Sergio Cano es arquitecto y vive en Buenos Aires. Recientemente se retiró de su cátedra de Teoría de la Arquitectura en la FADU – UBA, donde transmitió a los alumnos su conocimiento y experiencia sobre las relaciones entre arquitectura y construcción de la ciudad. Transcribimos la segunda parte de su última clase teórica. En el número 8 de café de las ciudades habíamos publicado la primera parte, relativa a los conceptos de marketing, competencia y sostenibilidad en el urbanismo internacional más reciente.
En la Argentina
Me he preguntado como las cosas han ido cambiando en nuestro pais. Y así recordé algunas cosas que decía Don Arturo Jauretche, que tan bién nos pintaba en sus libros “Manual de zonceras argentinas” y ” El medio pelo”. El sostenía que Argentina había perdido la Guerra de Secesión. Lo decía porque esa guerra significó la unificación de Estados Unidos, entre el sector agroexportador, y el sector industrial. En realidad la lucha de los Estados del Norte no era contra la esclavitud, sino para sacarle al sector agroexportador la fuerza de trabajo esclava que hacía que ese sector pudiera competir internacionalmente. Los Estados del sur vendían sus productos agrarios a Europa y recibía a cambio los productos elaborados. Y esto creaba una situación muy grave, porque los Estados del norte, que eran los industriales, veían que no tenían mercado. Jauretche decía que habíamos perdido la Guerra de Secesión, porque nosotros entramos en esa distribución internacional del trabajo y nos transformamos en un país agroexportador, que exportaba materias primas y recibía a cambio manufacturas.
Esto funcionó muy bien al principio y nos permitió un crecimiento económico muy alto. Pero detrás de esto vino el deterioro de los términos de intercambio. Es decir que para comprar cada locomotora hacían falta más vacas. Y así llegamos a una situación que tal vez la Segunda Guerra enmascaró, porque pudimos exportar y seguir compitiendo. También nos trajo una primera producción industrial precaria: cuando yo era chico, de una cosa fabricada en la Argentina se decía en forma peyorativa, “esto es flor de ceibo“, por la flor nacional.
Esto permitió crear una cierta estructura industrial, que sin embargo no podía salir a competir: entonces se cerraron todos los sistemas de importación para que no compitieran con esa industria. Y así se fue formando una clase industrial que aprovechó esta situación de proteccionismo, no para mejorar su estructura y saltar a la exportación, sino para quedarse con mercados cautivos. Hasta que en un momento, durante la dictadura militar de 1976 a 1983, Martínez de Hoz cambió fuertemente las reglas de juego. Entonces los industriales, en vez de salir a competir, se transformaron en importadores.
Y este proceso se acentuó en la década del ’90, en la cual se transformó en la forma natural de trabajo. Nosotros somos agroexportadores, o exportadores de otros recursos naturales, como petróleo crudo, mineral crudo y pesca. Y las pequeñas industrias empezaron a morir. Todo esto explica como hemos llegado hasta hoy, por que estamos así.. Y ahora que podemos competir, no tenemos industria: esto es lo que a mi me duele, porque es lo que he vivido durante toda mi vida.
Mi generación ha tratado siempre de pensar como podíamos reestructurar este proceso. Hubo, a mi manera de ver, un presidente que lo intentó, que fue Frondizi. Pero por los dos lados, tanto desde el liberalismo, que estaba sostenido por el ejército, como desde el peronismo, hicieron que esta propuesta no pudiera concretarse. No pasó lo mismo con Brasil: es cierto que no es un lecho de rosas, pero al menos ha desarrollado su industria. En la época de Frondizi (1958-62), los dos países tenían casi el mismo Producto Interno Bruto. Pero hoy las diferencias son casi inalcanzables.
