”Algunos sectores populares, excluidos de la posibilidad de acceder a la tierra urbana por el mercado o por el Estado, ocuparon tierras baldías fiscales o privadas, lo que muestra las contradicciones de la urbanización capitalista y del Estado de Bienestar, que tendió a extender los derechos sociales sin garantizar su acceso. Esta situación es la que dio y da lugar a toda una serie de conflictos sobre el acceso a la ciudad y, a partir de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires de 1994, al derecho a la radicación de los asentamientos informales”.
María Cristina Cravino, Entre el arraigo y el desalojo.
En una nueva etapa de su continua investigación sobre las urbanizaciones informales de Buenos Aires, María Cristina Cravino nos ofrece ahora una historia detallada de los complejos vínculos entre organizaciones villeras, poder político, sociedad civil y medios de comunicación alrededor del Barrio Carlos Mugica, más conocido como la Villa 21 de Retiro. Entre el arraigo y el desalojo cubre tres cuartos de siglo de historia del asentamiento porteño y aparece en un momento muy especial, coincidente con la sanción de la Ley 3343 de la Ciudad de Buenos Aires, que dispone la urbanización de las villas 31 y 31 bis.
Pocos temas generan más confusión en la sociedad que el de las villas. El mensaje de una lectora publicado en este número de café de las ciudades puede ejemplificar casi a la perfección el sentido común más reaccionario de muchos argentinos y argentinas y, lo que es más grave, de algunos de sus dirigentes (aunque el pudor suele atemperar en estos casos el discurso público de los políticos). Vamos a comentarlo en esta nota con alguna prevención, ya que no nos interesa hacer escarnio del pensamiento de la lectora (quien de todos modos tuvo la intención de hacer conocer su forma de pensar y, por lo tanto, exponerse a la discusión y la polémica). Sostiene la lectora, y le contestamos nosotros:
“Seria una locura la urbanización de las villas de capital o provincias, esos terrenos han sido usurpados, hasta por gente que vive ilegalmente en el país. Queremos parecernos al primer mundo y cada vez nos hundimos más en el sexto mundo, dejando entrar la indigencia de los países limítrofes y todavía usando el dinero de nuestros impuestos para darle a gente que no ha hecho más que usurpar. Erradiquemos la Villa 31, enviando a los argentinos al norte (allá se le construirán casas y escuelas) y a los demás de regreso a sus respectivos países, como hacen Estados Unidos y Europa. Estamos perdiendo nuestra idiosincrasia y nuestra cultura europea, de aquellos italianos, españoles, polacos que levantaron el país sin pedir nada, dando sus vidas como mis abuelos. En lugar de la Villa 31, construir condominios para tanta gente de clase media que se va del país por no poder comprarse una vivienda. Es una vergüenza que la gente que trabaja y paga impuestos no pueda acceder a nada en este país gobernado por ignorantes que hacen política con los pobres”.
La lectora se indigna con la usurpación de tierras urbanas, sin importarle la imposibilidad matemática en las actuales condiciones de mercado para el acceso de los sectores más pobres de la población a la vivienda o al suelo servido para producirla, ni interpretar en sentido histórico los distintos procesos de usurpación (o apropiación, o “conquista”, o cuanto eufemismo se prefiera) del suelo urbano o rural que han caracterizado la historia argentina. Cree que está bien proveer de casas y escuelas a los argentinos en el norte del país (de paso: ¿porque no en el oeste o en el sur?), pero no en Buenos Aires. Aplaude las tan hipócritas como racistas políticas inmigratorias de los países centrales, que de acuerdo a donde sople el viento aceptan a los “bárbaros” que vienen a hacer el trabajo que los ciudadanos locales no quieren hacer o los persiguen y expatrían como chivos expiatorios de las fallas del sistema. Propone políticas hitlerianas o stalinistas de traslado masivo de poblaciones sin entrar a considerar la magnitud del autoritarismo político que sería necesario para poder llevarlas a cabo. Considera que sus abuelos europeos dieron todo por nada, cuando la realidad es que vinieron para salir de la miseria en sus países de origen, que recibieron (ellos o sus hijos) los beneficios de la educación y la salud pública gratuita y de calidad, y que muchos de ellos sentaron con su militancia las bases de las reivindicaciones sociales y políticas que transformaron a la Argentina en la sociedad más avanzada del continente.
