N. de la R.: El texto de esta nota es una versión extendida de: Otros Abastos posibles: Veinte años de proyectos para el área en torno al ex–Mercado de Abasto, 1978-1998, Kozak, D. (2008), en Molinos, R., ed. SI + URB: Urbe y Territorio: XXII Jornadas de Investigación FADU–UBA. Buenos Aires: Editorial Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, UBA, pp. 111-119, ISBN: 978-950-29-1029-1. La reconstrucción histórica de este período fue realizada a través de una revisión bibliográfica, que incluyó boletines oficiales, diarios y revistas de la época, y una serie de entrevistas semi-estructuradas en profundidad con diferentes protagonistas de esta historia. La nómina completa de entrevistados se incluye junto a las referencias bibliográficas al final del texto.
Introducción
Ante la inminencia del cierre del Mercado de Abasto, como consecuencia de la construcción del nuevo Mercado Central en La Matanza, distintas voces surgieron con propuestas de nuevos usos para el edificio de Delpini, Sulcic y Bes. Desde las primeras propuestas provenientes de diferentes ámbitos culturales y académicos, cuyo objetivo principal era formar opinión frente a la posibilidad de demolición – seriamente considerada en ese momento – hasta los planteos más pragmáticos realizados por los diversos entes propietarios que se sucedieron. Todos estos proyectos, a pesar de tener como epicentro al ex-Mercado, proponen explícitamente o insinúan distintos destinos para el área que tomó el nombre del edificio que la conformó. Todos ellos reflejan distintas visiones que permiten reflexionar sobre la construcción de la ciudad a través de los cambios en los modelos conceptuales, políticas urbanas y práctica profesional durante las últimas décadas en Buenos Aires.
El período que abarca este artículo empieza con los primeros proyectos que comenzaron a discutirse públicamente antes del cierre del mercado y finaliza con la inauguración del shopping‘Abasto de Buenos Aires’. En este período, la propiedad del edificio del mercado -junto a muchos otros edificios y terrenos vecinos- cambió varias veces de dueño y también cambió la coyuntura de la ciudad. La vuelta a la democracia en 1983 y la autonomía en 1996 fueron seguramente los cambios más significativos, pero a éstos también deben sumarse los diferentes cambios de gobiernos y equipos técnicos, y también los cambios en el pensamiento urbano que los influyeron. Este recorrido por los proyectos sucesivamente propuestos para el Abasto y su entorno durante estos dos decenios nos permite reflexionar sobre las distintas ideas de ciudad que se discutieron y paralelamente observar como se construyó la ciudad física que hoy tenemos.
Anuncio de cierre del Mercado
Antes de comenzar el período de análisis y pasar a los proyectos, es necesario ir un poco atrás en el tiempo para repasar los dos acontecimientos que desencadenaron las primeras propuestas que surgieron frente a la posibilidad de demolición del edificio de Delpini:
· En 1971 se promulga la ley 19.227 de Mercados de Interés Nacional y en ella se establece ‘la creación de un Mercado Central único con el monopolio de comercialización mayorista de artículos alimenticios de primera necesidad para la Capital Federal y 25 partidos del Gran Buenos Aires’.
· A partir de esta ley se expide la ordenanza 37.282 que dispone el desalojo del Abasto junto a los otros mercado s ubicados dentro de los límites de la Ciudad de Buenos Aires.
· Sumado al anuncio de cierre del mercado, en 1977 aparece el nuevo Código de Planeamiento Urbano con un trazado de autopistas que incluye una, la Autopista Central AU3, que pasa a 100m de la manzana del mercado (Fig. 1).
· Sin un uso previsto para después del cierre, el primer rumor de demolición aparece cuando trasciende que se estaría considerando incluso la posibilidad de construir un intercambiador que pasara justo por el terreno del mercado.

AU3 con la manzana del Mercado de Abasto resaltada (Fuente: Adaptado del Código de Planeamiento Urbano, 1977, p. 487)
En este contexto, frente a los rumores de demolición, surgen las primeras voces que proponen usos alternativos y reclaman la preservación del edificio. El primer llamado que trasciende a los medios de comunicación es el de Antonio Berni, quien alerta sobre la perdida que supondría la demolición del Abasto y propone transformar los dos edificios – Mercado Viejo y Mercado Nuevo – en un centro cultural cuya temática principal sería la ‘producción creativa argentina’. Sonia Berjman y José Fiszelew se suman al llamado de Berni y elaboran un programa del potencial centro cultural que dan a conocer a través de los diarios Clarín (3-11-1978) y La Nación (22-11-1978) . Berjman y Fiszelew también emprenden un trabajo de reconstrucción histórica con el fin de ‘salvar al edificio y su memoria’ (Berjman y Fiszelew, 1982; [1984] 1999; Fiszelew y Berjman, 1982; 1984) . Estos trabajos son hasta la actualidad las referencias históricas más frecuentemente citadas en textos sobre el Abasto.
Paralelamente, un grupo de arquitectos que provenía principalmente del ámbito académico, Enrique Bares, Margarita Charriere, Roberto Germani, Alberto Sbarra y Marcos Winograd, propone un proyecto urbano que comprende quince manzanas en torno a un complejo cultural al que le dan el nombre: ‘Centro de Informaciones, Experimentación y Difusión de Artes Contemporáneas’ (CIDEAC) y ‘Centro de Informaciones, Elaboración y Difusión de Artes Populares Urbanas’ (CIEDAPU). Este es el primer proyecto urbano y arquitectónico documentado que se discute en forma pública.
Bares, Charriere, Germani, Sbarra y Winograd (1978): ‘CIDEAC’ y ‘CIEDAPU’
En primer lugar corresponde aclarar que este proyecto no fue encargado por el estado ni por SAMAP, la sociedad anónima propietaria del mercado hasta 1984. Como uno de sus principales impulsores, Marcos Winograd (1983, p. 46) , explicara años más tarde: este proyecto fue ‘realizado en tiempo libre, de modo no profesional’, con el principal objetivo de formar opinión en contra de la posible demolición y difundir fundamentalmente ciertas ideas urbanísticas con fuerte contenido social. La propuesta bregaba no sólo por preservar el patrimonio arquitectónico del Abasto, sino también por ‘conservar al máximo las poblaciones residentes’ (Bares et al., inédito, p. 4) .
Gran parte de la población que vivía en el Abasto trabajaba en el mercado o en alguna actividad que dependía directamente del mercado, como restaurantes y comercios de la zona. Por este motivo el proyecto de Bares et al. presentaba la opción de combinar actividades culturales con comercios minoristas, que estarían ubicados en recovas (Fig. 2). Las actividades culturales tenían como fin conservar el poder de atracción del mercado y permitir que continúe siendo visitado por una numerosa población externa al Abasto. Los locales minoristas permitirían a muchos de los antiguos puesteros y empleados del mercado tener continuidad laboral en su barrio. Los autores imaginaban que estos pequeños comercios podrían seguir desarrollando las antiguas actividades del mercado. Como una de las autoras comentó en una entrevista: ‘una de las ideas era mostrar que es posible combinar lechuga con cultura’ (Entrevista Margarita Charriere, 11-04-06).