Entonces me duele que sigamos dependiendo de exportar cosas que ya el mundo ni necesita: en la mayoría de los países centrales ya producen todos los productos agropecuarios que necesitan, y nosotros vendemos trigo que a veces se usa solamente para alimentar al ganado. Esta situación nos va haciendo pasar a ciertos momentos en donde todo parece brillar, y de golpe caemos. Y en otro momento donde otro cambio que se produce da un primer impulso y después volvemos a caer. Caemos porque esta estructura económica es insostenible para un país que no posee un equilibrio productivo.
Esto se refleja en la arquitectura. Por ejemplo en la época de la generación del ´80 que hizo esta ciudad que todavía hoy seguimos admirando, con su estructura, deteriorada, pero existente todavía. Y también se refleja en aquella época reciente en la que parecía que íbamos a estar en el “primer mundo”: todos estos procesos se marcan en la arquitectura. La recuperación de la democracia fue una gran ilusión que tuvimos todos, entre otras cosas porque posibilitó el retorno a la universidad autogobernada. A todos nos ilusionó volver a la Universidad de los años ’56 al ’66, que fue cancelada con la noche de los bastones largos. Muchos de los profesores que habían sido echados, volvieron. Algunos se hicieron cargo de los talleres, y hubo un momento inicial de euforia alrededor de ese retorno.
Conjuntamente con esto, parecía que el Estado iba a dar un cierto vuelco, y desde lo que a nosotros nos interesa, desde nuestra especificidad, se propuso un estudio de la ciudad apoyándose en aquella idea entonces hegemónica de la ciudad construida por partes. Fueron las 20 Ideas para Buenos Aires, un concurso de ideas sobre distintos sectores de la ciudad de Buenos Aires que tenían cierta potencialidad para transformarse en áreas generadoras de urbanidad. Como por ejemplo Puerto Madero, La Boca, Parque Almirante Brown, o Agronomía. Muchos se volcaron a formular proyectos. Y estos sirvieron para, después de mucho tiempo, poder pensar y discutir la ciudad desde propuestas realizadas. Este concurso no era vinculante, era simplemente una invitación a reflexionar sobre la ciudad, una tarea que se había cancelado hacía mucho tiempo.
Esto permitió que algunos profesionales tomaran uno de estos ejercicios, el de Puerto Madero, y en el siguiente gobierno democrático presentaran varias alternativas para ese sector. Hubo un proyecto hecho por algunos arquitectos locales con el apoyo de un equipo de Barcelona, que fue rechazado por su alta densidad (y quizás porque los arquitectos argentinos no querían que otros vinieran a hacer lo nuestro). Y la Sociedad Central de Arquitectos impuso la realización de un concurso.
Nunca se había podido hacer porque los terrenos del Puerto estaban en manos de muchas instituciones (esto es un tema muy argentino). Pero en este momento se pudo organizar la Corporación Antiguo Puerto Madero, una Sociedad Anónima que vincula al Gobierno Nacional con la Municipalidad (luego, Gobierno de la Ciudad), y reemplaza una gran cantidad de estructuras administrativas separadas cuya superposición impedía encarar ese emprendimiento. Así se consiguió una base legal que permitió actuar de manera integral, pensando también en esa forma de actuación mediante el proyecto urbano, que había dado buenos resultados en distintos lugares de Europa.
El concurso terminó en una propuesta que reúne las ideas de los tres ganadores, quizás no muy “jugada” y tal vez un poco antigua. Pero es una propuesta que, como proyecto urbano, tampoco tiene que tener una definición objetual tan elevada, sino más bien un grado de libertad para que los arquitectos se puedan expresar y crear una cierta diversidad . De un lado de los diques estaban los galpones. Del otro lado se plantea otra línea de construcción, preservando algunos edificios, y se proponen manojos de torres sobre el borde del parque propuesto, que serviría a toda la ciudad. Detrás de esta imagen hay un recuerdo de la imagen del plan de Le Corbusier, las torres vistas desde el río, y esa es la imagen que tal vez originó la propuesta.
