Trascripción editada del comentario de la autora en la presentación del libro efectuada en Córdoba el pasado 10 de octubre en el Colegio de Arquitectos de la Provincia de Córdoba – Regional 1, con la introducción del Arq. Diego Peralta.
El libro de Marcelo Corti seduce. Nos regala diez principios condensados en poco más de noventa páginas; 10 principios que son 10 lecciones para pensar la ciudad –y para ello, nos dice Corti, consiga dinero. Ágil, creativo, sin tapujos y rompiendo e interpelando el acartonamiento “académico”, sitúa los problemas.
Diez lecciones:
La primera es una feroz crítica a la llamada Nueva Agenda Urbana: menos consejos alejados de lo cotidiano y más recursos. El dibujo de Luis Caporossi que ilustra y abre estos principios es fabuloso; acerca a la idea de “mirar la ciudad”. O sea, aprender a mirar para tener el derecho a tener una propia agenda urbana. En sintesis, para Corti serían necesarios menos objetivos, más recursos y mirar mejor la ciudad en la que vivimos. También alerta sobre la cooptación de talentos y aportes, como por ejemplo los indicadores de Jan Gehl y sus calles para las bicicletas de Copenhague, que se transforman en asesoramiento a Nordelta… los más ricos de los ricos en las ciudades de la mayor desigualdad del planeta.
Los expertos hacen falta, digo como en voz en off. Claro que expertos que asuman, más que las Viejas Nuevas Agendas de un mundo que viene demostrando el fracaso de las políticas para achicar brechas, aquellas capaces de mirar y entender junto a las personas involucradas en las carencias, que es lo prioritario y también lo básico en relación a cómo actuar en las ciudades. Es decir, para cerrar esta primera parábola, conseguir dinero para la ciudad y la ciudadanía, no para el bolsillo propio.
El segundo principio versa sobre “de qué vive la ciudad”… o dicho en tiempo futuro, de que va a vivir. Y es sencilla la fórmula de Corti: “de lo que está viviendo”, y entiendo que refiere al valor agregado existente. Claro que avanza en su breve y sustantivo texto sobre la perentoriedad de alianzas, voluntad política, principios, ética, Y comenta algo que nos preocupa a muchos: ¿qué pasará cuando Amazon crezca aún más, cuándo los comercios del barrio desaparezcan en la voracidad del extractivismo urbano de las corporaciones? Y plantea entonces el desafío de pensar como lo haremos. Corti nos dice que dos fórmulas tensionan las agendas: o menos horas de trabajo y más redistribución o más desigualdad. De todas maneras levanta lo que ya dijeron e hicieron algunas gestiones: la construcción produce empleo. La propuesta queda abierta, porque en realidad abre el debate sobre cómo gestionar, controlar y regular, o sea, sobre la gestión de lo político para esa necesaria redistribución de inversiones y del mercado financiero y productivo que genera infinitos recursos. En ese análisis, el suelo urbano cobra la dimensión que ya conocemos y que los que rápidamente se enriquecieron conocen muy bien. El valor del suelo urbano de algunas ciudades que superan el PIB de países como Canadá. Deberíamos preguntarnos, en todo caso, en esta ciudad nuestra cuánto suelo urbano disponemos y contabilizar su valor; cuánto está, por ejemplo, en manos de las iglesias, que además reciben subsidios del Estado. ¿Cual sería el valor de la plusvalía que habría que afectar? ¿De qué maneras?
Creo que este principio dos, es el que más me inquieta e instiga a pensar, a debatir, a intercambiar. Ahora no podemos porque el tiempo es enemigo.
El tercer principio es “innove si es necesario”. Pero antes, “resuelva problemas”… Esto me pareció del mayor sentido común, el más escaso de los sentidos. O sea innovar, solo si vas a resolver problemas, no por la innovación misma, porque si no lo más probable es que se agudicen las contradicciones. Menos cantos de sirenas, nos dice Corti, “no usar la ciudad al servicio de las tecnologías”. Ahora hay que decirlo: la tecnología ya está, es necesario comprender el nuevo paradigma de la sociedad de la tecnología. Implica un orden social que se expresa como un dispositivo social, que ofrece instrumentos inteligentes a la vez que agranda las brechas de las desigualdades. Los mapas digitales existen, desde el celular se aplican.
