La casa de Ernestina está en una ciudad pampeana, a siete/ocho cuadras del centro, cerca de una esquina, entre medianeras. Tiene cuatro patios.
El primer patio es el acceso a la casa, un zaguán pequeño pero eficiente que transiciona entre el mundo urbano y la privacidad doméstica.
El segundo patio es aun más pequeño e ilumina el comedor.
El tercer patio es el corazón de la casa donde dan todos los ambientes principales; no es muy grande, de todos modos.
El cuarto patio es el del fondo, que también conecta con una pieza autónoma, habitable.
Toda la casa entra en la planta baja; los ambientes se maclan entre los dos patios internos y un patio de fondo.
Ernestina cuida los patios con pulcritud y buen sentido estético. Las plantitas están hábilmente distribuidas; la luz y el aire circulan entre lo abierto y lo cerrado. La impresión general es de orden y claridad. Los ámbitos están bien diferenciados.
Ernestina cuida los patios con pulcritud y buen sentido estético. Las plantitas están hábilmente distribuidas; la luz y el aire circulan entre lo abierto y lo cerrado. La impresión general es de orden y claridad. Los ámbitos están bien diferenciados.
La casa es moderna, lo hayan querido o no sus autores. Gropius o Le Corbusier la hubieran aceptado como unidad residencial repetible; ni hablar Meyer. La belleza de la casa de Ernestina deriva de su capacidad de sostener las acciones cotidianas, su austeridad representativa, su fluidez espacial y el homenaje a la naturaleza de su ocupación vegetal.
Vale decir: es moderna.
MC
Ver también Notas sobre el proyecto urbano arquitectónico y la producción de vivienda social, de Celina Caporossi, y Siete acciones para la vivienda social en barrio, por Estudio Estrategias, Estudio Guerrero Viotto arquitectxs y Estudio Mira, ambas en nuestro número 196.