Puerto Madero se fue construyendo, pero los manojos de torres del proyecto original no se construyeron así, sino que en cambio aparecieron una o dos torres gigantes, quizás con la misma superficie construida, pero con otra volumetría. Además, en el proyecto estaba previsto que fueran torres de oficinas, por eso estaban resueltas como objetos insertos en un espacio continuo. En cambio en los edificios más bajos, paralelos a los diques, se podía mezclar vivienda y oficinas dentro de una estructura amanzanada.
Pero el proyecto no se realizó de esa forma, sino que en cambio se consolidó una tipología de oficinas sobre la parte norte, y una zona de vivienda en la parte sur. La propuesta original del mix de vivienda y oficinas, para darle una cierta vida al espacio público, se fue transformando en una zona exclusiva de oficinas que queda vacía por la noche. Conversando con Manuel Borthagaray, el me decía que su idea era tener una mayor subdivisión de la tierra, creando así un ritmo y una textura que semejara a una calle urbana. Esto no se cumplió. Había también una propuesta de un zócalo de ladrillo que aludía a los docks del sector oeste, pero tampoco se realizó.
Por otro lado, el área de espacio verde estaba pensada en relación complementaria a un uso de oficinas: las oficinas funcionarían durante la semana, y los parques el fin de semana. Ahora, las torres son viviendas, y van a tener una manera de definir fisicamante las propiedades, para que la utilización de fin de semana de los parques no invada el espacio verde del lote de las torres. Es decir, hace falta una mayor privacidad que la que proponían las torres de oficinas, y eso solo se logra con límites más fuertes y más opacos.
En un sector del conjunto se va a producir un éxodo durante los fines de semana, cuando el otro sector se utilice a pleno. Es decir que hay un desajuste en cuanto a la ocupación de estos sectores. En general se construyen edificios unitarios, que pertenecen a una empresa o a un desarrollador, y no se ha logrado construir algo que tuviera un poco más de la vida y el carácter de las construcciones urbanas.
Otro nuevo programa que se desarrolló y que fue modificando el paisaje urbano de la ciudad es el de las torres country, el nuevo protagonista del desarrollo urbano en la ciudad de Buenos Aires, amparado en una normativa que premia con mayores alturas a aquellos que dejan más espacio verde en los lotes. En grandes lotes, esto era un buen negocio. Y además, apuntaba a la gente que estaba beneficiada económicamente en la etapa de los ’90. Esta fragmentación social que empezó a provocar la adopción del modelo económico se fue reflejando también en la ciudad, por ejemplo en esta norma. Esto ocasionó la aparición de edificios aislados, contenidos, controlados, pero que destruyen el tejido original de la ciudad.
Esto también es un tema típico de Buenos Aires. En muy pocos lugares del mundo la torre es un contenedor de vivienda. En general es una tendencia muy argentina, que aparece con el Kavanagh.
Pero acá se dio, a través de los desarrolladores, que lo plantearon como una necesidad y como un objetivo que podían alcanzar algunas personas. También influyen las características topográficas de nuestra ciudad, tan plana, y sin ningún tipo de expectativas paisajísticas, que nos obliga a buscar perspectivas desde otro punto de vista. También atentó contra la idea de comunidad, la idea de aquel barrio que veíamos en los años ’30, aquel barrio amable. Es imposible reconstruirlo ya, pero seguramente se podrían haber elegido otros caminos.
Si por ejemplo se paran frente al Parque Las Heras, verán que el paisaje urbano que hemos conseguido con estas operaciones es lamentable. Como la normativa establece que los lotes que se separan de las medianeras tiene un plus para construir, cuando el lote es más chico se construyen torres chiquitas, y si el lote es más grande, se construyen torres más grandes. Es decir que la normativa está en función del lote y no del paisaje urbano.