El cuarto principio: consolide, complete, repare, renueve. Más de acuerdo, imposible. Es así, la ciudad construida, el capital consolidado, el valor agregado de servicios, de localización, de tiempo y espacio. Para las mujeres en sus vidas cotidianas, las cuidadoras de la humanidad, nada más necesario que esa distancia y tiempo. Lo dijo Jane Jacobs: la proximidad, el valor de significar lo que tenemos. Y como dice Corti, valido para lo no consolidado y por consolidar, pero no por extender aún más. Completamiento y reparación, “no a la tabla rasa”.
El quinto: civilizar la anti-ciudad. ¡Y casi discuto con Corti cuando leí el título de esta sección! Me pregunté cual sería la “anti-ciudad”; la de los barrios monofuncionales dice Corti. Nada más negador del tejido urbano que la utopía de la modernidad pero, ¿y la de hoy cuál sería? Y me reconcilio cuando menciona el trabajo de Celina Caporossi y Fernando Díaz, no por conocerlo exhaustivamente, sino porque es una propuesta ganadora en aportar a la movilidad, a la accesibilidad, a la conectividad. Ejemplos hay de esfuerzos urbanos de conectar, y si esto es civilizar, entonces sí. Ahora si civilizar es en relación a lo opuesto, la barbarie, pensada en extensiones inhóspitas para los ojos colonizados que miran el modelo europeo de ciudad pero no quieren pagar impuestos… no acuerdo. Entonces, sí a conectar, sí a tejer lo urbano con parques metropolitanos, con vivienda social, con equipamientos sociales. Pero me preocupa lo de “civilizar” como acción.
Y me reconcilio a leer su propuesta en el principio seis, definir los bordes. No extender más la ciudad, cuidar lo periurbano. Poner en valor la producción agrícola, recuperar los huertos periurbanos. Trabajo, dignidad, entorno que define el borde. No solo producción, también el disfrute, la recreación, las canchas, los espacios que permiten esa costura de “zurcido fino”, como me gusta decir, de lo urbano y lo rural, de las pobrezas y las riquezas obscenas en nuestros bordes urbanos.
El séptimo (casi como ahijado de presidente/a…) es el espacio público, el que se define por su uso, el que debe ser el del encuentro, el de las calidades en cada sector urbano, sea este del centro o las periferias. Las calles, las plazas, los parques, pensados realmente en clave de diversidad, de mujeres, que son las que más usan el espacio, acompañando a otros/as: infancia, personas mayores, la juventud imaginada no solo en clave de cancha de futbol, sino del encuentro, los rincones para enamorar, para simplemente conversar bajo un tilo.
Lo he visto en Suecia, en esos sectores de viviendas de mayores niveles de ingresos el espacio público es democrático, es de todas/os y allí están los migrantes diversos, los refugiados, ocupando el espacio público frente a los pisos que miran el Mar del Norte; nadie los corre, tienen derechos ciudadanos. El espacio público es público.
El octavo brega por no extender, por no relocalizar; entonces vuelvo a las distancias y el tiempo, a la escala del barrio y la proximidad de los servicios, a esa posibilidad de caminar la ciudad, los barrios, el ejemplo potente de Cerdá y el Ensanche de Barcelona. En este principio sentí la falta de instalar como vector decisivo en el debate urbano la densidad, el pensarla compleja; no solo la que hace crecer en altura, sino la que cuida y suma, coincidiendo en que no se trata de arrasar con lo que tenemos, sino de repensar la complejidad, los intersticios urbanos.
El noveno está centrado en el cambio climático, los desafíos medioambientales, la crisis que ocupa las agendas del mundo, hoy personalizadas en la joven Greta Thunberg, que es del norte del mundo, el que provoca los mayores consumos de energía. Para muestra basta un botón: el edificio Sears de Chicago consume la misma energía que una ciudad de 100 mil habitantes en la India. Hay que pensar en ese metabolismo urbano y definir las prioridades, pero no solo dividir los residuos que luego se juntan en el camión de las basuras. Bien por Corti, refiere a la planificación, a cómo gestionar y circular los recursos de agua, de energía, de residuos. ¡Los desechos de la construcción! Y nuestro autor se convierte en un utópico cuando nos plantea algo que seguramente muchos soñamos: políticas de gestión empresarial con impacto social y ambiental positivo. Me quedo aquí y cierro con el décimo principio.
