“…Terquedades será una tribuna de doctrina” (C. Ricot)
Desde hace años venimos asistiendo al enrejado de plazas porteñas, puesto en vidriera con los incidentes de Parque Centenario. El uso de las rejas como protección del espacio público no es parte de la tradición argentina. Sí que lo eran, en cambio, los “placeros” y cuidadores, encargados de la seguridad y pulcritud de plazas y parques (como quiera que se definieran históricamente esas categorías…). Desde hace más de una década, desde los gobiernos “progresistas” hasta la actual gestión de la Ciudad, se ha postulado la necesidad de cercar las plazas porteñas para protegerlas de diversas instancias de inseguridad: vandalismo, narcotráfico barrial, lumpenaje, pandillas, y tantas etcéteras como variantes haya del discurso securitario.
Estuve hace unas semanas en el Parque Centenario, en ocasión del paso de los Croquiseros Urbanos, y me sorprendió la cantidad y diversidad de actividades desplegadas sobre un espacio que no se distingue por la calidad de su diseño. Gimnastas, yoguis, feriantes, meditadores, corredores, músicos, simples paseantes, toda una rapsodia de gentes y de usos en el corazón de la ciudad. Estuve nuevamente hace pocos días, en plena obra del enrejado, y me sorprendió la parafernalia de cercos y policías protegiendo los trabajos. Y me pregunto: si la Policía Metropolitana puede destinar decenas de agentes a la custodia de una obra en construcción, ¿por qué no dedicar una partida de agentes más reducida a cuidar del parque, con la ayuda de una red de seguridad ciudadana organizada con los propios usuarios y usuarias? ¿Por qué “encarcelar” a uno de los parques más usados y representativos de Buenos Aires?
Mientras tanto, la supervivencia de las vallas noventista-dosmilunescas (reforzadas desde hace algunos años por el discreto enrejado de la calle Balcarce) muestra una vez más que los oficialismos nacional y porteño pueden coincidir en más cosas que las que aceptan los discursos.
MLT
Sobre las vallas de Plaza de Mayo, ver también en café de las ciudades:
Número 9 | Lugares
La transformación del espacio representativo | Plaza de Mayo (I), Buenos Aires, Argentina. | Adriana Ciocoletto
Número 9 | Lugares
Mi Buenos Aires querido… (cuando yo te vuelvo a ver) | Plaza de Mayo (II): las palmeras quemadas. | Mariela Iglesias
Y sobre las coincidencias de sendos oficialismos, ver también la Terquedad del Plan que realmente existe y, en este número, la nota sobre la Ley 4477 de la Ciudad de Buenos Aires.
Terquedades anteriores:
Presentación editorial (número 65)
Terquedad de las clases medias (y sus críticos)
Terquedad de las villas y los funcionarios
Terquedad del Plan Urbano Ambiental
Terquedad de las Guías (los itinerarios de Eternautas y la ciudad bizarra de Daniel Riera)
Terquedad de las políticas urbanas
Terquedad de Puerto Madero y los paseos costeros
Terquedad del Fútbol (dePrimente)
Terquedad de los vecinos y los medios
Terquedad del gorilismo (y de las palabras)
Terquedad (optimista) del Riachuelo
Terquedad de la no-Ciudad Universitaria
Terquedad periférica (sobre el número 35 de Mu)
Terquedad de las urbanizaciones privadas
Terquedad del Manual (urbanismo para asentamientos precarios)
Terquedad del agua y las cloacas
Nueva Terquedad del suelo, entre la academia y la política
Terquedad de Sabato y Evita en el Cartel de Buenos Aires
Terquedad del Subte, los manteros y el 2015
Terquedad de los que se fueron
Terquedad del fallo (y del Código Civil)
Terquedad de la pasión azulgrana
Terquedad del Plan que realmente existe
Terquedad de ACUMAR en movimiento (lo duro, lo blando, lo lateral)