Además, van apareciendo normativas que modifican a la anterior. Por ejemplo, cuando aparecen estas torres frente al Parque Las Heras, frente a un espacio verde, tenían un plus mayor de ocupación del terreno, que no lo tuvo la torre de al lado, porque es anterior, y ya no lo puede reclamar, porque ya está construida. Pero algunos buscan alguna manera de paliar ese cambio de perfil tratando de conseguir algún espacio público, como en la calle Salguero, donde hay unas torres que se articulan con otras tipologías para uso de oficina y comercio, recuperando la altura de la manzana como zócalo y configurando un lugar.
Otro elemento que aparece en esta época es el shopping center. Implica traer a la ciudad aquel elemento que sirvió para la ciudad extramuros, la ciudad jardín, la ciudad que no tenía centro. Así, Alto Palermo aparece en un centro rico y compite con el negocio de la calle, que es el que daba vida a la ciudad. El pretexto es poder recuperar el lugar para estacionamiento, la seguridad, la comodidad que fuimos perdiendo para el peatón. Con toda la carga de “complejidad y contradicción” que vimos al principio… Hay otro libro de Venturi, “Aprendiendo de Las Vegas”, donde plantea la necesidad de edificios comunicativos que, como en otras épocas hacían algunas arquitecturas medievales o griegas (en donde los frontis con dibujos eran como carteles que contaban una historia, como los carteles de McDonald’s o Flamingo que aparecen en Las Vegas), comuniquen significados con un lenguaje actual. Venturi piensa que el arquitecto tiene que pensar más en el poder comunicativo de la arquitectura y no despreciarlo como una cosa chabacana o kistch.
En ese sentido están construidos los shoppings, utilizando todas las imágenes y los recuerdos, con las palmeras de plástico y su gran superposición de mensajes. En realidad, el Alto Palermo no está estructurado de una manera tan tonta, porque abre la calle, que antes estaba cerrada, y logra hacer pasar el edificio por arriba y por debajo de la calle. Pero la mayoría de los shoppings que fueron apareciendo están estructurados como “no lugares” y destruyendo las avenidas y las calles comerciales cercanas, e incluso edificios patrimoniales como el Mercado de Abasto.
La otra idea es el éxodo a la periferia, otra cara de la misma moneda. Por ejemplo a la zona de Pilar. A ese viejo núcleo urbano se le fueron agregando una cantidad de tejidos inconexos que no tienen legibilidad ni un criterio de unión entre lo viejo y lo nuevo. Barrios cerrados, country clubs, que van tomando todo el territorio aprovechando terrenos bajos y baratos que se rellenan para transformarlos en habitables. Con esta acción modifican el régimen hídrico, perjudicando a otros asentamientos que se han instalado por motivos económicos coincidentes.
En España había un procedimiento (ahora modificado), una legislación que divide al territorio en urbano, urbanizable y no urbanizable. Las tierras no urbanizables son, por ejemplo, aquellas que están por debajo de la cota aconsejable. También están entre las no urbanizables aquellas que tienen valor paisajístico o patrimonial. Así se distinguen las tierras urbanas, y las urbanizables a futuro. Pero el propietario de tierras urbanizables, tiene que pagar una plusvalía. Esa plusvalía tiene que ver con la ganancia que tiene la persona que transforma la tierra urbanizable en tierra urbana. Esa plusvalía va al Estado para poder construir todo lo que hace falta para el desarrollo de las otras áreas de la ciudad.
Esta es una figura que acá nos está faltando y podría evitar la ocupación insólita de algunos lugares, como Nordelta: en este proyecto han levantado o polderizado el terreno para no tener problemas de inundación. Pero en cambio le han trasladado el problema al barrio vecino, Rincón de Milberg, por donde se escurre el agua.
Esta zona constituye el humedal del Río Reconquista. Los humedales, sobre todo en los terrenos tan planos como el de la pampa húmeda, tienen un área muy importante y son las zonas que el agua ocupa cuando hay grandes inundaciones. De esta manera permiten absorber agua y retenerla para que se evapore. Nordelta era un gran humedal, y al transfomarlo en tierra construible, esas crecientes de los ríos van a otros lugares e inundan lo que antes no se inundaba. Este descontrol es también una falencia del Estado, que se ha retirado de estas cuestiones, y de muchas más.
