“¿Qué elementos, qué intentos de articulación se están dando entre el espacio de los lugares y el espacio de los flujos como intento de crear sistemas de comunicación?”
Manuel Castells (1998)
Introducción
La presente reflexión gira en torno a la comprensión de la relación entre ciudad y comunicación, base sustancial para conformar un sistema global de intercambios informativos. Se trata de una hipótesis que busca entender las articulaciones e interacciones que emergen desde el interior de un territorio específico –la ciudad– hacia un espacio global, dando paso a una superficie informativa desterritorializada pero integrada.
Para que ello ocurra hay dos determinaciones evidentes: hoy las ciudades no están exclusivamente vinculadas a un territorio inmediato (ciudad/campo o región metropolitana) sino a otras ciudades, formando un sistema urbano que trasciende el espacio de un Estado nacional. Y, por otro lado, se vive la cuarta revolución industrial con el big data, los algoritmos, la robotización, el internet de las cosas, que producen una integración a todo nivel en tiempo real. Hemos llegado a la dinámica de la instantaneidad total.
El fundamento de este punto de partida se sustenta en dos dinámicas claras: la desarrollada por Marc Augé (2007, p38) cuando señala que: "Por un lado, el mundo constituye una ciudad (…) y, por otro lado, que esta gran ciudad constituye un mundo". Y la impulsada por Mandoki (2006, p13) cuando afirma que “comunicare es una puesta en común o una unión entre uno y otro” lo cual deviene en que, etimológicamente, comunicación se origina en el latin cum que significa "con" o "junto a" y unio "unión". Dos categorías poderosas que hoy se encuentran vinculadas entre sí.
Para este trabajo las preguntas que lo guían son: ¿cómo se manifiesta la articulación entre ciudad y comunicación? ¿Cómo, a partir de dicha articulación, la ciudad se transforma en un sistema global de comunicación?
La ciudad y la comunicación, una relación intrínseca
Jesús Martín-Barbero (1998) afirma que en el universo todo comunica; lo cual conduce a la necesidad de analizar comunicativamente los fenómenos. En este sentido, si el todo tiene componentes comunicacionales, ello supone que sus partes están puestas en común –unir–, esto es, integradas. De allí proviene la necesidad de reflexionar “la comunicación humana como un proceso histórico, simbólico e interactivo, por el cual la realidad social es producida, compartida, conservada, controlada y transformada” (Rodrigo-Alsina, 2001, p.46).
La ciudad, al ser nuestro objeto de análisis comunicacional, contiene sujetos, medios, mensajes y procesos de flujo permanente e integrado de información, funcionando a dos niveles: el comunicacional (información, interacción) y el de la representación (significados y discursos).
Desde esta perspectiva, la ciudad actual se convierte en el espacio con mayor densidad de objetos, fenómenos, relaciones e interacciones sociales, lo cual deviene en el principal soporte territorial de articulación y comunicación, bajo múltiples determinaciones (sociales, culturales) y escalas territoriales (local, nacional, internacional). En esta perspectiva, hay que resaltar la siguiente afirmación:
“…la ciudad es un espacio de interacción comunicativa donde confluyen y se densifican múltiples hechos sociales que suelen entrar en conflicto y que tienen lugar inicialmente en el marco de la propia urbe (fenómeno intraurbano), y posteriormente, dadas las características de la ciudad contemporánea en el contexto de las relaciones de las urbes globales (interurbanas)” (Carrión y Benítez, 2020 p.32)
De esta manera, la ciudad se convierte en un complejo comunicacional único, donde se articulan los emisores, los mensajes y los receptores que, a su vez, son masivos, múltiples, simultáneos e incluso contradictorios, lo cual conforma un espacio de tensión comunicacional muy poderoso. Más aún cuando la ciudad concentra la mayor cantidad de los emisores y receptores de mensajes; esto es, de la población que opera como prosumidora (Alvin Toffler ideó el término "prosumidor" cuando hizo predicciones sobre los roles de los productores y los consumidores. Publicado en Toffler, A. (1980). La Tercera Ola. Plaza & Janes Editores) o sea, como productora y consumidora de comunicación. En América Latina, en el momento actual, el 83% de sus habitantes moran en las urbes, para convertirse en el continente más urbanizado del planeta.
