En poco menos de una semana concurrí en Córdoba a tres encuentros de temática urbana: la conformación del Comité Popular Córdoba rumbo a Hábitat III en el Instituto de Investigación en Vivienda y Hábitat (INVIHAB) que dirige Ana Falú, el METRO-LAB del CIPPEC y el Banco Mundial en el Holiday Inn y la Audiencia Pública por el proyecto del Grupo América para el predio del ex Batallón 141, en la UTN. Un programa intenso en el que resultó evidente la voluntad cordobesa de discutir su ciudad para hacerla mejor, más justa y más vivible, pero también la dificultad de la política para liderar ese cambio. En lo que sigue, trataré de transmitir mis impresiones sobre lo que vi en esos encuentros; así debe leerse esta nota: como un registro aluvial de esas impresiones más que una crónica detallada de esos encuentros.
La reunión del Comité Popular por el Hábitat, convocada entre otros por la Asociación de Vivienda Económica, reunió a decenas de organizaciones con actuación en toda la ciudad y su región metropolitana. Son colectivos que nuclean a decenas de miles de personas cuyo acceso a la vivienda es imposible por los mecanismos del mercado formal, y a las que el Estado en sus diferentes niveles ignora o arroja a las periferias más desangeladas. Virginia Monayar expuso en una de las charlas iniciales la situación del hábitat popular en Córdoba, caracterizada por la ausencia de políticas públicas que trasciendan esa expulsión a las márgenes de la metrópolis.
Traslado de población habitante en villas con localizaciones centrales o pericentrales a lugares distantes (FUENTE: Dirección de regularización urbana. Municipalidad de Córdoba). En Las formas de la informalidad, por María Virginia Monayar.
La presentación de los colectivos populares mostró la fuerza cuantitativa de esas organizaciones y abundó en referencias a dos ejes de acción: solidaridad y lucha. Si hubiera que identificar referencias similares en el METRO-LAB habría que recurrir a los conceptos rectores de diálogo y buenas prácticas o, mejor aún, a la negación sistemática del conflicto (el consenso como premisa, no como resultado). Los sectores populares que abundaban en la reunión del INVIHAB estuvieron ausentes por completo del encuentro en el Holiday (o al menos del eje de trabajo del que participé, “Instrumentos Urbanos”), donde en cambio se enfatizaron las ventajas de la asociación público-privada y los grandes emprendimientos a cargo de las desarrolladoras urbanísticas.
La reunión tuvo un formato muy condicionado por la metodología del encuentro, fundada en la primacía del dialogo entre los participantes y en una perceptible voluntad de “buena onda” más que en disertaciones de “especialistas” y “expertos”. Esta decisión favoreció la integración de muchos asistentes, funcionarios y técnicos municipales que en muchos casos se presentaron como nuevos en la gestión y provenientes de otros campos de actividad y conocimiento; de hecho, buena parte de las intervenciones tuvo cierto matiz contracultural respecto al discurso técnico del urbanismo y la planificación.La tarea del funcionario, en este relato, no sería la de elaborar planes o normativas sino un genérico “escuchar a la gente”. En el extremo, algunos participantes se quejaron por el uso de terminología técnica como “Factor de Ocupación Total” o “densidad”, ajena a su formación profesional.
La contrapartida de esta praxis facilitadora fue la dificultad para entablar un diálogo más profundo y, sobre todo, responder a algunos conceptos que resultan muy peligrosos en boca de funcionarios (por no decir que en boca de cualquiera). Por ejemplo: “si analizamos las ciudades argentinas, las que mejor funcionan son las que tuvieron una inmigración más calificada, como las ciudades de la pampa gringa por ejemplo; los otros casos, mejor ni mencionarlos”. Esto fue dicho como argumento a favor de “la Educación” como valor… (y mientras se decía, una señora consternada le decía a otra “claro, es lo que les pasa a ustedes en su ciudad con los turcos”). Otra perla fue que un funcionario pusiera como ejemplo de política respecto a asentamientos informales lo que se hacía en su ciudad, donde “ahora lo podemos resolver con la Policía”. O que para un intendente, el problema de la gestión municipal “son los periodistas”. Y en todos los casos, no alcanzaban los reflejos para contestar, ya que en esa mecánica acelerada los facilitadores daban por terminada la ronda y convocaban a otra instancia de debate “participativo”.
Proyecto Distrito Las Artes, en el predio del ex Batallón 141 de Córdoba.
Finalmente, la Audiencia Pública para la aprobación ambiental del proyecto Distrito Las Artes, en el predio del antiguo batallón (continuación de la primera reunión, fracasada por la escasa convocatoria de público) resultó esta vez un éxito de concurrencia y permitió cotejar las opiniones confrontadas de los distintos actores involucrados. Un elogio especial merece el buen comportamiento democrático de todos los sectores, que (al menos en la primera parte de la audiencia, en la que estuve presente) se escucharon entre sí con respeto y sin agresiones: una novedad para mi experiencia, habituada a las agresiones verbales que abundan en las audiencias públicas de la Legislatura porteña.
