Richard Florida, creador del concepto de “ciudades creativas” que tanto impacto tuvo en el debate urbano del temprano siglo XXI, ha publicado en Twitter un temprano pero interesante hilo sobre las consecuencias territoriales que tendrá la amenaza mundial del coronavirus. Florida vincula esta crisis sanitaria a su preocupación más reciente: la desigualdad económica entre las grandes metrópolis y las ciudades de mediana o pequeña población (la “nueva crisis urbana”).
Sostiene el planificador urbano estadounidense que esta amenaza sanitaria podría hacer más que la economía o la política para resolver la desigualdad espacial. “El mercado se está ajustando lentamente”; las empresas y trabajadores calificados comienzan a alejarse de los grandes centros tecnológicos, “pero no lo suficiente como para marcar una diferencia notable”, ya que las compañías y profesionales exitosos pueden “pagar para mantenerse agrupados”, lo que a su vez genera la expulsión económica de los menos favorecidos. Ni la historia de las políticas urbanas federales ni mucho menos la presidencia de Trump hacen pensar en un escenario en que estas tendencias se reviertan.
El coronavirus pone en marcha una dinámica diferente. La densidad y el agrupamiento (“la conexión en red y el contacto cara a cara”) estimulan la productividad de las empresas y profesionales pero también estimula la transmisión de estos virus. “Las compañías tecnológicas ya están cancelando conferencias y promueven el trabajo desde el hogar de sus empleados –cita especialmente el caso de Seattle. “La amenaza de tales pandemias crea una dinámica donde la descentralización y desconcentración de las inversiones es importante para la capacidad de recuperación económica de estas empresas tecnológicas líderes” y las alienta a distribuir sus inversiones e instalaciones en ciudades pequeñas y medianas.
Según Florida, “trabajar desde casa ayudará. Pero lo que realmente haría a estas empresas y a nuestros sistemas de innovación mucho más resistentes es extender estos grupos tecnológicos e instalaciones tecnológicas a ciudades y regiones más pequeñas. Un sistema tecnológico que esté más distribuido geográficamente sería mucho más capaz de hacer frente a la interrupción que surge de este tipo de pandemias”. Si bien la lógica económica de la innovación y el talento induce a la concentración, la preocupación por la salud y bienestar humano puede impulsar en cambio la desconcentración. Y como las empresas “tienen mentalidad de rebaño, una vez que una haga esto, otras probablemente la seguirán”, ayudando entonces a conformar una geografía económica más equilibrada.
La argumentación de Florida es intelectualmente atractiva pero aparece en una etapa demasiado temprana de la expansión del virus como para, además, ser considerada una hipótesis sólida. Ya en 2001, luego del atentado a las torres gemelas de Nueva York, se especulaba con que la amenaza global del terrorismo induciría a una desconcentración de la economía sobre el territorio, fenómeno que nunca se produjo (las ciudades se dispersan y se expanden más que su población, pero las actividades que comandan la economía global se concentran en los grandes centros urbanos). No obstante, la prédica por la regeneración urbana y económica de las pequeñas ciudades e incluso las áreas rurales puede ser una de las tendencias globales que se disparen a partir de esta u otras enfermedades con vocación pandémica (muy especialmente, los argumentos a favor de decrecimiento como estrategia social y ambiental). El tiempo dirá…
MC
Ver la página web de Creative Class Group, la empresa global de consultoría urbana creada por Richard Florida.
Sobre dispersión, centralidad (y una pregunta: ¿de quién es la ciudad?) ver la entrevista a Saskia Sassen: una visita guiada a la Ciudad Global, en nuestro número 10.