Fotos del Marais en París por Mariona Tomàs y Josep Alías
Al doblar la esquina te encuentras con otra realidad. Acabas de abandonar el barrio judío y de repente te encuentras en el núcleo gay de París. Como en todas las ciudades, se puede encontrar una zona de especialización en comercios y establecimientos de restauración de y para gays. En este caso se concentra alrededor del eje de la Rue des Archives y atraviesa las principales calles del barrio judío. La proliferación del barrio gay ha sido uno de los motores de revitalización y de gentrificación del barrio. Las terrazas de los restaurantes llena de gente el barrio a todas horas a pesar de los altos precios que anuncian las pizarras, los cuales fluctúan a lo largo del día en relación a la cotización de la lechuga en Wall Street. Sin embargo, y a pesar de los precios, París bien vale un kirsch (aperitivo típico parisino, mitad licor de cassís y vino blanco de aguja, un poco gaseoso; también está la variedad kirsch royal, que en lugar de vino, contiene champagne brut). Sorprendido del contraste, te adentras a la zona comercial del barrio. En tres cuadras puedes consumir la cuota de cultura necesaria para cualquier turista. Es necesario hacerlo. Todos los turistas, aunque nos auto nombremos viajeros, sabemos que al volver deberemos justificarnos y pasar cuentas de lo que hemos aprehendido. Para hacerlo, necesitamos pruebas materiales (postales, fotos, libros, entradas), para convencer al auditorio. Y sobre todo, deberemos descubrir algo que ninguno de nuestros semejantes, que han pisado el mismo suelo, hayan prestado atención. A veces hasta dejamos volar nuestra imaginación y creamos aventuras que nunca sucedieron…
El Marais te ofrecerá todos los productos de la globalización localizada: un museo Picasso (¿cuántos hay repartidos por el mundo?); un museo de la historia de la ciudad, el Carnavalet, cuya boutique de souvenirs convierte el contenido histórico en el de cualquier ciudad; el Museo del Judaísmo, de la caza y la naturaleza, la biblioteca histórica de la ciudad de París, el Museo de la Historia de París y los Archivos Nacionales. ¿Qué es lo que le otorga al Marais su peculiaridad? La debes buscar en sus placitas, sus rincones. Decenas de plazas de pequeñas dimensiones saltean el barrio para invitar al parisino ajetreado a llegar tarde a su cita. Como dijo Balzac: “Se promener, c’est végéter; flâner, c’est vivre”.El comentario completo, traducido al español, es que “la mayor parte de las personas se pasean por París de la misma manera que comen, que viven, sin pensar… ¡Oh! ¡Errar en París! adorable y deliciosa existencia! Flânner es una ciencia, es la gastronomía del ojo. Pasear, es vegetar; flânner, es vivir” (Balzac, Filosofía del matrimonio).
Otro elemento que le da carácter al paseo es aprovechar que las puertas de los edificios se cierran lentamente y escabullirte para contemplar y escuchar los “cours” o patios. En ellos podrás aprehender la esencia de la discreta burguesía – bohemia parisina.
La historia urbanística del barrio le confiere un carácter fortuito. Su nombre viene de “maraîcher”, “hortelano”, y hace referencia a su origen agrícola, aunque algunos, como el editor de café de las ciudades, sostienen que en realidad proviene de “marisma” o pantano, por ser en su origen una zona inundable afectada por las crecidas del Sena. Pero Eric Hazan (L’invention de Paris, Ed. Seuil. pag 73) dice: “Cuando se trata del barrio parisino, marais significa región de “huerto de hortalizas” (jardin maraicher) y no pantano (marécage).”
A partir del siglo XII se construyeron grandes palacios, entre los cuales, el “Temple”, la sede central de la orden militar de los Templarios. La progresiva parcelación de los huertos del Templo, dio lugar al Marais de los artesanos. Por otro lado, el palacio de Tournelles dio lugar a la plaza más antigua y más elegante de París, la Plaza Real o des Vosges, construida por Enrique IV, el urbanista, a principios del siglo XVII. Él mismo estuvo tentado de crear en el mismo barrio la mayor plaza de París. Los límites de la plaza todavía son reconocibles en la trama urbana. De no haber muerto a tiempo y haber llevado a cabo este proyecto, la fisonomía de París a buen seguro habría sido otra muy diferente a la que conocemos.
El corazón del Marais es un entresijo de calles que desembocan los sedimentos, en forma de personas, en la rue de Saint Antoine y Rivoli. Si puedes tomar más impulso y cruzar Rivoli, podrás llegar hasta el Pont Marie, puerta de l’ Île Saint Louis, donde poder continuar con la observación pasiva.
La historia humana del Marais habla de un barrio artesano invadido por la inteligentzia barroca y, a partir de la revolución, por una población pauperizada. No es hasta los ochenta que los modernillos descubren un barrio asequible y que se adapta a las necesidades de la nueva estructura “familiar”. A partir de ahí, el barrio se llena de galerías y de talleres artesanos de objetos de dudosa utilidad, pero coherentes con una sociedad postmaterialista, por no decir trivial.
Actualmente, el barrio se ha convertido en una zona exclusiva de París donde habitar supone una ostentación y consumir, un lujo. Aún así, el flânneur de bajo poder adquisitivo (que los hay, aunque en minoría) puede dejarse seducir contemplando el espectáculo humano… desde el banco de una plaza.
MT y JA
De Mariona Tomàs y Josep Alías, ver también las descripciones de Lisboa y Palermo en los números 2 y 4-5 de café de las ciudades.