Adicionalmente en las ciudades existe una concentración de emisores de mensajes de variada índole, entre los que se pueden mencionar a los siguientes: 1. los medios formales de comunicación como la imprenta, la prensa, la radio, la telefonía y la televisión; 2. las redes sociales sostenidas por las plataformas de Twitter, Facebook, WhatsApp e Instagram, entre muchas otras más; 3. los lugares especializados en la concentración de información, tales como las bibliotecas, los museos y los archivos; 4. las terminales terrestres, los puertos, los helipuertos y los aeropuertos; 5. los edificios de cualquier índole (vivienda, comercio) que sean (públicos, privados) y de distintos momentos históricos (monumentos, patrimoniales); 6. las infraestructuras, las plazas, los parques y las calles; 7. la nomenclatura oficial o la costumbrista; y 8. la estructura urbana y la implantación geográfica.
Esta condición de acogimiento de múltiples fenómenos de distinto orden y procedencia hace de la ciudad un fenómeno multi-comunicador que en cada caso tiene su propia dinámica y gramática, lo cual obliga a su lectura en tiempo real. Pero así también, en esa misma línea, los contenidos e información comunicacional hacen de la ciudad un relato vivo, a la manera de la propuesta de Víctor Hugo sobre la ciudad de París, como una crónica pétrea. Esto es, una narración histórica o una información periodística surgida de la base material de la ciudad (urbs).
La concentración espacial de la mayor densidad de objetos comunicacionales en la ciudad deviene en una condición superior y en una nueva totalidad que adquiere la forma de un complejo comunicacional articulado. Con ello se reafirma lo que MacLuhan (1996) planteó: el medio es el mensaje. De allí se podría afirmar explícitamente que la ciudad es el mensaje, porque como totalidad es mensajera y receptora, lo cual conduce a que se constituya en un medio de comunicación complejo, por la articulación de los distintos objetos y fenómenos que comunican de forma simultánea. Más aún, si cada uno de ellos emite señales e imaginarios plurivariados, lo que hacen es configurar una lógica simbólica (identidad) y simbiótica (integración), que constituyen la base de su dinámica como medio y mensaje, así como de continente y contenido, que dan lugar al vínculo estructural entre ciudad y comunicación.
Dentro de este orden de ideas, la ciudad y la comunicación se articulan e interactúan simultáneamente con diversos sistemas y códigos, representados por la arquitectura (iglesias, monumentos), los procesos tecnológicos (satelitales, medios de comunicación), la nomenclatura (espacio público, edificios), los bienes (bibliotecas, archivos), los medios de transporte (metros, buses) e infraestructuras de movilidad (autopistas, avenidas), los servicios (salud, educación), los escenarios de debate y gestión (parlamentos, foros), los espacios de ocio (parques, cines), los medios de comunicación (televisoras, telefonía), la tecnología digital (internet, wifi), entre otros, que interactúan de forma simultánea y permanente para definir a la ciudad como un poderoso medio de comunicación, gracias a que en ella se produce el ensamble más extraordinario de todos estos fenómenos y objetos.
Por consiguiente, la ciudad da vida a un sistema de comunicación que rebasa su propio territorio, resignificando el tiempo y el espacio, además de otorgarle un sentido mundial-global, como un hecho con características históricas inéditas.
La ciudad como sistema global de comunicación
La ciudad es una comunidad política (polis) históricamente producida, que permanentemente muta y transforma. Si hasta el cambio de siglo se tuvo una ciudad asociada a un territorio y a un Estado, hoy en cambio lo que existe es una región urbana inscrita en un sistema urbano global y a un contexto de pluralidad de Estados y empresas corporativas globales.
Por eso, la ciudad respecto a la comunicación se caracterizó en la fase anterior por ser un mundo auto centrado e interno, mientras ahora es parte consustancial de la articulación planetaria. Es más, el sistema urbano global actualmente existente es solo posible gracias a la denominada era de la información, concepto acuñado por Manuel Castells (1990). Es decir, del avance y del desarrollo de las nuevas tecnologías de la comunicación, la mayoría de base urbana.
De allí que la ciudad como medio de comunicación no permanezca monolíticamente en el tiempo, porque es el resultado histórico del conflicto entre los actores que participan en las interacciones cotidianas. Es claro, por tanto, que esa relación se refunde en el período finisecular, porque las tecnologías de comunicación y el modelo de acumulación económica progresan a niveles asombrosos, con lo cual las distancias territoriales se reducen y, los espacios se integran. Así la ciudad transita de ser un escenario de los procesos comunicativos a convertirse en un medio poderoso de articulación comunicativa de ámbito global.
