N. de la R. Debido a su extensión, esta nota se publica en sucesivos números de nuestra revista. Ver la primera parte en nuestro número 188.
Capital Federal – Aglomerado Bonaerense – Gran Buenos Aires – Conurbano
Tres. El conurbano como problema político
El recorrido de esta sección pregunta: ¿por qué el conurbano o el Gran Buenos Aires está representado, al menos en el imaginario social y en el uso colectivo, como la geografía extramuros de la Capital Federal? Es que, irónicamente, la coalescencia urbana primada de la Argentina representa una conurbación de la capital, sin su capital. Ciertamente, y más allá de históricos fundamentos científicos, técnicos y oficiales, la construcción social y política del concepto metropolitano está atrapada en una dicotomía ciudad-conurbano. Recorramos algunos hitos sobre esta cuestión.
El IV Censo General de la Nación de 1947, después de 33 años sin censo nacional, marcó un importante crecimiento poblacional: la Capital Federal contabilizaba 2.981.043 de habitantes, acaso alcanzando su cenit, y los partidos circunvecinos concentraban a 1.741.338, es decir que representaba una cifra superior a la mitad de la población de la ciudad capital. Ese notable crecimiento poblacional se da en un marco de políticas estatales de fuerte intervención en el desarrollo económico industrial y social combinado con un mercado de tierra totalmente desregulado, motorizado por la difusión de la pequeña propiedad urbana: líneas de préstamos subsidiados (mensualidades no indexadas) en bancos oficiales, política de tarifas subsidiada en el transporte público nacionalizado y, fundamentalmente, una política de laissez-faire en el uso de la tierra, tanto en lo concerniente al uso residencial –central y periférico– como en lo relativo a las localizaciones industriales (Torres, 1993). Habría que reparar en las dos formas que adopta el "loteamiento" y la ocupación del suelo: en la periferia, expansivo, producido por un tipo de ocupación que tiene como protagonistas a estratos populares de menores ingresos (loteos económicos o populares); en zonas centrales y subcentrales, consolidado (fundamentalmente Capital Federal en su conjunto), se desarrolla una densificación urbana de la que son protagonistas toda una gama de sectores medios (departamentos en propiedad horizontal) (Clichevsky, 1991; Torres, 1993; Garay, 1995; Baer y Duarte, 2011).
Un dato ilustrativo de ese proceso lo refleja la empresa OSN, que ya en 1923 con el "Proyecto de ampliación… para 6.000.000 de habitantes" de Paitoví (1923) y posteriormente el "Distrito Sanitario para el Aglomerado Bonaerense" de Butty (1941) constituye un límite del conurbano en función de cantidad de población a servirse con obras proyectadas. Sin embargo, habiendo transcurrido décadas de esos planes, el censo de 1947 revela que la población conjunta de la Capital y 17 partidos del Gran Buenos Aires, incluso abarcando una extensión territorial mayor, llegaba a casi 4.700.000 habitantes. Es decir, esa diferencia de tamaños, tanto geográfica como poblacional, ponía de relieve el descalce en las previsiones de la empresa sanitaria, no sólo de la provisión en zonas sin servicios sanitarios sino también en la forma de acompañar el crecimiento metropolitano.
Ahora bien, a partir del 17 de octubre de 1945 y durante el período peronista (1946-1955) se da quizás el punto más fuerte de la oposición ciudad-conurbano, marcando a fuego la política nacional desde entonces. Acaso porque en las márgenes del conurbano, los "patios de atrás" de los barrios bonaerenses, no se percibía una realidad social latente del otro lado del Riachuelo y la Av. Gral. Paz –al tiempo que se pone de relieve el “Gran Buenos Aires” en oposición con la Capital Federal. Curiosamente, un dato del período en que repara Caride (1997) se da cuando se institucionaliza por primera vez el "Gran Buenos Aires" como categoría censal para el IV Censo General de la Nación, anteriormente comentado. Esa categoría censal no sólo reconocía el crecimiento físico de una conurbación que se desarrollaba extramuros de la capital sino también la consecuencia de un proceso de ideas y planes que se venían formulando décadas anteriores. Porque la definición oficial del Gran Buenos Aires, lógicamente, incluía a la Capital Federal aunque, acaso como rechazo a ese concepto, se interponía un decreto en clave provincial que establece un Gran Buenos Aires excluyendo nada menos que a la propia Ciudad de Buenos Aires (Decreto 70 /1948), precisamente, antes de publicarse los resultados definitivos del censo. Ese decreto provincial origina un debate entre la Nación y la Provincia de Buenos Aires, pugnando lo que cada jurisdicción política pretendía como límites del Gran Buenos Aires.
