N. del A.: El presente ensayo deriva del trabajo de investigación iniciado en el marco del Master Laboratorio de la vivienda del siglo XXI, que dirigen Josep Maria Montaner y Zaida Muxí. Mi más sincero agradecimiento tanto a Ricardo Flores como a Iñaki Ábalos por su ayuda y consejo en la elaboración de esta investigación. Cabe destacar que el artículo fue originalmente publicado en Pasajes de Arquitectura y Crítica Nº 104, pags. 32-36.

CONCEPTO
“Hay un desierto. Pero tampoco tendría sentido decir que estoy en el desierto. Es una visión panorámica del desierto, ese desierto no es trágico ni está deshabitado, solo es desierto por su color ocre y su luz, ardiente y sin sombra. En él hay una multitud bulliciosa, enjambre de abejas, melé de futbolistas o grupo de tuaregs. Yo estoy en el borde de esa multitud, en la periferia; pero pertenezco a ella, estoy unido a ella por una extremidad de mi cuerpo, una mano o un pie. Sé que esta periferia es el único lugar posible para mí, moriría si me dejara arrastrar al centro de la melé. Pero seguramente me ocurriría lo mismo si abandonara. Mi posición no es fácil de mantener, porque esos seres se mueven sin parar, sus movimientos son imprevisibles y no responden a ningún ritmo. Unas veces se arremolinan, otras van hacia el norte y luego, bruscamente, hacia el este, sin que ninguno de los individuos que componen la multitud mantenga la misma posición con relación a los demás. Así pues, también yo estoy en perpetuo movimiento, y eso exige una gran tensión, pero a la vez me proporciona un sentimiento de felicidad violento, casi vertiginoso”.
La situación intermedia, la invariabilidad del constante cambio, el permanecer siempre en movimiento para mantener el equilibrio. Esta relación de inestabilidad constante entre el ser y su entorno rige el mundo occidental del siglo XXI.
El capitalismo, junto con los procesos de globalización, han convertido el globo en una red de flujos por donde viajan a velocidades vertiginosas dinero, personas, vehículos, recursos, conocimiento. Este mundo que hemos creado es el escenario de nuestras vidas. Pero sería ingenuo pensar que el escenario se comporta como un personaje inerte, que simplemente enmarca nuestras acciones de cada día, es evidente que juega un papel decisivo en cada una de nuestras acciones, en cada uno de nuestros movimientos.
El propósito de este ensayo es poner en relación esta forma de pensamiento, la forma de habitar del individuo del siglo XXI en la sociedad occidental, y la casa donde este individuo habita y deja huella. Cómo es su vivienda, con quién y con qué comparte su hogar.
RIZOMA
1.m. Bot. Tallo horizontal y subterráneo, como el del lirio común.
Rizoma, según definieron Deleuze y Guattari, es un modelo de organización, que se formula a sí mismo por oposición a los esquemas arbóreos o jerárquicos. En el rizoma, la importancia radica en la relación por encima de los entes relacionados. Lo importante es la línea que conecta, y no los puntos que son conectados. A partir de ahora nos importan las relaciones de co-implicación, los procesos de ida y vuelta, la interacción y lo múltiple. En el rizoma, la unidad principal de la que depende todo el resto ha desaparecido; en su lugar defendemos el triunfo de lo múltiple, la igualdad, el plano, la inmanencia frente a la trascendencia. En un rizoma hay líneas de articulación o de segmentariedad, estratos, territorialidades, pero también líneas de fuga, movimientos de desterritorialización y de desestratificación. Por lo tanto, cualquier rizoma está formado o construido en base a relaciones materializadas en distintos estratos y líneas de flujos. Podemos llegar a afirmar que un rizoma se define por una serie de líneas de cohesión interna y una serie de líneas de cohesión externa. Las líneas de cohesión interna se encargan de dar coherencia y estructura al interior del rizoma, mientras que las líneas de cohesión externa ponen en relación distintos rizomas, formando un rizoma de mayor complejidad. La unidad entendida como ente autónomo ha quedado obsoleta y tan sólo puede llegar a comprenderse mediante la interacción de multiplicidades.
Para terminar de clarificar el concepto enunciemos los seis principios que lo definen:
1º y 2º_ Principios de conexión y heterogeneidad: cualquier punto del rizoma puede y debe ser conectado con cualquier otro, y debe serlo.
3º_ Principio de multiplicidad: “Sólo cuando lo múltiple es tratado como sustantivo, multiplicidad deja de tener relación con lo Uno como sujeto o como objeto, como realidad natural o espiritual, como imagen y mundo”.
