"Mis prójimos van cumpliendo una oscura profecía, lo que menos les preocupa es lo que más los fatiga", cantaba Litto Nebbia en Augurio del silencioso (tema que con letra de la gran Mirtha Defilpo integraba su memorable álbum Melopea, de 1974). Ya en otro siglo, las noticias (y su ausencia) sobre la catástrofe ambiental en curso en la selva amazónica parecen demostrar por el absurdo aquella afirmación o profecía. La información sobre los grandes incendios y sus consecuencias sobre vastas regiones de Brasil, Bolivia y Paraguay llegó antes por las redes sociales (siempre sospechadas, y con razón, en cuanto a su veracidad y rigor) que por los medios de comunicación tradicionales. Aún hoy, miércoles 21 de agosto al mediodía argentino, ni siquiera los principales diarios brasileños tienen el tema entre sus noticias principales: O Globo ubica al “Fenômeno que escureceu SP” recién en la séptima fila de su portal principal, mientras que Folha de S.Paulo al menos lleva a segunda fila que “Sem provas, Bolsonaro diz que queimadas podem ter sido provocadas por ONGs”. En la prensa de los países vecinos, mientras tanto, poquísimo o nada del tema.
Lejos de nuestra intención está abrir un debate sobre “el rol de los medios” o denunciar el silencio de la “prensa hegemónica”, pero es notable está disidencia entre lo aterrador de las noticias e imágenes que nos llegan y la escasa importancia que estos datos adquieren dentro de la corriente principal de las fuentes de información pública. Repasemos brevemente las pocas certezas que surgen hasta el momento:
- El Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) de Brasil informa que se detectaron más de 72.800 focos de incendios en la región amazónica entre enero (fecha de asunción del presidente Jair Bolsonaro) y agosto, un 83% más que en el mismo período de 2018. Ya en 2018 se habían perdido un total de 7.500 kilómetros cuadrados de selva, 65 % más de superficie que en 2017. Estos incendios tienen como objetivo “liberar” suelo de su forestación natural para dedicarlos a la explotación agrícola o incluso minera.
- La respuesta de Bolsonaro fue cuestionar los datos del INPE y despedir al director de la agencia, Ricardo Galvao, acusándolo de manipular la información.
- El pasado 10 de agosto fue declarado por algunos hacendados del Estado de Pará como “día del fuego”; en las horas que siguieron se registró en el área una inusual oleada de incendios.
- El lunes pasado, 19 de agosto, São Paulo sufrió un oscurecimiento inusitado en horas de la tarde, mucho antes de lo previsto para el crepúsculo astronómico. El fenómeno fue atribuido a la colisión ente el humo proveniente de grandes focos de incendios en los estados de Acre y Rondonia (e incluso de áreas fronterizas con Bolivia y Paraguay) con un frente frío y nuboso que avanzaba sobre la megalópolis paulista.
- La Organización Mundial de Meteorología presenta una imagen pavorosa del desplazamiento del humo de los incendios desde el centro del continente hasta la costa atlántica brasileña:
Tan desalentador, tan aterrador como las noticias confirmadas es la incertidumbre sobre las acciones humanas que deberían responder a (responsabilizarse de) esta locura. O lo que es peor, la certidumbre sobre la irresponsabilidad absoluta del gobierno de extrema derecha que “controla” actualmente la mayor reserva ambiental del planeta.
MC
Sobre el tema, ver también la nota El Amazonas y los pueblos originarios: las primeras víctimas de Jair Bolsonaro, por Martín Schapiro y Leticia Martínez en Cenital.