Aunque la UIA sostenga que “la excesiva intervención estatal ahoga la economía” argentina (La Nación, 19/11/10), en materia de suelo urbano es justamente la ausencia de esa intervención la que inhibe el desempeño virtuoso de la producción de vivienda. Ocurre, por supuesto, con los sectores populares (desde los excluidos hasta incluso amplios sectores de la clase media), cuya posibilidad de acceso a un terreno bien servido y equipado se ve impedida por el costo del suelo, aun en contextos de recuperación del empleo y mejora salarial. Pero pasa también en el segmento de los altos estratos económicos, con los desarrollos para el denominado sector ABC1.
Según informa Lorena Grojsman en su nota ¿Un nuevo paradigma?, en el DARQ de Clarín del 16 de noviembre pasado, “la baja rentabilidad, la escasez y el alto costo de los terrenos, la saturación del mercado, la inflación en los costos de la construcción debido a la inflación y la necesidad de crédito… Estos siguen siendo los problemas más urgentes que afligen a los desarrolladores inmobiliarios, según lo escuchado en las conferencias del Salón del Mercado Inmobiliario, que se llevó a cabo la semana pasada en La Rural. Hasta el punto de que se planteó lisa y llanamente la necesidad de un cambio de paradigma. Eduardo Gutiérrez, presidente del Grupo Farallón, tiró la primera piedra: “El problema más grande que tenemos hoy es la falta de rentabilidad en la mayor parte de los emprendimientos, sobre todo por culpa del costo cada vez más alto de los terrenos. Si no se acomodan los precios, y si no bajan los costos de mano de obra, ya no hay negocio para nadie”, argumentó con pesimismo”. Y también (hay que decirlo) con ignorancia: pretender que se reduzcan los salarios de los trabajadores es tan reaccionario como contraproducente respecto a las necesidades de una industria cuya primera preocupación debería ser que las grandes mayorías populares tengan acceso a los productos (la vivienda) que esa misma industria produce.
Pero sigamos con la cuestión que nos ocupa: Issel Kiperszmid, titular de Dypsa, “opinó que el escenario de la construcción se caracteriza en esta época por la presencia de emprendimientos de gran magnitud, pero en un marco en que la transferencia de los recursos se registra casi exclusivamente hacia el propietario de la tierra”.
Vale decir que el problema del alto precio del suelo urbano no se agota en los sectores populares (aunque obviamente son ellos los que lo sufren con mayor crueldad) sino que alcanza incluso a los grandes desarrolladores privados. Podemos verlo como una paradoja, pero también como una potencial oportunidad de alianza o conformación de bloque en un escenario de confrontación política con los propietarios del suelo… Porque es el propietario del suelo, el rentista (y no los asalariados, Gutierrez) quien toma una fracción del ingreso nacional que debería ir a la producción. Con lo cual se convierte en un obstáculo a la acumulación y, en definitiva al progreso. David Ricardo nunca muere,¿no?
MLT
Terquedades anteriores:
Presentación editorial (número 65)
Terquedad de las clases medias (y sus críticos)
Terquedad de las villas y los funcionarios
Terquedad del Plan Urbano Ambiental
Terquedad de las Guías (los itinerarios de Eternautas y la ciudad bizarra de Daniel Riera)
Terquedad de las políticas urbanas
Terquedad de Puerto Madero y los paseos costeros
Terquedad del Fútbol (dePrimente)
Terquedad de los vecinos y los medios
Terquedad del gorilismo (y de las palabras)
Terquedad (optimista) del Riachuelo
Terquedad de la no-Ciudad Universitaria
Terquedad periférica (sobre el número 35 de Mu)
Terquedad de las urbanizaciones privadas
Terquedad del Manual (urbanismo para asentamientos precarios)