Algunas corrientes teóricas sobre el desarrollo urbano sostienen que, en acuerdo con los nuevos procesos globales, no solo es necesario sino urgente tender hacia nuevos modelos de crecimiento urbano. Aún para aquellas expresiones más críticas que ponen en debate la viabilidad del desarrollo sustentable en el marco del actual sistema de crecimiento económico global, el consenso es cada vez más amplio: crecimiento y desarrollo no son sinónimos. Desde las posturas más moderadas que plantean una paulatina reducción del consumo de recursos hasta las teorías de decrecimiento económico, todas coinciden en la necesidad de que en un mundo cada vez más urbano, la posibilidad de restablecer nuevas lógicas de ocupación del territorio, disminuir la presión sobre el soporte y reequilibrar en el conjunto de “los que más tienen y lo que menos tienen” la forma que se usan los recursos instalados, solo es posible si se replantea la manera que las ciudades se organizan.
Lo que la práctica urbana demuestra, aún más en nuestras ciudades intermedias argentinas, es que la separación funcional y conceptual de las actividades urbanas en el territorio se traduce en la segmentación de los modelos de gestión de la ciudad como conjunto. Gestión muchas veces sustentada en una planificación urbana tendencial, funcionalista y por detrás de la demandas -principalmente de mercado-, que en la mayoría de los casos colabora a agravar los importantes desequilibrios entre población y uso del suelo urbano.
Si la meta es entonces un cambio en la “forma de producir” ciudad, el desafío es poder integrar bajo la mirada de la planificación urbana aquellos aspectos hoy francamente disociados.En este sentido importa la articulación entre infraestructuras y espacio público, la ciudad y su concreción, interesan los cambios en el espacio urbano en términos físicos pero también desde su correlato social, que potencien recursos instalados e incorporen nuevos desafíos para un hábitat más sustentable: movilidad, recursos, energías y actividades urbanas en una concepción integral, con el aumento de la calidad de vida urbana como meta y objetivo. Como señala Manuel Herce con respecto a las infraestructuras de urbanización pero se extiende como concepto a la manera de construir el espacio urbano: “es necesario integrar las infraestructuras con los procesos naturales y estas con el lugar específico de implantación, entendiendo que la ciudad se construye en el tiempo bajo pautas culturales precisas, algunas tangibles, otras intangibles”.
Estos cambios profundos en la manera de producir ciudad solo parecen posibles a partir de un involucramiento activo de la sociedad urbana en su conjunto. Planificación que presupone la adhesión a un nuevo modelo de ciudad y que por ende exige una política de gestión integrada y participativa en la medida que se trata de incidir en la práctica del espacio urbano. La calidad del medio ambiente urbano dependerá por un lado de elementos físicos y condiciones socioeconómicas y, por otro, de los valores culturales de las zonas urbanas de cada comunidad. Por lo tanto, el ideal de calidad urbana es necesariamente una construcción socio-política sobre el que se dispone la capacidad técnica. La categoría ciudadano bajo este enfoque es central, ya que introduce la importancia de los actos individuales en tanto afecta al colectivo, -elecciones sobre transporte, residuos, etc.- y en su elección contribuye a la construcción social del espacio urbano en su conjunto. Como afirma Coraggio (2001), cada ciudadano debe ser agente activo de desarrollo local: “Esta participación de todos, en sí misma, es una contribución directa a la calidad de vida de una sociedad, porque parte de la calidad de vida es ser ciudadano”.
Aún incipiente en nuestro país, la incorporación de la perspectiva barrial o sectorial en la planificación urbana, en tanto unidades territoriales primarias, además de crear la necesidad de una gestión integral de la ciudad construida permite definir modelos de actuación sobre aquellos espacios urbanos socialmente incorporados con el objetivo de introducir nuevas lógicas de producción de lo urbano.
El barrio, en tanto espacio referencial, define las distintas prácticas del habitar y por lo tanto estructura las relaciones simbólicas internas (M.Castells, 1979), en una doble cualidad:
- Territorios urbanos definidos de usos mixtos estructurados: sistemas conectivos, residencia y equipamiento colectivo accesible al peatón, que permite identificar y accionar y gestionar los espacios.
- Espacios que están constituidos en torno a una subcultura y representan una línea de demarcación en la estructura social (e incluso puede tener institucionalidad propia).
