Resulta tentador restringir el análisis del Concurso de las “20 Ideas para Buenos Aires”, veinte años después de su realización, a haber sido la expresión porteña de una visión fragmentaria y postmoderna del desarrollo de la ciudad. Lo fue, hay que decirlo, y ese carácter puede retrospectivamente cuestionarse (como coartada intelectual de la fragmentación híper-capitalista de la ciudad, que es lo que ahora sabemos que encubría la idea de “ciudad por partes”) o justificarse, si se lo entiende como una reacción epocal a los fracasos de la planificación omni-comprensiva y la monofuncionalidad urbana. Algo de ambas cosas podrá aparecer en este texto, pero en realidad procuro usar el recuerdo de las 20 Ideas para reflexionar sobre dos aspectos que considero de interés:
- Las particularidades del momento histórico en que se realiza el concurso;
- La fuerza de las ideas en la determinación del desarrollo de la ciudad.
El concurso de las 20 Ideas para Buenos Aires es convocado en 1986, durante la anodina Intendencia de Facundo Suárez Lastra y siendo Jacobo Fiterman el Secretario de Obras Públicas de la Ciudad. Fue en el marco de un Programa de Cooperación con la Comunidad Autónoma de Madrid, coordinado por Eduardo Leira dentro de un marco definido por el Instituto de Cooperación Iberoamericano. Un concurso similar, las 50 Ideas para la Recuperación de Madrid, se había realizado en la capital española en 1982, siendo Leira Director Técnico de la Oficina del Plan.
Como datos de contexto político y disciplinario, cabe resaltar: presidencia de Alfonsín, vigencia de un ideario socialdemócrata, con la transición española a la democracia como modelo de modernización política post-dictadura, precaria situación económica con la crisis de la deuda externa, las primeras debilidades del Plan Austral y un marcado desfinanciamiento estatal para el planeamiento y la obra pública (en el marco de la caída del Estado Benefactor). El Plan Director de Sarrailh y Odilia Suárez cumplía sus 25 años; por un lado resultaba evidente el agotamiento de su horizonte temporal y, por otro, los aires de la arquitectura y el urbanismo se orientaban hacia otras vertientes (en la España referente operaban como paradigmas de intervención la acupuntura urbana, la descentralización política y la democratización del espacio público; aun faltaban 6 años para las Olimpíadas de Barcelona). Los intendentes de la Dictadura, Cacciatore y (como mero “final de fiesta”) Del Cioppo, habían realizado apenas unos años antes un sistemático despilfarro de las arcas públicas y proyectos de diversa factura convergentes en el ideario del “hacer”, el “ennoblecimiento” de la ciudad y, en general, los delirios de la razón de derecha: demolición de sectores enteros de la ciudad para construir autopistas elevadas, desalojo forzado de villas de emergencia y en especial las del norte de la ciudad (Retiro y las nunca retornadas de Belgrano y Colegiales, donde se instrumentaron sendas urbanizaciones especiales), el malogrado Ensanche del Area Central (cuya herencia es hoy la Reserva Ecológica), el desalojo del Gasómetro, el Parque de la Ciudad, un frustrado proyecto de relleno costero, etc. También, la sanción del instrumento normativo del Plan Director: el Código de Planeamiento Urbano de 1977, que con innumerables modificaciones persiste hoy como el marco normativo de la construcción de la Ciudad.
Agotado (aunque, como hemos sostenido en la nota recordatoria de Odilia Suárez, de ninguna manera irrealizado) su Plan, estructuralmente modificada por la ideología cacciatoresca, e incluso marcada por la incertidumbre sobre su futuro rol político debida al contemporáneo anuncio del traslado de la Capital al sur del país, Buenos Aires tenía al menos la oportunidad de debatir algunos aspectos parciales de su desarrollo urbanístico. Este “al menos” tiene un barniz consolatorio, pero también introduce una dimensión alternativa: en un contexto de desfinanciamiento económico para la obra pública y de agotamiento ideológico del paradigma urbanístico anterior, la dimensión fragmentaria del Concurso de las 20 Ideas permitía aventurar futuros desarrollos posibles de algunas áreas estratégicas de la ciudad.
Las Bases del Concurso, confeccionadas por Dardo Cúneo (entonces presidente del Consejo de Planificación Urbana) presentaban una prolija síntesis de la evolución urbanística de la Ciudad y de los diversos planes generales y parciales que la habían tenido como objeto. Entre las hipótesis básicas para una estrategia proyectual, se mencionan la recuperación de la identidad urbana, la reconstrucción del paisaje urbano, la recuperación y formalización del espacio público, el “freno de la disección evitando el zoning monofuncional” y la creación de instrumentos de regulación adecuados (entre los que se mencionan la creación de un banco de tierras, el tratamiento de las plusvalías, la desburocratización, descentralización y la participación ciudadana). La redundancia que muestran las otras hipótesis respecto a las ya citadas resulta muy clarificadora respecto a la ideología urbana del Concurso: integración en cambio de dispersión, recuperación del sistema vial como paisaje y como lugar urbano, determinación y diseño de los bordes del fragmento urbano, determinación de fragmentos urbanos Ciudad – Región, integración del tejido urbano periférico, recuperación de la urbanidad barrial, utilización del patrimonio acumulado, reconsideración del papel de la arquitectura como señalador de la identidad urbana.