Este es el paisaje que generan estos desarrollos de barrios cerrados, que en un principio parecen amplios. La gente va a verlos, le gusta la amplitud y el verde y compran su terreno, pero esta supuesta amplitud se debe a que el lugar aun no está construido. Cuando se construya todo el área parcelada, quizás no haya mucha diferencia con aquella imagen de Levittown que les mostraba, en Estados Unidos, el suburbio con una casita al lado de la otra, en este caso Casas Pulte (¿les dirán en el futuro Pultetown?).
Después del éxito comercial de Puerto Madero, se empezó a pensar en la zona de Retiro. La propuesta se decidió por concurso organizado por la Sociedad Central, sobre el área que va desde Palermo Chico hasta Retiro. Aquí se hace una estación de transferencia, y la idea es concentrar todas las vías en este sector, hacer un nueva estación y mantener la anterior con otro uso, como se hizo en España, en la estación Atocha, a la que se le dio un uso de jardín e invernáculo.
Este proyecto prevé una realización en etapas a medida que se va liberando el área ferroviaria. Posee amplias zonas verdes, de acuerdo con el deseo expresado por la mayoría de los vecinos, articulando sectores con distintos perfiles de uso, y como borde una calle con torres. Esta última decisión no parece ser una solución que contenga una estructura urbana interesante. Es enmascarar el tema de la alta densidad en una estructura que no provee elementos intermedios que enriquezcan la imagen ambiental ni la definición de lugares. La falta de comunicación vecinal es tomada como programa.
Y por otro lado también tengo ciertas dudas con respecto a la concentración de todas estas vías, porque si bien en este momento tenemos una estructura ferroviaria depreciada, no se que pasará en el futuro. Cuando todo el mundo está transformando el ferrocarril en la posibilidad de transporte no polucionante, de transporte del futuro, nosotros estamos disminuyendo nuestra posibilidad de expansión ferroviaria en un punto nodal. Hay un estudio hecho por unos canadienses que dicen que esto es suficiente, pero ¿con que parámetros se hizo, con los actuales o con los futuros?
Otro desarrollo es el proyecto de los Juegos Olímpicos 2004, que planeaba tomar toda la zona norte de la ribera. Utilizaba el equipamiento existente, como el estadio de River, los parques y bosques de Palermo, etc., y el proyecto existente en la ex ciudad deportiva de Boca Juniors, que se podía transformar en la villa olímpica. También incluía el desarrollo de la zona de Retiro. Casi siempre estos Juegos Olímpicos sirven para desarrollar las zonas depreciadas de las ciudades, no colocar más en las únicas zonas verdes buenas que tenemos, e incorporar más equipamiento, más movilidad, más estacionamiento, más, más, más… e incluso algunos estadios que atentan contra la vista sobre el río.
Había otra propuesta de un arquitecto alemán, tal vez utópica, que se llamaba Des-límites, que desarrollaba toda la infraestructura necesaria para los Juegos Olímpicos alrededor del Riachuelo – Matanza. Recuperar el Riachuelo, crear un tren de velocidad que uniera Ezeiza con el Centro, y modificar estructuralmente toda esta zona depreciada. En Roma, también para esos Juegos Olímpicos, los romanos proponían un anillo alrededor de la ciudad, tomando áreas que estaban depreciadas para que esto produjera una cierta sinergia en el desarrollo de la ciudad.
Hasta ahora estamos hablando de los centros de las ciudades. Pero sin embargo, en la práctica la ciudad se construye en las periferias. Estas periferias se transforman en la verdadera ciudad, y conforman un magma que va a avanzando sin ningún tipo de control y cualificación ambiental. Esto es lo que ustedes van a tener que enfrentar: la descalificación de las áreas marginales, que no tienen una lectura clara ni una forma de ser entendida. Habría que volver a pensar en que éstas adquieran ciertas cualidades que han perdido, o que quizás nunca tuvieron.