Esta relación cotidiana de proximidad es la que habilita una planificación basada en la participación ciudadana y una gestión responsable en el manejo de los recursos urbanos, sustentada en el cambio de ciertas prácticas urbanas tendientes a mejorar el soporte urbano, revertir ciertas tendencias de modo y tipo de consumo del espacio y disminuir la presión sobre los soportes instalados.
Las características particulares de cada entorno barrial, su historia y sus cualidades medio-ambientales, sus lógicas de ocupación, su estructura urbana y sus tendencias de crecimiento con respecto a la ciudad en conjunto, permiten pensar en nuevos desarrollos urbanos planificando desde lo específico: programas integrales y acciones específicas. El grado de participación y organización en cada barrio determina la posibilidad de una gestión comunitaria de los recursos con participación directa de la comunidad que, como define Dematteis (2006), se debe traducir en políticas territoriales. Se intenta dinamizar, a través de políticas activas, procesos interactivos que promuevan y regulen la creación e incremento de los valores urbanos. Quiénes son los principales agentes de la recuperación barrial, cuáles son los componentes de una recuperación barrial sustentable, cómo se expresa la integralidad en la recuperación barrial, serán los principales interrogantes que solo la práctica de “hacer ciudad” irá estructurando como respuesta.
El siguiente cuadro resume en esquema la relación propuesta entre espacio urbano, espacio social, sus metas macro y el rol de la gestión para un modelo de planificación urbana integral (está última, la gestión, en tanto posibilitante y catalizador de las acciones y las políticas públicas):
San Vicente, barrio-republica de la ciudad de Córdoba y un proyecto integral de fortalecimiento de la centralidad barrial
Trabajo presentado y seleccionado en la Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo Medellín 2010, acción conjunta entre la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño y la Red de Vecinos de San Vicente. Directora del Equipo: Celina Caporossi, Arquitecta, Prof. Titular FAUD/UNC; Agustin Cano, Arquitecto, Adscripto Red De Vecinos De San Vicente; Desiree D Amico, Politóloga, Red de Vecinos de San Vicente; Docentes Egresados Adscriptos: Natalia Breitung, Maria Jose Necci; Docentes Estudiantes Adscriptos: Carolina Blanco, Laura Sarmiento, Fernando Vanoli, Héctor Páez Ferreyra, Renata Piva, ,Emilia Daveloza, Irupé Teniente.
El plan de Recuperación del Espacio Urbano del barrio San Vicente es una propuesta de Proyecto Integrado desarrollado por un equipo interdisciplinario entre la Facultad de Arquitectura y la Red de Vecinos. En noviembre de 2010 se realizó la Primer Jornada de Discusión sobre el Espacio Urbano de San Vicente (el encuentro se realizó en la sede de la Fraternidad -Museo del Tren- casa patrimonial recuperada; en dicha oportunidad se presentó el Proyecto 4 Plazas y disertaron el Arq. Marcelo Corti sobre el Plan de Barrios y el Licenciado Lucas Galak sobre la posibilidad de implementación de un Plan de movilidad sustentable). La experiencia de desarrollo de proyecto tuvo como meta principal mejorar la calidad de vida y el entorno urbano barrial a partir del compromiso ciudadano en torno a un proyecto/programa específico.
El Barrio San Vicente es uno de los barrios más tradicionales de córdoba, así como uno de los territorios que llamativamente presenta uno de los tejidos asociativos más interesantes a escala urbana. Pertenece al conjunto de barrios denominados barrios-pueblos (Rettarolli, 1997) por su origen como primera expansión de la ciudad colonial a fines del siglo XIX. En común, estos barrios pericentrales de la ciudad de Córdoba, con una fuerte carga identitaria y con tejidos tradicionales de alto valor para el conjunto de la ciudad, se encuentran hoy fuertemente impactados por procesos de renovación no planificados. La ausencia de políticas estatales activas ha contribuido a generar importantes desequilibrios de crecimiento urbano, sin potenciar los importantes recursos sociales y urbanos existentes.