Los argumentos de ambas partes abundaron, como suele suceder, en el uso emotivo del lenguaje, tanto en la defensa de “las inversiones” y “los puestos de trabajo” por parte de quienes defienden la iniciativa, como del espacio verde por parte de vecinos y otros opositores. Pero también pudieron escucharse argumentos muy bien fundados, como por ejemplo los que de un lado apelaban a las ventajas de un desarrollo denso y compacto en la zona central de la ciudad, o los que del otro lado apuntaban a la endeble estructura jurídica del proceso normativo (el predio fue vendido como Reserva Verde) o a la matriz cerrada del espacio público propuesto por los desarrolladores. Me sorprendió particularmente la férrea y apasionada defensa del proyecto inmobiliario realizada por los titulares de los gremios UOM y UOCRA, mucho más comprometida que la de los desarrolladores urbanos nucleados en CEDUC, escueta y limitada a la defensa de la “propiedad privada” (¿resquemor de los empresarios cordobeses frente a la llegada de un operador porteño?).
El proyecto del ex Batallón es un típico caso de biblioteca partida en mitades que sostienen exactamente lo contrario:
– Por un lado, es una intervención que surge a partir de la venta muy cuestionable de un predio de dominio público, en condiciones normativas que impedían la realización de cualquier desarrollo, cuya plusvalía convenida aún no ha sido pagada, destinado a un público de alto nivel adquisitivo y por consiguiente propicio a convertirse en un enclave segregado, condición reforzada por el carácter introvertido de su propuesta urbana, que encierra el espacio público supuestamente de libre acceso exigido por el Convenio Urbanístico que lo autoriza. El proyecto adolece además de una notoria banalidad y sus condiciones de producción no favorecen la participación de pequeñas y medianas empresas desarrolladoras y/o constructoras. Tampoco está demostrado que su ejecución no origine impactos significativos sobre el medio ambiente y las condiciones urbanas, comenzando por la eliminación de un pulmón verde en el entorno del Parque Sarmiento y la Ciudad Universitaria y por la mayor demanda de tráfico automotor en un área que ya es conflictiva. Y su construcción afecta a un sitio de memoria histórica por la represión ilegal en la dictadura 1976/83.
– Pero por otro lado, constituye un emprendimiento de alta densidad en un sector central de la ciudad, que contrarresta la tendencia a la expansión periférica; por ese mismo motivo su demanda de movilidad privada en automóvil será menor que otros desarrollos, además de aportar masa crítica para la justificación de un transporte público masivo y de calidad hacia el centro. El precio que se pagó a la provincia por su compra fue menor al de incidencia promedio del suelo en la ciudad de Córdoba, pero mucho mayor al de su costo con la normativa urbanística vigente en esa instancia, y además al menos una parte de la plusvalía inmobiliaria se compensará con la realización de la planta cloacal para el sur de la ciudad. El proyecto genera una trama abierta y un espacio público de libre acceso, y que lo siga siendo dependerá de los controles municipales.
¿Qué vaso vemos, el medio lleno o el medio vacío? En particular, yo veo el vaso que se rompió en 2007 con la decisión de poner en venta sin ninguna sutileza técnica un predio que podía haber generado una operación urbana más adecuada a las necesidades de la ciudad. Podría haber sido (¿puede aún ser?) una oportunidad de desarrollo integrado, con mezcla social y de usos, apertura espacial y funcional hacia el entorno inmediato, fortalecimiento del sistema de centralidades y parques, producción local por desarrolladores de pequeña y mediana escala, etc.
Y veo una conducción política del proceso de urbanización que falló en todos sus niveles.
Proyecto Distrito Las Artes, en el predio del ex Batallón 141 de Córdoba.
Córdoba y su metrópolis tienen casi todo lo que se requiere para un salto cualitativo en su urbanismo:
– Grandes desarrolladores urbanos con capacidad operativa y experiencia, con mucha flexibilidad para adaptarse a los cambios en el mercado, y en condiciones de producir ciudad en gran escala (claro está, su existencia es un activo para la ciudad en tanto el Estado pueda conducir ese desarrollo y la sociedad pueda controlarlo; no funciona en este caso aquello de “lo que es bueno para la General Motors es bueno para Estados Unidos”).
– Organizaciones sociales en todos los niveles (desde aquellas que atienden cuestiones generales hasta las particularizadas en las necesidades de los sectores populares) con una capacidad de acción equiparable a la de los privados, mucha comprensión del territorio y conocimiento de la sociedad.
– Profesionales capacitados, en una ciudad que es referencia universitaria de calidad para media Argentina; técnicos de gran valía en todos los niveles del Estado, tanto en el Municipio como en los organismos provinciales.
