¿De quién es la calle? ¿Quién hace la calle, quién la usa, para qué sirve? Un Ministro del Interior español ante un anuncio de manifestaciones aulló “la calle es mía” (el ministro era Fraga Iribarne, el fundador del PP, el partido de la derecha española; ocurrió en 1976 cuando se inició la “transición hacia la democracia”) y reprimió violentamente a una concentración pacífica. La respuesta fue que al domingo siguiente la ciudadanía de las principales ciudades españolas ocupó las calles para afirmar que “la calle es nuestra, es de todos”.
¿Qué es un puente? se preguntaba Julio Cortázar? Una persona caminando por un puente.La calle solo realiza su “ser calle” en la medida que es usada por la gente. La calle es a la vez una realidad concreta y una metáfora de la ciudad. La ciudad concebida como espacio público, ámbito de la ciudadanía, dónde ésta se expresa como colectividad humana. La ciudad es “la gente en la calle”.
El poder político, sea cual sea, teme a la gente en la calle. Su vocación es el “control”. En unos casos de una manera explícita, amenazadora, violenta, propia de los gobiernos autoritarios (en tiempos del franquismo en España cualquier un grupo de más de tres personas podía ser disuelto por las fuerzas policiales; la revista Ejército publicó en 1972 una serie de artículos sobre Urbanismo y seguridad en que proponía concentrar a los sectores populares en guetos separados de la ciudad formal y que fueran fácilmente controlados y ocupados por las “fuerzas del orden”). En otros casos de forma indirecta, priorizando la circulación, el diseño de espacios públicos que no permitan las concentraciones (por ejemplo mediante zonas ajardinadas), permisividad ante la privatización de las calles por parte de los propietarios u ocupantes de los inmuebles adyacentes, supresión de elementos de mobiliario urbano que permiten la convivencia y el dialogo entre personas (por ejemplo los bancos), etc. Lo cual se completa con normativas de carácter represivo en aquéllas zonas más sensibles para el poder político. La gente en la calle es un potencial contrapoder. El Zócalo de Ciudad de México, la plaza emblemática que simboliza el alzamiento por la independencia, fue hasta los años ´90 el espacio del poder establecido en el que estaban prohibidas las concentraciones ciudadanas. El diseño urbano en muchos casos tiene en cuenta esta voluntad represiva sobre la ciudadanía. Un caso muy evidente es el plan de Haussmann para el Paris de la segunda mitad del siglo XIX: las grandes avenidas facilitaban el uso de los carros militares y hacían poco eficaces las barricadas.
El espacio público es objeto de interés por parte de los intereses económicos. No nos referimos ahora al uso de la calle para actividades privadas lucrativas: terrazas, ambulantaje, publicidad, etc. Se trata de usos que si son limitados pueden ser compatibles con las diversas formas de utilizar el espacio público. Nos referimos al interés de los inversores y especuladores urbanos que pretenden apropiarse de espacios de vocación pública para aumentar un suelo valorizado, la supresión de aquello que consideran desvalorización del entorno (como la presencia de población de ingresos bajos o de colectivos sociales que no complacen a los sectores altos) o la privatización de facto de espacios públicos reservados a los propietarios del entorno construido. Uno de los argumentos que “legitiman” estas operaciones es la “ideología del miedo”, la obsesión securitaria, que justifica eliminar la presencia pública de las “clases peligrosas”, como los jóvenes, los inmigrantes o los pobres (un clásico sobre este tema es la obra del historiador social Louis Chevalier “Clases trabajadoras, clases peligrosas”, Paris, 1958).
