Hace unas semanas se presentó en La Plata el libro “El sistema urbano – regional de redes de servicios e infraestructuras” de Pírez, Rosenfeld, Karol y San Juan. Producto de un trabajo de investigación realizado entre 1997 y 2001, el texto expresa la voluntad de sus autores de integrar dos perspectivas sobre los problemas urbano regionales “que se han desarrollado de manera relativamente autónoma en el estudio de las infraestructuras y servicios“: el de las redes como componentes materiales y el de los servicios como actividades sociales.
Así, mientras que el primer capítulo desarrolla los elementos teóricos de sistémica y redémica para los servicios y sus relaciones, ya el segundo aborda el estudio de los servicios a partir del concepto del sistema político institucional, expone diferentes modelos de gestión en las metrópolis de Buenos Aires y La Plata, y debate los problemas teóricos y de gestión involucrados en la privatización de servicios y en la interacción de los distintos actores sociales. Finalmente, el tercer capítulo realiza un exhaustivo e integral análisis de la historia de las redes y servicios en el mundo y en la Argentina en particular; desde la matriz ideológica del Ministro Colbert en la Francia de Luis XIV, y su determinación a “corregir y mejorar el territorio por medio de las redes”.
La publicación del libro se produce en un momento especialmente apropiado, dada la índole de las discusiones políticas, sociales, económicas y técnicas acerca de la gestión de las infraestructuras y servicios en la Argentina post-privatización y (quizás…) post – default. Discusiones que, aunque trasciendan a la consideración pública especialmente en lo que se refiere a la fijación de las tarifas, comprenden en realidad toda la base del debate sobre el modelo de desarrollo territorial.
Hace 50 años, por ejemplo, el Area Metropolitana de Buenos Aires estaba provista de infraestructuras de saneamiento en la totalidad de su extensión, y las tarifas por el servicio de agua y saneamiento cloacal respondían a una concepción de subsidio, compensación y recuperación de plusvalías inmobiliarias: según el libro que comentamos, en su página 161, “si al principio OSN aplicaba tarifas diferenciadas que reflejaban los costos de explotación y amortización, a partir de 1937 estableció el principio de uniformidad (perecuación o subsidios cruzados) en todo el país. Afirmaba el carácter social del servicio y su financiación en el territorio nacional. Reforzando lo anterior, el Estado se hace cargo de todo lo que no sea costo de explotación, incluyendo extensión y renovación de la infraestructura“. Y en cita al pie: “La base de la tarifa era la renta de alquiler de la unidad servida, estimada en base a distintos parámetros de cantidad y calidad edilicia y del suelo, ponderados por un ‘coeficiente de situación’ en función de la localización. La filosofía es que la infraestructura urbana valoriza el barrio y en consecuencia debe pagarse a cambio. El servicio público de agua asegura sin ambigüedad su condición de redistribución de renta (más cerca de los servicios de salud que de los de energía)“.
¿Qué es lo que se hizo mal a partir de entonces? Una respuesta posible, casi canónica, puede vincularse a los problemas originados en la extensión de baja densidad: el llamado proyecto de distrito de 1941 de Obras Sanitarias de la Nación se pensó para una superficie de 200 km2, y para una población distribuida sobre el territorio con densidades promedio de 200 habitantes por hectárea, 3 o 4 veces mayor que la que se produjo en la realidad en el conurbano. La urbanización o, mejor dicho, los loteos que generaron el crecimiento metropolitano fueron realizados por el sector privado, sin mayor regulación del Estado. Ausencia regulatoria que no debe atribuirse a mera negligencia o descuido: la laxitud normativa y el subsidio al transporte público (cuya supuesta existencia no es admitida por todos los expertos, pero que es señalado por muchos como una política implícita de salario oculto) permitieron a los trabajadores que participaron del proceso de sustitución de importaciones, en las décadas del ’40 al ’60, acceder a una forma bastardizada de propiedad de suelo para autoconstruir su casa. Es la “solución” que da el propio Arturo Jauretche a los problemas de vivienda ocasionados por la gran inmigración interna a Buenos Aires (con el ejemplo de la “prefabricada” o casilla de madera). Una combinación de mitos argentinos, como la importancia de la “casa propia”, el hornero que construye su propia vivienda, y la superabundancia de tierra, que confluyen en un modelo insostenible a largo plazo.
Los autores de “El sistema urbano – regional de redes…” (que no necesariamente pueden compartir la visión del desarrollo metropolitano expuesta en este párrafo) consideran que la propiedad pública de las empresas de servicios es parte de una estrategia funcional al modelo de industrialización por sustitución de importaciones (en especial considerando el diseño de las políticas energéticas). Pero como los autores mismos aclaran, esta propiedad pública de las redes no implicó la existencia de una auténtica regulación de los servicios. De esta contradicción se pasa, en los ’90, a un modelo que establece la separación entre administración y política, “incrementando la vulnerabilidad de los ciudadanos” y la desarticulación del diseño físico e institucional de las redes con respecto al territorio (modelo que por otra parte caracteriza a la mayor parte de Latinoamérica en el período).
Más allá de la siempre vigente cuestión de las redes metropolitanas de Buenos Aires, el libro realiza una apropiada síntesis de algunos aspectos como las propiedades de las redes (conexidad, conectividad, homogeneidad, isotropía y nodalidad) o el análisis del ciclo de vida del producto y las fases de evolución y sustitución. Particularmente interesante resulta la aplicación del modelo OSI (open systems interconnection, de Curien y Dupuy, 1996), que originalmente estudia los sistemas teleinformáticos, a la totalidad de las redes (el modelo identifica siete capas jerarquizadas de tratamiento de la información, que en el modelo OSI agregado se sintetizan en los estratos de infraestructura, infoestructura y servicios).
El libro integra así las nociones teóricas con una excelente, aunque perfectible, reseña histórica de la producción de redes en el ámbito argentino, y con una visión crítica y rigurosa de las distintas etapas del proceso de construcción de redes y servicios. Por todo esto, resulta un material de suma utilidad para los profesionales dedicados a la investigación, planificación o gestión de este componente a veces “oculto”, a veces “virtual”, pero siempre esencial en el hábitat contemporáneo.
MC
El libro El sistema urbano – regional de redes de servicios e infraestructuras – Materiales para su estudio, de Pedro Pírez, Elías Rosenfeld, Jorge Karol y Gustavo San Juan, fue publicado por la Editorial Universitaria de La Plata (Edulp, 2003), integrante de la Red de Editoriales Universitarias y dependiente de la Universidad de La Plata. Para mayores informes, dirigirse a [email protected]
De Pedro Pírez, la Librería de las Luces, de Avenida de Mayo 979, Buenos Aires, tiene en venta ejemplares rescatados de su imprescindible Buenos Aires Metropolitana – Política y gestión de la ciudad, publicada por el Centro Editor de América Latina en 1994.