N. de la R.: Este artículo de Artemio Abba retoma la serie de informes trimestrales que café de las ciudades publica en relación a los avances y/o retrocesos de la institucionalidad y gestión de la Región Metropolitana de Buenos Aires.
Estamos en presencia de la llamada 4ª Revolución Industrial, basada en la transformación de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), que altera fuertemente la relación sociedad-naturaleza y que, por su impacto en los nuevos modos de interacción humana y los objetos, altera también el vínculo entre organización social y soporte natural modificado. A la primera fase de la conexión entre las personas le sucede ahora la interconexión de los objetos (IoT, por sus siglas en inglés) que los hace más eficientes (incorporando procesos de monitoreo, automatización, etc.) y aumenta los estándares de calidad de las prestaciones fijas y móviles en las ciudades.
La gran apuesta de sus promotores, todavía no verificada, reside en que las señales que el sistema interconectado emite permiten modelizar el funcionamiento de las ciudades y con ello interpretar, monitorear y conducir su funcionamiento. Estos cambios en curso constituirían un emergente que modifica todas las tendencias de las actividades humanas y el modo de ocupar el territorio y, por lo tanto, obligan a repensar el futuro de un planeta tierra que será eminentemente urbano.
La transformación que ya originan las TIC despliega un naciente escenario desde donde ver la crisis ambiental, la marcada inequidad social y las transformaciones en el mundo productivo y el empleo. Esto permite encarar el importante debate sobre la manera en que los gobiernos y el sector de la producción incorporan el grandioso recurso tecnológico emergente para mejorar la calidad de vida humana sobre un planeta que se desplaza a una zona de riesgo cada vez más esencialmente antrópica.
La emergencia de las Smart City
Es notorio que el futuro urbano de la población mundial (de acuerdo a las estimaciones de Naciones Unidas la población residente en ciudades a fines del siglo XX llegaba al 50 % y en el 2050 alcanzaría al 66 % del total planetario) pone en crisis la capacidad de la organización social, los espacios adaptados y la infraestructura de movilidad y servicios básicos para contenerlos. Frente a eso se ha impuesto una mirada que confía en que un hábitat que incorpore el uso intensivo de las TIC (que administre los edificios, el transporte y la energía) permitirá a la sociedad superar la crisis en curso mediante la aplicación de herramientas técnicas elaboradas por las empresas de punta.
Este avance demoledor de la idea de Smart City no es ajena al fuerte marketing de las empresas proveedoras, que pone el centro en atractivos ranking de ciudades que las coloca entre la más inteligentes (o las más “tontas”, por exclusión) según si han incorporado o no ciertas tecnologías que estas mismas empresas ofrecen. Esto sin duda ha sobredeterminado el uso de la categoría “inteligente” dejándola indisolublemente unida a “City” y constituyendo lo que los especialistas en marketing llaman una marca.
El filósofo coreano Byung-Chul Han, residente en Alemania, ha caracterizado la sociedad contemporánea por privilegiar el parecer sobre el ser y también el tener: “En la antigüedad, lo importante era el ser, pero el capitalismo impuso el tener. En la actual sociedad del espectáculo, sin embargo, domina la importancia del parecer, de la apariencia” (Arroyo F., 2014). En medio de este afán del parecer se ha desatado una carrera entre las autoridades gubernamentales (locales, estaduales o nacionales) por incorporar a sus programas de gobierno las propuestas “más avanzadas” en materia de “Smart City”, hasta el punto de ofrecer su territorio como campo experimental.