En España se han multiplicado recientemente las ocupaciones del espacio público como expresión de malestar social y la protesta contra las políticas gubernamentales. Los “trenes de la libertad” que salieron de las principales ciudades españolas llevaron a Madrid decenas de miles de mujeres (principalmente) que junto con la ciudadanía madrileña ocuparon el sábado 1º de febrero todo el centro de la capital. Unos días antes la “marea blanca” de los trabajadores de la sanidad que habían multiplicado su presencia en las calles consiguieron que el gobierno hiciera marcha atrás en su intento de privatizar los hospitales públicos. Y recientemente en Burgos los habitantes de un barrio periférico, Gamonal, ocuparon la calle principal que les comunicaba con la ciudad. En este caso la motivación popular parece contradecir la argumentación anterior sobre el espacio público como ámbito de convivencia y cohesión de la ciudadanía. Aparentemente el proyecto municipal suponía una mejora de la calidad de vida de la población residente pues creaba un espacio pacífico y convivencial. Se convirtió en un espacio de confrontación. Es también una forma de cohesión social.
La calle-carretera se substituía por un bulevar ajardinado según un proyecto de unos arquitectos considerados de la “elite divina”. Herzog y De Meuron. Autores de proyectos exitosos y costosos como la Tate Modern Gallery de Londres y el Estadio Nacional de Pekín para los Juegos Olímpicos así como del fracasado Edificio Fórum de Barcelona, enorme caja azul destinada a grandes eventos y más propia para una megadiscoteca de los años ´60. Una de sus obras más recientes es El Punto, Mega Centro Comunitario-Religioso en Ciudad Juárez. El Gamonal es un barrio con altas cifras de desocupación, con desahucios, equipamientos escasos y viviendas de baja calidad. El proyecto del alcalde no era para ellos. No solamente tenían otras urgencias. Eran conscientes que los beneficiados serían otros. Una operación ostentosa y despilfarradora de los gobernantes, una revalorización del entorno sobre el que se intervenía que generaba plusvalías privadas, unas más que probables comisiones de unos y otros. No se había contado con ellos, el alcalde les demostró su desinterés y menosprecio. Ocuparon la calle, fueron reprimidos violentamente, decenas de detenidos, resistieron y vencieron.
El caso del Gamonal es una muestra de que no basta con la calle. La calle se conquista como instrumento para otras conquistas y como bien necesario para la calidad de vida. En la ciudad todo es interdependiente. El espacio público cualificado produce un entorno de bienes y servicios para la población, pero solamente si se tienen medios para usarlo, trabajo, ingresos suficientes, vivienda y transportes. Hace 20 años estuve en Porto Alegre con el que era su “prefeito” (alcalde), Tarso Genro, promotor del presupuesto participativo y el Foro Social (posteriormente fue ministro destacado de Lula y actualmente es gobernador de Rio Grande do Sul; ha escrito diversas obras políticas y literarias, algunas traducidas al castellano). Entonces comenté la importancia del espacio público como factor de conexión y visibilidad del barrio marginal en el que estábamos desde la ciudad formal, y generador de bienestar colectivo. Pero él mostró su acuerdo y añadió: “ciertamente el espacio público es necesario, pero primero hay que garantizar un ingreso básico, trabajo, vivienda, agua, lo más indispensable”.
JB (3/2/14)
El autor es geógrafo y urbanista. Actualmente dirige el Master en Gestión de la Ciudad en la UOC. Entre 1983 y 1995 formó parte del Gobierno de la ciudad de Barcelona como Teniente de Alcalde, responsable de descentralización y participación, director ejecutivo del área metropolitana, delegado de Relaciones Internacionales y presidente de la ponencia redactora del proyecto de ley especial para la ciudad. Es autor, además, de los libros Global y Local (con Manuel Castells), Espacio público, ciudad y ciudadanía, La ciudad conquistada, Luces y sombras del urbanismo de Barcelona y Ciudades, una ecuación imposible (con Mireia Belil y Marcelo Corti), estos dos últimos editados en Argentina por café de las ciudades. Recientemente se presentó su nuevo libro Revolución urbana y derechos ciudadanos (Alianza Editorial, Madrid, 2013).
