N. del E.: El texto de esta nota reproduce un fragmento del libro del mismo nombre, de próxima publicación por café de las ciudades.

En este libro muestro casos concretos de procesos participativos institucionales vinculados con el planeamiento estratégico y la planificación urbana. Ofrezco experiencias que quizá puedan servir para analizar o aplicar a otros casos, como proyección de la metodología puesta en juego. La tesis central es que en el planeamiento estratégico prevalece un modelo estandarizado de gestión para la participación, que tiene origen en centros de financiación hegemónicos, y eco en algunas usinas académicas que comparten una misma base ideológica lineal y homeostática, desde la cual se pergeñan lo que no pocos actores sociales tipifican como “recetas enlatadas”. Me haré eco de quienes requirieron mi intervención como facilitador en la participación de planes estratégicos y urbano-ambientales en las primeras décadas del siglo. Por esta razón no me detendré en la crítica a ese modelo teórico y sí en la mostración de ejemplos dentro mi intento por aplicar una metodología dialéctica contrapuesta, que justifica el subtítulo del libro, mi propuesta de ir de la lata a la dialéctica.
Lo haré mediante la puesta en práctica de categorías como la imaginación antropológica, la cultura organizacional (como herramienta de gestión) y el registro de los imaginarios urbanos como insumos para la facilitación de la participación institucionalizada. La imaginación antropológica consiste en el registro de las otredades socio-culturales involucradas en cada caso, de modo de problematizar socio y etnocentrismos de todos los actores. La cultura organizacional es el sistema de representaciones y prácticas que los actores ponen en juego en sus modos de gestionar las acciones institucionales. Los imaginarios urbanos obligan a detectar las vivencias, identidades y bagajes simbólicos sobre el espacio, a la hora de adquirir claves del uso de esos espacios desde el diseño y la planificación. Y los ejes principales de análisis teórico serán las contradicciones del mundo real en que se imbrican los procesos de participación institucional.
En los casos que describo, uno metropolitano, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y otros de ciudades medias bonaerenses, recibí demandas desde el Estado local para que colaborara o hasta directamente me ocupara de “reimpulsar” procesos participativos que habían fracasado.
Parto del concepto de apropiación del excedente urbano como eje de análisis estructural de lo urbano. Es la apropiación de excedentes de alimentos el motor de la formación de las primeras ciudades y la constitución de sociedades de clase, tal como demostraran las investigaciones pioneras de Vere Gordon Childe (1968 y 1973). Se conforma así la estructura de los procesos de urbanización en general en el planeta, que se acentúan en la ciudad capitalista por el antagonismo central entre valor de uso y valor de cambio de la producción y reproducción de lo urbano. Lo urbano está estructurado así por la necesidad de encubrir la contradicción entre la invocación de la universalidad ciudadana moderna y el dominio real ejercido desde intereses particulares, razón por la cual no resulta evidente para los actores sociales que lo viven.
Mi hipótesis de base es que, en términos estructurales, la participación institucional consultiva en la planificación urbana resulta ser un modo de gestionar con consenso la propia opacidad de la apropiación del excedente urbano, la más de las veces con la intención de hacer quedar a la participación al margen del juego de intereses antagónicos de la ciudad capitalista.
Pero una segunda hipótesis afirma que los procesos de planificación participativa constituyen “arenas de lucha ideológica” (Voloshinov, 1965) y práctica que no pocos actores toman como oportunidades para lograr alternativas, incluso problematizando los mismos modos de gestionar la participación. Mostraré con casos concretos que la participación es vivida y reivindicada desde los intereses particulares, de manera que puede resultar ser un instrumento apto para que los antagonismos se expliciten con logros relativos a la correlación de fuerzas dinámica dentro del proceso de producción y apropiación del excedente urbano.
En los casos que describo, uno metropolitano, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y otros de ciudades medias bonaerenses, recibí demandas desde el Estado local para que colaborara o hasta directamente me ocupara de “reimpulsar” procesos participativos que habían fracasado. En todos los casos problematicé esa misma demanda y actué en forma transversal a la visión de mis demandantes, que me pedían pautas al estilo consultoría. Unos años después, en una reunión científica, uno de los protagonistas relató públicamente mi actuación en el momento de la demanda:
“Si vos nos hubieras contado cuando te contratamos lo que ibas a hacer, quizá no te hubiéramos contratado, porque queríamos una receta y vos nos hiciste pensar mejor, analizando nuestros supuestos y no nos dijiste lo que debíamos hacer, sino que promoviste que fuéramos nosotros los que lo decidiéramos, pero en forma más efectiva, con un método”.
Eso lo dijo un urbanista, ex-consejero del Plan Urbano Ambiental de la Ciudad de Buenos Aires, que en principio se había opuesto a que el trabajo le fuera encargado a un antropólogo, porque pensaba que “nos iba a venir a estudiar como a indios”, y luego se convirtiera en ferviente partidario de la metodología de facilitación, hasta el extremo de proponerla como parte de todos los procesos participativos del Gobierno de la Ciudad.En ese caso puntual mi actuación logró lo que se proponían quienes me llamaron —la aprobación del Plan por la Legislatura—, aunque sin la receta. El proceso quedará expuesto en los dos primeros capítulos del libro.