Revisando las áreas de intervención propuestas por las Bases (que las caracteriza por “su falta de estructuración urbana-arquitectónica”) y los trabajos ganadores, encontramos buena parte de las cuestiones urbanas que marcarían el debate y la gestión en los años posteriores.
La renovación de Puerto Madero aparece anticipada en varios trabajos, aunque en todos ellos como parte de un avance de la Ciudad sobre el Río (vale recordar que en aquel entonces el área conservaba más la memoria del frustrado Ensanche que el imaginario socio-cultural de la incipiente Reserva Ecológica). Clorindo Testa avanza desde La Boca con una suerte de megaestructura polifuncional; Alberto Alvarez, Otero, Ferro y Paladino proponen un “contundente y definitivo remate sobre el río” del eje monumental de la Avenida de Mayo; Marchetti y otros reivindican la idea de Ensanche, aunque con especial acento en las intervenciones sobre el sector Este de Puerto Madero. Otros trabajos reivindican especialmente la recuperación del contacto con el río: Schaffner, Mármora y Martínez proponen una intervención topográfica que oculta los docks tras una contra-barranca artificial; Rita Schalen se limita a espejar la Costanera Sur sobre el lado este de la Laguna de los Coipos.
En la propuesta de Tony Díaz es perceptible la fuerza del croquis corbusierano de la Cité des Affaires, aunque en este caso destinado a un casi surrealista espigón costero. Fontana, Pastor y Corti proponen conectores perpendiculares que superan las barreras urbanas y se internan en el Río como muelles: la propuesta se extiende en todo el desarrollo ribereño y explicita que “La Ciudad llega al Río”, planteando así la idea de una intervención integral sobre el frente costero.
El aún en discusión Proyecto Retiro se adelanta tímidamente en las intervenciones que abordan el tema del “Paredón de Retiro” (sic). Quizás es este el mejor ejemplo de la timidez conque los responsables del planeamiento porteño afrontaban una cuestión infraestructural de compleja significación. Los proyectos del Estudio Solsona; Feferbaum y otros; y García y Morzilli, se restringen, siguiendo el programa, a unas intervenciones de oficinas sobre el borde este de la Avenida del Libertador, sin abordar la cuestión de las parrillas ferroviarias. En cambio, Antonini, Schon, Fervenza y Hall operan sobre la totalidad del área, con la intención de hacer desaparecer “esa valla urbana”.
El equipo de Alfredo Garay propone una Municipalización de la Ciudad, alternativa a la Descentralización (la memoria descriptiva publicada no amplía los términos de esta oposición). Se considera el respeto de las identidades históricas, la necesidad de institucionalizar la participación ciudadana y de promover una adecuada coparticipación entre los Municipios así definidos, y se adelanta el reclamo por la elección directa del intendente que resolvería la Reforma Constitucional de 1994 (todo en el marco del referido proyecto de traslado de la Capital).
Los proyectos plantean también la recuperación de la Avenida de Mayo (Taller Solsona, con Hunter, Bouzada, Schanahan, Simoni y Rud) que luego se intentará en el Programa PRAM, e identifican otras áreas de oportunidad o de recuperación de espacio público: el predio del Mercado de Hacienda en Mataderos, el boulevard García del Río en Saavedra y Núñez (González Ferrari y Larosa; Dodero y otros), las Plazas de Once (Mermoz y otros; García Soria y Campanga Pérez) y Flores (Arregui, Chiurazzi y Díaz), el espacio cultural y paisajístico de la Recoleta (Lepera y Vázquez Mansilla). Dentro de esta lógica se inscribe el tratamiento del tajo abierto por la traza de la frustrada autopista AU3 (Crespo, Lebrero, Miranda y Martini; Lisman y Murgía; Cátedra Varas con Dahl Rocha, Feferbaum y Naszewski): curiosamente, dada la intención “acupuntural”, o no (si se considera el temor reverencial a encarar grandes proyectos urbanos o abordar las cuestiones infraestructurales más profundas), no se aborda un tratamiento de la autopista efectivamente construida por la dictadura, ni de las conexiones de la incipiente red. Tampoco son objeto de reflexión alguna las infraestructuras ferroviarias (es cierto que aun funcionaban la mayoría de las líneas nacionales), portuarias y aeroportuarias, ni la cuestión del Riachuelo.
Se encara, sí, el destino de áreas como Barracas (Cátedra Erbin Lestard; Bugni y otros) y Agronomía – Warnes (Ferrari y Larrosa, Blinder, Janches y Faena, Catedra Varas). En Palermo Viejo, Hampton y Rivoira proponen un abordaje de “pequeñas intervenciones urbanas” para un barrio que todavía podía ser descripto adecuadamente como “periférico de baja densidad, alternativa residencial, recreativa y de trabajo”.
