N. de la R.: Esta nota reproduce uno de los relatos que integran el libro Regards sous contrainte. Carnet de terrain d’un monde pandémique, dirigido por Alessia de Biase.
El 25 de marzo de 2020 se decretó en Colombia un confinamiento nacional de duración indefinida.

Brigadas para recolectar ayuda alimentaria. Abril 2020, Bello Oriente, Joni Restrepo
En el transcurso de una noche, el centro de la ciudad cambió el bullicio de los motores por una calma reparadora. En las calles generosamente arboladas, reaparecen detalles olvidados: el sonido de las hojas moviéndose con el viento, los múltiples colores de pájaros reapropiándose de las aceras, los olores de las flores. El aire es más respirable, la luz, menos polvorienta. Parece preciosa la ciudad en tiempos de confinamiento. Ante esta metamorfosis, algunos ya sueñan con una nueva vida en la ciudad: menos contaminante y valorando a las otras especies.
Pero solo bastaron unos días para que esta visión bucólica diera paso al aburrimiento, a la preocupación, incluso a la exasperación. Experimentamos sensaciones variadas. El espacio del departamento ya no es más un antro de tranquilidad e intimidad. Se volvió conflictivo y pesado. Algunos inventan justificaciones para salir a caminar, aunque sea por unas decenas de minutos, ir a la esquina, respirar, recobrar energía. Ante la fiebre de seguridad y zozobra que suscitan los discursos presidenciales diarios, otros se encierran en sí mismos.

Banderas rojas del hambre 1. Abril 2020, Bello Oriente, Joni Restrepo
Comercios de primera necesidad, como los mercados, permanecen abiertos. Pero el miedo los desmaterializa gradualmente. Para no estar expuestos, ni al virus ni a los demás, pedimos a domicilio y luego tiramos una cesta por la ventana, atada a la punta de una cuerda para recoger las compras. El contacto humano se ha vuelto peligroso y repugnante. Si para algunos ir al mercado es una escapatoria al espacio cerrado, para muchos no hay nada mejor que comprar a través de la ventana.
Ante esta metamorfosis, algunos ya sueñan con una nueva vida en la ciudad: menos contaminante y valorando a las otras especies. Pero solo bastaron unos días para que esta visión bucólica diera paso al aburrimiento, a la preocupación, incluso a la exasperación.
Las patrullas policiales se despliegan en las calles para ordenarles, a los últimos resistentes, que se encierren en sus casas, a veces con un megáfono, otras simplemente pisando el acelerador: el intenso ruido de sus motores los identifica a decenas de metros. Incluso los más aventureros se asustan y obedecen. En Colombia, la multa es superior al salario mínimo mensual.
Unos pocos siguen deambulando por las calles a pesar de todo: vendedores ambulantes, vagabundos, mendigos. Estos últimos son cada día más numerosos. Solos o con niños, se convierten en cantantes de variedades, raperos o percusionistas, y se multiplican bajo las ventanas de los edificios de los barrios privilegiados. Atención, para ellos, nada de medidas excepcionales. Poco importa el riesgo sanitario o policial ante el hambre que amenaza directamente sus vidas.

Banderas rojas del hambre 2. Abril 2020, Bello Oriente, Joni Restrepo
Unos pocos siguen deambulando por las calles a pesar de todo: vendedores ambulantes, vagabundos, mendigos. Estos últimos son cada día más numerosos. Solos o con niños, se convierten en cantantes de variedades, raperos o percusionistas, y se multiplican bajo las ventanas de los edificios de los barrios privilegiados.
En la periferia de la ciudad, en barrios pobres olvidados por los poderes públicos, el confinamiento toma otro cariz. Colgadas de las rejas de las ventanas, las banderas rojas del hambre, símbolo de un llamado a la solidaridad, ondean al viento. Aquí las calles no están despobladas, al contrario. Construcciones precarias, desconexión de los servicios públicos, falta de acceso al agua… en estos barrios las medidas preventivas exponen a los habitantes a un riesgo mortal. El aislamiento agrava la situación de vulnerabilidad. A menudo escuchamos: “Más fácil nos va a matar el hambre que el virus”.

