N. de la R.: Quizás hastiado por las incidencias del juicio político en curso, nuestro corresponsal en Buenos Aires ha interrumpido momentáneamente el envío de crónicas desde la “Reina del Plata” y se ha dedicado a la meditación descomprometida sobre una cierta “teoría unificada de la ciudad”, de la cual solo da unas someras pistas en algunos escritos que nos ha hecho llegar. De entre ellos, y por respeto a su trayectoria en cdlc, publicamos en este número uno de los más inteligibles.
1. Estructura de la ciudad
“Hay dos modos de conciencia, una es luz y otra es paciencia; una estriba en alumbrar un poquito el ancho mar, otra en hacer penitencia con caña y red y esperar el pez como pescador. Dime tú cual es mejor: ¿conciencia de visionario que busca en el hondo acuario peces vivos, fugitivos, que no se pueden pescar o esa maldita faena de ir arrojando a la arena, muertos, los peces del mar?“
Antonio Machado
La estructura general de la ciudad es la superposición e interacción de las distintas estructuras, físicas o sectoriales, que ordenan por ejemplo la trama y el tejido urbanos, el transporte, los espacios públicos y privados, los fluidos, las representaciones, las normativas, la producción, el paisaje, las secuencias espaciales y temporales.
Las visiones propias de las disciplinas parcelarias pueden explicar aspectos específicos de la ciudad y ser útiles en la medida que se acepte su carácter parcial. Para ciertas acciones específicas, es conveniente la utilización instrumental de estructuras parciales que separan momentáneamente determinados aspectos de la realidad urbana para tratarlos con autonomía relativa.
Pero a partir de las visiones parciales, de las teorías fragmentarias, es preciso procurar la formación de una teoría unificada de la ciudad. Así comprenderíamos una estructura urbana que explicara desde las grandes infraestructuras y tendencias socioeconómicas hasta la anécdota de una esquina, la lógica de un encuentro inesperado en una placita.
Esa estructura contendría, por ejemplo, a la ecología, la economía, la ética y la estética urbanas.
2. Ecología de la ciudad
Una visión sostenible de los asentamientos humanos implica el reconocimiento de la ciudad como ambiente propio del hombre. La ciudad soluciona los problemas ambientales que genera la anticiudad.
Se pueden reconocer dos actitudes básicas del hombre hacia la naturaleza, a lo largo de la civilización:
- La pretensión de dominio, expresada en la utilización discrecional de recursos, la alteración y contaminación, la indiferencia por la renovación y preservación, la prevalencia de manejos territoriales y paisajísticos “duros”.
- Una relación “contractual”, con estrategias de cuidado del recurso y su calidad, el respeto por los contextos originales, la convivencia con los ciclos naturales (inundaciones periódicas, crecientes, bajantes, etc.) y los manejos territoriales y paisajísticos “blandos”.
Se habla de la “huella ecológica” de las ciudades, es decir, de la cantidad de territorio afectado a la provisión de recursos para el desarrollo urbano, superficie que es mayor cuanto más alto es el nivel de vida de la población. Pero esto no debería alentar los prejuicios antiurbanos de cierta ideología ecologista. Por el contrario, el desafío consiste en desarrollar ciudades que reviertan estas tendencias y consigan standards adecuados de calidad de vida sin destrucción de recursos, sin contaminación y sin afectar la diversidad biológica. Por ejemplo: la reducción, reciclaje y reutilización de los desechos domésticos, la utilización de fuentes de energía limpias y renovables y la reducción del consumo energético, la reducción de viajes innecesarios y la utilización de medios de transporte con tecnologías limpias y de uso racional, el procesamiento de las aguas servidas, el respeto por los soportes territoriales naturales, etc.
La combinación de las ideas de globalización, marketing urbano y competencia de ciudades genera una serie de amenazas hacia el desarrollo urbano sustentable: darwinismo urbano, insolidaridad; gentrificación; segmentación y segregación urbana y social, generando metrópolis globalmente heterogéneas pero localmente hiper-homogéneas; banalización de los contenidos y significados culturales históricos de la ciudad; procesos de dispersión metropolitana con elevado consumo de suelo, altos costos de movilidad, elevado consumo de energía y fuerte segmentación social (el paso de la ciudad concéntrica a la ciudad patchwork).
La ecología, como administración eficiente de los recursos, es también otra forma de la economía.
3. Economía de la ciudad
Los economistas suelen ignorar la dimensión territorial de la economía: no pocos de sus errores parten de esta omisión. Hay una muy estrecha relación entre las ciudades y la economía. No solamente porque hay actividades y procesos económicos fundamentales que se desarrollan en las ciudades, sino porque hay una gran parte de la economía que es propia y específica de las ciudades. Las ciudades tienen 3 grandes aspectos económicos a considerar:
- la influencia que tienen sobre el desarrollo de los mercados privados, en tanto son lugares de producción y consumo de bienes y servicios.
- la influencia sobre la economía del sector público, especialmente en los aspectos tributarios, en el financiamiento de obras y servicios públicos: redes de infraestructura, educación y salud pública, etc.
- la renta del suelo urbano en sus distintas formas (comercial, residencial, industrial, etc.).
No hay economía sostenible sin una ética social.
4. Ética de la ciudad
Con el concepto de ética urbana quiero referirme al conjunto de las practicas y conductas, públicas y privadas, que constituyen instancias de decisión con una posible derivación ética o moral, y que pueden estar regidos por códigos o criterios formulados o tácitos. Este código de ética urbana no existe en la practica, pero es posible formular algunos aspectos y precisiones que debería incluir:
- Garantizar los beneficios de la urbanidad a todos sus habitantes. La ciudad por si sola no soluciona las injusticias, pero tampoco debe profundizarlas ni generarlas.