La espacialidad original del edificio de Delpini era preservada, como puede observarse en los croquis interiores y cortes (Fig. 3). Los cambios principales propuestos para el Mercado Nuevo tenían que ver con una recova perimetral y un cambio de carpinterías que lo volvería ‘más transparente’ y enfatizaría su vocación de permeabilidad. Del Mercado Viejo se conservarían el muro hacia Lavalle y la estructura de cabriadas desprovista de su cubierta, que como una gran pérgola daría sombra sobre una plaza pública abierta (la estructura de cabriadas aparece insinuada en algunos dibujos y fue mencionada durante las entrevistas, pero en la mayoría de las imágenes la plaza figura completamente descubierta; este tipo de inconsistencia en la documentación puede explicarse por la naturaleza de esta propuesta, que más que un proyecto terminado buscaba ofrecer las potencialidades de una idea).

Una de las apuestas más fuertes de esta propuesta pasaba por una reinterpretación del tejido urbano y el replanteo de los espacios públicos. Los proyectistas imaginaban un circuito de calles peatonales que continuarían ‘metiéndose’ dentro de los corazones de las manzanas formando patios. Las manzanas estarían conformadas por los edificios existentes y nuevas construcciones que resolverían la transición entre el espacio público de la calle y el nuevo espacio público en los interiores de manzanas. Estos patios serían las expansiones de talleres de artistas que luego expondrían en el Centro Cultural, y también habría espacio para nuevos comercios y cafés. Además de Carlos Gardel, proponían peatonalizar Zelaya, tramos de Anchorena, Agüero, Guardia Vieja, Humahuaca y Tucumán (Fig. 4).

Ordenanza Nº 35.269: Distrito de Urbanización U25 (1979)
Mientras los debates sobre los distintos futuros posibles para el Abasto continuaban -y por ejemplo La Nación Revista organizaba una mesa redonda para discutir propuestas con Antonio Berni, Eladia Blázquez y Luis Grossman, entre otros (Dhers, 1979) – en los medios trasciende que en el gobierno militar se estaría evaluando la expropiación del inmueble para trasladar allí el Archivo General de la Nación. Aparentemente, con este propósito habrían contratado a un consultor francés quien confirmó que el edificio era apto para ese fin (este dato fue mencionado en algunas de las entrevistas mencionadas). Está propuesta no tiene buena aceptación, inclusive en otras instituciones estatales. Por ejemplo, la Academia Nacional de Bellas Artes mediante un comunicado manifiesta su rechazo a la iniciativa y propone en cambio ‘la instalación de un centro de exposiciones temporarias, espectáculos, reuniones, comercios, bibliotecas, museos, espacios para deportes y actividades para niños’ (Di Doménico, 2001, p. 38) .
Las primeras normativas específicas que mencionan al Abasto, después del cambio de distrito que afectaba a todas las áreas de la ciudad que serían atravesadas por autopistas, son expedidas en 1979 con las firmas de Osvaldo A. Cacciatore, Tomás A. Orobio y Guillermo D. Laura. La ordenanza Nº 35.269 (Boletín Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, 1979a, pp. 42.500-42.503) desafecta un área de casi quince manzanas entorno al mercado del distrito RU en el que se encontraba por su proximidad a la autopista AU3, y define el distrito de urbanización U25 con normas especiales – básicamente FOT mayores que en las manzanas vecinas – que tenían como fin incentivar la construcción de nuevos edificios según los criterios del código de 1977. Es decir privilegiar las torres por sobre los edificios en medianeras, los retiros de la línea municipal y el englobamiento de terrenos para lograr edificios más grandes. De este modo se ‘modernizaría’ la ciudad heredada, de tejido compacto y predominantemente constituído por terrenos de 8,66m de frente y edificaciones sobre la línea municipal. Una ordenanza anterior (Nº 34.776), que es mencionada en la antes citada, por ejemplo, argumenta que ‘los propietarios de parcelas’ en zonas afectadas por la nueva traza de autopistas ‘se verán beneficiados por la apertura espacial del compacto tejido urbano existente’ (Boletín Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, 1979b, p. 40.392, énfasis añadido) .
Respecto de los edificios del Mercado de Abasto, enmarcados en la ‘Zona 3’ (Fig. 5), la ordenanza es ambigua. Si bien tiene un apartado especial con el título ‘Estímulo a la preservación del patrimonio del Mercado de Abasto’ – que refiere sólo al mercado nuevo – ofrece ‘estímulos’ (es decir mayor FOT en otras parcelas) a cambio de la conservación del edificio de Delpini pero no anula la posibilidad de su demolición (ibid., p. 42502) . Por otro lado, da por descontado que el Mercado Viejo sería demolido, ya que uno de los estímulos ofrecidos es un FOT excepcional de 4,5 y una altura máxima de 80m para ser construidos en ese terreno, que debería estar separado 20m de las líneas municipales y del Mercado Nuevo. De este modo, según la ordenanza, allí se podría construir una torre de hasta 25 pisos, siempre y cuando estuviera separada 20m del edificio del Mercado Nuevo y de las veredas. Otro de los estímulos propuestos sería en el caso de cesión del terreno ocupado por el Mercado Viejo para la construcción de una plaza pública. Los propietarios que cedieran el predio podrían transferir un FOT 6 a cualquier otro terreno dentro del mismo distrito (ibid.).