Protesta popular para organizarse y exigir ayudas del Estado. Abril 2020, Bello Oriente, Joni Restrepo
Donde el agua no es potable, donde los desechos y aguas servidas son conducidas a las quebradas por redes precarias, las medidas de higiene se toman colectivamente y las barreras de protección se reinventan. En lugar del distanciamiento social, prefieren la reunión comunitaria: se reúnen para mejorar el sistema de suministro de agua, para hacer filtros, mascarillas, gel hidroalcohólico, etc.
Aquí las calles no están despobladas, al contrario. Construcciones precarias, desconexión de los servicios públicos, falta de acceso al agua… en estos barrios las medidas preventivas exponen a los habitantes a un riesgo mortal.
Con la policía ausente, la calle está animada entonces por el alboroto de las personas que truecan, regatean, recogen, hacen bricolaje, que se manifiestan y se organizan para salir adelante juntos: se nombran equipos para recolectar ayuda alimentaria y luego redistribuirla en el barrio, otros se encargan de dar tutoría a los niños o velar por ellos en el parque. Las huerteras aprovechan los frutos de sus cultivos para venderlos a bajo precio a sus vecinos.

Creación de una huerta colectiva como alternativa alimenticia. Enero 2021, Bello Oriente, Joni Restrepo
Frente a las puertas de entrada de las casas, o en las esquinas de las calles, vemos mesitas sobre las que se colocan enseres domésticos y alimentos: jabón, bolsitas de arroz, lentejas, toallas higiénicas, unas patatas… Y podemos leer “Toma lo que necesitas, deja lo que te sobra“.

Hombre trabajando en un techo a pesar de las restricciones del confinamiento. Abril 2020, Bello Oriente, Andrés Alzate
Ante la inseguridad, se protegen ayudándose unos a otros.
VD
La autora es arquitecta, ingeniera civil y estudiante de doctorado en arquitectura en la Universidad de Paris-Nanterre en co-tutela con la Universidad Nacional de Colombia. Trabaja sobre la ocupación del espacio por prácticas agroecológicas como vector de nuevas formas de construir la ciudad en Medellín. Lleva a cabo su investigación en barrios autoconstruidos, en estrecha colaboración con las comunidades en lucha que los habitan.
Ver también Macao, enero de 2020, por Sheyla S. Zandonai en nuestro número 217; París, 18° distrito, junio de 2021, por Alessia de Biase; y Paris, autobús 86, mayo 2020, por Caroline de Saint Pierre
Alessia de Biase (directora), 2021. Regards sous contrainte. Carnet de terrain d’un monde pandémique. Éditions BOA, Pantin.
“Esta obra es una recopilación de las historias de vida y situaciones cotidianas de una cincuentena de investigadores que han compartido o comparten, bajo diversos estatus y en distintas temporalidades, un lugar de debate: el Laboratoire Architecture Anthropologie (LAA 7218 CNRS/ Ensa Paris-La Villette), que celebra su 40° aniversario en 2021.
Estos textos fueron escritos durante este período particular –y “extraordinario”– que todos acabamos de vivir, desde enero de 2020 (período en el que se anuncia el COVID-19 en China) hasta junio de 2021, en el momento de la realización de este libro. Estas descripciones están situadas y encadenadas según el calendario que ha marcado nuestras vidas y los acontecimientos de este año y medio en Francia pero también en el extranjero.
Un diario de campo colectivo de dieciocho meses en un mundo pandémico. Los detalles de la vida cotidiana que pueblan estas páginas tienen un carácter empático y global que permite a cada uno reconocerse en sensaciones, vivencias y situaciones vividas a miles de kilómetros de distancia. Los ecos conectan ciertas historias y tejen relaciones a través de objetos, presencias o gestos que sería interesante sacar a la luz y trabajar en otros lugares como un leitmotiv inesperado de este año en particular.
Cada texto pone la descripción en el centro como una lupa que revela la cotidianidad que construye nuestra vida. Un verdadero ejercicio mnemotécnico permitió a cada autor romper con las historias colectivas que a menudo imponen una vida cotidiana monótona, para encontrar situaciones interesantes que puedan resonar con las preocupaciones de los ciudadanos o los problemas científicos de cada uno.