4º_ Principio de ruptura asignificante: “Un rizoma puede ser roto, interrumpido en cualquier parte, pero siempre recomienza según ésta o aquella de sus líneas, y según otras”.
5º y 6º_ Principio de cartografía y de calcomanía: “Un rizoma no responde a ningún modelo estructural o generativo. Es ajeno a toda idea de eje genético, como también de estructura profunda”.
La propia naturaleza está llena de rizomas. Las ratas cuando huyen forman rizoma. La mala hierba es rizomática, siempre crece según una rama u otra, crece en los espacios-entre, en los vacíos. Las hormigas son un rizoma, es imposible acabar con ellas, porque siempre se reorganizan según unas u otras de sus líneas. Incluso sus hormigueros son rizomas. Complejas redes de transporte, alimentación o defensa definen sus hábitats, los hormigueros. La pantera rosa convierte todo aquello que toca de color rosa, expandiendo su dominio, fusionándose con su entorno, apoderándose de lo que le rodea.
ESCALAS
Cierto es que se repiten modelos de organización y orden de la materia a muy distintas escalas. Podemos partir de una escala global, y poco a poco ir disminuyendo, incluso llegando a la escala de la célula, y comprobaremos que los seres vivos tienen una particular forma de ocupar el espacio, organizarse y relacionarse. Comparando los distintos seres vivos en distintas escalas encontramos fenómenos que se repiten de forma invariable. Personas, animales, vegetales, células, virus. Todos ellos tienen, en cuanto que seres vivos que viven bajo una serie de condiciones comunes a todos (el globo terráqueo), unas pautas de supervivencia, colonización, organización. Para poder establecer comparaciones gráficas que nos permitan ver este fenómeno, tan sólo hay que acertar con el tamaño de la lente con la que se mira, simplemente escoger el tamaño adecuado para cada especie.
La civilización ha llegado al punto de definirse como una red continua y en continua expansión, las ciudades actúan como polos, que se conectan entre sí mediante redes de infraestructuras, que a su vez actúan como motor de crecimiento de nuevas concentraciones. Todo el sistema funciona unido, compresiones y expansiones ordenan la huella construida. Nuestra huella en el territorio es un magma de materia en continuo movimiento que encuentra zonas donde el flujo se densifica intensamente. Evidentemente; estas zonas son los núcleos urbanos.
Tanto los sistemas macroescalares (ciudades, continentes) como los sistemas microescalares (corales, hormigas, células, neuronas) trazan las redes que los definen de forma análoga.

SOCIEDAD
Hasta ahora hemos encontrado que el medio en el que vivimos y nos relacionamos, en tanto que seres vivos, se rige por la multidependencia y la autoatracción de distintas entidades. Sigamos ahondando en estas relaciones de co-implicación.
En 1965, Christopher Alexander escribió el ensayo “A city is not a tree”. Afirmaba en este texto que las ciudades no son estructuras lineales, y que su funcionamiento estriba en estas relaciones de co-implicación que activan los distintos sistemas que operan en la ciudad, mediante la ayuda o la interacción. Él no definía estas relaciones como rizomáticas, pero utilizaba el término semitrama. Alexander pone un ejemplo clarísimo del día a día:
“En una esquina hay una farmacia y en la acera un semáforo. En la entrada de la farmacia hay un kiosco donde se exponen los diarios del día. Cuando la luz del semáforo está roja, la gente que espera para cruzar la calle se detiene ociosamente al lado de la luz y, como no tiene nada que hacer, ojea los diarios desplegados en el kiosco, que puede ver desde el lugar en donde está la parada. Algunos sólo leen los encabezamientos, otros compran un diario”.
Tan simple y tan complejo. En el acto de comprar el periódico intervienen: la persona, la esquina, el semáforo, el kiosco, y el propio diario. Igual de importantes son las relaciones entre lo inerte del sistema, como la relación de lo inerte con lo vivo que activa y pone en funcionamiento todo.
Este tipo de procesos también se da dentro de las relaciones propiamente humanas, en nuestra forma de trazar mapas y redes.