Lamentablemente, no es nuestra lectora la única confundida. Durante su campaña electoral, el actual Jefe de Gobierno porteño proponía la erradicación de “la 31” como una política de estado. La realidad, que suele ser poco generosa con las promesas electorales (y en este caso, hay que decir que por suerte), se llevó puesta esa intención PRO y la contrapuesta ley de urbanización contó con el aval de la totalidad del bloque oficialista, curado de espanto del sueño de un “Cacciatore reloaded”.
Desde otro punto de vista ideológico, pero con la misma liviandad, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner sostuvo hace unos días que la expansión de la Villa 31 refleja el crecimiento que vivió el país en los últimos años. Su línea argumental se basa en haber circulado con frecuencia por el lugar desde 1995, cuando asumió como legisladora nacional. En aquellos tiempos, sólo veía precariedad en la zona, expresada por la proliferación de la chapa y el cartón como precarios materiales de construcción. Pero a partir de esa fecha, la calidad constructiva mejoró… debido a las políticas económicas del Gobierno, que habrían permitido a sus habitantes acceder al consumo en el mercado interno.
En realidad, el proceso de consolidación constructiva de las villas es un fenómeno estudiado desde hace más de 40 años y no tiene que ver con el progreso económico sino con la resignación de sus habitantes a no poder salir de la informalidad, en un contexto en que el mercado del suelo está absolutamente al margen de cualquier regulación estatal, sin importar el signo ideológico de los circunstanciales gobernantes (como lo demuestra, sin ir más lejos, las singulares apropiaciones de plusvalías registradas por ejemplo en Calafate…). Más prudente, el senador radical Ernesto Sanz declaró en una reciente entrevista: “seguimos creyendo que la educación pública es el gran igualador, sobre todo en un país que tiene una enorme brecha de desigualdad. Lo creo en teoría, pero si no generamos igualdad antes de la escuela pública, es imposible que el sistema, por más computadoras, buenos sueldos, edificios que tenga, lo pueda lograr. No se puede generar igualdad cuando un chico llega a la escuela a los 4 o 5 años y viene de una villa miseria que no tiene cloacas, no tiene agua, vive en un gueto en donde la droga se adueñó de las relaciones personales y familiares… (…) Antes, la pobreza era una pobreza que permitía a la escuela pública la igualación. Hoy el Estado que está presente sólo en la educación ya no lo puede hacer. Hoy pondría mucho dinero en la erradicación de las villas y en la creación de polos comunitarios que tengan, además de esta inversión en la infraestructura básica que tiene que ver con la salud, generación de una vida comunitaria diferente, que cree ciudadanía, orden, cree organización, respeto por la ley, que combata a la droga”. Lamentablemente, Sanz utilizó (¿mal asesorado?) el termino erradicación, aunque su propuesta pareciera referirse en realidad a una contrapuesta y necesaria urbanización.