Urgell, Facio, Hampton y Hernáez (1983): ‘Centro Cultural, recreativo y comercial’
En 1983, SAMAP (Sociedad Anónima Mercado de Abasto Proveedor) contrata a los arquitectos Urgell, Facio, Hampton y Hernáez para desarrollar una propuesta de nuevos usos para los edificios del Mercado Nuevo y Mercado Viejo. El resultado es el anteproyecto para un ‘centro cultural, recreativo y comercial’ que incluye una plaza pública a cielo abierto entre los dos edificios (Fig. 6). Este es el primer proyecto que hace una puesta en valor del edificio del Mercado Viejo, al que propone conservar parcialmente y donde una parte importante del programa se desarrollaría.
Desde la construcción del Mercado Nuevo, inaugurado el 24 de marzo de 1934 (Berjman y Fiszelew, [1984] 1999, p. 34) , se suponía que eventualmente el edificio del siglo diecinueve parcialmente demolido, luego conocido como Mercado Viejo, sería finalmente reemplazado por la ampliación del Mercado Nuevo. Los planos originales de Delpini muestran que su edificio efectivamente fue proyectado para ocupar todo el terreno (Nuestra Arquitectura, 1934, pp. 206-207) . Con este fin, Delpini había dejado previstos los arcos incompletos, que todavía hoy se pueden ver en el corte donde termina el edificio de hormigón armado y comienza la ‘Plaza del Zorzal’ en los accesos al shopping desde Anchorena y Agüero. Desde ese punto, la estructura continuaría y el edificio se completaría según la intención original. Medio siglo más tarde la arquitectura característica de la Revolución Industrial ya no era desdeñada, sino por el contrario considerada patrimonio arquitectónico y digna de preservación. El proyecto de Urgell et al. no sólo fue innovador en cuanto a su propuesta de conservación del Mercado Viejo, sino también en el planteo sobre como se articularían los dos edificios de arquitecturas tan diferentes a través del vacío de una plaza descubierta. Estas ideas fueron retomadas en cierta medida por algunos de los proyectos posteriores.
En la planta baja del Mercado Nuevo, el proyecto encargado por SAMAP contemplaba una zona comercial y un patio de comidas. Cruzando la plaza seca, la planta baja del Mercado Viejo tendría cuatro auditorios y una serie de cafés y restaurantes enfrentados a la recova que lindaría con la plaza y las calles Lavalle y Anchorena. En el entrepiso, la única planta que agregaban al edificio original, funcionarían más locales comerciales en el Mercado Nuevo y un centro de congresos en el Mercado Viejo. Con el objeto de no compartimentar el espacio único original, el primer piso del Mercado Nuevo fue proyectado como planta libre para un predio ferial. El primer piso del Mercado Viejo alojaría un salón de exposiciones.

El proyecto del estudio Urgell prácticamente no modificaba el interior del Mercado Nuevo. Solamente intercalaba un entrepiso entre la planta baja y el primer piso existente, y de este modo no alteraba la escala original imaginada por Delpini. En las perspectivas interiores se pueden ver, por ejemplo, las barandas originales en el primer piso existente y barandas nuevas en el nuevo entrepiso. También se puede observar el nivel del predio ferial con stands y la voluntad de preservar la escala catedralicia original (Fig. 7).

La Tabla 1 muestra las superficies proyectadas por Urgell et al., e incluye una comparación con la superficie construída del shopping ‘Abasto de Buenos Aires’. En el proyecto para el ‘centro cultural, recreativo y comercial’ el área de locales comerciales solamente ocupa el 37.5% del total (sin contar los estacionamientos), la superficie total casi no aumenta la superficie original del mercado y es menos de un tercio de la superficie total construida en Abasto de Buenos Aires.