De su autoría o sobre su trabajo, ver también entre otras notas en café de las ciudades:
Número 2 | Tendencias
Jordi Borja: La Ciudad Conquistada | “La ciudad es el desafío a los dioses, la torre de Babel, la mezcla de lenguas y culturas, de oficios y de ideas. Sin memoria y sin futuro la ciudad es decadencia”. | Jordi Borja |
Número 15 | Política
“Tendencia no es destino” | Ciudadanía global e innovación en La Ciudad Conquistada, de Jordi Borja. | Marcelo Corti |
Número 21 | Política
Barcelona y su urbanismo | Exitos pasados, desafíos presentes, oportunidades futuras. | Jordi Borja
Número 31 | Tendencias
La Revolución Urbana (I) | Las ciudades ante la globalización: entre la sumisión y la resistencia. | Por Jordi Borja
Número 32 | Tendencias
La Revolución Urbana (II) | De un urbanismo de oferta a un urbanismo de demanda: oportunidades, peligros y abusos. | Jordi Borja
Número 38 | Política de las ciudades (I)
“El circulo vicioso de la marginación” | Jordi Borja y la violencia en el banlieue de París. | Jordi Borja
Número 42 | Política de las ciudades (I)
Espacio público, condición de la ciudad democrática | La creación de un lugar de intercambio. | Jordi Borja
Número 64 | Política de las ciudades (I)
La izquierda errante en busca de la ciudad futura | Un lugar de encuentros múltiples entre gentes diferentes | Jordi Borja
Número 81 | Cultura de las ciudades (I)
François Ascher | Pensamiento crítico y acción en la sociedad hipermoderna | Jordi Borja
Número 87 | Política de las Ciudades (I)
Siete líneas para la reflexión y la acción | Después de la “burbuja” inmobiliaria en Barcelona | Jordi Borja
Número 104 | Política de las Ciudades (I)
Carta desde Barcelona: elecciones y campamentos en las plazas | Los Indignados y la construcción colectiva de una acción política | Jordi Borja
Número 108 I Urbanidad contemporánea
Ciudades del mañana I Derecho a la ciudad y democracia real I Por Jordi Borja
Número 115 I Política de las ciudades (I)
¡Devuélvannos lo que es de ustedes! I Repsol y la expropiación de YPF en Argentina I Por Jordi Borja
Número 120 | Política de las ciudades (I)
Cómo hacer de la ciudad una ecuación posible | Las visiones de David Harvey y Jordi Borja sobre el derecho a la ciudad | Beatriz Cuenya
Número 120 | POSICiones cordobesas
Algunas reflexiones después de la visita de Jordi Borja | Cómo producir ciudad en el nuevo contexto | Carola Inés Posic
Número 133-134 I Urbanidad contemporánea
Ciudades inteligentes o cursilería interesada I ¿Hubo alguna vez ciudades tontas? I Por Jordi Borja
Sobre la calle y sus virtudes, ver también entre otras notas en café de las ciudades:
Número 88 | Movilidad de las ciudades
Ganar la calle, aquí y allá | Una visión integral del transporte urbano y la ciudad que genera: los libros de Manuel Herce y Andrés Borthagaray |Marcelo Corti
Número 14 | La mirada del flanneur
El placer de vagabundear | “Los extraordinarios encuentros de la calle”. | Roberto Arlt
Sobre la ocupación política de la calle en España, ver también en café de las ciudades:
Número 104 | Política de las Ciudades (I)
Carta desde Barcelona: elecciones y campamentos en las plazas | Los Indignados y la construcción colectiva de una acción política | Jordi Borja
Número 104 | Política de las ciudades (II)
El Estado del Sol | 15 M: la rebelión de los indignados | Fernando Carrión Mena
La calle es nuestra, de todos: esta frase fue el título de una exposición celebrada en Paris (2007) y promovida por el Instituto de la Ciudad en Movimiento. En los años siguientes, adaptada al entorno, recorrió diversas capitales europeas, chinas y latinoamericanas. Reproducimos un fragmento de su catálogo para Buenos Aires:
“¿Cómo compartir la calle? Ahí circulamos, vivimos, trabajamos, nos exponemos y manifestamos, a veces uno se choca contra otro, las prácticas son innumerables y hacen de la calle un espacio de conflictos y de encuentros, el peor y mejor lugar. Y en todas las ciudades del mundo, las mismas preguntas: ¿Para quién sirve la calle? ¿A quién pertenece? ¿Quién decide, controla, vigila? ¿Cómo conciliar todas las velocidades, todos los modos de desplazamiento, las necesidades de los habitantes, de los transeúntes y de los comerciantes? ¿Cómo hacerla legible, fluida? ¿Hasta dónde la publicidad, los negocios, la libertad de expresión y el arte pueden expresarse, incluso apoderarse de ella?