Figura 5. Gran Buenos Aires como categoría oficial, 1947
La denominación oficial identificaba al área comprendida por la Capital Federal y los entonces diecisiete partidos aledaños de la Provincia de Buenos Aires. La figura 5 muestra la publicación del Instituto Geográfico Militar (Ejército Argentino) "Atlas de la República Argentina: físico, político y estadístico" (1950), editada con el lema "Año del Libertador General San Martín, en ocasión de conmemorarse el centenario de su fallecimiento. El mapa se encuentra en el apartado Provincia de Buenos Aires, donde se puede leer la leyenda: "el límite del Gran Buenos Aires responde al decreto N° 70 del 8.1.48 de la Provincia de Buenos Aires". Fuente: Instituto Geográfico Militar, 1950.
En ese debate gravita el arquitecto-urbanista José María Pastor, quién marca su influencia en el desarrollo posterior de los límites del conurbano, que desemboca en la oficialidad del término “Gran Buenos Aires” (el trabajo de Horacio Caride, 1997, dedica una minuciosa revisión histórica de la idea del Conurbano Bonaerense, que me permitió conocer la construcción de ese concepto en el territorio metropolitano y, particularmente, las circunstancias que desembocaron en 1947 en la definición oficial del Gran Buenos Aires como categoría censal). Pero hay que decir que estos límites geográficos, entre el contrapunto de la categoría censal y el decreto provincial, no resolvieron la contradicción ciudad-conurbano, fruto de la naturaleza política de la federación argentina.
Pero señalemos que, ya para fines de la década de 1940, se evidenciaban abordajes para toda la conurbación que se despliegan sobre municipios circunvecinos, en un marco de protagonismo de la acción territorial centralizada en el estado nacional, en competencia con las provincias y con auge de la retórica nacionalista. Específicamente, la mayoría de las empresas de servicios públicos ya habían definido una Aglomeración Bonaerense o un Gran Buenos Aires como área operativa. La empresa OSN ya desde principios de siglo consideraba la expansión de sus redes como unidad metropolitana, tal como se señaló. La importante red de ferrocarriles en el territorio nacional, construidos y explotados por empresas británicas y, en menor medida, francesas, era utilizada a finales de la década de 1930 para desplazamientos suburbanos residencia-trabajo, dotando las condiciones para una expansión metropolitana (Torres, 1991) delimitada entre estaciones y "punta de rieles" de ramales de la aglomeración urbana, que la nacionalización peronista en 1948 confirmará. Una consideración similar ocurre con la estatizada Transportes de Buenos Aires hasta su disolución (después del fracaso de la Corporación del Transporte), adoptada para la gestión de colectivos, subterráneos y tranvías. También similares criterios reflejan las áreas operativas de la Empresa Mixta Telefónica Argentina (EMTA) creada 1946, y posteriormente, rebautizada en 1958 como ENTel (Empresa Nacional de Telecomunicaciones), así como también, la empresa de electricidad bajo jurisdicción nacional SEGBA (Servicios Eléctricos para el Gran Buenos Aires) creada en 1958 (Ley 14.772). Asimismo, varios organismos fueron reconociendo la “Capital Federal y municipios circunvecinos” para la aplicación de políticas sociales como la reglamentación de los salarios mínimos obreros (1945) o el alcance de los “precios máximos” de los productos de primera necesidad (1947) o el área operativa de servicios de bomberos (Novick y Caride, 1998).
