Más allá del discurseo vacío de la Nueva Agenda Urbana y el Foro Económico Mundial, ¿cómo se gobierna la ciudad y el territorio en tiempos de “empate hegemónico”?
Primero: hablamos de cómo gobernar y no de cómo se gestiona; hablamos de gobernar, de gobierno más que (o, más bien, y no) de gestión, gobernanza o gobernabilidad. Con el debido respeto por esos conceptos, naturalmente. (Sobre ellos, ver el Glosario de las ciudades).
Segundo: no; no confundimos al gobierno con el Estado ni con lo público. Claro, el Estado es más permanente que los gobiernos, lo público es más amplio que el gobierno e incluso que el Estado. Pero el gobierno es esencial al Estado y a lo público. Como dijo alguien, al día siguiente de tomar el poder hay que salir a recoger la basura, “entre otras tareas mundanas”.
Ahora bien, en estos tiempos una esperpéntica embestida anarco-derechista plantea el riesgo de una nueva ola desregulatoria; no porque los libertarios y su abolición del Estado lleguen al gobierno (hay razones prácticas y estéticas para que su caudal de votos tenga un límite) sino porque su prédica influya en los gobiernos. ¿El que depositó Alsogarayes recibirá Carlos Saules?
De hecho, en la práctica, más allá de normativas y planes, la ciudad ya está más o menos (más más que menos) desregulada. Y el territorio también. Está ese discurso del Estado como facilitador. Y en otras veredas, la tentación comunitarista (“las sociedades pequeñas son hermosas”); la tentación participacionista (“acá el pueblo manda y el gobierno obedece”, como si la democracia directa ya estuviera inventada, como si “los vecinos” fueran almas cristalinas).
Otro problema es la fragmentación de las agencias estatales. Los distintos temas del territorio repartidos entre una multitud de direcciones y ministerios. Ya Matus decía que “los Estados se organizan por ministerios, las universidades se organizan por departamentos; la gente tiene problemas y nadie piensa por problemas”. ¿Cuál es la solución? ¿Un superministerio; una coordinación de relojería suiza entre reparticiones; gobernar por programas y misiones, cómo propone Mariana Mazzucatto? ¿Cómo, en ese caso?
Y está la cuestión de las escalas. El gobierno del territorio se piensa históricamente en dos o tres jurisdicciones: nacional, subnacional, municipal. Hace rato que a esta construcción le aparecen vástagos por encima y por debajo: lo vecinal o submunicipal; lo microregional y metropolitano; la región supranacional. ¿La descentralización municipal es solo administrativa y funcional o incluye instancias electivas y autónomas? A lo metropolitano, ¿se busca institucionalizarlo o se ponen en práctica incentivos eficaces para la colaboración? Y en ese caso, ¿quién los instrumenta? ¿Los niveles superiores, un consenso intermunicipal?
En fin, preguntas para trabajar. Partiendo, en nuestro caso, de la necesidad de un shock público en educación, en salud y en la producción de la ciudad. Ya naturalizamos la escuela privada y la prepaga; ya estamos aceptando al barrio privado si al menos nos dona algunos lotes para vivienda social y se hace cargo de algún servicio; en el imaginario social ya empieza a ocupar el lugar que antes tenía “este lado de la vía” o “el barrio caté”. Gente, hay que ser más ambiciosos. Probemos con nuevos objetivos, con otras agendas, otros pactos.
Continuaremos.
El autor es corresponsal de café de las ciudades en Buenos Aires. De su autoría, ver Terquedad de las dirigencias y las militancias, las Terquedades anteriores y su nota El Plan Argentina Productiva 2030. La omisión de la ciudad y la vivienda, en nuestro número anterior.
Algunas definiciones del Glosario de las ciudades:
GESTIÓN
Se trata de una serie de procedimientos administrativos, en la órbita de estamentos del Estado (en sus diferentes niveles) o de una empresa mixta y/o privada, que permiten alcanzar de forma sistemática y ordenada un determinado propósito. En relación a esto, se distingue la gestión pública de la privada. En este último caso suele asociarse al management o técnicas de gerenciamiento.
Se basa en la administración de recursos humanos, tecnológicos, técnicos, normativos, presupuestarios, entre otros. La definición del dispositivo organizacional, el diseño del circuito administrativo, el liderazgo en la conducción de las tareas y especialmente el seguimiento de este proceso, garantizará la productividad y el cumplimiento del fin por el cual se inicia el procedimiento. Parte de la base de supuestos, acuerdos y consensos entre personas, instituciones y/o entes que viabilizan una acción individual o colectiva.