En los casos de ciudades bonaerenses de rango medio, principalmente en una de ellas, se me solicitó intervenir en dos roles, investigador de los imaginarios locales y facilitador del proceso participativo de un Plan Estratégico de varias localidades que pretendían conformar una región que las potenciara. Lo que ofrezco en un capítulo son los avatares de los planes de desarrollo local y estratégicos de esos centros urbanos y en otro el caso de la región. No hubo aquí éxitos más que parciales de acuerdo con las demandas, pero sí aportes metodológicos que se exponen para el propósito de proyectar hacia otros casos.
En el planeamiento estratégico prevalece un modelo estandarizado de gestión para la participación, que tiene origen en centros de financiación hegemónicos, y eco en algunas usinas académicas que comparten una misma base ideológica lineal y homeostática
En todas estas instancias existió el pedido para superar “fracasos” previos en los que la metodología había consistido en aplicar enfoques vividos por los actores como “recetas” de gestión participativa. En todas me propuse revertirlos desde la negatividad dialéctica y la teoría del conflicto. La originalidad de lo que muestro, en consecuencia, está en la “cocina” y en la bisagra que me propuse impulsar, e ir de la receta externa al protagonismo de los mismos actores, con mi colaboración metodológica específica.
Trabajé sobre la cultura organizacional con la cual se gestionan los procesos de planificación con participación, como herramienta para facilitar la reflexión sobre las propias prácticas de los actores (tanto la fundamentación teórica como metodológica la expuse en Gravano, 1992). Mi hipótesis fue que ahí se encontraba la clave de los problemas protagonizados por esos actores, por los cuales serían ellos los mejor posicionados para destrabarlos.
Cuando lo que se me requirió fue la investigación sobre “lo que pensaba la gente” sobre los planes y la participación, apelé al registro de los imaginarios urbanos en esas localidades (el concepto amplio de imaginario urbano apunta al sistema de representaciones que tienen al espacio urbano como referente y lo he desarrollado en diversos trabajos de investigación –Gravano, 2005, 2016, 2020– y lo tomo principalmente del referente Armando Silva, 1992). Pero tanto la categoría de cultura como la de imaginarios y prácticas sociales, tal como me dictaba mi marco conceptual de referencia, implicaba ir más allá del simple modo de hacer y pensar, y hacer hincapié en las contradicciones internas de esos procesos. Esas negatividades dialécticas fueron las que consideré como claves para problematizar esas realidades, colaborando para que sus propios protagonistas las transformaran.
En todas estas instancias existió el pedido para superar “fracasos” previos en los que la metodología había consistido en aplicar enfoques vividos por los actores como “recetas” de gestión participativa. En todas me propuse revertirlos desde la negatividad dialéctica y la teoría del conflicto.
De la articulación entre cultura organizacional e imaginarios urbanos en términos dialécticos deriva la circularidad del proceso tanto de participación como del planeamiento. En otras palabras, el modelo circular de gestión que apliqué se caracteriza por la articulación de las prácticas organizacionales planificadas con evaluación permanente por parte de los destinatarios, jugando así un papel central el imaginario y las racionalidades de los diversos actores, con el que se conforma parte de la cultura organizacional. Y así se verificará en los cuatro capítulos.
AG
El autor es doctor en Ciencias Antropológicas por la Universidad de Buenos Aires, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), docente de posgrados y consultor organizacional en procesos participativos institucionales que, en parte, se vuelcan en el libro que anticipamos en este fragmento. Es autor de Ciudades vividas. Sistemas e imaginarios de ciudades medias bonaerenses y Antropología de lo urbano, publicados por café de las ciudades.
Referencias bibliográficas
Gordon Childe, V. (1968) Qué sucedió en la Historia. México: Fondo de Cultura Económica.
Gordon Childe, V. (1973) Los orígenes de la civilización. México: Fondo de Cultura Económica.
Gravano, A. (1992) Antropología Práctica, muestra y posibilidades de la Antropología Organizacional. Publicar en Antropología y Ciencias Sociales, 1, Buenos Aires; 95-126.
Gravano, A. (2005) La ciudad manchada. En: Gravano, A. 2005 (compil.): Imaginarios de la ciudad media: emblemas, fragmentaciones y otredades urbanas, estudios de Antropología Urbana. Red de Editoriales de Universidades Nacionales, Tandil; 81-102.
Gravano, A.; Silva, A. y Boggi, S. (2016) (editores) Ciudades vividas: sistemas e imaginarios de ciudades medias bonaerenses. Buenos Aires, Editorial Café de las Ciudades.
Gravano, A. (2020) Antropología de lo urbano (cuarta edición, corregida y aumentada) Tandil, Editorial UNICEN.
Plan Urbano Ambiental (2007) Documento (presentado a la Legislatura de la CABA).
Silva, Armando (1992): Imaginarios urbanos, Bogotá y Sao Paulo: cultura y comunicación urbana en América Latina. Tercer Mundo Editores, Bogotá.
Voloshinov, V. (1975) El signo ideológico y la filosofía del lenguaje. Nueva Visión, Buenos Aires.