Ahora bien, a partir del gobierno de Arturo Frondizi (1958-1962) se da una época de auge de la planificación nacional, en coincidencia con el desarrollismo, y desde entonces se multiplican planes de desarrollo en distintos contextos políticos y agencias estatales. Los planteos regionalistas de descentralización urbana y fabril son temas que, con matices y distintas propuestas, se instalan recurrentemente desde entonces. Acaso un impulso serio en la faz técnica lo encontramos en la Municipalidad porteña con el Plan Regulador de Buenos Aires (1958-1965) que guarda cierta relación con el frustrado EPBA (Estudio del Plan para Buenos Aires) siendo, indudablemente, continuador de protagonistas, teorías y proyectos. Se trató de un estudio impulsado por la Intendencia Municipal. El director del equipo fue Francisco García Vázquez y contó con consejeros a Flavio Alfaro (Estudios Urbanísticos), Odilia Suárez (Análisis e Información) y Eduardo Sarrailh (Planeamiento), con un número importante de colaboradores en las diferentes áreas técnicas o sectoriales (entre ellos Patricio Randle en el equipo de Relaciones Públicas y Difusión). En este Plan aparece el tratamiento de conjunto del Gran Buenos Aires como un todo orgánico, que se expresa en la necesidad de incorporar dentro de un plano técnico a un “área metropolitana”, bajo un concepto deudor del urban planning de Patrick Abercrombie para el Greater London Plan (1944). Pero lo que sobrevuela a las pautas urbanísticas, siendo coherente con los intereses que la promueven, es una influencia de la Ciudad de Buenos Aires sobre toda la conurbación apelando a la “descentralización” demográfica al estilo de las newtowns, expresado mediante unos “lineamientos estructurales” para el Área Metropolitana y su Región, de evidente inspiración en el Greater London Plan, al punto de publicar folletos en inglés –acaso para que no queden dudas de la influencia británica– (Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires. Buenos Aires: Master plan summary, Dirección del Plan Regulador. 1969) pero sin que en rigor se pudiera adoptar la doctrina regional planning dada la imposibilidad jurisdiccional. En los hechos la "escala metropolitana" del plan es mirada en conjunto "desde la Capital Federal" como prioridad de todo el desarrollo. De todas formas, aunque encuentra límites políticos infranqueables, logra esbozar en su jurisdicción intervenciones a “escala urbana” que conforman fragmentos dentro de un plan de conjunto regional. Entre los proyectos que logra plasmar, por ejemplo, encontramos los trazados de autopistas pasantes (costera, central y oeste), la instalación de estacionamientos subterráneos en varios puntos centrales, la liberación del puerto y su reemplazo por áreas deportivas, el desarrollo del Parque Almirante Brown en el área del bañado de Flores, entre otros. También son deudores del plan la remodelación y verticalización edilicia del área costera, la remodelación del Arsenal de Luca, la erradicación de la Penitenciaría Nacional por la plaza Las Heras, el tratamiento de la Chacra Saavedra para equipamiento colectivo y parque, las propuestas en el sector de Puerto Madero como oficinas, viviendas y un gran área de relleno para equipamiento deportivo, administrativo y vivienda complementaria, la ubicación de los conjuntos habitacionales de Soldati y Lugano, la propuesta de un aeropuerto de escala internacional sobre el río y la liberación para parque del aeropuerto capitalino preexistente, una localización para la Terminal de Ómnibus en Retiro, la propuesta de extensión de líneas de subterráneo, el nuevo emplazamiento del Mercado Central, la simplificación del esquema ferroviario mediante la liberación de trazas y playas, entre otros.
Pero volviendo a la escala metropolitana, la articulación entre “ciudad” y “conurbano” está signada por la imposibilidad de definir en el plano técnico una unidad política de planeamiento, como tampoco de la región respecto al resto del territorio nacional.
