Hace unos días se conoció a decisión del jurado del concurso para el área parisina de Les Halles. El primer premio, otorgado al proyecto del arquitecto local David Mangin, ejemplifica la dificultad que implica resolver ciertos grandes proyectos urbanos en la ciudad contemporánea. Como bien señala la nota de Claire Gaillard en Arch`it, “entre la razón y la audacia, el jurado ha preferido una solución ´realista y sostenible´, tal como Bertrand Delanoe ha definido al proyecto“. Según el alcalde de París, este proyecto clásico y mesurado tiene la cualidad de ser el menos traumático para los parisinos. Todo esto, tras un concurso mediático que estuvo durante meses en el centro de la atención del público y de la crítica (con numerosos artículos en la prensa internacional y más de 120.000 visitantes a la muestra en Les Halles).
Gaillard justifica esta elección en el recuerdo de la “obra sin fin” de fines de los setenta, que había dejado por más de 20 años un vacío en el corazón de la ciudad (incluyendo un recordado concurso de ideas con profusión de proyectos al gusto de la época). Esto habría llevado al Ayuntamiento a dar atención prioritaria a las opiniones de los comerciantes y residentes, mayoritariamente inclinados por el proyecto que preveía tiempos de obra más breves, menores costos y menor visibilidad.
Así es que “un proyecto sin potencia ni personalidad arquitectónica” logró superar a los trabajos de Rem Koolhaas, Jean Nouvel y MVRDV. Gaillard reconoce las enormes dificultades de realización (y aun de comprensión) que caracterizaban al proyecto de MVRDV, con una plaza de vidrio (un “vitraux“, según el holandés Winie Maas) suspendida sobre el área de intervención, y la fuerte ruptura del paisaje urbano implícita en el proyecto de Nouvel. Pero en cambio lamenta la eliminación del proyecto de Rem Koolhaas, “ambicioso y original“, en el que una decena de torres de vidrio coloreado asoman de una galería subterránea. Este proyecto contó con la aprobación masiva de la crítica y los profesionales, e incluso con la preferencia del Jefe de Urbanismo parisino Jean-Pierre Caffet y del propio Delanoe, seducido por la idea de un “cañón”que resolvía la relación entre las superficies a nivel de la calle y los espacios subterráneos.
El proyecto ganador, en cambio, fue sostenido por el jurado y los vecinos del barrio, en su mayoría comerciantes. Para Gaillard, se trata de una intervención modesta que prevé un jardín tradicional ordenado sobre el eje perspectívico existente, y un “cuadrado de vidrio suspendido sobre un espacio comercial ordinario. Una propuesta simple, fácil de comprender, fácil de realizar, que no molestará demasiado la cadencia de la vida económica de uno de los más grandes espacios comerciales del mundo. Bien por el aspecto económico, y por la actividad comercial. ¿Pero donde está el espíritu del lugar, el deseo de una arquitectura capaz de imaginar, encarnar y preconizar identidades colectivas, como en su momento hizo Beaubourg?“. Gaillard tiene la impresión de que se ha elegido de modo parcial y sin audacia, con más atención a las presiones comerciales que a los méritos arquitectónicos o urbanísticos.
Este episodio de Les Halles se suma a otros recientes casos “difíciles” de proyectos urbanos en grandes ciudades, como los enredos entre bambalinas del proyecto Libeskind para el Ground Zero del WTC neoyorquino, o la decepcionante banalidad de las intervenciones urbanas para el Fórum 2004 de Barcelona.
El dinamismo y celeridad de la gestión para rehabilitar el Bajo Manhattan (dinamismo y celeridad que se explican en el contexto de una clara voluntad política que supera la escala de la ciudad y de la nación) no ha estado exento, ni probablemente lo estará, de idas y vueltas. Las que surgieron al conocerse los primeros y rápidamente desechados esquemas de reconstrucción, por ejemplo, pero especialmente el culebrón por la superficie de oficinas requerida por el concesionario Larry Silverstein. La incorporación del SOM Gordon Childs y el rediseño de la Torre de la Libertad son consecuencias directas de esta pelea, los reclamos de los familiares de las víctimas del 11-S son otra vertiente conflictiva de esta epopeya urbanística en curso en New York.
