N. de la R.: El texto de esta nota reproduce la primera parte de la Introducción del libro Los hoteles pensión en la Ciudad de Buenos Aires: Precariedad habitacional, desalojos y procesos organizativos en el barrio de Constitución, editado por la Fundación Tejido Urbano y surgido de la convocatoria Buenos Aires Publica.
La Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) posee una población aproximada de 3 millones de habitantes, cifra que permanece casi inalterada en las últimas décadas. Sin embargo, al mirar en su interior, podemos ver que no es estática en cuanto a las condiciones habitacionales en que se encuentran sus habitantes. En ese sentido, observamos que, si bien la cantidad de población se mantiene constante, según los datos del último Censo Nacional han ido aumentando progresivamente los hogares en condiciones precarias de habitabilidad.
De acuerdo a los datos intercensales 2001-2010, la población en villas creció un 52,3 % (de 107.422 habitantes en 2001 a 163.587 personas en el año 2010). Estas se encuentran en su mayoría ubicadas en la zona sur de la ciudad; con una concentración en las comunas 8, 4, 1 y 7. Este crecimiento responde a un proceso de densificación por el cual los barrios se han consolidado “hacia arriba” y, en menor medida, han crecido por extensión de superficie y debido al surgimiento de nuevos asentamientos[i]. Asimismo, los hogares en el submercado de piezas en alquiler –conventillos, inquilinatos, hoteles-pensión– y casas tomadas han crecido significativamente con respecto al censo anterior[ii].
Estas cifras dan cuenta de que la desigualdad en el acceso a una vivienda digna dentro de la CABA es una problemática persistente que, lejos de resolverse con los años, va consolidando su cronicidad, evidenciando una cuestión estructural. Otro aspecto importante de esto es la vivienda en alquiler, la cual es una realidad cada vez más amplia entre los diferentes sectores de la sociedad. Desde hace ya varios años se evidencia un proceso de inquilinización de los hogares que revierte la tendencia histórica de la ciudad de un porcentaje de hogares propietarios creciente. En 2010 los hogares propietarios de la vivienda y el terreno disminuyeron de un 68 % (692.210 hogares) a un 56 % (648.958 hogares), mientras que los hogares inquilinos crecieron de un 22 % (227.545 hogares) a un 30 % (343.443 hogares) del total de hogares censados[iii]. Esto da cuenta de un crecimiento en la concentración de la propiedad en menos manos y de la utilización del parque habitacional como fuente de obtención de renta. El aumento de hogares inquilinos refleja, a su vez, una disparidad entre los niveles de ingresos de la población y la evolución creciente del precio de compra-venta de inmuebles, que además se caracteriza por realizarse en transacciones en moneda extranjera. Estas cuestiones generan cierta exclusividad y elitización del mercado formal de vivienda, al cual cada vez cuesta más acceder para los sectores de ingresos medios y bajos.
Por ello, al momento de pensar en los motivos de dicha desigualdad, tenemos que pensar el hecho de que el acceso a la vivienda, más allá de ser considerado un derecho, se encuentra principalmente regido por las dinámicas del mercado inmobiliario[iv], dando cuenta de la prevalencia del interés de especulación y obtención de ganancia en torno a esta. Ello significa que, dada su mercantilización, la forma de acceso, el tipo de tenencia y la calidad de la vivienda dependerán principalmente del lugar que se ocupe dentro de la estructura económica y el grado de solvencia que se posea[v].
Al mismo tiempo, la escasa presencia de políticas públicas que regulen el mercado de suelo y el de inmuebles facilita la especulación en torno a la vivienda en un mercado que se rige por el afán de lucro y por la capacidad de compra de quienes tienen mayor poder adquisitivo[vi]. Ello genera una fuerte presión respecto del dinero que las personas deben destinar de sus ingresos al pago del alquiler o la compra de una vivienda. Esta situación muchas veces conlleva a una expulsión de un gran número de personas y/o familias del mercado inmobiliario formal y al desarrollo de ocupaciones de lotes y edificios, a la vez que a desalojos forzosos y desplazamientos dentro de la ciudad. Dichas cuestiones no solo afectan al tipo de vivienda a la que se tiene acceso, sino al resto de las oportunidades que están asociadas a la localización de la misma.