(Fuente: Urgell et al., 1984, pp. 76-81)
Convenio SAMAP – Municipalidad de Buenos Aires (1984)
En 1983, con la vuelta a la democracia, Julio César Saguier asume como intendente de Buenos Aires. El nuevo Mercado Central de Buenos Aires en la Matanza (cuyo proyecto había comenzado en 1971 y fue realizado, coincidentemente, por el estudio del arquitecto Urgell) ya estaba casi listo para su inauguración. El cierre del Mercado de Abasto era inminente. Los debates sobre posibles destinos continuaban, y por ejemplo, la Sociedad Central de Arquitectos (SCA) organizaba una exposición de ‘propuestas urbanas para el área del Abasto’ que habían sido realizadas en un curso de postgrado. (Bares et al., inédito, p. 24; Di Doménico, 2001, p. 39)
El 14 de octubre de 1984 el Mercado de Abasto cierra definitivamente (Berjman y Fiszelew, [1984] 1999, p. 86) y el 27 de noviembre del mismo año la Municipalidad de Buenos Aires y SAMAP celebran un convenio que es firmado por el Intendente Saguier en representación de la Ciudad de Buenos Aires y por Enrique Alberto Urien y Máximo Juan Vidal Caussade por parte de SAMAP (Boletín Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, 1984, pp. 63.462-63.462 y anexo) . Los puntos principales del convenio son:
· La rescisión del ‘Contrato de Concesión celebrado el 18 de enero de 1890’ (ibid., p. 63.462) entre SAMAP y la Ciudad de Buenos Aires, acordado por el Intendente Francisco Seeber, que establecía la concesión exclusiva para la provisión mayorista de frutas y verduras por 100 años.
· El compromiso de SAMAP de ‘realizar obras de conservación de las principales características arquitectónicas interiores y exteriores que sea menester del “Nuevo” y “Viejo” Mercado de Abasto’ (ibid.). Específicamente, el convenio menciona: ‘el tratamiento de las fachadas y la visualización del espacio interior que conforman las bóvedas existentes del piso superior del edificio conocido como “El Nuevo Mercado”’. Entre otros ítems el convenio también indica: ‘se obliga a conservar por el término de 50 años…parte de la estructura metálica del edificio conocido como el “Viejo Mercado”’ (ibid., anexo, pp. 1-2).
· Los usos posibles para los edificios que incluyen una gran variedad de destinos públicos y semi-públicos (ibid., pp. 2-3).
· La asignación de un FOT 3 para las reformas y ampliaciones en los edificios de los Mercados Nuevo y Viejo (ibid., pp. 3-4).
· El compromiso de SAMAP de ‘construir y mantener un plaza de 3.000m2 entre los [dos] edificios…a expensas de parte de la superficie ocupada por el “Viejo Mercado”, el que se integrara espacialmente a la misma y quedará afectada al uso público permanente mediante servidumbre administrativa’ (ibid., p. 4).
· La asignación de un FOT 5,5 y una altura máxima de 80m en los terrenos de propiedad de SAMAP ubicados en las manzanas contiguas al mercado (ibid., pp. 4-7) – donde en la actualidad están ubicadas las torres y Coto.
· El compromiso de SAMAP de donar a la Municipalidad dos lotes de 748,10m2 y 254,60m2 sobre la calle Sánchez de Bustamante para la construcción de una ‘escuela o plaza pública’ (ibid., p.8).
El principal interés de la ciudad al acordar este convenio era establecer que SAMAP renunciaría a cualquier reclamo por indemnización por el incumplimiento del contrato de 100 años de concesión. El interés de SAMAP era fundamentalmente conseguir una normativa excepcional para sus dos grandes terrenos en las manzanas contiguas al mercado. El convenio se hizo en base al proyecto de Urgell. La plaza entre el Mercado Nuevo y el Viejo, la conservación de la estructura metálica del ‘Viejo Mercado’ y las especificaciones sobre los potenciales destinos, son todos datos que se desprenden del proyecto para el ‘centro cultural, recreativo y comercial’. Para SAMAP este proyecto, junto con la donación de los terrenos en Sánchez de Bustamante -que efectivamente se realizó y donde en la actualidad funciona una cancha de fútbol sobre cemento bajo el cartel ‘Asociación Mutual Madres de Balvanera’- era una de las concesiones para negociar una normativa que les permitiese construir una mayor superficie en sus otros terrenos. En 1984 el negocio de los shoppings todavía no estaba instalado en la Argentina y para SAMAP el negocio económico estaría en la potencial construcción de torres de viviendas.
Quienes critican este convenio argumentan que la confección de normas excepcionales para los terrenos contiguos al mercado fue un precio muy alto por la rescisión de un contrato al que sólo le quedaban seis años de vigencia y que hubiese vencido en 1990. Quienes lo defienden señalan que el área del Abasto estaba en un estado tal de ‘depresión’ que sin normas excepcionales nadie hubiese invertido allí. Por supuesto, quienes opinan de este modo dan por sentado que la inversión debería provenir principalmente del sector privado. Hay también quienes afirman que el cambio de normativa que permitió la construcción de las torres y el hipermercado, no fue una concesión de la ciudad hacia SAMAP sino que resultó beneficioso para todos (estas opiniones se desprenden de la serie de entrevistas aludida).