En una sociedad tradicional, si pedimos a alguien que nombre a sus mejores amigos, todos terminarán nombrándose entre sí, demostrando con ello que componen un grupo cerrado. Un pueblo está formado por un número de grupos cerrados de este tipo. En cambio la estructura social de hoy en día es totalmente distinta. Si pidiéramos a una persona que nos nombrara a sus mejores amigos, y a estos amigos que nombraran cada uno a los suyos, encontraríamos algunos amigos en común, pero la tendencia sería a que el cuadro de relaciones sería más complejo a medida que cada uno nombrara a sus amigos. Habría líneas de desterritorialización y reterritorialización en la red de amistades, que unirían o separarían las amistades de unas personas respecto a las otras. En la sociedad de hoy en día es cada vez más difícil encontrar grupos cerrados a los que hemos hecho referencia anteriormente, y en cambio es cada vez más común que las “redes de amistades” se entretejan formando estructuras complejas.


REDES
La civilización del siglo XXI ha conseguido conectar todo el globo, ahora somos capaces de hablar, trabajar en tiempo real junto a alguien que está al otro lado del planeta. Parece ser que la característica que mejor define a la sociedad a la que pertenecemos es que es capaz de generar redes de colaboración. Los mismos procesos económicos del mundo capitalista global utilizan estos modus operandi. La fabricación de cualquier cosa no está vinculada espacialmente al lugar donde se va a vender, utilizar, o promocionar cualquier producto. Es más, lo que mantiene vivo nuestro sistema no es el clásico producción-venta, es mucho más importante el flujo continuo de capital. Aunque la mayoría de las veces este capital sea ficticio, lo importante vuelve a ser esta inestabilidad constante; el flujo continuo es lo que mantiene el equilibrio del sistema.
Nuestras ciudades están repletas de redes complejas de este tipo. Redes de metro, canalizaciones de agua, sistemas eléctricos, son todos sistemas rizomáticos, no lineares y totalmente ajerárquicos. Nuestras infraestructuras son rizomáticas, y esto es lo que nos permite que el sistema siga funcionando cuando hay averías, puntos en reparación, o remodelaciones de estas infraestructuras. Cuando un punto de estas redes entra en crisis, y por tanto se establece una discontinuidad, el sistema es capaz de regenerarse inmediatamente por otras vías que palien la ruptura que ha tenido lugar.
Sería incomprensible no mencionar la red que ha logrado un mayor grado de transformación de nuestra sociedad. Internet: la red de redes, la conexión global. Ha sido capaz de cambiar el modo en que hacemos operaciones bancarias, nuestros hábitos de compra o incluso la forma de comunicarnos.
La era industrial se caracterizó por la diferenciación entre hogar y trabajo, en cambio, siglo y medio después, y gracias a la red de redes, el lugar de trabajo sufre un nuevo cambio, se deslocaliza, no tiene porqué haber un local de trabajo.

PROCESO PROYECTUAL
La forma de producir un proyecto arquitectónico participa también de un proceso de tipo complejo, en el que numerosos factores entran en juego. Programa, lugar, materia, presupuesto, funciones, cliente, geometría, tradición, investigación, cultura. Es imposible que un proceso con tantas variables sea un proceso lineal. Es un proceso de ida y vuelta, de avance y retroceso. Una decisión puede llevarnos a tomar otras cuatro, y una de esas cuatro otras tres, e incluso llegar a un punto en el que una de las ideas que nos ha llevado a decidir otras siete se quede obsoleta o cuanto al menos susceptible de revisión.
Por lo tanto, podemos decir que el propio proceso proyectual es y debe ser rizomático. Es un proceso en el que la validez de las ideas está en el aire hasta casi el mismo instante de la construcción, ideas que se descartan por una serie de motivos, quedan en el rastro que vamos dejando a medida que avanza el proyecto, pudiendo volver a entrar en el juego en cualquier momento.
HABITAR EL SIGLO XX
A lo largo del siglo XX, distintas corrientes de pensamiento fueron objeto de estudio, interpretación y ensayo por parte de arquitectos y artistas.
Mies dio forma al pensamiento Nietzschiano en sus estudios de casas patio de los años ’20 y ’30. La cabaña de Heidegger no era sino la materialización del propio pensamiento del filósofo. La Casa de la Lluvia de Navarro Baldeweg o la Casa del Sol de Jorn Utzon en Mallorca son claros ejemplos del pensamiento fenomenológico. El positivismo dio lugar a uno de los movimientos más dominantes en el panorama arquitectónico del siglo XX. Las distintas factories de Andy Warhol representaban los valores del pensamiento freudo-marxista. Ray y Charles Eames, Ralph Soriano o Pierre Koenig pusieron en práctica las tesis del pragmatismo norteamericano en estupendas casas preparadas para disfrutar la vida. El sujeto nómada que nació del deconstructivismo habitaba en las Pao que Toyo Ito extendía por la ciudad de Tokio o en la Virtual House sin ubicación de FOA.