Figura 6. Lineamientos estructurales para el Gran Buenos Aires, 1960
Plano de los lineamientos estructurales para el Gran Buenos Aires. El plan recupera diversas ideas e iniciativas previas de proyectos de Della Paolera y Le Corbusier para la ciudad, el Área Metropolitana y la Región. Cfr. Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Organización del Plan Regulador. Plan Regulador de la Ciudad de Buenos Aires. Plano Director de Buenos Aires. Buenos Aires: Informe Preliminar. Etapa 1959-1960.
Durante la autodenominada Revolución Argentina, con Onganía en el poder, la tarea planificadora sufre un viraje profundo cuando se crea el Consejo Nacional de Seguridad (CONASE), señalando que el Consejo Nacional de Desarrollo (CONADE) debería trabajar de manera conjunta con aquel, adelantando de alguna manera que seguridad nacional y desarrollo territorial iban de la mano. Se trata de experiencias atrapadas a la trágica pendularidad de la política nacional, encerrada en un círculo de hierro militar que no fue capaz de romper. En estas experiencias aparece la cuestión del Gran Buenos Aires, con distintos planteos doctrinarios y con diferentes tópicos relacionados a la planificación urbana. El CONADE define regiones de planeamiento (Metropolitana, NOA, NEA, entre otras) para el control estatal del territorio, al tiempo que se propone crear condiciones para la inversión económica y financiera de capital trasnacional. El planteo da pistas de la fuerte influencia francesa y norteamericana en la formación de cuadros de contrainsurgencia, en donde los imperativos de la “doctrina de la seguridad nacional” y la orientación del “desarrollo económico” que anima la apertura al capital externo en el plano territorial se abordan de manera conjunta. El CONADE, a través de la Oficina de la Región Metropolitana, elabora el documento denominado Organización del Espacio de la Región Metropolitana de Buenos Aires. Esquema Director Año 2000 (1969) basado en el modelo del schéma directeur de la région Ile-de-France (1965-1972) de Paul Delouvrier (de hecho una misión parisina se instala varios meses en Buenos Aires para participar en el equipo de trabajo. Juan Antonio Ballester Peña fue su director, asesorado por Félix Della Paolera, Jorge Gabrinetti, Juan Pablo Lobert y Antonio Margariti –Caride, 2000:21). Ya en el título busca superar el problema jurisdiccional de la región, que habían fracasado en ensayos anteriores, para lograr una “organización” metropolitana al nivel más alto del aparato estatal, es decir, al nivel nacional. El planteo territorial busca consolidar la estructura histórica espacial del litoral bonaerense del Río Paraná-Río de la Plata. De hecho, para su área operativa se fija un extenso corredor urbano, paralelo al eje Rosario-La Plata, con epicentro en Buenos Aires, extendiéndose en unos 140 kilómetros de largo y 20 kilómetros de ancho. La propuesta de una Red Ferroviaria Expresa (RER), entre La Plata y Campana, queda ligada a posibles inversiones francesas en el esquema ferrocarril-tren-eléctrico, aunque luego –como finalmente pasó– quedarían relegadas por el ascenso de la autopista-auto-petróleo ligada a intereses norteamericanos (Molina y Vedia, 1997: 245-246). Es decir, el transporte público queda descartado y en un proceso de desmantelamiento progresivo, ya iniciada por el fatídico Plan Larkin de la época de Arturo Frondizi, agravando la crisis ferroviaria, inversamente proporcional a la avanzada promoción del transporte particular.
El plan pone énfasis en la "centralidad" como un factor que hay que aprovechar, donde la "movilidad" potencia las ventajas que se expresan en los ejes lineales de los “viejos caminos” y se propone un Eje Fluvial Industrial paralelo a la ribera del Plata-Paraná como política territorial a impulsar. Se completa con una serie de “anillos concéntricos”, similares a la Avenida General Paz, de manera de pautar los distintos ensanches futuros del Gran Buenos Aires, en una forma de frenar la urbanización hacia el oeste.