El reconocimiento de los valores que cada barrio posee, la identificación de aquellos elementos físicos, simbólicos e identitarios que construyen el entramado barrial, es un camino para la construcción de territorios urbanos con fuerte participación e involucramiento ciudadano. En este sentido San Vicente presenta ventajas comparativas a la hora de implementar un proyecto de planificación integral:
Desde el punto de vista físico-espacial:
Presenta un tejido consolidado y homogéneo desde su creación en 1870 como loteo integrado: un sistema de tres plazas (Lavalle, Urquiza, Del Mercado) sobre el eje de la avenida San Jerónimo, sobre la que se asentó una serie de equipamiento institucional con centro en un Mercado de abastecimiento, y un loteo residencial acompañante, de casas con frente continuo. Con el tiempo se fue subdividiendo y comprimiendo. Aun así, la estructura urbana decimonónica (calles, plazas, amanzanamiento y viviendas) sigue siendo un muy buen soporte físico para que se desarrolle la vida barrial. La hipótesis es que, de no mediar una intervención estatal urgente sobre el espacio físico, la integración social se verá seriamente afectada con pérdida de territorialidad urbana para el conjunto.
Desde el punto de vista socio-territorial:
San Vicente se caracteriza por ser un barrio con una fuerte tradición histórica, identidad, capital social y participación ciudadana persistente hasta la actualidad. Más allá de las transformaciones histórico-estructurales a nivel macro social a las que ha estado expuesto, el barrio aún presenta una importante participación ciudadana evidenciada a través de la existencia de numerosas organizaciones sociales, así como un importante orgullo barrial. Este entramado institucional ha posibilitado una participación activa en el rescate de su patrimonio tangible e intangible que ha llegado a conformar la normativa urbana patrimonial de la ciudad.
En síntesis, el estado del soporte instalado (desde un punto de vista ambiental) es el siguiente:
- Presenta importantes focos de contaminación en las márgenes del río, en industrias abandonadas y basurales ilegales a cielo abierto, conformando una periferia barrial.
- Presenta niveles importantes de deterioro su Espacio Público: asfalto, infraestructuras de servicio en espacio público, plazas deterioradas.
- Cuenta con una arboleda añeja pero en muy mal estado. Carencia de espacios verdes conformados.
- Un uso alto del automóvil para los movimientos barriales-sectoriales.
- Falta de legibilidad urbana.
- Buena provisión de infraestructura de servicio, aunque se encuentra en riesgo la situación de las cloacas.
- Mala habitabilidad general (luz, aire, sol) en los tejidos más consolidados, con pocos patios y espacios libres verdes en el interior de las manzanas.
Será el Proyecto Urbano específico, en torno al cual se sintetizan las cuestiones teóricas y que se completa en acuerdo con una modalidad participativa, el que irá dando forma y sentido al proyecto de base. Así, el proyecto es pensado como un catalizador entre la acción específica en el espacio urbano de escala barrial y la comunidad interesada, bajo las siguientes hipótesis generales:
– Los barrios tradicionales, en tanto unidades socio-territoriales históricas e integradas, son verdaderas áreas de oportunidad para planificar el crecimiento urbano hacia un modelo de ciudad compacta y sustentable.
– Actuar sobre los tejidos tradicionales es crear ciudad en una visión integral y múltiple, con articulación de escalas y programas. Buscar la complementariedad como síntesis de integración de lo individual y de lo colectivo, de la escala micro y la escala macro.
– El espacio urbano, soporte y escenario del espacio social, es determinante en la manera de habitar la ciudad. Calidad, habitabilidad y sociabilidad son variables entramadas en la forma que adopta el espacio físico.
Un nuevo mapa de movilidad y nuevo modelo de centralidades:
1. Incorporación del ferrocarril y el río, trasversal a la trama, con propuesta de multi-modalidad, asociando redes con verde público lineal articulando parques de escala metropolitana.
2. Resignificación de las centralidades barriales, recualificando tejido para su renovación con parámetros sustentables.
El proyecto barrial, montado sobre un nuevo modelo de ciudad, intenta reforzar la centralidad barrial en operativos conjuntos (movilidad+ espacio público+equipamiento+vivienda) con participación ciudadana, con centro en el espacio público en tanto estructurante físico y social, cuyas principales metas-objetivos son:
Espacio Público/Movilidad
- Mejorar el espacio público y provisión de zonas verdes (río y ferrocarril).
- Remediación de áreas contaminadas
- Acondicionamiento de elementos comunes de la edificación.
- Mejora de la accesibilidad y supresión de las barreras arquitectónicas.