Este sistema urbano global se consolida gracias a las relaciones inter urbanas constituidas desde los enlaces de las redes; por un lado, físico o materiales, como son las autopistas, carreteras, terminales de buses, puertos y aeropuertos y, por otro lado, las conexiones remotas o virtuales, que se integran en tiempo real a las estructuras productivas, los servicios, los bienes y la información en general.
En ese sentido, la ciudad se convierte en un ensamble de todas las redes de comunicación existentes, que además concentra la mayor cantidad de información, y es el lugar donde se localiza la población mayoritaria del mundo, que simultáneamente emite, decodifica y consume los mensajes. En función de lo planteado, las representaciones urbanas exponen la concentración de un flujo informativo articulado a la voluntad de comunicarse, de ponerse en común, de tender puentes. Por eso, la ciudad no puede ser solo un lugar de concentración de población, como generalmente se la define. También es un sistema global de intercambio de información y de comunicación (Carrión, 1999). Por lo expuesto, esta articulación e interacción conforman una cierta complejidad comprendida con la mirada global, lo cual le convierte en una red de redes comunicacionales o, en otras palabras, en un sistema global de comunicación.
Por consiguiente, los modos de comunicación de las ciudades han evolucionado de manera proporcional a sus cambios (locales, globales), al desplazamiento de los lugares privilegiados de comunicación, como han sido las centralidades urbanas, a las redes sociales virtuales. Pero adicionalmente, la movilidad ya no busca exclusivamente integrar los espacios según sus usos –por ejemplo, de los residenciales con los comerciales– sino producir un cambio del espacio de los lugares al de los flujos. Con ello, el éxito de la ciudad dependerá de su velocidad o del crono urbanismo, que va más allá de una unidad urbana.
La población urbana, devenida en ciudadanía, se piensa a sí misma en una lógica global o, en los términos de Robertson (2003), en una dinámica de glocalización. Dicho de otro modo, ciudadanía y espacio público han expandido su lugar de enunciación hacia un sistema de interacción mundial donde el tender puentes constituye una actividad lúdica, creativa, productiva e inteligente, que trasciende lo económico, lo cultural y lo político para devenir en una práctica holística. De esta forma, se da lugar a dinámicas comunicacionales colectivas cuyas representaciones cobran fuerza significativa y simbólica, promoviendo rutinas ciudadanas on line y off line de forma simultánea.
En este sentido, la ciudad y la comunicación conforman una sola dimensión y transforman la idea de la gestión de lo público y lo privado, de lo local y lo global, de la información y de la comunicación. En definitiva, se re-significa la dimensión de lo urbano.
Conclusiones
La relación de la ciudad con la comunicación no ha estado suficientemente presente en los análisis de esta ecuación. En general han existido visiones unilaterales. Hoy se hace ineludible este acercamiento que, sin duda, producirá un repensar la ciudad desde la perspectiva de la comunicación pero también la comunicación desde la perspectiva urbana. Sin duda es un llamado urgente para iniciar una reflexión profunda, no exenta de investigación y debates sobre esta relación consustancial.
La ciudad no es apenas un escenario o un continente en el que conviven personas sino que es, sobre todo, un lugar dinámico de creación de contenidos y de sentidos, cada uno de los cuales comunica de forma extensa. Por eso es trascendental entender que este sistema de información no se sustenta solo en la base material, sino fundamentalmente en los procesos sociales que se producen y reproducen en la urbe. De allí que las políticas que se despliegan en las ciudades, esto es, las políticas urbanas, deben incorporar esta dimensión de la ciudad como un sistema global de comunicación, lo cual supone algunas cosas significativas.
La primera, que la ciudad es el espacio público (Borja, 2003) y, por tanto, de la construcción de la opinión pública. Esto supone una urbe donde lo público tenga un peso singular en su estructura, en su comunicación y en su producción.
Segundo, que las oficinas de comunicación de los gobiernos locales deben ir más allá de comunicar lo que hace la administración o lo que se pretende representar su máxima autoridad. Deben constituirse en una plataforma de construcción de ciudadanía mediante su articulación con las secretarías de planificación urbana, para auspiciar este sentido tan necesario de la urbe: su condición comunicacional. Pero también integrarse a las oficinas de relaciones interinstitucionales e internacionales para promover el posicionamiento de la ciudad dentro de la globalización.