Hoy es muy difícil reconocer la imaginabilidad de los distintos lugares del Gran Buenos Aires. Si a uno lo “tiraran” en alguno de ellos sería muy difícil reconocer donde está. Se ha ido construyendo una aglomeración demasiado dependiente de la centralidad de la Ciudad de Buenos Aires, que alberga 3 millones de habitantes, y recibe otros tres millones diariamente hacia ese centro. Es necesario planificar, abrir el área metropolitana y tratar de entenderla como una estructura que funciona, no solo en forma convergente, sino con alguna otra manera de ser leída.
La apertura de la ciudad como ciudad autónoma, nos daba algunas esperanzas en ese sentido. En ese contexto surge el Plan Urbano Ambiental que el gobierno de De la Rúa puso en funcionamiento en la Ciudad. Este plan fue elaborado en dos etapas de gobierno pero no pudo provocar ningún cambio, y así estamos perdiendo una gran posibilidad. El plan llevó mucho tiempo para su realización, pero la Legislatura ni siquiera lo ha votado. Es realmente un estudio interesante y muy profundo. Uno puede señalar cosas con las que no está de acuerdo, pero realmente es un trabajo serio y de mucho tiempo y donde intervinieron muchas actores.
El plan sugiere una estructura metropolitana, a pesar de que solo tiene validez en la Ciudad. Pero hay cuestiones como el transporte y las infraestructuras, que están relacionadas. Incluso, si la comparamos con la estructura propuesta por el CONADE a fines de los años ’60, pareciera que el PUA se restringe en sus aspiraciones metropolitanas. Aquel plan era mucho más ambicioso y proponía la consolidación de un corredor industrial desde La Plata a Rosario.
En sus propuestas concretas para la ciudad, el PUA trata de reforzar algunas centralidades, como se aprecia al analizar los proyectos para Chacarita, Agronomía – Paternal, el Río, el Corredor Verde del Oeste, Mataderos, etc.
Finalmente me gustaría mostrar el trabajo de tres argentinos que realmente me enorgullecen, como Jorge Jáuregui que esta haciendo en Brasil la propuesta de Favela Barrio. Trabaja con la intención de que la ciudad informal se transforme en ciudad formal, y que pueda tener espacios públicos y transformarse en un barrio más, no en un ghetto separado de los demás. Es interesante la forma en que trabaja, en contacto con la gente para conocer sus motivaciones, sus verdaderas necesidades. No tiene prejuicios formales con respecto a la manera de interactuar con los usuarios, y trata de proveer a los barrios de todo aquello que les falta: conectividad, espacio público, lugares para desarrollar actividades que ahora no tienen espacio. Y tratando de entender la estructura real, y no como hicimos acá con el Plan de Radicación de Viviendas de Emergencia (un programa que no respondía a las reales necesidades de los usuarios).
Esto es un trabajo difícil. El cuenta como a veces, en algunos lugares, pasan los “muchachos” con las ametralladoras, pero como saben que ellos están trabajando en su barrio, tienen como un pase libre y no son tocados. Realmente trabajan metiéndose en la estructura profunda del barrio.
El programa no es el de darle vivienda a los pobladores de las favelas, sino hacer espacio público con infraestructura. La vivienda corre por cuenta de cada uno de los propietarios. Hay elementos constantes en las intervenciones de Jáuregui: la cancha de fútbol, el jardín de infantes, el lugar de reuniones para preparar la escuela de samba. Las propuestas no pretenden un nivel de excelencia arquitectónica pero, con este trabajo tan humilde, obtuvo merecidamente el premio de urbanismo de la Universidad de Harvard.