Lo planteado hasta aquí evidencia una heterogeneidad del mercado de vivienda en relación a la forma de tenencia del suelo y al tipo de vivienda. En esta heterogeneidad se advierte la presencia de formas pobres de vivir dentro de la ciudad, el submercado de piezas en alquiler –conventillos, inquilinatos y hoteles-pensión–, viviendas o piezas en villas y asentamientos, ocupaciones de inmuebles, la calle. Estas a su vez, pueden ser reconocidas como estrategias residenciales[vii] de los sectores populares, para garantizar su permanencia en la ciudad. La importancia que el acceso a la centralidad adquiere para estos sectores puede ser entendida a partir de los planteos de Herzer, como “les permite mejores accesos a servicios sociales básicos y a núcleos de empleo, de manera tal de dar respuesta a sus necesidades básicas”. Por este motivo, habitar la ciudad se torna entonces un componente muy importante para la cotidianeidad de los sectores populares.
Este libro se interesa por recuperar las características específicas de los hoteles-pensión como una expresión particular de la “penuria” de la vivienda y un modo específico de habitar dentro de la ciudad. Esta es una situación habitacional que permanece muchas veces invisibilizada o bien naturalizada. Sin embargo, su persistencia en el tiempo es expresión de las desigualdades y contradicciones que genera la vida en la ciudad. En términos formales, se encuentran regulados por la ley hotelera, quedando encubierta la relación de locación que en los hechos se produce. Si bien estas personas y/o familias habitan de manera permanente allí, por lo general entre las partes media un acuerdo de alquiler de carácter verbal y el precio de este no queda establecido de manera fija sino que puede variar según lo disponga la persona que es dueña del establecimiento. Estas cuestiones generan una cotidianeidad en la que prevalece la inseguridad del tiempo de permanencia. De hecho, la mayoría de quienes viven en un hotel-pensión poseen una trayectoria habitacional atravesada por el desalojo, generando un círculo de expulsión de los diferentes lugares a los que acceden para dormir: habitación de hotel, pieza de inquilinato, la calle. De esta manera, quienes habitan en hoteles-pensión conforman su hogar bajo una permanente incertidumbre.
Muchos de los trabajos que estudian al submercado de piezas se preguntan el porqué de su persistencia. Con la investigación realizada se pretende dar algunas líneas de respuesta a este interrogante, y para ello se consideró como referente empírico a Constitución, uno de los barrios con mayor cantidad de hoteles-pensión de la ciudad y el cual posee una dinámica territorial específica que imprime ciertas particularidades al modo de habitar dentro de los mismos.
MPT
La autora es Licenciada en Trabajo Social y doctora en Ciencias Sociales (FSoc-UBA). Becaria postdoctoral del CONICET, con lugar de trabajo en el Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR). Docente de Economía Política de la carrera de Trabajo Social (UBA). Participa en proyectos de investigación, extensión y vinculación tecnológica, en articulación con organizaciones sociales y entidades públicas. Autora de diversos artículos en revistas académicas y capítulos de libros referidos al hábitat popular, políticas habitacionales, organizaciones sociales y conflictos urbanos.
Los hoteles pensión en la Ciudad de Buenos Aires: Precariedad habitacional, desalojos y procesos organizativos en el barrio de Constitución es un libro editado por la Fundación Tejido Urbano, surgido de la convocatoria Buenos Aires Publica, iniciativa que busca apoyar investigaciones y acciones renovadoras que puedan orientar a especialistas y decisores acerca de soluciones y herramientas innovadoras dirigidas a reducir los déficits habitacionales de nuestra metrópoli. La investigación fue una de las dos premiadas en la convocatoria Buenos Aires Publica, organizada por la Fundación Tejido Urbano, y ahonda en las características específicas de los hoteles-pensión como una forma de hábitat precario presente en la ciudad. Estos inmuebles con escaso mantenimiento y condiciones precarias de habitabilidad son subdivididos para ser alquilados por piezas y así aumentar la rentabilidad. El contrato de alquiler se establece verbalmente con el dueño, quien fija el precio y puede actualizarlo arbitrariamente. Si bien estos lugares poseen menores requisitos de acceso que el mercado inmobiliario, su ingreso está sujeto a múltiples condicionantes que hacen que el tiempo de permanencia sea relativo y dependa principalmente del vínculo que se establezca con los dueños. El no cumplimiento a estos condicionantes lleva implícita la posibilidad de ser desalojado; situación que generalmente permanece invisibilizada y genera un circuito de inestabilidad habitacional constante para quienes viven allí.