La influencia de las 20 Ideas sobre la evolución posterior de la Ciudad debe buscarse en el difuso campo de los imaginarios urbanos más que en realizaciones concretas. Por un lado, la propia endeblez conceptual y gestionaria de la Intendencia, unida a los primeros estertores de privatización y comercialización del espacio público (las concesiones de Coconor y Costa Salguero son prácticamente contemporáneas al Concurso e implican al menos una década de demora en el objetivo de recuperación costera) tornan ilusoria cualquier posibilidad de desarrollo posterior de las Ideas.
Por otro lado, la casi inmediata crisis del alfonsinismo y de los gobiernos locales radicales en la Ciudad y la Provincia significaban la proximidad de otros tiempos políticos en marcha, luego concretados con el ascenso menemista y la sucesión de proyectos e intervenciones de distinto tipo sobre el espacio urbano. En ese devenir, no interrumpido con la autonomía lograda finalmente en 1996, se evidencian las limitaciones y las trampas del enfoque fragmentario. Según Adrián Gorelik, “…las críticas al proyecto homogeneizador se volvieron funcionales, en infinidad de proyectos de ‘renovación urbana’, a la defensa del nuevo status fragmentado de la ciudad; la ‘arquitectura de la ciudad’ se convirtió en coartada para la creciente diferenciación de las partes; el pluralismo y la descentralización devinieron en argumento exclusivo de las virtudes del mercado frente a las aspiraciones de la regulación modernista” (Figuras urbanas, en Punto de Vista número 47, diciembre de 1993, recopilado en Miradas Urbanas).
Sería sin embargo simplista reducir el papel de las 20 Ideas a un preludio más o menos ingenuo para la fragmentación privatizadora. Desde la pregunta por la articulación entre plan y fragmentos (no dilucidada ni en el Plan Director ni en el aun vacante Plan Urbano Ambiental), hasta la constancia de la aparición de determinadas cuestiones en el debate urbanístico, resulta evidente el poder que el debate sobre la Ciudad tiene sobre sus desarrollos.
Temas ausentes en las 20 Ideas, como la cuestión de la vivienda social, las consecuencias del Código de Planeamiento Urbano sobre él tejido urbano (por ejemplo en la discusión sobre las torres) y las condicionantes medioambientales (espacios verdes, inundaciones, etc.) son hoy parte de debates que, con seguridad, se prolongarán en los futuros desarrollos urbanos.
No es seguro, eso sí, la forma en que lo harán, con que deseos coincidirán, y mucho menos, si el cumplimiento de esos deseos traerá algo de felicidad: “ten cuidado con lo que deseas en tu juventud porque lo conseguirás en tu madurez“, decía Goethe. Y ejemplifica Bioy Casares: “las mujeres deseadas y los ideales, ¡ay!, se alcanzan“…
Sobre el Plan Director de Buenos Aires, ver también en café de las ciudades:
Número 49 I Cultura de las ciudades
Odilia Suárez I Cuando tuvimos Plan… I Marcelo Corti
Sobre Palermo:
Número 28 I Lugares
La preocupante boludización de Palermo Viejo I De la recuperación barrial al snobismo gastronómico. I Carmelo Ricot
Número 35 I Tendencias (II)
El Nuevo Orden Palermitano I Comienza la fase de post-boludización. I Carmelo Ricot
Sobre el Plan Urbano Ambiental:
Número 21 I Planes
El Plan Urbano Ambiental de Buenos Aires I Origen y situación actual. I Rubén Gazzoli
Número 55 I Planes de las ciudades
Andar con pensamiento I Ciudad y urbe en tiempos del Bicentenario I Mario Sabugo
Número 56 I Política de las ciudades
La necesidad de políticas territoriales I Asuntos pendientes de Buenos Aires. I Marcelo Corti
Sobre el Código de Planeamiento Urbano:
Número 54 I Política de las ciudades
Las políticas urbanísticas en su laberinto (II) I El Código de Planeamiento Urbano de Buenos Aires o la quimera de la Planificación: la densificación vertical de la Avenida Pedro Goyena, en Caballito y Flores. I Daniela Szajnberg y Christian Cordara
Número 53 I Política de las ciudades (I)
Las políticas urbanísticas en su laberinto (I) I El Código de Planeamiento Urbano de Buenos Aires o la quimera de la Planificación: la densificación vertical de la Avenida Pedro Goyena, en Caballito y Flores. I Daniela Szajnberg y Christian Cordara
Número 47 I Planes de las ciudades
Cómo cambiar de una vez por todas el ya agotado (y además confuso) Código de Planeamiento Urbano de Buenos Aires I Apuntes para una normativa urbana (III). I Mario L. Tercco
Y sobre Adrián Gorelik:
Número 25 I Cultura
Miradas sobre Buenos Aires I Historia cultural y crítica urbana en el último libro de Adrián Gorelik I Mario L. Tercco
Fuentes: Publicación “20 Ideas para Buenos Aires”, Comunidad de Madrid y Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires; summarios 119