La virtualidad obligada por la pandemia COVID-19 aceleró cambios en la estructura de nuestro país, consolidando un grupo social que desde hace tiempo se venía gestando y que no fue suficientemente advertido por los partidos políticos tradicionales, demasiado preocupados en tensionar sus diferencias.
La devaluación del peso frente al dólar hizo muy rentables en Argentina todos los trabajos que se pueden realizar online en otros países, que incluyen principalmente aquellos relacionados con la programación, pero también el diseño (arquitectónico, industrial, gráfico, de juegos, etc.), la docencia (formal en instituciones extranjeras, pero también informal en diversas plataformas de contenidos), la consultoría en distintos campos, la industria del entretenimiento, etc. Se cobran en dólares que son ingresados, entre otros medios, utilizando criptomonedas por fuera de cualquier control estatal y evadiendo el pago de impuestos. Los gobiernos capitalistas del mundo están preocupados por esto: la no trazabilidad de las transacciones es uno de los logros de los que este grupo se jacta, relacionándola con la libertad y el triunfo de un orden natural del dinero por sobre el poder regulador del Estado.
Para acceder a este tipo de trabajos no hace falta haber estudiado en ninguna universidad ni pública ni privada: está todo disponible en Internet. La mayoría de los contenidos son gratuitos, pero también por 15 dólares se pueden tomar buenos cursos en cualquiera de las plataformas de educación masivas que, si uno tiene la suficiente constancia (y aquí entra la meritocracia), pueden completarse en unos pocos meses con muy buenos resultados. Las empresas luego seleccionan a sus empleados en función de una evaluación, desconfían de cualquier papel o certificado. El título universitario es valioso y seguramente permite acceder a las mayores jerarquías pero, para una salida laboral rápida -mucho más rentable que cualquier primer empleo local-, resulta una pérdida de tiempo ya que en general es demasiado amplio y no está enfocado al requerimiento del mercado.
La no trazabilidad de las transacciones es uno de los logros de los que este grupo se jacta, relacionándola con la libertad y el triunfo de un orden natural del dinero por sobre el poder regulador del Estado.
Por su nivel y tipo de ingresos “informales”, esta nueva clase pretende no depender de ayudas sociales, al contrario, se siente limitada por las políticas de los países. Sólo requiere del Estado la protección de la propiedad privada. Mientras tanto ensaya las DAO, organizaciones autónomas descentralizadas cuyas reglas están codificadas en contratos inteligentes, en las que nuestro país es puntero -el principal referente internacional es el argentino Santiago Siri, aunque hay varios otros-, y buscan replicar en la red los mecanismos de las democracias, pero donde las acciones son transparentes y accesibles por todos los participantes (en oposición a la opacidad de los gobiernos), algunas de las cuales incluso están implementando la distribución de una renta básica universal.
Por su nivel y tipo de ingresos “informales”, esta nueva clase pretende no depender de ayudas sociales, al contrario, se siente limitada por las políticas de los países. Sólo requiere del Estado la protección de la propiedad privada.
Demás está decir que este grupo tiene amplia libertad para elegir los lugares que habita (y por tanto transforma y modela con su demanda). Para instalarse (ver la página nomadlist.com) valora un tipo de cambio conveniente, buena conexión a internet, y un bello paisaje, en general urbano por las actividades culturales y por la conectividad, aunque esta última limitación pronto será superada mediante la red de satélites Starlink de Elon Musk (que aún es costosa y por ahora funciona solo con Iphone).
Los gobiernos y la universidad pública no pueden no atender este nuevo paradigma emergente y sus imaginarios, descubriendo su potencialidad, traduciéndolo de manera inteligente en nuevas formas de ocupación del territorio.
Los gobiernos y la universidad pública no pueden no atender este nuevo paradigma emergente y sus imaginarios, descubriendo su potencialidad, traduciéndolo de manera inteligente en nuevas formas de ocupación del territorio. Es una oportunidad para resolver de modo paralelo las otras situaciones que apremian a las ciudades: la crisis ambiental con el aumento de precios de los alimentos y del consumo de energía y la pobreza que deja fuera del aprovechamiento de los recursos a una enorme parte de la población
MM
El autor es Arquitecto y Magister en Arquitectura Paisajista, Planificación y Diseño del Paisaje. Doctorando en arquitectura. Realiza actividades de docencia e investigación en las facultades de Arquitectura y Ciencias Agropecuarias de la Universidad Nacional de Córdoba, relacionadas con el paisaje urbano, la incidencia del paisaje en los conflictos y la remediación paisajística de áreas de montaña. Integrante de la consultora Plan A. Integrante del grupo de Desarrollo Urbano Sustentable de la Red Ciudadana Nuestra Córdoba.