La convocatoria 2008 al Concurso de Buenas y Malas Prácticas Urbanas de café de las ciudades, de la cual publicamos en este número las primeras propuestas, tiene como eje el de “premiar como buenas aquellas prácticas que procuren y logren mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y ciudadanas, más que adular o representar a los poderes políticos y económicos o favorecer procesos de renta especulativa en las ciudades” y hacer “escarnio de malas prácticas cuyo origen esté, justamente, en la voluntad de representación de los poderes por sobre los intereses de la gente que vive las ciudades, o que descaradamente busquen favorecer procesos especulativos o de exclusión urbana”.
En esa inteligencia, se han establecido tres categorías posibles de prácticas, coincidentes con las tres dimensiones que se atribuyen a la ciudad: las de ser, simultáneamente, urbs, civis y polis. Intentaremos definirlas en lo que sigue:
· Urbs: la ciudad como hecho físico, desde su mobiliario y su arquitectura a su paisaje, sus infraestructuras y su extensión en el territorio.
· Civitas: la ciudad como producción social y cultural, con énfasis especial en las conductas de sus ciudadanos/as y las relaciones entre individuos y colectivos.
· Polis: la ciudad como ámbito y condición de las relaciones de poder y el ejercicio de los derechos ciudadanos y las libertades públicas.
Cada una de estas dimensiones deriva en sendas disciplinas o atributos: el Urbanismo, que ordena las actuaciones sobre la estructura física de la ciudad; el Civismo, relativo a las conductas de los ciudadanos; la Política, que organiza las instituciones y el gobierno de la ciudad.
Propuestas 2008:
- Restricciones a la fotografía en el espacio público
Re-propuesta como mala práctica urbana por Pablo Nieto y Ricardo Greene (ya había sido propuesta por María Cecilia Chiappini en la edición 2007 del Concurso ByMPUs, con el título “¿Por qué no podemos sacar fotos?”)
Descontado que es una mala práctica y no sólo desde ese ángulo. Hay un principio general del Derecho (hasta donde el Derecho existe en nuestra Nación) que permite todo, a excepción de lo que alguna o todas las leyes prohíban. Con el agregado positivo de que, en principio, se trata de una acción ejercida en espacios públicos. Hay excepciones, para edificios oficiales, museos (protección a las obras expuestas), etc., que se pueden salvar con los debidos permisos.
Habría que reconocer el derecho a la restricción para fotografiar el interior de viviendas privadas, pero no su exterior. No se puede obviar la situación de la inseguridad establecida por ausencia del Estado, con su saldo de varios asesinatos diarios, circunstancia que se ha convertido en “normal” y que conlleva a convertir en anormalidad “peligrosa” situaciones normales, como fotografiar. En fin, situaciones sencillas que el deporte nacional de complicarlo todo por desprecio a las Leyes y a la Constitución las convierte en imposibles. Espero que esta reflexión no haya complicado todo un poco más.
PN
La semana pasada salí, como de costumbre, a fotografiar la ciudad de Buenos Aires. Caminé por Belgrano y al cabo de un par de horas llegué al Hipódromo. Saqué una, dos, tres fotos y de pronto, casi sin darme cuenta, tenía encima a un guardia de seguridad, con su mano cubriendo el lente de mi cámara. Me dijo que no podía sacar fotos de ese lugar, y que tenía que borrar las que ya había sacado. Le dije que no, en parte porque me negaba y en parte porque era una cámara “de las antiguas”. Me dijo que entonces tenía que darle el rollo, o que me preparara para la policía. Le dije que estaba muy preparado para la policía, pero no sabía si él lo estaba. Se puso nervioso y llamó a su superior; y este a su superior. En un par de minutos tenía a 5 funcionarios “tratando el caso”. Cuatro miraban desde lejos, amenazándome con la mirada, y uno me hablaba desde cerca, amenazándome con palabras. Le dije a este último -sin saber bien, pero confiando en que era así- que según la ley argentina estaba permitido para cualquier persona tomar fotografías en el espacio público, a no ser que estas fueran imágenes de propiedades clasificadas como de seguridad nacional; y que me parecía que el hipódromo distaba de ser mucho un edificio de seguridad nacional, aunque las señoras de los tragamonedas podían parecerse a “Cris”. Me dijo que no insultara una institución nacional -el Hipódromo…- y que no, que no estaba permitido filmar, a menos que pagara, ya que la imagen de la fachada estaba reservada “para marketing”. Como ya tenía mis fotos y no contaba con la certeza de que la ley me amparara en este caso, decidí irme. Sé que este es un tema muy conflictivo hoy en el mundo; que en Londres, por ejemplo, ha dado paso a manifestaciones populares en pos del derecho a utilizar -usar, grabar, registrar- nuestro espacio público, pero desconozco cuál es el estado de la situación aquí. Les he preguntado a varias personas, pero nadie ha podido darme una respuesta certera, así que los contacto para saber si me pueden ayudar a resolver esto.