En este punto, la tercera, es fundamental construir una estrategia de competitividad mediante una proyección global de la ciudad, como totalidad, para lo cual se puede recurrir al concepto diseñado por Tony Puig (2008) de la llamada marca ciudad. Su propuesta se enmarca en el hecho de que la comunicación es un pilar fundamental del proceso, para dotarle de voz propia a la ciudad, con la finalidad de que unifique y potencie la colaboración creativa a medio y largo plazo. Tras ello está la pasión por la ciudad común (junto, unión) y de suma, significativa de los diferentes, como también de su proyección interurbana (no internacional).
Y la cuarta, que la articulación ciudad-comunicación conforma una dimensión que da vida a un sistema, red de redes comunicacionales, que rebasa su propio territorio, para adoptar en esta etapa histórica la condición de un Sistema Global de Comunicación, que, a su vez, articula a los sujetos, fenómenos y bienes con los contenidos informativos y los niveles de representación. La ciudad conforma y comunica procesos históricos, simbólicos e interactivos; es un relato vivo, cuyos ciudadanos se encuentran en permanente interacción (on line y off line).
FCM y GBZ
Fernando Carrión Mena es Arquitecto de la Universidad Central del Ecuador y Maestro en Desarrollo Urbano Regional en el Colegio de México. Investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales sede Ecuador. Académico del Departamento de Estudios Políticos FLACSO-Ecuador. Ex Concejal del Distrito Metropolitano de Quito y Presidente de la Organización Latinoamericana y del Caribe de Centros Históricos, OLACCHI. Ha publicado numerosos libros, entre ellos en café de las ciudades: Luchas urbanas alrededor del fútbol, Fernando, Carrión Mena y María José Rodríguez (2014); El giro a la izquierda, Fernando Carrión Mena (2015); y Ciudades para cambiar la vida, Jordi Borja, Fernando Carrión y Marcelo Corti (2016).
Grace Benalcázar Zambrano es Comunicadora. Universidad Politécnica Salesiana, Ecuador.
De Fernando Carrión Mena ver también en café de las ciudades las notas Ciudades de plataforma: ¿nuevo paradigma urbano?, La Uberización de las ciudades y El Derecho DE la ciudad en las capitales de América Latina, con Paulina Cepeda, y entre otras:
Número 26 | Política de las ciudades
La inseguridad ciudadana en la comunidad andina | Políticas contra la violencia en América Latina. | Fernando Carrión
Número 104 | Política de las ciudades (II)
El Estado del Sol | 15 M: la rebelión de los indignados | Fernando Carrión Mena
Número 105 | Cultura y Política de las Ciudades
Fútbol y violencia | Las razones de una sin razón | Fernando Carrión Mena
Número 111 | Cultura de las ciudades (II)
La academia en su laberinto | Un buen texto no se define por los aportes académicos que haga, sino por el número de veces que es citado | Fernando Carrión Mena
Número 187 I Política, Urbanidad Contemporánea
El Derecho a la Ciudad: una aproximación I Un discurso en disputa. I Fernando Carrión Mena y Manuel Dammert-Guardia
Referencias
Auge, M. (2007). Por una antropología de la movilidad. Gedisa.
Borja. J. (2003). El espacio público, ciudad y ciudadanía. ELECTA
Carrión, F. (1999). La ciudad, escenario de comunicación. FLACSO Ecuador.
Carrión, M. & Benítez, N. (2020). Urbs, civitas y polis en la ciudad como sistema global de comunicación. En Comunicación y Ciudad – Lenguajes, actores y relatos (pp. 33-45). Abya Yala.
Castells, M. (1990). La era de la información. Economía, sociedad y cultura Vol. I. Siglo XXI editores
Castells, M. (1998). Espacios públicos en la sociedad informacional En VVAA, Ciutat real, ciutat ideal. Significat i funció a l’espai urbà modern, “Urbanitats” núm. 7, Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona.
Gifreud, J. (1991). Estructura General de la Comunicación. Pública. Pórtic.
Mandoki, K. (2006). Estética y comunicación: de acción, pasión y seducción. Grupo Editorial Norma.
MacLuhan, M. (1996). Comprender los medios de comunicación. PAIDÓS
Martín-Barbero, J. (1998). De los medios a las mediaciones. Convenio Andrés Bello.
Puig, T. (2008). Marca Ciudad.
Robertson, R. (2003. Glocalización: tiempo-espacio y homogeneidad-heterogeneidad.
Rodrigo-Alsina, M. (2001) Teorías de la Comunicación: Ámbitos, métodos y perspectivas. Aldea global.