Los diarios de la época cubren la noticia del convenio con fuerte optimismo, y como es habitual en lugar de citar el convenio citan declaraciones de quienes estuvieron involucrados en su realización. De este modo, el diario Clarín (1984a) , bajo el título Convertirán el ex Mercado de Abasto en centro cultural, relata que el ‘subsecretario de Desarrollo Urbano del municipio, arquitecto Eduardo Washington García…destacó que el conjunto cultural y comercial, que se habilitará, será de gran nivel y estará a la altura de los más calificados de Europa’. Este artículo también afirma que ‘García también indicó que “en dos manzanas vecinas, la sociedad anónima se compromete a erigir un conjunto habitacional y de uso comercial, con espacios verdes de acceso público”’ (ibid.). Editoriales anteriores al convenio (Clarín, 1984b) y posteriores (Clarín, 1984a) , dan cuenta de la seguridad que todos parecían tener respecto de la construcción de estos proyectos, que serían llevados a cabo por SAMAP.
Sin embargo, poco después de realizado el convenio, SAMAP -incluyendo todo su patrimonio inmobiliario- es puesta a la venta y comprada por El Hogar Obrero. Existen distintas versiones sobre los motivos que impulsaron a los accionistas mayoritarios de SAMAP a encarar el proyecto del ‘centro cultural, recreativo y comercial’ y poco tiempo después vender la sociedad anónima sin llevarlo a cabo. Algunos sostienen que el fin del anteproyecto de Urgell era simplemente lograr el acuerdo con la Municipalidad para aumentar el FOT en los terrenos contiguos al Mercado y de ese modo poder vender la sociedad anónima -que cotizaba en la Bolsa de Valores- a un precio más alto. Otros sostienen que la causa del cambio de planes fue la muerte de uno de los accionistas mayoritarios de SAMAP, Mario Hirsch, quien también era uno de los accionistas mayoritarios de Bunge y Born. Mario Hirsch había sido quien mayor impulso habría dado al proyecto, y quien presentó al arquitecto Urgell, con quien compartían un parentesco lejano a través de sus esposas. Hirsch era también quien aportaría los fondos para financiar el emprendimiento. Luego de su muerte sus herederos prefirieron vender.
De uno u otro modo, el nuevo dueño de los edificios del mercado y las manzanas adyacentes -entre muchas otras propiedades en el área- pasó a ser El Hogar Obrero, y de este modo comenzó una nueva etapa de proyectos y expectativas en el área que finalizó con la quiebra de la cooperativa.
El Hogar Obrero (1987): ‘Centro Integral de Consumo’
En 1985, el Concejo Deliberante declara patrimonio cultural de la ciudad al edificio del ex–Mercado de Abasto. La disposición se basa en el proyecto de ordenanza presentado por los concejales Gabriela González Gass y José María García Arecha (Di Doménico, 2001, p. 7) . Ese mismo año la normativa excepcional para el distrito U25 es parcialmente derogada y se establece que el ‘Consejo de Planificación Urbana propondrá, dentro del término de noventa (90) días de publicada esta ordenanza, nuevas normas urbanísticas para el área’ (Boletín Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, 1985, p. 63832) .
El 23 de diciembre de 1986 el Concejo Deliberante establece las nuevas normas para el área:
En esta manzana se deberán conservar las principales características arquitectónicas interiores y exteriores del edificio conocido por el ‘Nuevo Mercado’, así como de parte del edificio conocido como ‘Viejo Mercado’. Entre ambos edificios existentes se formará una plaza abierta al uso público de 300m2 a expensas de parte de la superficie ocupada por el ‘Viejo Mercado’, el que se integrará espacialmente a la misma. Estos edificios deberán ser destinados a actividades culturales, de esparcimiento, comerciales, administrativas, de servicios y/o artesanales (Boletín Municipal de la Ciudad de Buenos Aires, 1987, pp. 72745-72746) . En 1987 El Hogar Obrero presenta los planos del nuevo proyecto elaborados por el arquitecto Alfredo Iglesias en el Hotel Sheraton (Casella de Calderón, 1988, p. 52) . Poco tiempo después comienza la obra.
El proyecto del Hogar Obrero tenía un planteo similar al de Urgell, ya que se atenía estrictamente a las normas que habían sido fijadas según ese proyecto (Fig. 8). En el mercado nuevo funcionaría un centro comercial y cultural, y separado por una plaza pública, cruzada por un puente que conectaría los primeros pisos, habría ‘un área de esparcimiento y diversiones infantiles rodeada por un anillo de locales comerciales que [darían] al interior y exterior del Mercado en planta baja y entrepiso’ (Revista Vivienda, 1990, p. 42) . El pasaje Carlos Gardel y la calle Guardia Vieja, como en los proyectos de Bares et al. y Urgell et al., quedarían comunicados por una plaza en planta baja en el mismo nivel de las veredas.
El criterio para el diseño del centro comercial en el Mercado Nuevo era el de preservar al máximo la espacialidad y expresión propuestas por Delpini; por ejemplo, se estaban restaurando las barandas originales para las cuales se habían construído moldes especiales. En cuanto al tratamiento de las fachadas, como indican las perspectivas y croquis exteriores, al menos en una primera instancia la intención era lograr mayor permeabilidad; ‘abrirlas’ como en el proyecto de Bares et al. (Fig. 9).