La exposición es un espacio de creación, modernidad e innovación, que presenta a la calle en torno a sus múltiples problemáticas, destinada a sensibilizar a todos sus protagonistas. Explora las calles de los cinco continentes, a través de un espectáculo audiovisual inmersivo, testimonios, ilustraciones, proyectos de arquitectura y el urbanismo, y más de una centena de fotografías nacidas de las agencias internacionales más grandes de prensa.
– La batalla de la calle
El aumento de las movilidades urbanas, la mayor demanda en espacios públicos, la multiplicación de las velocidades de desplazamiento y los modos de transporte hacen que las relaciones en la calle son más difíciles y a veces conflictivas.
– Inventar nuevas soluciones
Para administrar lo mejor posible estos conflictos, de paso, acceso o vecindad, es necesario separar las funciones y especializarse en los espacios. Pero otras soluciones son posibles, las que reúnen más y dividen menos, que articulan las distintas escalas más bien que los autonomizan, que contemplan la coexistencia más bien que las separaciones, que reconcilian las distintas velocidades más bien que los jerarquizan…
– Encontrar y negociar compromisos
Estas nuevas soluciones no sólo están incluidas en la técnica, sino también suponen que lo que está en juego esté discutido, que los intereses de los distintos protagonistas y usuarios estén tenidos en cuenta. Es decir implican y requieren una verdadera gobernanza de la calle.
– Actuar con pleno conocimiento de causa
La exposición, por la presentación de experiencias múltiples, de distintos casos, desde puntos de vista contradictorios, permite reflexionar sobre las nuevas maneras de compartir la calle, sabiendo que nunca hay una única buena solución, más bien hay varias soluciones que corresponden a situaciones y contextos culturales, medioambientales, sociales, económicos, políticos e históricos específicos y locales.
– Reflexionar sobre el futuro de la calle
Esta exposición está destinada tanto a los responsables que conciben, arreglan o administran la calle, como a sus usuarios y todos los que quieren implicarse en su futuro. Esta destinada también a todo enamorado de la ciudad y del urbano.
– Una parte local
La exposición fue creada con la idea de hacerla viajar a distintas ciudades del mundo. Su primer paso fue Paris, el año pasado, y es presentada ahora en China. Llega en julio a América Latina, primero a Buenos Aires, antes de irse a Santiago de Chile, Bogotá y Río de Janeiro. Por lo tanto, en cada ciudad se muestra una parte local, sobre las problemáticas específicas a la ciudad de recepción. Estas visiones locales serán las bases para una publicación sobre las calles de América Latina.
– Todo un programa
Porque la calle es nuestra… de todos, un programa de eventos artísticos y científicos retransmite la exposición en Buenos Aires para hacernos descubrir las calles de la moda, de la literatura, del arte, del cine, de las redes, o de la realidad virtual. Estos eventos se desarrollan en distintos lugares porteños: institutos culturales, auditorios, calles porteñas,… que proponen debates, talleres, conferencias, exposiciones y publicaciones. Al diversificar las miradas y las opiniones, se trata de ver hasta qué punto la calle hoy es el espacio de la creación, la modernidad y la innovación” (Andrés Borthagaray).
Ver también en café de las ciudades:
Número 44 I Tendencias
El movimiento en el corazón de la modernidad I La urbanidad latente en los espacios del desplazamiento. I François Ascher Traducción: Andrés Borthagaray