La última dictadura (1976-1983) propuso importantes y costosas iniciativas que intentaron revertir el escenario demográfico y productivo impulsando una serie de proyectos infraestructurales y legislativos, algunos bajos resortes represivos. Entre 1947 (4.722.381) y 1980 (9.766.030) la población metropolitana se multiplicó por dos, mientras que la cantidad de automóviles se multiplica por diez, pasando a un millón y medio de unidades. Precisamente, los argumentos de "congestión urbana e industrial" del conurbano bonaerense, "desequilibrios" regionales con respecto al interior del país, y "ecológicos" relacionados con el hacinamiento poblacional y fabril, se ubicaron bajo los imperativos de la denominada Doctrina de la Seguridad Nacional. Al extremo de señalar –aunque elípticamente a veces– lo estratégico que supone esta medida –de acuerdo a móviles militares– para "descomprimir políticamente el Gran Buenos Aires" (Oszlak, 1991) En las Fuerzas Armadas comenzó a primar a partir de la década del sesenta la Doctrina de la Seguridad Nacional alentada por fuerzas norteamericanas que las difundieron como hipótesis de conflicto durante la denominada Guerra Fría. La versión para América Latina fijaba la prioridad en la defensa interna, a través de una tarea policíaca y de inteligencia para las Fuerzas Armadas ante las intenciones del mundo comunista.
Figura 7. Área Metropolitana según CONADE (1969) y CEAMSE (1978)
La figura muestra dos registros de planeamiento de época. En el mapa de la Región de desarrollo del CONADE delimitada por Decreto Nº 7592/1969 del Poder Ejecutivo Nacional se define la Región Metropolitana y el Área Metropolitana (color rojizo) que anexa a los distritos del Gran Buenos Aires (1947) San Vicente, Cañuelas, Gral. Las Heras, Marcos Paz, Pilar, Escobar y la primera y segunda sección del Delta (Tigre, San Fernando, Escobar y Campana). Superpuesto (en límite verde) el Área Metropolitana operativa que define en su génesis el CEAMSE (1978), que adopta el Gran Buenos Aires (1947) y anexa a La Plata, Berisso y Ensenada. Fuente: Allende, H. Planificación del arco sudoeste, Buenos Aires: CEAMSE, 1979.
Este registro gubernamental sobre los problemas del área metropolitana en su conjunto se hace patente no sólo en el Intendente Brigadier Osvaldo Cacciatore sino, del otro lado de la Avenida General Paz y el Riachuelo, en Ibérico Saint Jean (Gobernador de facto de la Provincia de Buenos Aires). De ahí que esa cuestión capital se lleva ante Videla y su gabinete, puntualizando la necesidad de revertir los déficits en materia de urbanismo, ecología e infraestructura que inciden en aspectos fundamentales de la población y, por ende, la urgencia de intervenir decididamente para una "integración efectiva en lo referente al Planeamiento del Área Metropolitana" (Fernández, 2020) (en Presidencia de la Nación. Un Lustro de Historia 1976-1981. Buenos Aires: La Razón, 1981; “Facsímil de decreto 3457 firmado por Jorge Rafael Videla y Albano Harguindeguy”; Laura, Guillermo y Jaime Smart, con Roberto Azaretto, La Provincia del Río de la Plata, Buenos Aires: Ediciones Agencias Noticiosas CID, 1980). En esa argumentación está en el centro de la escena pública lo imperativo de una coordinación entre jurisdicciones para impulsar el "Cinturón Ecológico" en base a un "affectio societatis" para expropiar miles de hectáreas de territorio bonaerense en la forma de un arco que rodee la urbanización entre la pampa, el Delta y el Río de la Plata. El plan surge de El cinturón ecológico (1978) de Guillermo Laura, que plantea una sociedad entre la Municipalidad de Buenos Aires y la Provincia de Buenos Aires denominada CEAMSE, cuyo fin es la "disposición final" de