(Fuentes: Casella de Calderón, 1988; Revista Vivienda, 1990)

Para las manzanas contiguas (donde hoy están Coto y las torres), en el Hogar Obrero también tenían pensado construir un supermercado y viviendas; pero el proyecto aún no estaba definido. De hecho, el proyecto del ‘centro comercial y cultural’ tampoco estaba completamente definido, como se puede comprobar a través de la poca documentación publicada. Las obras comenzaron a pesar de esta falta de definición porque la empresa asociada al Hogar Obrero para este emprendimiento, Interterra, que tenía a su cargo la comercialización de los locales, había adquirido una serie de compromisos y prometido plazos que forzaron apresurar el proceso. La estrategia de comercialización adoptada estaba basada en el modelo de las galerías comerciales, donde la mayoría de los locales pertenecen a diferentes dueños. A diferencia del modelo del shopping center, que exige un único dueño -generalmente una empresa grande o una corporación- que alquila los espacios comerciales a distintas empresas y establece un reglamento interno. De este modo ya existían muchos dueños del futuro centro comercial con quienes la cooperativa tenía obligaciones contractuales. Muchos señalan a Interterra como responsable parcial del fracaso del proyecto del Hogar Obrero. Pero este no fue el único motivo que desencadenó la crisis financiera que finalmente llevó a una institución con la solidez y trayectoria del Hogar Obrero a la quiebra.
A fines de diciembre de 1989 Erman Gonzáles, Ministro de Economía del gobierno de Carlos Menem, lanza el plan Bonex y congela los depósitos bancarios. El Hogar Obrero, que ya venía castigado por la recesión y la hiperinflación que habían afectado a sus socios y principales compradores, y pese a encontrarse con gran parte de su capital inmovilizado, decide ser el único ente financiero que devuelva el dinero a sus ahorristas. Consecuentemente, se produce una primera gran corrida financiera que el Hogar Obrero soporta estoicamente; pero para hacerlo se endeuda a tasas muy elevadas. Parte del dinero de la deuda también va a parar a las obras del Abasto que ya habían comenzado y que el Hogar Obrero decide continuar. Con el título, Con los puños en el bolsillo, La Revista Noticias (Gómez, 1991, p. 46) relata como ‘una empresa prospera y rica’ fue ‘puesta en jaque’ por ‘el plan Bonex, la híper y la recesión’.
El gobierno de Menem no sólo no da ningún tipo de auxilio a la institución fundada por Juan B. Justo, sino que pone todo tipo de trabas. Un artículo publicado en Mundo Cooperativo (Valladares, 1999) señala, por ejemplo, las diferencias entre la posición del gobierno menemista frente a la crisis del Hogar Obrero a principios de los ’90 y la asistencia oficial a fines de la misma década para evitar la quiebra de Racing impulsada por el entonces vicepresidente Carlos Ruckauf, aparentemente un ‘hincha fanático’ de este club. El Hogar Obrero en ese momento representaba una institución con fuerte peso económico y una ideología en las antípodas del modelo neoliberal único que favorecía Menem. Mediante sus frigoríficos, plantas agroindustriales, campos y supermercados, esta cooperativa era un importante controlador de precios; especialmente en el interior del país, ya que el EHO mantenía un ‘precio federal’ único para toda la Argentina. Era usual que donde se inaugurara un Supercoop los precios bajaran significativamente.
En este contexto el Hogar Obrero se ve obligado a rematar sus acciones de SAMAP. En septiembre de 1993 se realiza el primer remate sin que se presente ninguna oferta (Berjman y Fiszelew, [1984] 1999, p. 183) . En un segundo intento, y luego de ‘controvertidas negociaciones’ (Carman, 2006, pp. 96-97) , que se extienden en 1994, SAMAP es comprada en 1995 por la empresa ‘Inversiones y Representaciones Sociedad Anónima’ (IRSA); asociada en ese momento al financista húngaro George Soros (Berjman y Fiszelew, [1984] 1999, p. 183) .
Corresponde aclarar que el Hogar Obrero entregó a IRSA la estructura y muro perimetral del Mercado Viejo preservados según lo que indicaba la normativa; desmantelados sólo en el área donde estaba prevista la construcción de la plaza pública a cielo abierto (Fig. 10). Inclusive, se había realizado gran parte del trabajo de excavación y submuración, ya que el Mercado Viejo no contaba con subsuelos. Estos trabajos de excavación, bajo la estructura metálica del siglo diecinueve, representaron un desafío de ingeniería y una inversión económica importante que afrontó El Hogar Obrero, y que finalmente fue desaprovechado con la demolición total de esta estructura en el proyecto de IRSA. Es importante hacer esta aclaración ya que en distintas oportunidades se ha señalado que ‘el resultado de la intervención del Hogar Obrero fue el desmantelamiento del Mercado Viejo…’ (Berjman y Fiszelew, [1984] 1999, p. 183) , desmereciendo el trabajo y esfuerzo de la cooperativa en este período.

IRSA (1995): ‘Abasto de Buenos Aires shopping center’, hipermercado Coto y torres de viviendas
Los preparativos para el nuevo proyecto comienzan. IRSA contrata al estudio norteamericano BTA architects, con sede en Boston, y al estudio local Manteola-Sánchez Gómez- Santos-Solsona-Salaberry para realizar un masterplan para las cuatro manzanas – las de los edificios del ex-mercado junto con las actualmente ocupadas por el hipermercado Coto y el conjunto de torres. El estudio argentino sería el encargado de ‘traducir’ el proyecto para imprimirle el color local (entrevista Fernando Barenboim, IRSA, 08-09-05).
Los primeros esquemas siguen lo estipulado por las ordenanzas, es decir, conservan parte del Mercado Viejo y cuentan con la plaza pública descubierta. Paulatinamente, estas restricciones son dejadas de lado. Las primeras maquetas y croquis permiten ver las propuestas que se discutieron en una primera instancia, cuando todavía no se había vendido la manzana entre Agüero y Gallo a Coto y se evaluaban distintas combinaciones de viviendas y comercios con diferentes tipologías (Fig. 11). Incluso, en esta etapa, todavía se consideraba la posibilidad de construir una peatonal en Guardia Vieja como continuación de Carlos Gardel (que ya estaba planificada) y que cruzaría la plaza (Fig. 12).