Rizoma es un concepto tan potente que merece un lugar entre los ejemplos mencionados. Un paso más. Merece que se haga un apartado de la corriente deconstructivista y estudiar hasta dónde nos puede llevar. Descubrir algo más que un parásito en la gran urbe. Un modo de habitar distinto al que nos proporciona una simple cabaña en medio de la jungla urbana.
Más que proponer la casa rizoma, lo que nos interesa es descubrir nuevas herramientas que nos ayuden a seguir pensando. Herramientas adecuadas para enfrentarnos a los proyectos que requiere la sociedad actual. Describir y pensar los proyectos bajo los términos que definen el rizoma: multiplicidad, co-implicación, conexión, heterogeneidad, ruptura asignificante. Analizar primero para proponer después. No importa clasificar la arquitectura. Lo que sí importa es relacionar, trazar mapas, conectar el pensamiento con la práctica arquitectónica y la práctica con el pensamiento. Teoría y práctica no van siempre de la mano, pero son líneas que convergen en puntos, y sin duda estos puntos son tremendamente densos, en cuanto que son capaces de responder tanto a las exigencias de un proyecto material como a la coherencia de un discurso teórico.
En este territorio se encuentra la casa Mora, proyectada por Iñaki Ábalos a comienzos del siglo XXI para I. Mora. Una casa para vivir, para almacenar lo vivido y construir su propio mundo interior.
HERRAMIENTA: SISTEMA
Una marchante de arte es sin duda un cliente especial, que requiere una casa especial. Una casa que pudiera hablar por sí misma y explicar quién es su habitante, cuáles son sus inquietudes y sus deseos. No es extraño pensar que la casa sería a la vez su propio museo particular. El proyecto se encamina a definir una casa-museo.
MODELOS
Encontramos en las casas árabes un modelo a partir del cual empezar la búsqueda de la casa museo; observando las imágenes podemos ver las organizaciones laberínticas de estas ruinas. En ellas se observa que carecen de corredores, las estancias se suceden las unas a las otras y la figura del patio siempre está presente en la planta. Moverse en estas casas significa atravesar espacios.

En cuanto a los museos, había que estudiar cómo se organizan, cómo son sus espacios, cómo se recorren, extraer una serie de conclusiones y adaptarlas a un esquema doméstico. Las proporciones de las salas de exposiciones son algo especiales, el ancho y el alto de la sala están intrínsecamente relacionadas y denotan la importancia de la sección; en cuanto a la longitud, podríamos decir que es el parámetro más libre.
Sin ser un referente explícito, el Nasher Sculpture Center de Dallas que firma Renzo Piano, tiene mucho de lo que será la casa Mora. El museo de Piano se organiza en cinco bandas paralelas que dan cabida tanto a la parte administrativa y gestora del museo como a las mismas salas de exposición. La experiencia espacial en este museo viene dada al atravesar estas bandas, caracterizadas por una atmósfera gaseosa que ha conseguido el arquitecto mediante los dispositivos para el control de la luz.

CASA NÓMADA
La forma de vida del habitante, que por su profesión debe desplazarse de ciudad en ciudad constantemente, había de verse reflejado desde el inicio en su propia casa, no tan sólo con los objetos que pudiera coleccionar como recuerdos de sus viajes, sino desde el propio proyecto.
La casa Mora se proyecta en la abstracción. Será una pieza autónoma, capaz de adaptarse a cualquier emplazamiento con unos ligeros retoques, una casa que se podría construir en cada una de las ciudades donde el cliente establece su itinerante morada. Un artefacto que activa el territorio donde se posa, transformando el paisaje en lugar.
De hecho la casa se encuentra en medio de nada y en el centro de todo, en esa inestable pero atractiva posición que representa la periferia. Situada en uno de los bordes del parque natural de los Alcornocales (Cádiz), el contacto salvaje con el medio en el que se posa es vital para la casa. No hay una parcela, no hay una valla que limite nuestro dominio, el único límite es el que establece la propia casa con sus cuatro fachadas, más allá está el infinito.
El modo que tiene la casa de fijar su posición en el terreno es agarrando, rodeando una porción de la naturaleza que va a ocupar. Con dos de sus patios dará caza a dos árboles del lugar, atrapando un fragmento del entorno, entrelazando lo natural y lo artificial.