los residuos sólidos y la creación de un cinturón verde, organizados por un esquema de vialidades de conexión metropolitana. El programa territorial se trató de una especie de green belt anglosajón aunque, en rigor, inspirado como reserva verde pública a imagen de los Bosques de Palermo de Sarmiento (Laura, 1978). No obstante, lo impregna el antecedente del plan CONADE en lo referido a contener el crecimiento metropolitano en dirección Oeste (Figura 7). Pero yendo más allá de este programa interjurisdiccional aparece el "imperium" para una organización metropolitana definitiva. Así lo refleja el abogado Jaime Smart, Ministro de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, cuando difunde opinión pública, tal como la que refleja en el diario Clarín, 15 de mayo de 1978, bajo el título "'El Gran Buenos Aires es ingobernable, dijo Smart'". En esa editorial puntualiza que una solución sería "ampliar los actuales límites de la Capital para que absorba el Gran Buenos Aires", con el argumento de que de ese modo todo el sector metropolitano que la rodea tendría una conducción única que bien podría impulsarse mediante una "federalización del territorio del Gran Buenos Aires". Otra alternativa es la "provincialización de toda el área metropolitana", una opción que bien podría ligarse con un proyecto de traslado de la Capital Federal al interior del país. Cabe mencionar que la propuesta fue condensada en el libro La Provincia del Río de la Plata (1980) de Laura y Smart, con la colaboración de Azaretto, una propuesta de federalizar el Gran Buenos Aires a partir de la creación de una nueva provincia urbana (Fernández, 2020).
Con el retorno de la democracia en diciembre de 1983 surgió el "Proyecto Patagonia y Capital" (1986) que, por instrucción del presidente de la Nación Argentina Raúl Alfonsín, proponía la colosal idea de trasladar la Capital Federal hacia un nuevo Distrito Federal Viedma-Carmen de Patagones en el sur patagónico. El frustrado proyecto tenía como fin "descentralizar y desburocratizar el poder político y separarlo del poder económico del país", concentrados en el AMBA, y, a la vez, promover un "equilibrio demográfico" de la Argentina y desarrollar "inversiones económicas en el interior del país". El Proyecto Patagonia formó parte del plan para la fundación de la Segunda República Argentina, lanzado por Alfonsín por Cadena Nacional de Radio y TV, la noche del 15 de abril de 1986. Al día siguiente pronunció en Viedma el famoso discurso donde convoca a los argentinos a “crecer hacia el sur, hacia el mar y hacia el frío”. De las medidas proyectadas por Alfonsín en el Proyecto Patagonia, solo una se concretó y es la transformación de Tierra del Fuego de territorio nacional en provincia.
En 1987 se crea por decreto la Comisión Nacional del Área Metropolitana de Buenos Aires (CONAMBA, Decreto Nº 2.064,22/12/87) que buscaba impulsar acciones mancomunadas para mejorar condiciones de funcionalidad y habitabilidad del área metropolitana. Según se lee en el decreto: "El área metropolitana, esto es, la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y los Municipios del conurbano bonaerense, constituye una de las grandes preocupaciones nacionales, pues encarna la representación del modelo centralizador de decisiones y concentrador de actividades y la absorción de población de casi todo el territorio nacional. Que estos serios conflictos en el área metropolitana y su zona de influencia provocan no sólo carencias sociales y pérdida de la identidad sino también graves deseconomías para el Estado, que tiene que atender las secuelas de problemas de educación, salud, seguridad, marginalidad, alienación y recursos económicos desaprovechados".