Pero la debilidad política hace de estos componentes un rompecabezas sin figura que recomponer o un inventario de miembros que ni siquiera llegan a componer un Frankenstein. La visión que las máximas jerarquías políticas, tanto de la Municipalidad como de la Provincia de Córdoba (y es importante recalcar que hablamos de esas jerarquías y no del funcionariado que a esa autoridad responde), tienen del territorio, de su ordenamiento y de su desarrollo es mucho más reducida, más miope y de menos espesor que la del resto de los actores. Y en modo alguno esa reducción del panorama es por una visión general del problema; si los distintos actores miran la totalidad del territorio desde una óptica condicionada por el interés particular, los máximos decisores emiten respuestas espasmódicas a problemas parciales. El territorio es en el razonamiento y en el discurso político, en todo caso, el lugar donde operan los punteros.
No es esta una peculiaridad cordobesa. La realidad nacional nos muestra un panorama similar, ya desde hace un largo tiempo (ver por ejemplo las notas que hace una década escribíamos en esta misma revista). El estado del estado, un documento oficial que se postula como “diagnóstico del Estado Nacional”y que pretende “identificar los desafíos pendientes” de la administración, no dedica una palabra a la cuestión urbana (en un país donde el 90 % de los habitantes vive en ciudades) e ignora documentos fundamentales del pasado reciente como el Plan Estratégico del Bicentenario y el Programa Argentina Urbana.Y, como demuestra el a la vez patético y siniestro affaire de José López y sus bolsos, la obra pública (esencial para la constitución del territorio) es un instrumento de generación de valor para la clase política y empresarial. Así como lo es también la especulación sobre el precio del suelo.
¿Qué hacer, entonces?
Reunión del Comité Popular por el Hábitat en Córdoba. Fuente: AVE y Lucio Scardino.
En modo alguno quisiera que estas reflexiones abonaran el discurso de automarginación técnico-profesional que centra en el “desinterés de los políticos” la causa del fracaso del urbanismo. Por el contrario, se trata de asumir como una de las tareas del urbanismo en nuestro país la generación de consensos con la sociedad para imponer la ciudad y el territorio como tema de la agenda política.
Tuve en la misma semana un cuarto encuentro cordobés, además de los que acabo de describir. Por esos días también me entrevisté con Susana Fiorito, fundadora con su esposo el escritor Andrés Rivera de la Biblioteca Popular de Bellavista, en un castigado barrio del área pericentral de la ciudad. En esa entrevista pude entender el enigmático título de, quizás, la más autobiográfica novela de Rivera: “Esto, por ahora”. “Esto”, el trabajo paciente y solidario en las márgenes, es lo que por ahora Fiorito y Rivera han hecho en Bellavista; “esto”, intervenir críticamente sobre un escenario social desarticulado para incidir en la incorporación de la agenda territorial y urbana a la agenda política, es por ahora nuestra tarea.
MC
Sobrela propuesta del Grupo América para el predio del ex Batallón 141 ver la convocatoria de la Secretaría de Ambiente y Cambio Climático de la Provincia de Córdoba a la Audiencia Pública por su Estudio de Impacto Ambiental, y la documentación del proyecto allí presentada.
Sobre la situación del hábitat popular en Córdoba, ver el capítulo de Ana Falú y Cecilia Marengo en Hacia una política habitacional en Argentina, de Barreto y Lentini, y Las formas de la informalidad, por María Virginia Monayar en Revista Vivienda y Ciudad, ISSN 2422-670X – Volumen 1 – Diciembre 2014 – Pp. 114/122.
Sobre la férrea y apasionada defensa del proyecto inmobiliario realizada por los titulares de los gremios UOM y UOCRA: Me informan que en la Audiencia Pública por el emprendimiento Remeros Beach, en Tigre, se registró una alianza similar entre los gremialistas de UOCRA reclamando por trabajo y los desarrolladores inmobiliarios a cargo del emprendimiento.
Sobre los máximos decisores emiten respuestas espasmódicas a problemas parciales: No puedo dejar de relacionar esa incapacidad de concebir el territorio como cosa pública con las elecciones personales que buena parte de esta elite política toma en su vida particular, en especial la opción por residir en barrios privados. ¿Qué puede decidir sobre la ciudad abierta quien decidió recluirse en una “privatopía”?
Sobre la ausencia del territorio y la ciudad en la agenda política, ver también entre otras notas en café de las ciudades:
Número 6 | Tendencias
Muchos problemas, pero… ¿cuál es el problema? | Buenos Aires, sus conflictos urbanos, y una necesaria definición política | Marcelo Corti
Número 72 | Planes de las ciudades (II)
La ausencia de una legislación territorial en la Argentina | El déficit regulatorio y sus consecuencias | Marcelo Corti |
Número 99 | Política de las ciudades (III)
La ausencia de políticas de suelo urbano en la Argentina | Emergentes de Villa Soldati | Marcelo Corti
Número 107 I Terquedades
Una mirada arrabalera a Buenos AiresI Nueva Terquedad del suelo, entre la academia y la política I Columna a cargo de Mario L. Tercco
Sobre el Plan Estratégico del Bicentenario ver también en café de las ciudades::
Número 66 | Planes y Política de las Ciudades (II)
El Plan Estratégico Territorial y la construcción de la Argentina deseada | La búsqueda de consensos para el despliegue territorial de la inversión pública | Marcelo Corti
La entrevista con Susana Fiorito será publicada próximamente por café de las ciudades.