también personas que realizan trabajo comunitario en el mismo, entre las cuales se pudieran articular mejoras y la aplicación de esta metodología en otros barrios similares. En ambos talleres se ha dado prioridad a la voz y la experiencia de las mujeres que vivían en los barrios, pero han participado también integrantes del colectivo de mujeres Las Juanas y la organización Barrial Barrios de Pie, que han aportado con su conocimiento derivado del trabajo comunitario realizado dentro del territorio. De esta última agrupación ha participado una representante del grupo de jóvenes que actualmente se encuentran realizando por iniciativa propia algunas mejoras en el espacio público y donde se ha detectado que existe una gran oportunidad de trabajar en conjunto de aquí en adelante a partir de las necesidades surgidas en los talleres.
La experiencia de la vida cotidiana en los barrios de Villa Jardín y Caraza
La experiencia cotidiana de la gente que vive en estos dos barrios se enmarca en un entorno muy degradado físicamente, con una inversión pública prácticamente inexistente (salvo en sitios puntuales como en la cuenca del Riachuelo) y donde el uso social está muy condicionado por la seguridad. Las mujeres son quienes utilizan el espacio físico del barrio para desarrollar un extenso listado de tareas relacionadas con el cuidado del hogar y de la familia. En esos trayectos y usos que hacen de sus barrios son las que más padecen las consecuencias de la falta de recursos, ya que no es una elección sino una necesidad básica que hay que cumplir.
De su experiencia cotidiana, las mujeres han priorizado los problemas detectados en las plazas y en las calles. Las plazas y parques en estos barrios, cuando existen, están en general en pésimas condiciones y se transforman en focos de inseguridad más que en sitios de encuentro y relación. La apropiación por parte de algunos colectivos relacionados con actividades delictivas como robo o compraventa de drogas es común. Además, el reclamo por la falta de juegos, bancos, mesas o iluminación en condiciones es una constante; en general sienten que no tienen un sitio en la calle donde reunirse. En su propuesta para mejorar estos espacios consideran importante cuidar tanto el mantenimiento como aspectos estéticos: la vegetación, la utilización de mobiliario que permita el uso por parte de distintos grupos, como juegos infantiles, y la ubicación de los bancos en relación a los juegos para las personas cuidadoras, en el sol y en la sombra para el descanso de la gente mayor, por ejemplo. Los bebederos y el baño público próximo a la plaza son otros elementos que consideran importante para poder utilizar el espacio en mejores condiciones.
El problema que encuentran en la calle es la inseguridad y para ello lo primero que reclaman es más control policial; pero, también comprenden que es necesario mejorar los aspectos físicos para mejorar la seguridad. Los pozos que cortan las calles y la concentración de basura que degrada muchos lugares acrecientan el problema, debido a que generan espacios abandonados y con poca gente. Existe también la inseguridad por la falta de prioridad peatonal generada por la invasión y apropiación que el coche hace del espacio. Todo esto impide el desplazarse con autonomía e independencia por el barrio. Para ello proponen; además de mejorar el mantenimiento y la iluminación en las calles, generar sitios de encuentro donde gente diversa pueda reunirse y utilizar los espacios, con sitios de juego, bancos donde conversar o esperar a alguien, señalización peatonal en los cruces y accesos a equipamientos como la escuela, o el centro de salud. Las mujeres están de acuerdo en que en la medida que la comunidad viva y utilice la calle con un sentido de pertenencia puede disminuir la inseguridad.
De los equipamientos comunitarios valoran especialmente la proximidad de aquellos que usan con frecuencia (jardín de infantes, escuela, centro de jubilados, unidad sanitaria…) Pero a su vez los consideran en general deficientes por su falta de mantenimiento, de espacio para algunas actividades o de plazas (vacantes) como en el caso del jardín maternal. A la hora de hacer propuestas han priorizado el centro de la unidad sanitaria a partir de mejorar la atención del servicio y resolver el acceso de las ambulancia desde distintos puntos del barrio. Otro servicio que reclaman son los programas de asistencia para personas drogodependientes (especialmente jóvenes que consumen paco) y sus familias, que en este momento se encuentran desamparadas por el alto índice de consumo y la falta de medidas para revertir esta situación. Uno de los espacios mejor valorado ha sido “La Escuelita”, espacio comunitario gestionado por organizaciones sociales y liderado por mujeres. El edificio que ocupan para ello fue también valorado positivamente por un patio interior que permite el juego de niños y niñas de manera segura y próxima a las viviendas.