La CONAMBA publicaba en 1995 el estudio El Conurbano Bonaerense. Relevamiento y Análisis encargado a principios de la década por el gobierno provincial, financiado por el Consejo Federal de Inversiones (CFI) y publicado por el Ministerio del Interior, como parte de un conjunto de estudios de base para la transformación institucional, entre los que se pude mencionar la subdivisión de algunos municipios del AMBA (Proyecto Génesis 2000). El segundo antecedente es el "Fondo de Reparación Histórica del Conurbano" en 1992, que se financia con el 10 por ciento de la recaudación del impuesto a las ganancias. Este fondo se creó para equilibrar lo que recibía la provincia de Buenos Aires en concepto de coparticipación, poniendo de relieve en el país los desequilibrios regionales que supone el Conurbano Bonaerense. El argumento que sustenta este fondo es la pérdida de participación relativa que la Provincia de Buenos Aires había registrado con la Ley de Coparticipación (Ley Nº 23.54/88) sancionada durante el gobierno de Alfonsín y vigente desde entonces. El proyecto comenzó a gestarse en 1989 bajo la gobernación de Antonio Cafiero, aunque se trató en el Parlamento cinco meses después de la asunción de Eduardo Duhalde, cuando interpuso como condición su aprobación para presentar su candidatura a gobernador. El fondo fue manejado por la provincia en forma discrecional hasta que en 1996 se le impuso un techo máximo de 650 millones de pesos anuales.
Figura 8. CONAMBA (1995)
Fuente: Ministerio del Interior, 1995.
Para culminar este largo recorrido realizado, mencionemos un hito capital con implicancias para el devenir del AMBA como fue la Reforma de la Constitución Nacional de 1994 y, en ese acto, la declaración de estatus federal de la Ciudad de Buenos Aires. Pensemos que desde su federalización (1880) el gobierno del territorio porteño tenía aquellas facultades que por Ley Orgánica del Congreso Nacional expresamente le delegaba, no siendo un gobierno autónomo sino un administrador de la ciudad bajo régimen municipal. En cambio, a partir de la Reforma Constitucional de 1994 y la Constitución de la Ciudad de 1996 se conformó la autonomía de la ciudad, rubricado en su nueva denominación: Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En consecuencia, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires pasa a tener, tal como las provincias, todas las facultades, salvo aquellas que se han delegado en el Gobierno Nacional. Hay que tener en cuenta que esa autonomía es hija del Pacto de Olivos, cuando el Presidente Menem acuerda con Alfonsín la reforma constitucional en momentos de su pretendida reelección y, acaso como prenda de cambio, cediendo una porción de poder territorial que históricamente no era base electoral disputable del Partido Justicialista. Este episodio significó catapultar el último gran repliegue de la Capital sobre sí misma –y su riqueza. Con la reforma de 1994 se agrega este nuevo Estado de la ciudad de Buenos Aires, que obtiene una naturaleza de “ciudad-Estado” con una autonomía especial, intermedia entre la provincial y municipal aunque más próxima a una provincia. Pero que ya no sería una provincia más en lo político, si se considera que la jefatura de gobierno de la ciudad se ubica en el tablero político como trampolín a niveles nacionales, tal como ocurrió en dos ocasiones desde la Reforma constitucional.
LF
(Continúa en el próximo número. Ver la primera parte en nuestro número 188).
El autor es ecólogo urbano y urbanista. Investigador-docente del Instituto del Conurbano. Universidad Nacional de General Sarmiento.
Sobre su trabajo, ver también en café de las ciudades:
Número 186 I Ambiente
Infraestructura ecológica para la Región Metropolitana de Buenos Aires en tiempos de pandemia I Antecedentes históricos y factibilidad de implementación. I Por Leonardo Fernández
Número 132 I Ambiente y Planes de las ciudades
Biodiversidad Urbana I Apuntes para un sistema de áreas verdes en la Región Metropolitana de Buenos Aires I Por Diego Garay y Leonardo Fernández
Número 74 | Ambiente
“De los ríos no me río” | Ana Carolina Herrero y Leonardo Fernández investigan (seriamente) las cuencas metropolitanas de Buenos Aires | Marcelo Corti
Ver también su trabajo La ecología en el Gran Buenos Aires en tiempos de pandemia.
Referencias
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