BANDAS
En los croquis iniciales ya podemos ver lo que será la esencia de la casa. Un cuerpo que se asienta en el terreno como pieza autónoma. A modo de pabellón, la casa en su conjunto es una gran habitación. Hay que recalcar la importancia de las proporciones. Un rectángulo de 30 x 18 metros, que se posa sobre una malla de bandas paralelas. Veamos cómo se organiza el interior.
¿Cuál es la medida justa que nos va a dar la diversidad y la autonomía que requiere esta construcción que se posa autoritariamente sobre el suelo?
Cinco es el número de crujías. El cinco, el pentagrama, nos permite tener una banda central, dos laterales y otras dos intermedias. Esta diversidad de posiciones va a condicionar las características de los espacios interiores.
En las bandas laterales encontramos el contacto directo con el exterior. La banda central permitirá gozar de la intimidad y el recogimiento agradable que genera la penumbra. Las bandas intermedias mediaran entre el centro y la periferia. Además, los 18 metros de profundidad será esa justa medida que permitirá perforar la planta mediante patios y no perder la compacidad y autonomía del conjunto. Permite a la casa ser una pieza autónoma, que atrapa en su interior porciones de paisaje, anclándose al lugar elegido para su construcción. Un pentagrama con 3,6 metros de interlineado; aproximadamente, nos proporciona un ancho de habitación válido para cualquier actividad que requiera el acto de habitar. Se fija la altura y el ancho de crujía, como en el museo, la longitud de los espacios será el parámetro más libre. Nuevamente medidas, proporciones.

MULTIPLICIDAD
El propio sistema que da forma a la casa es capaz de generar infinidad de soluciones con pequeños cambios. Podríamos construir una colonia de casas Mora, todas ellas iguales y diferentes a la vez. Pero tal vez lo que le dé un valor especial, es que es una y todas a la vez.
Perdería toda relación con el paisaje si se insertase la casa en una matriz de casas Mora. No tendría sentido. La multiplicidad se convertiría en azar, todo valdría. Apostamos por el sistema que permite múltiples variaciones, pero sólo con la intención de escoger aquella que mejor responda a la situación indicada.
Observando el proceso de investigación que se nos ofrece de la casa y ahondando un poco en cada una de las plantas podemos descubrir una serie de acontecimientos arquitectónicos que son fruto del propio funcionamiento del “juego”.
Lo primero destacable de toda esta colección de versiones es que no se presentan bajo ningún orden, el magma de soluciones conforma una unidad en sí misma y no es fruto de una evolución lineal. Ahondando en las plantas observamos que un pequeño cambio, como lo podría ser el trasladar el acceso de una banda a otra, genera una serie de cambios en todos los espacios circundantes. Esto no nos indica otra cosa sino que los espacios de la casa no sólo se definen por sí mismos y sus cualidades, también lo hacen a través de los espacios que los rodean y las relaciones que establecen con ellos. La existencia de un patio, la comunicación con la estancia vecina con una puerta u otra, la ausencia de tabique entre dos espacios contiguos, la permeabilidad o la opacidad de los límites de los espacios, su posición respecto al pentagrama, son los parámetros que definen la batería de habitaciones, contenidas a modo de fábrica de ladrillos, dentro del rectángulo contenedor.
RECORRIDOS Y SITUACIONES
La ortogonalidad de la planta y los alzados de la casa Mora se rompen al poner el primer pie en el interior de la misma. El sistema se rompe, se fragmenta. Una sucesión de recorridos diagonales y recorridos en “s” se entrelazan en el interior de la casa. Bien podríamos comparar el gráfico de circulaciones con un mapa de metro de cualquier ciudad.
Líneas que se cruzan, sin un orden aparente y sin ninguna jerarquía. Líneas que se conectan casi en cualquier punto. El ángulo recto, que tan eficazmente se comporta en cuanto a criterios constructivos, no tiene tanto sentido al hablar de la capacidad cinética del ser humano. Cuando caminamos, describimos trayectorias rectas o curvas, enlazando curvas cóncavas y convexas.
Esta diagonalidad que se quiere conseguir en el interior está patente en el magma de soluciones iniciales. Incluso los espacios o estancias de la casa empiezan a organizarse apoyándose en esta diagonalidad. De hecho podemos ver que en un principio, se huye del esquema de zonificación (aunque por otros motivos aparezca en la versión final), situando los dormitorios en posición completamente opuesta dentro de la casa, ocupando dos esquinas no contiguas.
FORMA
El rizoma, por su propia naturaleza y por las características que lo definen, es capaz de generar forma por sí mismo. Pero tan cierto como esto es que dicha forma no está sujeta a ningún tipo de expresión formal predeterminada.