La gobernabilidad de un territorio está directamente asociada a la gestión pública y los mecanismos de gestión de control, regulación y promoción sobre la gestión privada. Cecilia Larivera
[…] Para el planeamiento urbano, el concepto refiere al desarrollo de los procesos políticos (entendido como negociación) técnicos y administrativos necesarios para la ejecución de un plan. Supone un conocimiento de los actores, las instituciones, los instrumentos y los procedimientos por los que deberá atravesar la implementación de una estrategia. Alfredo Garay
GOBERNANZA
[…] Refleja una necesidad tanto practica como teórica de poder explicar este cambio paradigmático en la forma de gobernar, buscando capturar cómo los límites entre los roles de los actores públicos y no gubernamentales se han vuelto borrosos y que existe una creciente dependencia entre ellos para lograr los fines de la política urbana.
El concepto de la gobernanza ofrece un marco organizativo y su uso es variado, desde una concepción del rol fundamental del Estado, hasta usos que enfatizan a los actores privados y sus redes. Muchas veces va acompañado con adjetivos para orientar su uso como marco organizativo, incluyendo por ejemplo gobernanza en red, interactiva, interjurisdiccional, colaborativa, o centrada en el Estado. Hayley Henderson
GOBIERNO
Gobierno es, en esencia, un régimen político basado en la soberanía nacional, asentado en una constitución que define y articula los poderes del Estado, que está representado por un conjunto de instituciones, estructuras administrativas y autoridades que ejercen las diversas actividades estatales. El gobierno tiende a identificarse con la actividad política, en particular con el poder ejecutivo. El gobierno, considerado como conjunto de los órganos directores de un Estado a través del cual se expresa el poder estatal por medio de un cierto orden jurídico, pasa, cambia y se transforma, mientras que el Estado permanece. En la actualidad, ante los reclamos generalizados de contar con una ética más elevada por parte de los gobernantes, que operen con mayor transparencia y con alta participación en la toma de decisiones, la noción de gobierno está siendo vinculada al concepto gobernanza. Este concepto incluye el gobierno formal y reconoce tanto la forma en que las organizaciones de la sociedad civil y las empresas se organizan internamente como las maneras en que éstas pueden contribuir a la gestión de la cosa pública. De este modo, el concepto de gobernanza es más amplio que el de gobernabilidad, porque alude a una manera de gobernar que se propone como objetivo el logro de un desarrollo económico, social e institucional perdurable, que promueva un sano equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía. Carlos Fulco
[…] Desarrollamos políticas en un contexto complejo que ha puesto en evidencia la precariedad de la vida misma. La necesidad de repensar nuestros territorios es un mandato esencial para fundar un tiempo nuevo de realidades más humanas. Juan Scatolini
/ GOBIERNO URBANO
[…] puede definirse como “aquello que se encarga del estudio de los asuntos públicos de la ciudad, es decir, de las acciones gubernamentales que impactan de manera directa e indirecta en la vida urbana de los ciudadanos”. Por ello, el gobierno urbano mantiene una relación estrecha con la cultura ciudadana como parte de una definición más amplia: la cultura urbana. Entendemos esta cultura ciudadana como algo constitutivo del gobierno urbano y no como algo derivativo, es decir, que la cultura ciudadana no debe ser leída como una consecuencia del gobierno urbano sino como parte intrínseca y constitutiva de él. […] Cabe aclarar que una de las limitaciones de esta definición es que solo atiende a áreas geográficas y territorios ocupados por ciudades y su ámbito de influencia es comúnmente el nivel municipal, aun y cuando los otros niveles de gobierno –como el central o federal y los subnacionales, provinciales o departamentales– tienen una responsabilidad sobre los servicios, equipamientos e infraestructura de los centros urbanos. Luis Herrera Robles
/ GOBIERNO METROPOLITANO
[…] En este contexto, formular políticas urbanas desde instituciones con autonomías diversas –incluso de carácter multinivel– provoca conflictos inter institucionales y respuestas urbanas contradictorias y menoscaba los derechos de la ciudadanía. Fernando Carrión Mena
Los gobiernos metropolitanos son estructuras creadas expresamente para afrontar los retos de esas configuraciones territoriales e implican el mayor reconocimiento político de la realidad metropolitana. Este modelo puede tomar dos formas: a un nivel (después de la fusión de todos los municipios del área metropolitana, como en Toronto) o a dos niveles, manteniendo los municipios, pero con un gobierno de segundo nivel para asegurar la coordinación metropolitana (siendo éste el modelo más común y con más tradición en Europa). Estas estructuras de segundo nivel pueden ser de elección indirecta (representantes de los municipios miembros) o de elección directa (ya sea de la alcaldía o de la asamblea metropolitana, o de ambas). Los gobiernos metropolitanos se diferencian de otros modelos de gobernanza metropolitana por tener unas competencias y financiación fijadas por una ley. Su objetivo es proporcionar una visión de conjunto de los retos metropolitanos e implementar políticas a escala metropolitana, aunque su proceso de creación suele ser difícil por las resistencias políticas, tanto de los electos locales como nacionales. Mariona Tomàs Fornés