“…Terquedades será una tribuna de doctrina” (C. Ricot)
Buen mes para el fútbol argentino. El 13 de julio, la Selección juega una final de Copa del Mundo luego de 24 años y obtiene un más que meritorio subcampeonato (que pudo ser algo más de haber mejorado la puntería de algunos delanteros o los cambios de Pachorra Sabella). Y el 13 de agosto, San Lorenzo de Almagro accede por primera vez en su historia a la Copa Libertadores de América (y viceversa, porque era más el prestigio que le quitaba a la copa su virginidad de azulgrana que al Ciclón sus reiterados traspiés “libertadores”). Rompió así con la hegemonía brasileña del último lustro, para lo cual tuvo que superar una dura sucesión de series contra equipos, precisamente, brasileños. Y rompió con la histórica “maldición” iniciada en la primera de las copas, cuando la dirigencia cede a Peñarol de Montevideo la localía de un partido de desempate a cambio de una recompensa económica; maldición que se explica más en la ineficacia dirigencial que también se llevó puesto el viejo Gasómetro de Avenida La Plata que en el improbable despecho de una pieza de bronce.
La ya recurrente ofrenda del triunfo al Papa Francisco en el Vaticano dejó un dato de valor para entender de qué se trata este club de Boedo y, en general, el fútbol argentino. Al agradecer la presencia de directivos, técnico y jugadores, el Papa explica a los presentes et orbi que “San Lorenzo es parte de mi identidad cultural”. No es solamente la rémora de una pasión infantil y adolescente del joven Bergoglio o el recuerdo de un tremendo gol de René Pontoni; el líder espiritual de una de las religiones más convocantes del planeta (alguien cuyo trabajo incluye, precisamente, preservar y definir identidades culturales) ubica a un club de fútbol entre los componentes esenciales de su conformación intelectual.
En el reciente centenario del nacimiento de Julio Cortazar, alguien recordaba que las únicas referencias futbolísticas que aparecen en su obra (Cortazar prefería el boxeo) eran las vinculadas a San Lorenzo: “En un punto dado nacía el callo, la esclerosis, la definición: o negro o blanco, radical o conservador, homosexual o heterosexual, figurativo o abstracto, San Lorenzo o Boca Juniors, …”, “Remorino no se acordaba, pero era el año que San Lorenzo había hecho capote)“, “…no ha podido entender la frase que tengo recortada de un diario y pegada en la puerta de mi cuarto de trabajo: San Lorenzo, mucho riesgo para Racing”. ¿Qué une a San Lorenzo a la cultura, en el sentido más amplio? ¿Qué es lo que lleva a que sumos pontífices, cotizados actores de Hollywood, superestrellas televisivas, grandes escritores como Osvaldo Soriano, grandes escritores como Fabián Casas que llevan memorables diálogos con aquellos cotizados actores, grandes músicos y músicas y en general representantes de cuanta disciplina tenga que ver con la formación de contenidos simbólicos estén asociados en la comunidad de una pasión futbolística azulgrana? Arriesgo una hipótesis: es la ciudad, es Buenos Aires.
No me refiero al hecho banal de coincidir estas gentes en una ciudad (de hecho, Soriano creció en la Patagonia y en Tandil y Mimí Maura, ferviente sanlorencista, en Puerto Rico). Hablo de lo que en esta revista señalaba hace unos años Carmelo Ricot respecto a una vieja foto de la calle México: “La imagen transmite (más allá de las siempre atractivas caras de niños sonrientes) valores de igualdad, de proyecto, de confianza en el futuro, de integración, de sociedad inclusiva y ascendente. El barrio porteño de la primera mitad del siglo XX es un barrio esperanzado (aun en “la ciudad sin esperanza”). La solidez, la potencia del barrio es la solidez en ciernes de la sociedad. El tiempo traicionó algunas de las promesas de ese instante en la calle México (“el camino que los sueños prometieron” a las ansias de esos chicos). La foto queda como una promesa aún vigente: el barrio progresista, en el que el sueño de bienestar ronda orgulloso los patios y las calles”.
En ese barrio (“que es reliquia del pasado”), en esas esquinas donde se festejó la Copa en la noche del 13 de agosto, en esa ciudad compleja y abierta se desarrolló a lo largo del siglo XX lo que hoy se llamaría un capital cultural. De esa mezcla salieron estos sentidos que se abren y amplían. ¡Salud, Ciclón, salud Libertadores, salud Buenos Aires!
MLT
Sobre San Lorenzo, ver la Terquedad del Fideicomiso (sobre el retorno a a Avenida La Plata) y, entre otras notas en café de las ciudades:
Número 57 | Lugares
Boedo Universal| Desplazamientos y retornos urbanos de la pasión azulgrana | Mario L. Tercco
Número 12 | La mirada del flanneur
Ocaso y renacimiento del Gasómetro | Fútbol y ciudad (II) | Carmelo Ricot
Número 90 | Cultura de las ciudades (II)
La foto de la calle México | En donde se asoman los valores del barrio porteño | Carmelo Ricot
Y estas son las citas cortazarianas en clave azulgrana:
“Como si la especie velara en el individuo para no dejarlo avanzar demasiado por el camino de la tolerancia, la duda inteligente, el vaivén sentimental. En un punto dado nacía el callo, la esclerosis, la definición: o negro o blanco, radical o conservador, homosexual o heterosexual, figurativo o abstracto, San Lorenzo o Boca Juniors, carne o verduras, los negocios o la poesía”. (Rayuela)
“Alguna exigencia del departamento nacional de higiene o un acomodo del ex administrador cuando las licitaciones, pero tan mal no estaba porque a veces había rachas, como el año que había ganado San Lorenzo (¿qué año era? Remorino no se acordaba, pero era el año que San Lorenzo había hecho capote)”. (Rayuela)
Blacburn repecha la colina para decirme que no ha podido entender la frase que tengo recortaa de un idario y pegada en la puerta de mi cuarto de trabajo: San Lorenzo, mucho riesgo para Racing. (…) despues se vuelve a casa murmurando “San Lorenzou, mouchouriesgou para Racing”. (Ultimo Round)
Terquedades anteriores:
Presentación editorial (número 65)
Terquedad de las clases medias (y sus críticos)
Terquedad de las villas y los funcionarios
Terquedad del Plan Urbano Ambiental
Terquedad de las Guías (los itinerarios de Eternautas y la ciudad bizarra de Daniel Riera)
Terquedad de las políticas urbanas
Terquedad de Puerto Madero y los paseos costeros
Terquedad del Fútbol (dePrimente)
Terquedad de los vecinos y los medios
Terquedad del gorilismo (y de las palabras)
Terquedad (optimista) del Riachuelo
Terquedad de la no-Ciudad Universitaria
Terquedad periférica (sobre el número 35 de Mu)
Terquedad de las urbanizaciones privadas
Terquedad del Manual (urbanismo para asentamientos precarios)
Terquedad del agua y las cloacas
Nueva Terquedad del suelo, entre la academia y la política
Terquedad de Sabato y Evita en el Cartel de Buenos Aires
Terquedad del Subte, los manteros y el 2015
Terquedad de los que se fueron
Terquedad del fallo (y del Código Civil)
Terquedad de la pasión azulgrana
Terquedad del Plan que realmente existe
Terquedad de ACUMAR en movimiento (lo duro, lo blando, lo lateral)
Terquedad del hábitat y la movilidad
Terquedad de las inundaciones (política y territorio)
Terquedad de Gentili y sus respuestas
Terquedad del colectivo en la autopista