El barrio de Constitución se caracteriza por poseer una fuerte presencia de hoteles-pensión. A partir del 2007 se produce un aumento de desalojos en el barrio, tanto por aumento del alquiler, como por la venta de los inmuebles para destinarlos a otros usos. Con esta tendencia, comienzan a generarse procesos organizativos para enfrentar las situaciones de desalojos en los que participan habitantes de hoteles-pensión y organizaciones sociales, en articulación con entidades públicas.
El libro hace un recorrido por estos procesos habitacionales, y fue publicado en agosto de 2021. Tanto este como "Buenos Aires: Tras las huellas del futuro" de Andrés Borthagaray (ver la nota en nuestro número 198) son producto de la primera edición de Buenos Aires Publica (BAP), organizada por la Fundación Tejido. En septiembre, la fundación iniciará la convocatoria para BAP 2021.
[i] Este proceso fue protagonizado por quienes habitan estos barrios, que comenzaron a invertir en la construcción en altura de sus viviendas, sea por cuestiones de hacinamiento dentro del grupo familiar, o por la necesidad de ampliación ante la llegada de nuevas familias. Otro de los factores que inciden es el aumento de personas inquilinas informales en piezas o casas que ponen en alquiler otras familias que invirtieron en nuevas unidades o, incluso, inquilinatos construidos a partir del desarrollo de un mercado inmobiliario informal.
[ii] Desde mediados de la década de 1970 se viene evidenciando una intensificación de la oferta de capital inmobiliario, de base legal e ilegal, altamente especulativo y móvil, que considera a la tierra y a los bienes raí- ces como medios privilegiados para su valorización. De Mattos define a este proceso como una intensificación de la mercantilización del desarrollo urbano, a partir de la cual lobbies inmobiliarios y de la construcción se convirtieron en fuerzas poderosas en la trasformación y reconfiguración de las ciudades.
[iii] Este concepto es recuperado de Pírez, quien señala que la solvencia no se puede medir en términos absolutos, donde se es solvente o se es insolvente, sinoen un “continuo entre posiciones extremas con muchas intermedias”.
[iv] Ello fue analizado por Baer, quien señala que luego de la crisis del 2001 en la Argentina el mercado inmobiliario adquiere una dinámica particular en la cual ha ido aumentando la construcción de viviendas suntuosas en detrimento de viviendas sociales, “la disminución del poder de compra de bienes inmuebles (ocasionada por la devaluación, la falta de crédito, pero, principalmente, por la gran alza del precio del suelo) ha fomentado que el desarrollo inmobiliario se oriente hacia la población de mayores ingresos y con ahorro suficiente para comprar vivienda pagando al contado”.
[v] Estas estrategias refieren a acciones específicas por parte de estos sectores para sobreponerse a las dificultades de acceso a la vivienda que imprime el mercado inmobiliario formal dentro de la ciudad. Se trata de las decisiones que las familias toman en materia habitacional para satisfacer sus necesidades habitacionales. También remiten a las decisiones que se toman según su capacidad de movilización de recursos, las condiciones del contexto, las políticas habitacionales y las formas de inserción en el mundo del trabajo7. Este concepto es recuperado de Mercedes Di Virgilio, socióloga e investigadora de CONICET, referente en estudios urbanos, políticas sociales y cuestiones del hábitat y pobreza.
[vi] Hilda Herzer, socióloga, investigadora pionera dentro del país en los estudios urbanos. Sus trabajos contribuyen a la comprensión de las dinámicas y los procesos de renovación de las ciudades, especialmente la zona sur de la CABA.
[vii] Ello remite al problema de la vivienda, que según Castells lo experimenta gran parte de la población dentro de las ciudades contemporáneas. El problema de la penuria habitacional refiere a la “falta de confort y de equipamientos, súper poblamiento (a pesar de que en algunas viviendas exista despoblamiento), vetustez, insalubridad”. El mismo se va a expresar en diferentes grados según los períodos históricos y la sociedad en que se trate. Esto tiene relación con el mayor o menor grado de mercantilización de lo habitacional y de los bienes de la ciudad, por ello es que se puede señalar que “en cada sociedad, la crisis de vivienda aparece afectando a grupos sociales específicos (los de menores ingresos, los desempleados y desocupados) en niveles que esencialmente dependen de su ubicación en la estructura económica y de sus posiciones en la configuración urbana”.