La casa Mora establece su propia forma a partir del sistema que la genera. Las particiones interiores, o la adición de espacios que conforman la casa, guardan una relación homotética con el rectángulo contenedor. Es decir, cada uno de los espacios que conforman la casa son de proporciones idénticas a la gran habitación contenedor que es la casa Mora. Encontramos diversas escalas o grados de intimidad dentro de la escala doméstica, la escala de lo público y la escala de lo privado, y nuevamente se repiten los modelos de organización en todas ellas. La escala de lo doméstico también está formada por una multiplicidad de escalas puestas en relación.
CENTROS Y PERIFERIAS
Desde el inicio del proyecto hay una voluntad férrea de preservar el centro de la planta, la penumbra, para los espacios comunes. Salones, comedor, zonas de usos varios se agrupan en torno a la banda central. De esta forma se recuperan en cierto modo los espacios frescos y en sombra que son los salones de las casas típicas de pueblo. Hacen referencia a aquellos espacios que sin tener un uso específico albergaban todas las actividades que los habitantes de la casa desarrollan en común. Esas habitaciones sin nombre, que por su indeterminación se convierten en los espacios más útiles del hogar. Estos espacios interiores se relacionan entre sí a través de ventanales corredizos o puertas dos hojas, haciendo hincapié a la unión de estos espacios más que a la separación. En cambio se desplazan a la periferia los espacios de recogimiento: los dormitorios. Las piezas del perímetro funcionan como elementos independientes, como pequeñas casas dentro de la casa.
PERÍMETROS
Hemos comentado que el proyecto nace de una idea abstracta, y que las múltiples variantes sufren un proceso de comprobación cuando el elemento abstracto aterriza y se posa sobre el terreno. Veamos cuáles son las repercusiones del asentamiento del sistema en el suelo. Para ello no podemos fijarnos más que en la versión final.
Contemplamos cuatro perforaciones en la planta, cuatro patios que van a matizar los espacios. Curiosamente, tres de ellos se desplazan hacia los bordes. Dos de ellos flanquean la cocina, uno será el acceso y el otro un patio donde comer o charlar a la sombra de una parra. Estos patios perimetrales rompen con la geometría estricta de la gran habitación. El rectángulo puro se convierte en un perfil dentado que atrapa pequeñas porciones del paisaje. También juega un papel fundamental la piscina. Dentro y fuera a la vez. La piscina actúa, además de permitir el baño y la natación, como un colchón térmico en los días calurosos de verano. Podríamos hablar de la piscina como línea de fuga del sistema.
Un elemento entre lo natural y lo artificial que contribuye al cosido del perímetro con el paisaje que lo rodea. Hablando de perímetros, no podemos olvidarnos de las secciones y los alzados. También éstos tienen perímetros. Aunque la casa se desarrolla únicamente en un plano, y todas las relaciones se dan en él, se busca para las piezas menos agraciadas un toque distintivo. De este modo, el hall de acceso y el vestidor, quizá las dos piezas con menor interés dentro del sistema, ganan altura, conformando el perfil de la casa y rompiendo la horizontalidad de la línea de cornisa. Observando la posición en planta de estos dos espacios observamos que los elementos sobreelevados respecto al resto de la casa dibujan una nueva diagonal.

MATERIALES
La casa se debía construir con las más sencillas técnicas de construcción, poniendo valor a las técnicas de acondicionamiento pasivo. Por otro lado, todo proyecto arquitectónico está supeditado a satisfacer tanto las normativas urbanísticas como las inquietudes del proyectista. Las normativas obligaban a construir una casa blanca, y el arquitecto quería construirla de plástico. Llegar a una solución de que cumpliera ambos condicionantes no fue una tarea difícil. La casa se construiría con paneles de policarbonato blanco.
Orientar bien la casa, buscar el sol de forma correcta y aprovechar las brisas se toman como materiales para construir. Si todo esto funciona, ya está casi todo hecho, lo único que falta es proteger el interior de la lluvia y el viento.
De modo que las casa se construiría con lo mínimo. Ni pilares, ni vigas. Muros de tabicón paralelos, el propio esquema espacial se convierte en esquema estructural. Sobre estos muros, unos perfiles para repartir de manera uniforme las cargas. Encima de los perfiles, una chapa metálica, como la de los forjados colaborantes, y sobre la chapa una buena tongada de tierra. La solera de hormigón sería el mismo pavimento. Nada más. Una auténtica chabola. Una construcción sencilla, de mínimos, que deja todo el protagonismo al espacio, los habitantes y los objetos.