Mientras tanto se multiplican los Congresos, Foros o Exposiciones donde se reúnen una variada gama de estas propuestas predigeridas de las empresas del sector y es difícil que los gobiernos, preferentemente los subnacionales a los que dirigen sobre todo estas convocatorias, escapen al “glamour” del despliegue de estos eventos. En septiembre se celebró por primera vez en Sudamérica la exposición Smart City Expo Buenos Aires, que intentó mostrar las posibilidades futuras de las ciudades. Participaron más de 7.000 personas, 100 ponentes nacionales e internacionales y más de 30 empresas líderes. En la exposición hubo sensores, maquetas de realidad aumentada, impresoras 3D, visores de realidad virtual, drones y muchos más dispositivos (Ingrassia, Víctor, 2017).
Indagando sobre el concepto Smart City
Manu Fernández González, en la búsqueda de encontrar los fundamentos ideológicos de los propulsores de las Smart City, observa que coinciden en plantear como problemas cruciales a resolver la ineficiencia, la falta de información, el despilfarro de los presupuestos públicos, etc. Coinciden así también en ignorar la desigualdad económica, los conflictos sociales o la crisis ambiental que adquieren cada vez importancia en el mundo, sobre todo en ciertas regiones, y muy presentes en las grandes ciudades (Fernández González, M., 2016).
La variada oferta de soluciones intensivas en TIC
Este punto de partida sesgado es lo que ha permitido, a juicio del autor citado, “construir un ecosistema de actores relevantes en la solución de esos problemas (empresas proveedoras de servicios tecnológicos, utilities, consultores, autoridades políticas…) y obviando u ofreciendo un papel testimonial a otros actores esenciales de la vida en la ciudad (organizaciones sociales…). Esta narrativa es la que, en fin, ha permitido construir y cristalizar en el imaginario de los decisores públicos un determinado conjunto de soluciones (automatización, gestión en tiempo real, análisis del big data…) frente a otras herramientas (observación directa, discusión pública, etc.)”.
Desde otro ángulo, Mariona Tomàs Fornés sostiene que la corriente de las Smart Cities pretende despolitizar la gestión urbana bajo un planteo organicista que “considera el espacio urbano como un sistema de sistemas, como un flujo de datos que hay que monitorizar y optimizar” (Tomàs Fornés, M., 2015). La autora señala que, muy lejos de esa aspiración, la concepción Smart City es política y afecta el modelo de gobernanza y que las empresas comienzan a tener el protagonismo en la definición del modelo de ciudad; de este modo, el propio Estado y centralmente la ciudadanía son desplazados de las primeras líneas de la política urbana.
La autora desarrolla su postura analizando el caso de Barcelona, una de las ciudades estrella como modelo de urbanismo ciudadano del período de los ‘80 y ‘90, que aprovechó eventos internacionales como palanca de desarrollo con proyectos urbanos focalizados pero con capacidad dinamizadora y finalmente con planificación estratégica urbana y metropolitana. La conclusión, observa la autora, es que tras el intento de incluir a Barcelona entre las Smart City destacadas en el mundo, se han orientado las políticas urbanas a una búsqueda de competitividad económica que las asimila a la entrepeneurial city (Harvey, 1985), el crecimiento económico con atracción de capital y la asociación público-privado, y así la Smart City deja de ser una propuesta integradora a escala metropolitana para transformarse en una iniciativa de tipo local y heterogénea entre los municipios de la Gran Barcelona.
La aplicación de las Smart City aun presenta dudas irresueltas
A pesar de que se pregona que los cinco ejes para construir ciudades inteligentes son ciudades sustentables, innovación digital y desarrollo económico, ciudades equitativas, gobierno abierto y ciudades vivas, la oferta concreta pasa por “tecnología, open data, acceso público a informes, estadísticas y procesos de producción para generar más eficiencia y productividad”.
El Jefe de Gobierno de la CABA inaugura la Smart City Buenos Aires
En cuanto a la repercusión de esta tendencia mundial en la Buenos Aires Metropolitana, cabe decir que ha tenido por ahora una penetración más ideológica que concreta y que por otro lado, como en el caso de Barcelona, se concentra en la ciudad central metropolitana. La actitud expresada por el Jefe de Gobierno en el evento Smart City Buenos Aires pareció prudente al destacar que "hoy esta tendencia mundial a la incorporación de tecnología nos hace ser muy cuidadosos", y aclaró que "no hay que copiar en forma boba" las ideas que se lleven a cabo en otras ciudades del mundo.