Ninguna ciudad es mejor que su barrio más vulnerable, cuán cierto este principio. Cita Corti aquello que Oriol Bohigas decía en los ´80: “sanear el centro y monumentalizar la periferia”, para el caso Barcelona. Aquí recuperábamos la democracia y Guillermo Iros proponía “de la periferia al centro”, o el programa social de “pobladores a vecinos” (el género aún no se comprendía como concepto analítico, los vecinos eran solo varones). La prueba de fuego de cualquier gestión, dice Marcelo Corti, es el lugar que da a sus barrios periféricos, cuánto invierte en ellos. Hoy Ada Colau preserva la Barcelona del Eixample que, como dice ella, está bien provista, y se cuida con las buenas políticas y prioriza la inversión en los barrios de los catalanes más pobres, de migrantes, de latinos, de los que logran cruzar el Mediterráneo.
Creo que este principio último es el central, es el que puede contribuir a achicar las brechas de la desigualdad, el que se emparenta con los principios 1 y 2. Si bien todos están vinculados, éstos lo están en particular, porque afirmo que en el centro de la agenda urbana necesitamos colocar la desigualdad creciente y, en términos urbanos, redistribuir los bienes y las infraestructuras urbanas y generar conexiones y accesiblidad que permitan pensar en una ciudad para la gente, parangonando a Gehl.
Es un libro para hacer un Seminario. Propongo, Marcelo, que lo hagamos, que crucemos tus diez principios con las demandas de la diversidad, de las mujeres; esas que rupturan e interpelan la idea de una planificación en clave de neutralidad de los sujetos para quienes pensamos los territorios que habitamos: la casa, el barrio, la ciudad y el área metropolitana. Invitemos al Colegio de Arquitectos, tan nuestro y tan generoso, a sumarse.
Y, como dice Groucho Marx, si estos principios no andan, tenemos otros para incluir en el debate. Gracias Marcelo por esta reflexión que llama a pensar más en cómo queremos que sea Córdoba, nuestras ciudades, miradas desde lo que supimos conseguir. Para hacer que la ciudad funcione, al menos que funcione mejor.
Recomiendo leer este libro. Gracias.
AF
La autora es arquitecta, argentina. Profesora e Investigadora en la Universidad Nacional de Córdoba. Directora de la Maestría de Gestión y Desarrollo Habitacional. Experta en Género de ONU Hábitat, coordina el Núcleo de Genero. Obtuvo su formación de posgrado en Bowcentrum International Educación y en la Universidad Tecnológica de Delft, Holanda. Fue Directora Regional de ONU Mujeres (ex UNIFEM) en Países Andinos y en Brasil y Países del Cono Sur hasta 2009. Es miembro fundadora de la Red Mujer y Hábitat de América Latina. Autora de artículos y libros en temas de Vivienda, Ciudad, Hábitat y Género. Impulsó en la región el programa Ciudades sin Violencia para las Mujeres, Ciudades más Seguras para todos, desde 2004. Activista por los Derechos Humanos y Feminista. En café de las ciudades hemos publicado su entrevista a Saskia Sassen, en conjunto con Marcelo Corti.
Diez principios para ciudades que funcionen. Marcelo Corti. Prólogo de Roberto Monteverde, diseño y diagramación de Laura Corti, ilustración de portada de Celeste Guerrero. 102 pg. 20 x 14. café de las ciudades, Buenos Aires, 2019. ISBN 978-987-3627-26-2
Ya está disponible en Libreria Concentra, Librería Técnica CP67 y Amerindia Libros, y también en nuestra sede y por compra digital.
Se presenta en Buenos Aires el jueves 31 de octubre a las 18:30 en Chorroarín 925, con comentarios de Alfredo Garay y Rodolfo Macera.
café de las ciudades y el autor agradecen muy especialmente al Colegio de Arquitectos de la Provincia de Buenos Aires – Distrito V su apoyo institucional a la publicación de este libro, cuya primera presentación se realizó el 20 de septiembre pasado en la Trienal de Arquitectura y Urbanismo de dicho distrito en Ing. Maschwitz.
Y también comprometen su acuerdo a la propuesta de Ana Falú de un seminario a partir de los principios presentados en el libro.
Ver también la reseña de Patricia Pintos de La ciudad posible, el libro anterior de Marcelo Corti: Una verdadera Guía para la actuación urbana, en nuestro número 153