SUJETO OBJETUAL
¿Cómo es el sujeto que habita el rizoma? ¿Qué hace en casa? ¿Cómo y con quien la comparte?
UN SUJETO IMPERSONAL
Echemos una rápida ojeada a lo que nos proponían los arquitectos a finales del siglo XX. Las cabañas postestructuralistas contienen los elementos básicos para el día a día, no contemplan el pasado, no hay lugar en ellas para almacenar objetos, recuerdos o vivencias. Únicamente hay espacio para aquellos objetos que nos van a facilitar a mantener nuestra higiene-estética, satisfacer nuestra ansia de información y descansar mínimamente para volver a saltar a la selva urbana. Observando estas “casas” no podríamos averiguar prácticamente nada de la vida de sus habitantes. Incluso más, si el habitar es dejar huella, prácticamente estas casas podríamos definirlas como casas inhabitadas. Se convierten en usos horarios que atravesamos regularmente, sometidas al ciclo de las 24 horas, en los que se nos proporciona las dosis de privacidad que nos hacen coger fuerzas para subsistir en las grandes urbes.
El sujeto deconstructivista no tiene memoria histórica, vive al día. No se prepara para el futuro ni tiene recuerdos del pasado, lo único que le importa es el instante en el que se encuentra. Es una figura poco crítica, en cuanto que acepta sin más mínima queja el mundo que le rodea, no lo cuestiona, simplemente se adapta a él y lo utiliza para sobrevivir, es un parásito del sistema. Es un individuo para el que los valores de memoria, herencia, linaje ó tradición no tienen ningún sentido.
MÁS ALLÁ DE UN SIMPLE ERRANTE
El sujeto que habita la casa Mora es heredero del parásito, nómada o cómo queramos denominarlo. La cliente de la casa Mora es una persona joven, soltera y sin hijos, como la mujer que habita las Pao de Toyo Ito. Por su profesión debe estar en constante movimiento a lo largo y ancho del globo terráqueo. Su vida transcurre de lugar en lugar, pasando estancias cortas de uno o dos meses de ciudad en ciudad. Basilea, Londres, Nueva York, París, Roma, Milan. Todo un nómada. Una persona sin centro de operaciones que se constituye como centro allá donde se encuentra. El sujeto de la casa Mora es una familia en sí misma, una típica familia del siglo XX, el soltero, la familia unipersonal. Pero a su vez el sujeto que nos ocupa siente la necesidad de trascender la figura del nómada, de tener un lugar propio, un lugar para construirse como sujeto, dejar constancia de quién es y alejarse del ritmo frenético que le proporciona su condición de nómada y su profesión. Pero no necesita que este lugar esté ligado al pasado, a su herencia familiar. No es necesario conservar las raíces, puesto que va a crear sus propias raíces a partir de sus vivencias personales. Una casa para pasar las vacaciones, relajarse, reír, soñar, invitar a sus amigos. Una casa donde despreocuparse de todo y entrar en un mundo nuevo. Un poco como Alicia en sus viajes al mundo de las maravillas o a través del espejo.
La casa, los objetos que contiene, las personas a las que da cabida, la luz, la sombra, todos interactúan para crear una atmósfera. La casa no se define de forma autosuficiente, sino que lo hace a través de todo lo que contiene. Y a su vez tanto la casa como los objetos contenidos nos están diciendo quién es su dueño.
La casa Mora será su propia galería de las maravillas donde construir su propio ego. Un paseo a través de la sucesión de espacios que conforman la casa nos bastaría para conocer de buen grado quién quiere ser su dueño en su interior. Los grupos de amigos que la acompañarán en los períodos que habite la casa podrán observar las obras de arte y los recuerdos de los viajes que también habitan la casa; por tanto, además de una casa para construir su propio ego, será una casa para mostrarlo a aquellos seres elegidos, invitados por el coleccionista a compartir sus sueños y sus ilusiones. Habrá lugares de reunión,
pero también lugares de aislamiento, se podrá estar en comunidad o en solitud. La casa rizoma es un organismo complejo, con capacidad suficiente para unir y separar a las personas según la voluntad de las mismas. Capaz de albergar varios hogares discretos y a la vez hacerlos converger a todos bajo un mismo techo.
