N. del E.: Agradecemos a Federico Bervejillo, por quien tomamos conocimiento de este proyecto. Y agradecemos especialmente a Juan Cabrera por su generosa colaboración.
Algunas particularidades parecen distinguir a Nueva Santa Cruz de la Sierra, proyecto boliviano cuyo propio nombre explicita su concepto urbanístico y ubicación, de otras grandes operaciones inmobiliarias en América Latina. Estamos acostumbrados a los megaemprendimientos privados: desarrollos completos de una operación urbana de gran escala por el sector privado, incluyendo la producción de suelo y la promoción de emprendimientos inmobiliarios, como por ejemplo Nordelta en Tigre, Costa del Plata en Avellaneda y Quilmes, Ciudad Gama en Córdoba, La Puntilla en Guayaquil, Puerto Aventuras en Yucatán o las ominosas Alphaville en San Pablo y otras ciudades brasileñas. A diferencia de estos, Nueva Santa Cruz de la Sierra se propone como una entera nueva ciudad, a pocos minutos de la Santa Cruz original, muy cercana a su aeropuerto y con todos los atributos y funciones propios de la urbanidad. Está previsto que al finalizar su construcción podrá albergar 370.000 habitantes; Santa Cruz tiene más de un millón de habitantes (1,8 en su área metropolitana) dispersos en una mancha urbana que la nueva ciudad ampliarían en un 50%.
El emprendimiento está a cargo de un consorcio integrado por una empresa boliviana, el Grupo Empresarial Lafuente (“el holding de bienes raíces más importante de Bolivia”) y una agencia de urbanización estatal coreana LH – Korea Land and Housing Corporation.
El grupo Lafuente, una empresa que ha crecido en todo el territorio boliviano en el trascurso de este siglo y que particularmente en el Oriente parece haber superado a otros grupos establecidos, asegura en su web que a través de sus empresas líderes, El Pahuichi SRL y Techo SA, ha logrado consolidar 24 proyectos urbanísticos y puesto en mercado 200.000 lotes de terreno. En particular, El Pahuichi es publicitada como una “empresa pionera en la facilitación de terrenos en Bolivia, con una modalidad de venta urbanística de vanguardia, donde familias especialmente de escasos recursos acceden a terrenos dignos y ejemplares, con luz, agua, pavimento, seguridad, educación y transporte público, a un precio totalmente accesible, a plazos y en cómodas cuotas, beneficiando a más de 70 mil familias”.
Por su parte, LH sostiene que durante los últimos sesenta años “ha contribuido a mejorar la economía de Corea y la calidad de vida de las personas, tomando la iniciativa en la realización de proyectos de política nacional para mejorar el bienestar de la vivienda y el desarrollo regional equilibrado”. La empresa estatal ha desarrollado un sistema de gestión que promueve valores de respeto al medio ambiente, responsabilidad social y equidad, transparencia e integridad –LH ESG (Environmental, Social, Governance). Actualmente desarrolla nuevas ciudades, ciudades inteligentes y ecoparques industriales en Corea, Indonesia, Vietnam, Birmania y Kuwait, entre otros países.
La información disponible sobre la nueva ciudad es muy escueta. Según el sitio Utopía urbana, el consorcio invertirá 2.500 millones de dólares a fin de generar una Ciudad Productiva Integrada: “con un manejo responsable de los recursos naturales y bajo consumo de energía, la ciudad se construirá desde cero con la intención de mejorar la calidad de vida de las personas y de toda la comunidad”. Según el propio grupo Lafuente, “se constituye en el emprendimiento urbanístico más relevante de Bolivia y está orientado a convertirse en una de las metrópolis de mayor bienestar y progreso en Latinoamérica”.
La nueva ciudad estará ubicada a 20 minutos de la ciudad central de la metrópolis, muy próxima al Aeropuerto Internacional Viru Viru, que “en tan solo 3 horas de vuelo conecta a la ciudad con las capitales más importantes de la región y en solo 6 horas se conecta con Miami”. Una línea férrea que puede conectar con Brasil y Argentina atraviesa el proyecto y contribuye a incrementar su valor, “reduciendo considerablemente los costos logísticos”.
El proyecto procura fusionar el conocimiento, la productividad y el desarrollo para convertirse en uno de los centros tecnológicos más importantes de la región. Se desarrolla en 6.000 hectáreas, de las cuales la mitad será para uso residencial y el resto para infraestructura urbana y áreas verdes (2.300 hectáreas) y espacios comerciales y de negocios (700 hectáreas), con lugar para alrededor de 10.000 empresas. La energía será provista por un parque eólico y la movilidad privada se desarrollará en autos eléctricos; habrá además transporte público, grandes espacios peatonales y ciclovías. Será, según sus promotores, una “ciudad recreacional, familiar, segura, ecológica, amigable, moderna y sostenible”. Obviamente, la conectividad digital estará asegurada por medio de la fibra óptica.
La página oficial de la nueva ciudad solo enuncia muy genéricamente las características del proyecto. No está claro quién es el público destinatario del proyecto: ¿actuales residentes cruceños, inmigrantes de Bolivia o el exterior atraídos por la oferta de empleo calificado o de servicios? Se presentan imágenes de una primera fase del proyecto, única referencia a su etapabilidad. En cuanto al financiamiento de la operación, ya están en oferta departamentos de 1, 2 y 3 dormitorios. No está en claro el rol previsto para el sector público (nacional, departamental y municipios) en el desarrollo y gestión del proyecto.
MC
Sobre el grupo Lafuente, ver esta presentación de su presidente, Julio Novillo.
Sobre la Región Metropolitana Cruceña, ver el libro Renta del suelo, acumulación y segregación espacial. Desigualdades en la Región Metropolitana Cruceña, de Fernando Prado Salmón.