Los comercios son pocos en general en estos barrios. A los existentes los consideran caros, pero valoran que se realicen ferias en la calle donde poder realizar la compra semanal y no necesariamente tener que desplazarse fuera del barrio, ya que es en general bastante complicado por la falta de oferta de transporte público.
Otro tema que les preocupa es el transporte público. El tren que pasa por Caraza tiene muy baja frecuencia y la estación presenta graves problemas por falta de señalización en los cruces y abandono, siendo un límite del barrio que se dificulta atravesar también, por los robos que allí se producen. Utilizan principalmente los colectivos o autobuses para desplazarse a otras actividades fuera del barrio (como el trabajo remunerado) o equipamientos como el hospital. A veces son valorados positivamente y otras no, según su frecuencia y recorridos. Las paradas de autobuses son espacios importantes, ya que, es aquí donde deben pasar un largo rato hasta que el colectivo llegue. Por ello consideran importante que se encuentren en buenas condiciones, bien mantenidas, iluminadas, con información de horarios y recorridos, y con posibilidad de sentarse y de recibir cobijo en días de lluvia, frio o de mucho sol. Pero estos sitios son también espacios donde se sienten vulnerables e inseguras, ellas o sus hijas e hijos, ante la posibilidad de que las roben, siendo importante que se ubiquen en lugares visibles donde puedan pedir ayuda, cerca de comercios o equipamientos, y con una buena visibilidad e iluminación.
La situación de las viviendas no se ha desarrollado en los talleres, ya que el tema excedía ampliamente las posibilidades del trabajo planteado, pero han podido resaltar la importancia de disponer de agua corriente en las casas. Por otro lado se ha planteado la gran dificultad de resolver el problema de la inseguridad en los casos de las viviendas de pasillo, donde quienes roban lo utilizan como sitios para escaparse y esconderse.
Conclusiones
El trabajo realizado ha sido acotado y seguramente se hubiera podido profundizar mucho más en cada uno de los aspectos enumerados, pero se ha conseguido concluir en que las necesidades de las personas y principalmente de las mujeres con las que se ha trabajado no son distintas a otras. La diferencia principal está en cómo estas necesidades pueden ser resueltas. Estas necesidades pueden parecer obvias pero son poco visibles y de esto trata también este trabajo: de darles valor y prioridad.
La variable “seguridad” es la resultante de una multiplicidad de factores y situaciones que se entretejen. Se entiende seguridad como parte de los derechos humanos a una vida digna de respeto, independencia, libertades y elecciones (Col·lectiu Punt 6, 2011b). Es innegable que en ciertas situaciones de exclusión urbana, social y económica se acrecienta la percepción de inseguridad, que en ocasiones coincide con los datos reales de delitos. Sin embargo, no se puede hablar de seguridad en relación solamente a los actos delictivos, sino que debe interpretarse y relacionarse con características físicas de los barrios que incrementan la percepción de inseguridad, generando la ocasión para el delito. Es cierto que las situaciones de inseguridad vividas en la calle, percibidas o reales, son un elemento que condiciona el uso del espacio público y que las mujeres se sienten especialmente vulnerables. No se debe olvidar que para las mujeres el peligro proviene en muchos casos de un entorno próximo, de su propia casa. Por lo tanto, la seguridad no es solo una cuestión cuantificada de delitos reales, sino su percepción que suele influir negativamente en las actividades cotidianas en el espacio público, y en ello influye de manera determinante la degradación del entorno, la falta de equipamientos, servicios y transporte público. Estos elementos son realmente los que dificultan el desarrollo de la vida cotidiana de los habitantes en general y de las mujeres en particular.