- Disminución del uso de vehículo en los viajes barriales y aumento de las movilidades alternativas.
Espacio Público /centralidad
- Provisión y estructuración de equipamientos de uso colectivo.
- Incorporación de las tecnologías de la comunicación.
- Implantación y mejora de infraestructuras energéticas y ambientales.
Espacio público/espacio social
- Desarrollo de programas que conlleven una mejora social, urbanística y económica de los barrios.
- Fomento de la equidad de género en el uso del espacio urbano y los equipamientos.
El sistema 4 Plazas: un proyecto participativo de puesta en valor de la centralidad barrial
Denominado 4 plazas, el proyecto no solo recupera el sistema urbano tradicional y centralidad barrial de San Vicente, sino que organiza un nuevo sistema entre las tres plazas tradicionales, la avenida San Jerónimo y la incorporación de la plaza de los Burros, plaza periférica originalmente de servicio de las actividades del mercado.
La propuesta del nuevo sistema urbano central de San Vicente se organiza a partir de definir dos tipos de acciones: por un lado, acciones integradoras con el objetivo de generar un nuevo soporte de espacio púbico cualificado que otorgue legibilidad a partir de operaciones sobre la calle, la calzada, el arbolado público, el equipamiento urbano, sobre el que se montan los distintos programas comunitarios de acción social:
– Plan de movilidad barrial: disminuir el uso del automóvil y aumentar las movilidades alternativas. Promover la bicicleta y la peatonalidad en los movimientos barriales. Articulación con instituciones educativas.
– San Vicente sustentable: recolección de residuos diferenciados, campaña del árbol para incorporación de especies en las plazas, usos de otras energías en el circuito 4 Plazas a modo de ”puesta educativa”
– San Vicente Productiva: made in San Vicente; acciones productivas de micro-emprendimiento
– San Vicente Cultural: rescate de fiestas colectivas tradicionales del barrio, circuito educativo escuelas, circuito de historia, puesta en valor y uso de los equipamientos existentes.
Y por otro lado acciones específicas que singularizan elementos de la estructura urbana y ponen en valor dentro del recorrido del sistema lugares cualificados, propuestas de acciones y programas articulados:
– Las plazas. Puesta en valor e identificación del carácter de cada plaza.
– El tejido. Reconocimiento y acción sobre el tejido del eje: identificación de puntos de renovación con incorporación de vivienda, identificación y puesta en valor de las instituciones y puesta en valor y uso de la arquitectura declarada patrimonial.
CC
La autora es Arquitecta, Docente Investigadora de la Universidad Nacional de Córdoba.
De su autoría, ver también en café de las ciudades:
Número 73 | Planes y Normativa de las ciudades
Planificación y crecimiento urbano en la ciudad de Córdoba | Acuerdos, disonancias y contradicciones | Celina Caporossi |
Número 92 | Lugares
En busca del barrio | Reflexiones sobre San Vicente, en Córdoba | Celina Caporossi |
Número 100 | Planes y Política de las ciudades
La insoportable levedad del hacer | La demolición de la Casa de las Tejas en Córdoba | Celina Caporossi
Número 102 I Proyectos de las ciudades (II)
Articulación y conexión territorial en Catamarca I Propuesta para la integración urbana de la Nueva Terminal de Omnibus I Por Celina Caporossi, Marcelo Corti y equipo de proyecto
Y sobre el barrio cordobés de San Vicente, ver también:
Número 85 | Cultura y Política de las ciudades
El barrio San Vicente en Córdoba, Argentina | Entrevista a Desirée D´Amico | Marcelo Corti
Bibliografía consultada
ALBERTI, (2008). M. Avances in UrbanEcology, XVIII, Hardcover, ISBN: 978-0-387-75509-0
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CORAGGIO, J.L.(2001). La promoción del desarrollo económico en las ciudades: el rol de los gobiernos municipales.
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HERCE, M, FARRERONS, J:M: El soporte infraestructural de la ciudad. Edición UPC. 2002. ISB: 848301-633-8
RETTAROLI, J; EGUIGUREN, J; ÁLVAREZ, T; COHEN ARAZI, A; RUBIOLI, J. (1997) Los barrios pueblos de la Ciudad de Córdoba. La ciudad objeto didáctico. Ediciones Eudecor: Córdoba, Argentina.
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