Cravino describe con amplitud y precisión las idas y vueltas de la villa de Retiro, desde el primer asentamiento al calor de la crisis del ´30 (ya en aquellos años un comisario describía a sus pobladores como “sujetos de toda ideología, extremistas, comunistas, anarquistas, actividades disolventes, etc.”) a las irresolutas gestiones de De la Rúa, Ibarra y Telerman. Entre tanto se suceden las epopeyas del Padre Mugica y los curas villeros contra el desalojo, la salvaje erradicación compulsiva de la dictadura ´76-´83 (en una secuencia planificada de congelamiento, desaliento y expulsión) y las idas y vueltas del peronismo, justamente entre el (plan) arraigo y el desalojo encubierto impulsado por el Proyecto Retiro. No falta aquí una mirada crítica sobre el rol de las entidades profesionales, como la Sociedad Central de Arquitectos. Pero es especialmente el entramado discriminatorio enquistado en la sociedad el que aparece en una de las descripciones más logradas del libro: la resistencia de los residentes porteños a la radicación de viviendas sociales para los habitantes de la Villa 31 en sus barrios. Con respecto a los desalojos dictatoriales, la autora señala que en las décadas de la democracia “encontramos el mismo rechazo a la instalación de viviendas para villeros en aquellos barrios que los vieron erradicar, como es el caso de Colegiales. La defensa de una futura plaza, la baja en el valor del precio de sus propiedades, la falta de infraestructura suficiente, etc., son las excusas de la nueva discriminación”
En la lectura del texto, un punto se evidencia como el central en esta confusión de sentidos y esta aparente isotropía ideológica a los problemas de la urbanización informal argentina: la cuestión del suelo y su valor, la centralidad y el derecho a la ciudad (“el derecho al goce de las oportunidades sociales y económicas asociadas a la localización de la vivienda y actividad”, como Cravino cita de Oszlak).
“Para algunos profesionales y políticos vivir en el centro es un privilegio y no un derecho”, sintetiza la autora estas contradicciones y confusiones. Y esta contraposición entre derecho y privilegio, entre asignación de la centralidad por el mercado vs. derecho universal a los beneficios de la urbanidad, está en el centro de las más relevantes discusiones urbanas de la actualidad, aunque circunstancialmente se cristalice en los debates sobre “la 31”.
MC
Entre el arraigo y el desalojo. La Villa 31 de Retiro – Derecho a la ciudad, capital inmobiliario y gestión urbana, María Cristina Cravino, Universidad Nacional de General Sarmiento, Los Polvorines 2009, 240 páginas 22 x 16 cm. ISBN: 978-987-630-065-0
Las fotografías que ilustran la nota son de Pablo Vitale y fueron utilizadas en el libro comentado.
De María Cristina Cravino o sobre su trabajo, ver también en café de las ciudades:
Número 49 | Política de las ciudades (II)
Teoría y política sobre asentamientos informales | Cuestionario a Raúl Fernández Wagner y María Cristina Cravino, en vísperas del Seminario en la UNGS. | Raúl Fernández Wagner y María Cristina Cravino
Número 56 | Tendencias (I)
Transformaciones estructurales de las villas de emergencia | Despejando mitos sobre los asentamientos informales de Buenos Aires. | María Cristina Cravino
Número 61 | Economía y Política de las ciudades
“Acordate que la tierra no es de nosotros…” | El mercado inmobiliario en las villas de Buenos Aires, según María Cristina Cravino | Marcelo Corti
Número 75 | Política de las ciudades (II)
El estigma de vivir en la villa | “Los mil barrios (in)formales” de Buenos Aires, en dos libros recientes y un seminario | Marcelo Corti |
Sobre la villa de Retiro y en general las políticas públicas respecto a las “villas miseria” argentinas, ver entre otras notas de café de las ciudades la Presentación del número 86 y:
Número 69 I Terquedades
Terquedad de las villas y los funcionarios I Una mirada arrabalera a Buenos Aires I Columna a cargo de Mario L. Tercco I
Número 69 | Fútbol y ciudades
La ciudad del Mundial ‘78 | La fiesta de la dictadura y sus huellas en Buenos Aires | Marcelo Corti
Número 70 | Política de las ciudades (I)
La urbanización del Barrio Carlos Mugica, de Retiro | Un debate recurrente y la opinión de Jorge Jáuregui | Marcelo Corti
Número 78 | Política de las ciudades (I)
¿Estado ausente o protagónico? | Villas y asentamientos de la Región Metropolitana de Buenos Aires | María Cecilia Larivera