En 1996, Fernando de la Rúa asume como nuevo Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. A fines del mismo año, De la Rúa lanza públicamente en el hall central del Teatro San Martín el ‘Programa de Desarrollo Urbano de la Avenida Corrientes’, que incluye al Abasto (Converti, 1999, p. 128) . Al año siguiente comienzan las obras del shopping según el proyecto de BTA architects.
En 1998 se inaugura el shopping ‘Abasto de Buenos Aires’ (Fig. 13). A la fiesta de inauguración asisten de la Rúa y Menem entre otras personalidades. De la Rúa ya había visitado varias veces la construcción y en declaraciones a la prensa había reivindicado personalmente el proyecto de IRSA como ‘la primera obra que destrabamos desde el Gobierno’ (citado en Carman, 2003, p. 181) . La fotografía de la Figura 14 fue tomada el día de la inauguración; en el fondo, el complejo de torres todavía está en construcción, y en el centro, entre las torres y el shopping, se puede ver la obra del hipermercado Coto recién comenzando.
En 1999 se inaugura la peatonal Carlos Gardel, que es financiada y construida por IRSA (ibid., p. 100). Ese mismo año finaliza la construcción de la primera torre con proyecto y dirección del estudio MSMSSS (Fig. 15). Al año siguiente el hipermercado Coto es inaugurado (Fig. 16) con proyecto y dirección a cargo del estudio Pfeiffer y Zurdo arquitectos.




El shopping finalmente ocupó las dos manzanas enteras con un FOT 6. De la espacialidad original quedó poco; las bóvedas se pueden ver a través de algunos vacíos en los pasillos centrales de los pisos intermedios y en el patio de comidas en el último piso. Pero nunca en su totalidad y con la escala para la que fueron diseñadas (Fig. 17). La plaza pública, se hizo, pero elevada 4,50 metros respecto del nivel de vereda, con accesos cerrados y una cubierta de vidrio. Con lo cual resulta difícil seguir reconociéndola como ‘plaza pública’; evidentemente es un espacio más del shopping (Fig. 18). Los desarrolladores también solicitaron un permiso para construir un puente uniendo el shopping center y el hipermercado, que puede observarse en los primeros dibujos publicados para promocionar el emprendimiento (Fig. 19). Este pedido fue denegado por el Gobierno de la Ciudad. Del Mercado Viejo sólo quedó el muro perimetral, que únicamente es permeable en los puntos de acceso al estacionamiento (Fig. 20).



(Fuente: Adaptado de la Nación Revista, 1997, p. 1)