DEVENIRES
Con la importancia que tienen los objetos en la definición del sujeto, es impensable estudiarlos por separado. Sujeto y objetos se complementan, hasta el punto de no poder entender el sujeto sin sus objetos, o no entender el porqué de los objetos sin conocer a su poseedor. Aquí nos encontramos de nuevo con una relación rizomática, el devenir sujeto de los objetos. La construcción del propio ego en función de cómo se desterritorializa y se reterritorializa en los objetos, o a la inversa; puesto que siempre es posible esta relación de co-implicación.
Y lo mismo podríamos decir de los objetos entre sí. Las piezas de arte de la casa definen el propio espacio construido; y la casa junto con los objetos son un todo. Construcción de la casa mediante la adición: adición de objetos, personas, espacios, recorridos, visuales, y, y, y, y …
UNA PENÚLTIMA REFLEXIÓN…
El siglo XX estuvo muy influenciado por la corriente positivista, y su éxito fue inversamente proporcional al número de corrientes que desencadenó. Cierto es que la casa positivista pecaba de un exceso de orgullo que dejaba a los propios habitantes de la casa un tanto al margen, o incluso exagerando, los convertía en unas piezas más del mobiliario, todo estaba dirigido al triunfo del objeto construido. No había lugar para la privacidad, ni casi tampoco margen para desarrollar todas aquellas actividades domésticas que truncarían las perfectas imágenes congeladas que estamos acostumbrados a contemplar en cualquier libro o revista de arquitectura.
Por otra parte, el final del siglo XX acabó con la destrucción del sujeto y su inmersión y disolución dentro del sistema capitalista, con sus grandes urbes, su consumo desenfrenado y sus relaciones efímeras y banales. El sujeto había perdido su propia identidad, convirtiéndose en un aparato más, o agenciamiento en términos deleuzianos, dentro de la gran máquina capitalista. Un individuo que incluso durante sus períodos de vacaciones y mediante el consumo continuo contribuye a que el funcionamiento del sistema no cese.
Llegado a este extremo, el individuo del siglo XXI, directo sucesor del sujeto deconstructivista, poco a poco va estableciendo una parcela propia donde poder encontrarse a sí mismo, recuperando su identidad propia. Este proceso de reafirmación del yo no puede estar completamente al margen del marco en el que desarrolla su vida, y es por eso que, a través del propio sistema el sujeto va a trazar los mapas que le lleven a encontrar su propia identidad. Estos mapas enlazaran individuos y objetos, desterritorializándose y reterritorializándose los unos en los otros, deviniendo ambos en lo que hemos denominado el sujeto objetual.
Las propuestas de vivienda para el sujeto deconstructivista estaban planteadas en base a mínimos. Pequeños espacios de cobijo que apenas dan cabida a las acciones que el acto de habitar engloba y que, tal vez, hayan tenido su parte de responsabilidad en el bombardeo de viviendas mínimas que hemos sufrido en los últimos años y que tanta polémica han suscitado.
Frente a esta postura proponemos viviendas complejas, mapas que manifiesten el triunfo de lo múltiple, viviendas que sean capaces de satisfacer las necesidades del nuevo individuo que nace heredero del parásito. Un nuevo sujeto que no abandona su condición de viajero o nómada pero que requiere de un lugar propio donde poder construir su ego, acumular aquello que lo define y aquello que lo proyecta hacia un futuro que un día llegará a ser presente.
AMM
El autor es arquitecto por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Valencia y Master en arquitectura Laboratorio de la Vivienda del siglo XXI por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona. Actualmente reside y desarrolla su actividad profesional en Barcelona.
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Número 52 I Arquitectura de las ciudades
El espacio de la ausencia I La Plaza de los Héroes del Ghetto en Cracovia I Fredy Massad y Alicia Guerrero Yeste
Número 39 I Arquitectura de las ciudades (II)
La ampliación del Museo Te Papa I UN Studio interviene en el frente costero de Wellington. I Marcelo Corti
Número 39 I Arquitectura de las ciudades (I)
Las trampas lógicas de Emmanuel Pimenta I Todavía no vivimos en un mundo de libertad. I Fábio Duarte
Número 37 I Cultura de las ciudades
Energía, Catástrofe, Cybercafé I Algunos indicios de la urbanidad contemporánea. I Marcelo Corti
Número 28 I Arquitectura de las ciudades
Crisis de las matrices espaciales I Reflexiones a partir de un libro de Fábio Duarte. I Marcelo Corti
Número 4 I Proyectos
Conexiones vivientes en Brescia I Metrogramma y una propuesta integradora y contemporánea para la ciudad lombarda. I Andrea Boschetti