En este mismo número, Artemio Abba realiza una muy buena síntesis y mejor análisis del encuentro Smart City Expo Buenos Aires, realizado en el mes de septiembre por primera vez en Sudamérica. Es bueno saber que el Jefe de Gobierno porteño, Horacio Larreta, postuló en ese encuentro una línea política correcta respecto a la cuestión de las ciudades inteligentes: "hoy esta tendencia mundial a la incorporación de tecnología nos hace ser muy cuidadosos" (…) "no hay que copiar en forma boba" las ideas que se aplican en otras ciudades.
La Smart City no es aquella que más depende de las tecnologías sino la que mejor (y a más conveniente precio) las usa para resolver sus problemas físicos y sociales. Para reducir las desigualdades, para asegurar y ampliar a su ciudadanía el disfrute de los atributos de urbanidad, para concretar, en suma, el derecho a la ciudad.
La Ciudad Inteligente es la ciudad en que las personas viven en una casa adecuada a sus necesidades, encuentran en sus calles y plazas lo que necesitan para completar esas necesidades y pueden recorrerla en tiempos razonables y con la comodidad que merecen. Es, en suma, una ciudad amable. Buenos Aires tiene todo lo que se necesita para serlo, aunque para ello debe cambiar muchos de sus rumbos y aunque no sea cierto que alguna vez lo haya sido en todo y para todos, como a veces creemos recordar de esos pasados consoladores que imaginan el tango y la nostalgia.
Lo otro, la compra compulsiva de tecnologías y de rankings, es otra historia, de la que bien harán nuestras ciudades en cuidarse. Y algunos signos indican que estamos cerca de otra oleada de “inteligencia urbanística” en preparación. Ya no se trata solamente de artefactos y programas que llegan de la mano de Siemens o la IBM. Estamos próximos a un nuevo revival de utopías corporativas, en que los gigantes de la información exploran la posibilidad de construir sus propias ciudades y sus propios dispositivos de urbanidad. Google propone una gigantesca ciudad tecnológica en San José, Microsoft propone crear en Arizona “la ciudad del futuro” en la que potenciar las nuevas tecnologías. Amazon licitó públicamente la localización de su segunda sede entre todas las ciudades estadounidenses. Y esa mezcla contemporánea de Julio Verne y Thomas Edison que es Elon Musk explora al mismo tiempo la posibilidad de viajar por la estratósfera y por las profundidades en sus proyectos terrestres (que se suman al de su colonia marciana).
No es el avance tecnológico lo que hay que temer de estos proyectos, sino lo que implica el manejo de nuestras vidas en manos de corporaciones cada vez más gigantescas y monopólicas. Mientras tanto, el proyecto de Norman Foster para Apple en Cupertino abre otras dudas sobre los logros de esta exploración: uno de los arquitectos más talentosos de nuestra época y la empresa más avanzada en tecnología crean una fortaleza cerrada en sí misma, incapaz de interactuar con su ambiente natural y construido.
MLT
Sobre el tema, ver también en café de las ciudades:
N° 156 I Metrópolis:
¿Smart o Silly (metrópolis inteligentes o tontas)? I El debate frente al mundo urbano del futuro. I Por Artemio Pedro Abba
Número 133-134 I Urbanidad contemporánea
Ciudades inteligentes o cursilería interesada I ¿Hubo alguna vez ciudades tontas? I Por Jordi Borja
Sobre el campus de Apple en Cupertino, ver la nota de Adam Rogers en la Revista WIRED.
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