- La ciudad como instrumento de redistribución: las intervenciones sobre la ciudad tienen un enorme potencial de incidencia sobre la distribución de la riqueza socialmente creada. El proyecto y la gestión de los hechos urbanos debería contribuir a atenuar las inequidades del mercado.
- La generación de espacio público como criterio de evaluación de las políticas y los planes, programas y proyectos urbanos.
- Las políticas y acciones sobre la ciudad deben contribuir al cumplimiento de los objetivos del desarrollo sustentable.
- Civismo y Urbanidad: la construcción de la ciudad es también construcción de ciudadanía, y de los espacios colectivos donde esta se expresa y desarrolla.
- Respeto por la historia de la ciudad y de sus colectivos sociales, étnicos, etarios, etc., en la generación de políticas, planes, programas y proyectos.
- Construcción de consensos colectivos en la generación e implementación de políticas urbanas, como resguardo a la imposición de políticas por grupos de poder públicos o privados: una auténtica participación ciudadana que eluda el asambleísmo y la cooptación.
- Consolidación y renovación de la identidad urbana.
- La idea general del “derecho a la ciudad”, que implica la consolidación y extensión de los derechos de ciudadanía.
- Respetar el ayer, solucionar el hoy, actuar para un mañana mejor.
La ética es, en cierta manera, una estética de las conductas, así como la estética es una ética de las formas.
5. Estética de la ciudad
Dentro de la estética urbana, distinguimos al paisaje urbano, expresión que se refiere a la visualización directa e inmediata de la ciudad, de la morfología urbana, que tiene más relación con los conceptos de estructura urbana, tejido, trama y tipologías. Abusando de la terminología kantiana, podríamos caracterizar a la morfología urbana como la cosa en sí y al paisaje urbano como su expresión fenomenológica. Entender el paisaje urbano como una resultante de la estructura de la ciudad es superador de la concepción meramente escenográfica de la ciudad (las avenidas “a lo Potenkim”).
Constituyen el paisaje urbano tanto los edificios, su volumetría y fachada, como los elementos constitutivos estructurales y accesorios del espacio público: pavimentos, árboles, mobiliario (asientos, faroles, canteros, semáforos, señalizaciones, cestos, etc.), publicidades, tanques de agua, vehículos, ómnibus, e incluso su propia gente, sus vestimentas, etc.
El paisaje natural y la naturaleza reconstituida artificialmente constituyen parte esencial del paisaje urbano, pero son solo una parte de éste. Debe tenerse entonces especial cuidado en no confundir ambos términos, porque reduciríamos el paisaje de la ciudad a una mínima parte de sus componentes. Claro que uno de los aspectos más definitorios del paisaje urbano es la forma en que la ciudad construida se integra con su soporte natural: Río de Janeiro, Salvador, Lisboa, Caracas, La Paz, Venecia, etc.
Además de su efecto visual y sensorial, el paisaje urbano tiene un rol fundamental en la construcción de la legibilidad de la ciudad, de la forma en que los habitantes y visitantes de la ciudad comprenden su forma y estructura y logran ubicarse en ella, y establecer sus recorridos, y en definitiva su identidad como habitantes de una ciudad. Como ha estudiado Kevin Lynch, existe una imagen mental de la ciudad que forma parte constitutiva de la identidad ciudadana de sus residentes. Son estos elementos del paisaje los que permiten diferenciar las distintas áreas y sectores de la ciudad y permiten ubicarse en ella y reconocer las partes que la componen. Esta dimensión identitaria del paisaje urbano es un factor a tener en cuenta al realizar transformaciones de la ciudad.
La estética es objetiva y estructural. Su efecto sobre las sensaciones humanas es el origen de la erótica urbana.
6. Erótica de la ciudad
Placer del texto. Clásicos, cultura (cuanto más cultura, más grande y diverso será el placer). Inteligencia, ironía, Delicadeza. Euforia. Maestría. Seguridad: arte de vivir. (…) Este placer puede ser dicho: de aquí proviene la crítica.
Textos de goce. El placer en pedazos; la lengua en pedazos; la cultura en pedazos. Los textos de goce son perversos en tanto están fuera de toda finalidad imaginable, incluso la finalidad del placer (el goce no obliga necesariamente al placer, incluso puede aparentemente aburrir).
Roland Barthes, El placer del texto
La dimensión erótica de la ciudad es, en esencia, resultado del encuentro entre la estructura urbana general (y sus componentes, por ejemplo, ecológicos, económicos, éticos y estéticos) con las percepciones y elaboraciones del individuo. También, el encuentro del espacio con la historia o con el instante, la liberación o encauzamiento de determinadas energías del territorio o del cuerpo.
Es una dimensión donde predomina lo intelectual, el recuerdo, la asociación, la vaga promesa de algo infinito. Es el disfrute secreto, la liberación y sensualidad; engendra la costumbre y el arte.
No hay erótica de la ciudad sin una estructura que la sostenga.
MLT
Ver la nota La ciudad vencerá – Diez apuntes sobre el espacio contemporáneo, de Carmelo Ricot, que parece anticipar algunas de las cuestiones aquí consideradas por Tercco, en el número 29 de café de las ciudades.
En el índice de café de las ciudades pueden encontrarse las notas que la revista ha dedicado a la economía, el ambiente y la estética de las ciudades, y también las anteriores notas escritas por Mario L. Tercco