A diferencia quizás de otros barrios, pero también con similitud a tantos otros, la inversión pública ha tenido y tiene muy poca presencia. A partir del trabajo realizado se ha construido una herramienta que ha permitido generar el debate sobre los problemas de vivir en barrios degradados y la relación entre la calidad de vida de las personas con la configuración física del entorno. Se considera que esto es una oportunidad para que desde las propias agrupaciones sociales involucradas se lidere un cambio que permita las mejoras necesarias a partir de procesos de participación con la comunidad y valorando siempre la experiencia cotidiana de las mujeres.
AC y BGV – CP6
Adriana Ciocoletto es Arquitecta (1997) FADU-UBA, Màster (2003) en La Ciudad Politicas Proyectos y Gestión – UB. Participa en la línea de investigación “Inmigración, Vivienda y Ciudad” en el Centro de Política de Suelo y Valoraciones de la Universidad Politécnica de Cataluña, en el análisis de los usos del espacio público. Es también docente del Máster Laboratorio de la Vivienda del Siglo XXI, FPC-UPC (2006) en los cursos “La casa sin género” y “Urbanismo participativo”.
Blanca Gutiérrez Valdivia es Socióloga (2006) por la Universidad Complutense de Madrid. Máster en Gestión y Valoración Urbana (2007/08) por la Universidad Politécnica de Cataluña, donde actualmente realiza la tesis doctoral “El género del espacio: calidad de vida urbana y roles de género”. Trabaja como investigadora en el Centro de Política de Suelo y Valoraciones, donde desarrolla investigaciones sobre inmigración, segregación, condiciones residenciales y uso del espacio público. Es también docente del Máster Laboratorio de la Vivienda del Siglo XXI, FPC-UPC (2011) en el curso “Urbanismo participativo”.
Ambas integran el Col·lectiuPunt6 (2006), grupo que trabaja en la aplicación de la perspectiva de género en el urbanismo y en la arquitectura.
De Adriana Ciocoletto, ver también en café de las ciudades:
Número 9 | Lugares
La transformación del espacio representativo | Plaza de Mayo (I), Buenos Aires, Argentina. | Adriana Ciocoletto |
Número 32 | Cultura de las ciudades
La casa sin género es la casa del género | Proyectar con otra visión. | Adriana Ciocoletto
Y sobre urbanismo y perspectiva de género:
Número 49 | Política de las ciudades (I)
Ciudad próxima | Urbanismo sin género. | Por Zaida Muxí Martínez
Bibliografía
Ana Falú, ed. “Mujeres en la Ciudad. De violencias y derechos”. Red Mujer y Hábitat de América Latina. Ediciones SUR, 2009.
Col·lectiu Punt 6. “Mujeres Públicas, Urbanismo y género”. café de las ciudades Nro.65. Políticas de las ciudades. 2008.
Col·lectiu Punt 6; Zaida Muxí Martínez, Roser Casanovas, Adriana Ciocoletto, Marta Fonseca y Blanca Gutíerrez Valdivia. “¿Qué aporta la perspectiva de género al urbanismo?” Revista Feminismo/s 17. Universidad de Alicante. 2011
Col·lectiu Punt 6; Zaida Muxí Martínez, Adriana Ciocoletto, Sara Ortiz, Blanca Gutíerrez Valdivia, Roser Casanovas, Marta Fonseca y Tania Magro Huertas. “Construyendo entornos seguros desde la perspectiva de género”. Col·lecció Grana número 29. Ciutats i Persones. “No surtis sola. Espais públics segurs amb perspectiva de gènere”. Ed. Maria Freixenet. ICPS.
Eva Kail.“Gender Implementation in Vienna – an overview”. En Jornadas Estudios Urbanos, género y Feminismo: Teorías y experiencias. Barcelona, octubre 2011.
INDEC. Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010.
Plan Urbano Ambiental. La Ciudad de Buenos Aires en el Sistema Metropolitano. Diagnóstico y Perspectiva. Secretaría de Planeamiento Urbano del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. FADU. 1999.
Red Mujer y Hábitat de América Latina. Varios artículos y documentos.
Zaida Muxí y Adriana Ciocoletto. “La Ley de Barrios en Cataluña: la perspectiva de género como herramienta de planificación”. Revista Feminismo/s 17. Universidad de Alicante. 2011.