
La Camila que María Luisa Bemberg llevó al cine y conmovió al mundo vivió en Buenos Aires en la primera mitad del siglo XIX. Recordarán la historia: Camila O´Gorman, agraciada damita de la elite porteña, se enamora en la Iglesia del Socorro de su cura y confesor tucumano. Anticipándose a Serrat, logran “vencer la tentación sucumbiendo de lleno en sus brazos”, y se fugan hacia el norte dejando una sociedad escandalizada. Al prurito de la ortodoxia religiosa se suma el oportunismo político. Desde Montevideo, los opositores emigrados describen la huida de la parejita como una muestra del desenfreno moral que supuestamente imperaba bajo la dictadura de Juan Manuel de Rosas. El propio padre de Camila calificó el romance como “el acto más atroz y nunca oído en el país“, mientras que el Obispo pedía al Restaurador que “estos miserables, desgraciados infelices, sean aprehendidos y traídos, para que procediendo en justicia, sean reprendidos y dada una satisfacción al público de un enorme y escandaloso procedimiento“.Apresados en Goya, Corrientes, donde habían establecido una escuela, el Padre Uladislao y Camila son fusilados en la campaña, en Santos Lugares, por aplicación de las leyes vigentes. Contra el paredón de la cárcel más tenebrosa del régimen, Camila (que tiene apenas 20 años y está embarazada) pide infructuosamente por su vida en defensa del hijo que lleva en su vientre. Con algo de leyenda urbana, pero en este caso rigurosamente verídica, la historia permanece en el corazón del imaginario colectivo de la ciudad. Hace poco, La Nación publicó unas cartas de lectores que defendían la medida de Rosas, en una curiosa reivindicación de la seguridad jurídica… Y los concejales del partido de San Martín, lugar del fusilamiento, rechazaron la idea del Intendente de levantar una escultura en homenaje a los enamorados.
Ignoro, quizás nunca sabremos, si Camila Arjona conocía la historia de su tocaya. Nuestra Camila contemporánea vivía en la Villa 20 de Lugano, Buenos Aires, un barrio marginal, una villa miseria cerca del Riachuelo, en el sudoeste pobre de la ciudad. Camila tenía 14 años y estaba, como la señorita O´Gorman, embarazada. El primero de abril, Adrián Bustos, Miguel Angel Cisneros y Mariano Almirón, tres policías borrachos de cerveza entraron a la villa y encararon a los pibes para que les compraran merca (cocaína). Ante la negativa, sacaron sus armas y comenzaron a disparar. Camila, que dormía en uno de los ranchitos con su novio de 17 años, se despertó con el ruido de los balazos y pensó en su hermano; aterrada, salió a buscarlo en los estrechos y malolientes pasillos. Una bala la alcanzó, de espaldas; uno de los asesinos corroboró su muerte y pateó con odio su cadáver (una hipótesis sostiene que los verdugos la confundieron con otra chica de la villa, adicta y traficante).
Los familiares y vecinos de Camila reclaman por el crimen, que se suma al de tantos chicos de las villas, rehenes entre la corrupción policial y la alevosía de las bandas criminales. En la misma villa 20 vivía Ezequiel Demonty (compañero de escuela de Camila), el chico al que el 14 de diciembre de 2002 la policía arrojó al inmundo Riachuelo “para que aprenda a nadar”, muriendo ahogado en consecuencia. La gente de los barrios ricos no estuvo en las marchas a la Comisaría 52 de Lugano, no se prendieron velas, no se crearon fundaciones, no hubo tapas de la revista Gente dedicadas a Camila.
Camila, “la segunda” Camila, la Camila pobre, nació, vivió y (demasiado pronto) murió en Buenos Aires con muy pocos derechos: quizás, apenas, el “derecho” a no saber cuidarse y así quedar preñada en su primer romance. No conoció una vivienda digna, no la esperaban ni una educación de excelencia ni un trabajo bien pago. La policía que debía protegerla la asesinó en una noche de terror en la villa. Que le quede, al menos, el derecho a la memoria, la piedad (aunque inútil), la justicia para sus verdugos.
MLT

Sobre Camila O´Gorman, ver una síntesis de la recordada película
de María Luisa Bemberg en el sitio de la cineasta Lita Stantic.
Sobre el asesinato de Camila Arjona, ver la página del equipo de investigaciones Rodolfo Walsh