RG
N. de la R.: Del propio relato de Ricardo Greene, Director de bifurcaciones, se desprende que nadie tiene atribuciones para prohibir lo que la ley no prohiba, y no existe ninguna ley que prohíba sacar fotos de edificios no afectados a cuestiones de seguridad. Que RG pueda haberse ido sin entregar el rollo es una prueba. El tema es que el pasado autoritario argentino (quizás en Chile ocurre algo semejante, aunque el equipo de café de las ciudades no tuvo en su momento ningún problema al respecto) vuelve por estas grietas, como el agua de los subsuelos. Hace unos años, en democracia, unos arquitectos fueron presos por sacar fotos para un concurso en cercanías de un cuartel en Rosario. Lo mejor en estos casos es invocar una autoridad superior: “son fotos para la Presidencia”, o para Clarín, o para cualquier cosa que pueda generar el temor del uniformado a ser reprendido. Eso, con cara de indignación. O con cara de extrañado, decir “estoy haciendo el relevamiento para el programa de Tinelli, o para la película de Suar”, invocar algún nombre difuso y mostrarse comprensivo. Tener la tez blanca ayuda especialmente a salir de estas situaciones…
Voto a las restricciones a la fotografía en los espacios públicos como mala práctica urbana
- Barreras lingüísticas
Propuesta como mala práctica urbana por María Cecilia Chiappini
Otra accesibilidad: POZOR! (¡Atención!): Abro el menú del restaurante y lo único que leo es: Polievka Slepačí vývar – kuraci rezen so zemiakovou kašou… Ni una imagen, ni un dibujito, ni una referencia que me ayude a descifrar qué es lo que voy a comer. Pregunto en inglés: “nie” (no), francés… ¡nada! Pruebo otros idiomas y lo único que me queda es emprender una aventura gastronómica. Y este tipo de aventuras se continúa, la situación se repite día tras día, en cada escena de la vida cotidiana, el supermercado, la farmacia, en la calle misma.
Estoy en Europa del Este y no hay posibilidades de hallar interlocutores bilingües de más de 30 años. Y parece natural, con un pasado comunista e inestabilidades político-territoriales que llegan al presente. La situación me lleva a pensar en este otro tipo de accesibilidad: lingüística-comunicacional. A preguntarme cuan preparados están los ambientes para recibir extranjeros que no sólo por turismo, sino también por estudio y trabajo, se establecen y entran en acción en ambientes extraños. Junto, claro, a aquellos que por diversos motivos no pueden leer o directamente ver.
Esto no es exclusivo del lugar donde me toca estar, sino que es un factor común fuera de los circuitos turísticos, incluyendo aquellos argentinos. Yo me cuestiono si realmente sería tan difícil realizar versiones bilingües de todo, carteles, instrucciones, aceptando que el Inglés es la lengua de operativa, de intercambio mundial; o invadirlo todo con instrucciones gráficas e imágenes simples de entender que permitan tomar decisiones, aún ante eventuales emergencias, estableciendo lenguajes comunes, señaléticas universales. Quizá así descubriría que Polievka Slepačí vývar – kuraci rezen so zemiakovou kašou… no es más que sopa de vegetales y pechuga de pollo con puré de papas.
MCCh, arquitecta argentina viviendo en Eslovaquia
Voto a las barreras lingüisticas como mala práctica urbana
- Trenes de Buenos Aires
Propuesta como mala práctica urbana por Carmelo Ricot
Aunque el sentido común bonaerense lo considera el mejor servicio ferroviario de la metrópolis, hay mucho para cuestionar a la línea ferroviaria que une Retiro con Tigre. Siguiendo la categorización sugerida por la superioridad editorial de cdlc, señalo las siguientes:
Urbs (o lo físico): trenes con aire acondicionado que no funciona o funciona mal, y cuyas ventanas selladas impiden toda ventilación natural (y dicho sea de paso, toda posibilidad de escape ante una emergencia); accesos y egresos unificados para facilitar el control de boletos, y que por este motivo y por su mezquino dimensionamiento hacen imposible el acceso en el momento en que se abren las puertas de las formaciones.
Polis (o lo político): las condiciones de la concesión, definidas por el menemismo y no modificadas en los gobiernos posteriores. Cito a Maximiliano Montenegro en una nota de Crítica de la Argentina: “La subvención del transporte público de pasajeros no es un invento argentino. Y hay consenso en que dichos subsidios benefician en su gran mayoría a los sectores de menores recursos. Sin embargo, aquí son dudosos los criterios de asignación de los subsidios; en el caso de las empresas de colectivos sobre la base de declaraciones juradas sin control de las estructuras de costos. Y en el caso de trenes y subtes, con estructuras de costos infladas por empresas vinculadas que ofician de proveedores”.
Civitas (o lo cívico, lo social): en este caso no es un problema de la empresa: gente mal educada que puja por subir mientras aun no terminan de bajar los pasajeros que intentan hacerlo.
CR
Voto a Trenes de Buenos Aires como mala práctica urbana
MC
Ver la convocatoria al Concurso ByMPUs cdlc 2008.
Ver la totalidad de las prácticas premiadas en las sucesivas ediciones del Concurso ByMPUs-cdlc desde el año 2004.