Por otro lado el shopping es uno de los más exitosos de la Argentina. Sería el segundo en ventas en Buenos Aires, y según la Cámara Argentina de Shopping Centres (2006) lo visitan aproximadamente un millón de personas por mes y casi mil personas trabajan allí todos los días. Las torres se hicieron con un FOT 7, tienen 90m de altura en 28 pisos, rejas y muros perimetrales y sólo dos accesos peatonales. Las crónicas relatan que cuando salió a la venta la primera torre se vendió completamente en un fin de semana. Las ventas de las otras dos, ya en tiempos de recesión, fueron más lentas.
El edificio de Coto se construyó con un FOT 5,7, su perímetro también es prácticamente ciego. En la cuadra frente a las torres está prevista la construcción de otras dos torres, también de 90m de altura y diseñadas en conjunto por los estudios PfZ arquitectos y MSMSSS arquitectos. De acuerdo a Amelia Qüesta, uno de los arquitectos a cargo de este proyecto en PfZ arquitectos, la permeabilidad de esta manzana va a mejorar significativamente cuando las torres se construyan. Según Qüesta, también es posible la incorporación de una línea de locales comerciales sobre uno de los bordes de Coto en la calle Lavalle, pero no en el futuro cercano.
Conclusiones
En los veinte años recorridos en este texto pudimos ver no sólo distintos proyectos y propuestas para el Abasto, sino también diferentes -y muchas veces incompatibles- visiones de ciudad. Desde la concepción urbana del Código de Planeamiento del ‘77 dominado por las autopistas, el estímulo a las torres y la negación de la ciudad construida, hasta las antípodas ideológicas – tanto a nivel político como urbanístico – del proyecto de Bares et al. influenciado por el urbanismo europeo de los años ‘70 que redescubría su ciudad histórica. La referencia directa de este proyecto se puede encontrar en el modelo urbano producido en la ‘Bologna Roja’ durante la intendencia comunista, como los autores de esta propuesta señalan (Winograd, 1983, p. 46) . Este proyecto proponía una reinterpretación del tejido urbano de Buenos Aires que amplificaba el espacio público y fundamentalmente pugnaba por proteger las poblaciones de menores recursos constantemente empujadas hacia la periferia. Un proyecto de este tipo sólo podría haber sido instrumentado en el marco de un estado con una fuerte participación activa en la producción de la ciudad. El rumbo hacia el que Buenos Aires se encaminaba era exactamente la dirección contraria.
En el proyecto de Urgell todavía existía una voluntad de brindar espacio público. Por otro lado éste parecería ser el proyecto que intentaba mantener más fielmente la espacialidad del edificio original. También fue el primer proyecto que reconoció el patrimonio arquitectónico e histórico del Mercado Viejo. A diferencia de la propuesta de Bares et al., no se presentaron aquí mayores iniciativas urbanas. Excepto por la incorporación de la plaza descubierta entre los Mercados Viejo y Nuevo, no hay en esta propuesta otras indicaciones de intentos de relacionar o extender el proyecto a su entorno próximo.
Los objetivos y la aproximación del Hogar Obrero -no sólo en el proyecto del Abasto sino todo el proyecto cooperativo de la institución fundada en 1905- quedó en el contexto de lo década del ‘90 completamente fuera de lugar. No sabemos como hubiesen sido los edificios de vivienda que tenían pensado construir en la manzana donde hoy están las torres, pero seguramente no hubiese sido la tipología de torres cercada. Si se hubiesen proyectado siguiendo las tipologías de sus proyectos de vivienda anteriores, seguramente hubieran estado más cercanos a la tradición de vivienda colectiva moderna en Argentina. El camino político-económico en el que la Argentina se embarcaba, junto a las tendencias en las prácticas y discursos urbanos dominantes, volvieron al proyecto del Hogar Obrero, heredero del modernismo, un anacronismo.
El proyecto de IRSA -shopping, hipermercado y torres cercadas- es realmente un fiel reflejo de una tendencia actual, no sólo en Buenos Aires sino en muchas ciudades del mundo. El espacio público retrocede y su lugar es ocupado por espacios semi-publicos, o semi-privados, como el de la ‘Plaza del Zorzal’. Los bordes que separan lo público de lo privado se vuelven cada vez más duros y menos permeables. Los espacios de encuentro universales que no están mediados por el consumo –y consecuentemente separados por estratos sociales- también son cada vez más acotados.
La lógica detrás del proyecto del Abasto es el resultado de la aplicación del neoliberalismo en la producción de la ciudad. El rol del estado fue confinado estrictamente al de facilitador; las regulaciones existentes fueron flexibilizadas y ajustadas a medida de los requerimientos del desarrollador privado siempre que se pudo; el espacio público fue privatizado y orientado para favorecer el consumismo. La idea de ‘maximización de la utilidad’ fue aplicada literalmente en la conversión del edificio de Delpini. La superficie utilizable fue más que triplicada, llevando a la capacidad del antiguo contenedor espacial al límite para albergar tres nuevos niveles. La mayoría de las consideraciones de patrimonio histórico y arquitectónico atendidas en los proyectos anteriores, incluyendo aquellas que eran obligatorias de acuerdo a las normativas, fueron minimizadas y desatendidas para poder lograr este objetivo.
Por otro lado, también existen aspectos positivos para resaltar que han surgido a partir de la realización de estas obras. La reapertura del edificio del ex-mercado dio un nuevo impulso a una zona que estaba muy abandonada; el flujo impresionante de gente que visita todos los días el Abasto es atraída principalmente por el shopping; nuevos comercios abiertos, viejos comercios re-inaugurados y nuevas actividades culturales; la reactivación de la construcción en el área; la creación de nuevas fuentes de trabajo; son algunos ejemplos. Pero, en el camino se perdieron también, entre otras cosas, espacios como estos:

DK
El autor es Arquitecto FADU, Doctor en Arquitectura y Urbanismo Oxford Brookes University. Investigador CEUR-CONICET. Docente-Investigador CIHE-FADU-UBA. Profesor Asociado Washington University in St. Louis.
Sobre su trabajo, ver también en café de las ciudades:
Número 83 | Urbanidad contemporánea
El neoliberalismo y “la Ciudad de los Fragmentos” | Entrevista a Daniel Kozak | Marcelo Corti
Sobre el Código de Planeamiento Urbano de Buenos Aires, ver también entre otras notas en café de las ciudades:
Número 62 | Planes y Política de las ciudades
Normativa urbanística: la articulación entre planeamiento, participación y gestión | Sobre los conflictos alrededor del Código de Planeamiento Urbano de Buenos Aires | MarceloCorti
Agradecimientos
Este trabajo forma parte de la tesis doctoral Kozak, D. (2008) Urban Fragmentation in Buenos Aires: The Case of Abasto. Oxford: PhD Thesis. Oxford Brookes University, que contó con la supervisión de Mike Jenks y Rod Burgess, en el marco de la red de investigación Alfa-Ibis con apoyo de la Unión Europea, Oxford Brookes University y la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires.
Muchas gracias a Rafael Sabini, Gisela Heuse, María Carman y Sonia Berjman por compartir conmigo su conocimiento sobre el Abasto. Mi agradecimiento a Sebastián Szyd, Jimena Durán, María Suarez, María José Leveratto y Ana María Sonzogni de Lang por su ayuda facilitándome información y material fotográfico y también a quienes gentilmente accedieron a ser entrevistados y que en muchas oportunidades me ayudaron con sus propios archivos:
Arq. Luís Coll, El Hogar Obrero (01-09-05).
Arq. Flora Manteola, MSGSSS arquitectos (02-09-05).
Arq. Fernando Barenboim, IRSA (08-09-05)
Arq. Amelia Qüesta, Pfeiffer y Zurdo arquitectos (09-09-05)
Arq. Juan Antonio Urgell, Urgell, Facio, Penedo & Urgell arquitectos (09-03-06)
Arq. Margarita Charriere, co-autora proyecto 1978 (11-04-06)
Dr. Máximo Vidal Caussade, SAMAP (20-04-06)
Arq. Susana Mesquida, Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (26-04-06)
Dr. José María García Arecha, ex Concejal de la Ciudad de Buenos Aires (entrevista telefónica 03-05-06)
Arq. Julio Ciaschini, El Hogar Obrero (08-05-06)
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