Sin embargo, pese a lo expresado por el Jefe de Gobierno de la CABA, la visión que se deduce de la gama de alternativas desplegadas por la mayoría de los promotores que se presentaron bajo la cobertura de la marca Smart City en la Expo Buenos Aires puede resumirse en los siguientes puntos:
1. Que la Big Data (mediante los datos abiertos) es la fuente totalizadora de lo que sucede en las ciudades y que esto faculta la formulación de modelos que simulan el funcionamiento de las mismas, predicen comportamientos y formulan políticas correctoras de sus anomalías.
2. Que el desarrollo tecnológico permite actuar sobre el sistema de objetos urbanos aumentando la eficiencia del uso de los recursos mediante el conocimiento de las fluctuaciones on line de las demandas y logrando de este modo los óptimos niveles y calidad de satisfacción a los usuarios.
3. Este modo de funcionamiento urbano reemplazaría el sistema representativo y presencial de la ciudadanía, de altos costos económicos y humanos, por un mecanismo de tipo organicista (algorítmico) que permitiría una más eficiente y fidedigna resolución de las problemáticas urbanas contemporáneas.
La nueva oferta de movilidad automotor individual intensivo
Los riesgos de una aplicación mecánica de los nuevos recursos se traslucieron en el desarrollo del panel “Imaginando el futuro de la movilidad urbana”, donde se analizaron las innovaciones tecnológicas en la materia de transporte. Sin embargo se expresaron dudas sobre la introducción de manera disruptiva de la movilidad eléctrica, los vehículos de auto-comando, los sistemas de “car sharing” como “car pooling” y “ride sharing” (diferentes modalidades del automotor compartido), el estacionamiento inteligente y el uso de aplicaciones informativas, a las formas tradicionales de movilidad, de provisión de servicios públicos de transporte o de planificación del tráfico (Ingrassia, V., 2017).
Estas advertencias podrían extenderse a los intentos de otras empresas que están incursionando en el monitoreo de transporte y en el área metropolitana de Buenos Aires trabajan en proyectos de medición y monitoreo de gas y están en conversaciones con tres distribuidoras. Debe tenerse en cuenta que este tipo de soluciones también se pueden replicar en agua y proyectos propios como luminarias sustentables. “Vemos un alto potencial en todo lo que es ‘metering’ (medición) y todo lo que la tecnología ‘natrow band’ (banda reducida) contribuye a estas soluciones”, dijo el Ing. Ruffo, gerente de desarrollo de productos para empresas e ICT de Telecom (Dergarabedian, C., 2017).
Otro de los temas que arrojan grandes dudas es que, pese a la importancia y los beneficios del análisis de Big Data para el sector público, también se plantean serios riesgos en materia de privacidad dado que incluyen datos personales (identificación, geo-referenciación, flujos, etc.). Es por ello necesario el anonimato de los datos, solo posible a través de costosas y difíciles estrategias de des-identificación de tal manera que imposibiliten la re-identificación de las bases de datos personales.
En ese escenario se observa con preocupación que muchas autoridades de gobiernos locales se apresuran para adelantarse en la incorporación de estos sistemas automatizados, tales como administración de edificios, transporte y energía para poder colocar a su ciudad como una de las primeras en los ranking más difundidos de ciudades inteligentes. Pareciera que, en el vértigo generado, las decisiones pasan no por la adopción “inteligente” de políticas públicas que incorporen los nuevos recursos que ofrece el avance tecnológico a las necesidades de la sociedad urbana contemporánea sino, por el contrario, que la población sea tomada como consumidora y se adapte a la matriz tecnológica que las empresas del sector ofrecen con la marca Smart City.