Tambien Rafael Viñoly es objeto de orgullo. Aunque hoy estamos tristes por que perdió la posibilidad de realizar su proyecto para el Ground Zero en Nueva York. El proponía transformar un símbolo comercial en otro de tipo cultural: una estructura vacía que se iría completando con equipamiento cultural y no comercial. Creo que en esto reside el no haber ganado. El énfasis puesto en el artefacto (tan caro a nuestra formación objetualista) que se transforma en logo, en marca, disminuye las posibilidades de celebrar el lugar, posibilidad que en cambio explota el proyecto ganador.
Por último Tony Diaz, que para el concurso de la continuación del eje de de Champs Elysees en París, escribió lo siguiente para explicar su propuesta, que clausura la continuidad del eje:
“…En la concepción actual del espacio, las nociones fundamentales no son ya la del centro y la determinación, las del signo y la estructura, sino, como en la concepción del discurso que imagino Foucalt, las del acontecimiento y la serie, la regularidad, el azar, la discontinuidad, la dependencia, la transformación.
A los valores ya cancelados de centralidad y frontalidad se opone hoy el gusto por un equilibrio discretamente asimétrico; frente a la noción euclídea de secuencia continua, se alienta ahora la idea de coexistencia entre sucesión y simultaneidad.
Y es así como el arte, la literatura, el cine y la antropología están fundando los elementos de una nueva modernidad donde la obra, la creación espacial asumen ahora valores hasta ahora propios del tiempo para ser percibida como procesos. De ahí el valor de Lev_-Strauss ha atribuido a la reestitución del orden espacial: ordenar los lugares en el itinerario como las etapas en el tiempo; tal es el fundamento que permite descubrir el paisaje oculto de las ciudades. La capacidad de dar a sus obras la característica de duración, que han desarrollado las artes plásticas, es lo que ha enseñado a los hombres de hoy a leer el espacio como un proceso de acontecimiento superpuesto a una imagen única, como por otra parte ya había enseñado el cubismo analítico.
Esta concepción narrativa del espacio ( en analogía con la concepción filosófica de Schelling), opuesta al escolasticismo teórico y formal, capaz de hacer convivir la imagen comprensible de la ciudad -que la gente sigue acariciando- con la sucesión fractal de lugares, es el fundamento de un nuevo modo de configurar el espacio común de la ciudad.
En el paradigma de la topología actual, el territorio archipiélago es la analogía geométrica que permite describir los atributos de discontinuo y paradójico del espacio, y enunciar la naturaleza topológica de su problema de organización. El territorio – continente de la concepción euclídea de la época moderna, reclamaba atención a los problemas de borde, objeto tradicional de la ordenación urbana. Ahora el problema de la topología es la conexión entre las islas del archipiélago, como el de la acción social consiste en la comunicación y el pacto como conexión entre la multiplicidad de micro redes sociales en que se ha pulverizado la historia moderna.
Si los valores de comprensión y representación del espacio urbano han de constituir su cualidad más humana y son por tanto irrenunciables , será preciso seguir contando con un referente general. Pero al contrario de lo que sucedía con lo modelos de estructuras cerradas, aquí el modelo conjunto el referente de forma general del espacio, solo es posible en la medida en que pueda pensarse como una entidad – el archipiélago -, diferente de las partes; lo contrario, pensar que el valor y sentido de cada parte han de extraerse de una estructura global previamente codificada, es una opción que ya hay pocos que dejarían imponer. De esta manera los contenidos del proyecto urbano, del nuevo plan, serán la forma del agregado territorial y la naturaleza de las piezas. Concepción fractal de la ciudad no tan ajena a la arqueología de nuestra concepción sensible moderna, si recordamos el arrebato estético de Niezsche ante la ciudad- archipiélago : “cien profundas soledades forman en su conjunto la ciudad de Venecia ,ese es su encanto. Un modelo para los hombres del porvenir”.
Si Venecia se sigue teniendo hoy como ideal y arquetipo urbano, cuando ha sido cancelada toda posibilidad de preconcebir y planificar la Ciudad Ideal, es porque su topología expresa la única aspiración de la ciudad ideal que hoy podemos alentar : la del pacto, el trato, de la controversia, y del acuerdo“.