En el caso de las operaciones barcelonesas del Besós, la novela pierde dramatismo pero gana algo de glamour con el “discreto encanto” de la administración comunal socialista y sus adversarios por izquierda, por derecha… y por dentro. La discusión sobre los roles del área y sobre el destino de Barcelona se recorta contra el fondo de los cuestionamientos al Modelo Barcelona y las consecuencias de la ¿burbuja? inmobiliaria española.
Mientras que en los `80 se consideraba a los proyectos urbanos como la única forma posible de intervención sobre la ciudad (la propia Barcelona con su acupuntura urbana y sus posteriores y más ambiciosos proyectos olímpicos, la Bicocca milanesa, los Docklands londinenses), los ´90 trajeron el desencanto con una forma de intervención que se empezó a considerar como un eco de la fragmentación social en curso y de la hegemonía del neoliberalismo. Ya parece superada la “estrategia Guggenheim” para “poner-a-nuestra-ciudad-en-el-mapa” de la economía global. El Fórum de Barcelona y la nueva Alexanderplatz de Berlín parecen melancólicos recuerdos de una ideología urbana en crisis.
En el comienzo del siglo XXI parecen más cotidianas las discusiones técnicas, institucionales y mediáticas sobre la naturaleza política de la intervención en la ciudad. Esto no quiere decir que esté superada, ni mucho menos, la oportunidad de los grandes proyectos urbanos: ocurre que estas intervenciones deben ahora ser resueltas en amplias mesas de discusión, donde a los actores tradicionales (las autoridades políticas, los técnicos, los grupos empresarios) se suman nuevos actores con intereses de todo tipo, muchas veces contrapuestos a los anteriores e incluso entre sí, y muchas veces preocupados por solo un aspecto de entre los múltiples implicados en esta clase de proyectos.
Así, aun cuando la gestión de Delanoe se caracteriza por la aplicación de novedosos y audaces mecanismos de participación ciudadana (como lo fue la encuesta sobre el Plan Local de Urbanismo que se realizó hace pocos meses) los resultados en el caso de les Halles no han llevado una similar capacidad de innovación al terreno concreto de los proyectos. Maurizio Marcelloni explica estas nuevas dinámicas en su nota de este número de café de las ciudades; quizás este nuevo escenario es el que tiene presente cuando en otros ámbitos señala con respecto al Plan Regulador de Roma la necesidad de avanzar al mismo tiempo en el plan general y en los proyectos particulares.
El problema es que no siempre estos múltiples intereses son compatibles: ni siquiera resulta sencillo englobar las distintas visiones parciales en una visión integral y superadora. Los resultados oscilan entre las soluciones de compromiso, la adopción de las pautas de las minorías militantes, o el abandono de áreas de la ciudad al mercado. Si bien Raquel Rolnik lo dice con respecto a la realidad urbana latinoamericana, bien distinta en problemas y en recursos a los casos que hemos mencionado en esta nota, se aplica a esta situación su pedido por un “buen pensamiento” urbano integral, que supere e integre la especificidad de las “buenas prácticas”.
Ver la nota Un izionale e un centro commerciale ordinario per Les giardino trad Halles, de Claire Gaillard, en la excelente revista digital italiana Arch´it, de Marco Brizzi.
Ver el sitio Web del Concurso para el área de Les Halles.
La seducción del Marais, de Mariona Tomàs y Josep Alías, y El Plan Local de Urbanismo de Paris, de Josep Alías, en los números 13 y17, respectivamente, de café de las ciudades.
Sobre las dificultades del urbanismo contemporáneo, ver la nota El Urbanismo: una disciplina border line de frente a poderes inciertos, de Maurizio Marcelloni, en este número de café de las ciudades.
Sobre el proyecto para el Ground Zero, ver entre otras las notas ¿Qué hacer en el Ground Zero?, El Ground Zero va mejorando, Belleza y poesía en tiempos de furia y Ground Zero x 2: luces de Spike Lee, sombras de Libeskind en los números 0, 3, 7, y 8 respectivamente, de café de las ciudades.
Sobre el área del Fórum 2004 de Barcelona, ver las notas 1,2,3, ¿muchas Barcelonas…? y Certezas de incertidumbres en el número 24 de café de las ciudades