En el caso de la Buenos Aires Metropolitana la preocupación adicional es que la incorporación anárquica y desigual de las TIC de manera individual a las jurisdicciones no haga más que incrementar las disparidades ya existentes y agrave las dificultades de coordinación de la gestión del territorio. Sería esto altamente contradictorio con la propia esencia de estas nuevas tecnologías, que reside en la interconexión de sistemas de personas y objetos, que en una metrópolis como la BAM comparten estos componentes con un territorio común y una larga agenda de problemas compartidos.
Resumen de los temas metropolitanos del período analizado
En este trimestre, además de la cuestión destacada del desembarco en la BAM de las Smart Citíes, se destacan situaciones relacionadas con:
1) el Saneamiento; continúa el negativo letargo de la ACUMAR pero se dio el positivo inicio del colecto Margen Izquierdo del Riachuelo,
2) en materia de Gestión, continuó el positivo funcionamiento de la COCAMBA,
3) mientras se encendían luces rojas porque a pesar de los brotes de la economía señalados por el gobierno estos no se ven reflejados en la política distributiva (ver los detalles en Cuadro 1 y Anexo I, Cuadros Nº 2, 3 y 4).
APA
El autor es Coordinador General del Observatorio Urbano Local – Buenos Aires Metropolitana (OUL-BAM), CIHaM/FADU/UBA. Es autor de Metrópolis Argentinas.
Ver los informes trimestrales anteriores de la serie de Artemio Abba que café de las ciudades publica en relación a los avances y/o retrocesos de la institucionalidad y gestión de la Región Metropolitana de Buenos Aires.
Sobre el tema, ver también en café de las ciudades:
Número 133-134 I Urbanidad contemporánea
Ciudades inteligentes o cursilería interesada I ¿Hubo alguna vez ciudades tontas? I Por Jordi Borja
De Mariona Tomàs Fornés, ver también en café de las ciudades su entrevista a Edward Soja (número 22) y sus notas La marquetización de las ciudades (Nº 6), La seducción del Marais (Nº 13) y ¿Vulgar o extraordinario? (Nº 21).
Bibliografía
Abba, A. P., Facciolo, A. M., Kullock, D., Marchetti, B., Moreno, J. L., Prudkin, N. y Rietti, S., (1983), "Propuesta Metodológica para la Evaluación Ambiental Regional", Centro Internacional de Formación en Ciencias Ambientales (CIFCA), Naciones Unidas (en colaboración) 1983.
Arroyo, Francesc, (2014), “Aviso de derrumbe, Byung-Chul Han, pensador coreano afincado en Berlín, es la nueva estrella de la filosofía alemana”, El País, España, 22 Marzo de 2014.
Bartolo, Anthony, (2017), “Smart cities – from pipedream to reality with IoT and ubiquitous connectivity – Part 1”, TATA Communications, 10-08-17
Dergarabedian, Cesar, (2017) “Smart City: las siete aplicaciones que mejorarán la calidad de vida en las ciudades argentinas”, iProfesional, 03-10-2017.
Fernández González, Manu, (2016), “La construcción del discurso de la smart city: mitos implícitos y sus consecuencias socio-políticas”, URBS. Revista de Estudios Urbanos y Ciencias Sociales. Volumen 6, número 2, páginas 83-99, 2016.
Ingrassia, Víctor, (2017), “Smart City Buenos Aires: los 5 ejes principales para construir una Ciudad Inteligente”, Infobae, 29-10-2017.
Tomàs Fornés, Mariona, (2015), “SMART CITIES Y SU IMPACTO EN LA GOBERNANZA URBANA”, Draft paper, XII Congreso de AECPA, Área V. Gestión pública y políticas públicas, 2015.
Suárez, Agustín, (2017), “Ciudades inteligentes: mucho más que tecnología”, idM, Fundación Metropolitana, 13/10/2017.
ANEXO I