Así cerramos esta serie de charlas donde he tratado de interpretar el desarrollo de nuestra ciudad, y de las formulaciones urbanas que la fueron conformando. Desde aquel plano catastral de Morales que se transformó en plano urbano y cuya persistencia resistió las City Beautiful de Bouvard y Forestier, la ciudad funcionalista de Le Corbusier y los sucesivos planes que se formularon. Pero que constituyó la huella sobre la que se formaron los barrios porteños. Esa construcción mítica, espontanea, aluvional, creadora de una cultura original que todavía nos sigue representando aunque ya no la podemos reconocer, sino solamente rememorar.
También hemos recorrido aquellas oportunidades perdidas por mi generación; creo que mostrar también de los errores que cometimos es parte de nuestra obligación para con ustedes. Reconocer que no pudimos abandonar – volviendo a Jauretche – “esa mentalidad de pampa húmeda” que nos acostumbró a las facilidades que un territorio ofrecía, y no nos permitió forjar la tenacidad necesaria para proponernos más. No quiero acá formular nuestra conocida disculpa: “no nos dejaron”; justificada sí, analizando nuestra historia reciente, pero no suficiente.
Creo que ustedes podrán superar las dificultades como nosotros no supimos. Tienen una perspectiva histórica que nosotros no tuvimos, ha quedado atrás la falsa omnipotencia y se ha ganado en humildad. Espero que puedan responder aquel pedido que alguna vez nos formulara Ortega y Gasset: “argentinos, a las cosas“.
SC
Sobre algunos nombres y palabras utilizadas en la nota (para los lectores/as no familiarizados con la realidad argentina):
Arturo Jauretche: intelectual argentino, de origen radical yrigoyenista, y posteriormente vinculado al peronismo. Uno de los ideólogos más lúcidos de “lo nacional y popular” frente a la cultura internacionalista (o europeizante, o colonialista, de acuerdo a como se la mire) del conservadorismo argentino y de no pocos “izquierdistas”.
Arturo Frondizi: político argentino, fue Presidente de la Nación entre 1958 y 1962, tras separarse de la Unión Cívica Radical y pactar con Juan Perón, entonces proscripto por la dictadura que lo había derrocado. Brillante intelectual, giró desde algunas posiciones de izquierda sostenidas en su juventud, al pragmatismo desarrollista (esta palabra indica en la Argentina precisamente la doctrina política aplicada por Frondizi). Así, convocó al capital extranjero para explotar los yacimientos petrolíferos (que durante toda su carrera había defendido como de propiedad estatal), desarrollar la industria automovilística, etc. Algunos militares (los “liberales”) lo consideraban comunista, otros (los “nacionalistas”), un agente del imperialismo yanqui. Solo se pusieron de acuerdo para derrocarlo con un golpe de estado.
Generación del ’80: Grupo de intelectuales y políticos argentinos que llegó al poder en los alrededores de 1880, con la presidencia de Julio Argentino Roca. Fueron parte activa de la acelerada modernización y progreso del país en las décadas siguientes, incluyendo la creación de infraestructuras urbanas, rutas y ferrocarriles, equipamientos, edificios públicos, extensión del sistema educativo, etc. No es posible explicar ese progreso sin hacer referencia a las ventajas comparativas del país para la producción y exportación agrícola ganadera, aunque también sería injusto agotar la explicación del período en esa circunstancia.
Noche de los bastones largos: una de las primeras acciones de la dictadura de Onganía, en junio de 1966, fue la intervención de la Universidad de Buenos Aires, hasta entonces regida en forma autónoma. La medida fue acompañada por una brutal represión en las sedes universitarias, y la expulsión de un gran número de profesores. Muchos docentes y profesionales brillantes tomaron el camino del exilio, lo que representó un golpe mortal a la actividad científica e intelectual en la Argentina.