“…Terquedades será una tribuna de doctrina” (C. Ricot)
El Jefe de Gobierno acaba de anunciar, o más bien sugerir, la realización de un plebiscito para que los ciudadanos porteños decidan si aceptan pagar un aumento de sus contribuciones (o resignarse a que no se hagan otras obras) para así poder solventar los gastos de urbanización de las villas miseria de la Ciudad. Según lo declarado por Macri en la entrevista que publicó La Nación el pasado domingo 8 de junio, la medida no incluye a las Villas 31 y 31 bis de Retiro: “creemos que ese asentamiento no se puede urbanizar, por el peligro de su ubicación [junto a las parrillas ferroviarias] y porque se trata de un lugar insalubre”. Sin embargo, a escasa distancia de la villa, en el exclusivo vecindario de Palermo Chico, los contrafrentes de la calle Juez Tedín limitan sin demasiado escándalo con la misma parrilla ferroviaria, como en tantos barrios de los más variados estratos sociales en la ciudad.
La mítica villa del Padre Mujica y la obstinada recurrencia de su reconstrucción y crecimiento es con seguridad, y parafraseando a J. W. Cooke, el “hecho maldito de la ciudad burguesa”… Su actual proceso de densificación en altura, y su extrema visibilidad desde puntos tan estratégicos como la autopista Arturo H. Illia y la Terminal de Ómnibus, le dan además un plus de molestia, reflejada en cartas a los diarios, editoriales e informes periodísticos que oscilan entre la preocupación por la estética urbana y las dudas sobre la estabilidad y seguridad de las construcciones en marcha (“rascacielos”, según alucinó Joaquín Morales Solá hace algunas semanas).
Macri propone en la entrevista el traslado y reubicación de los habitantes de la “31”; “pero es un proceso que hay que realizar de a poco, mediante el diálogo con la gente, y con el compromiso de darles vivienda en otro lugar. Ellos deben tener confianza en la palabra de este gobierno. (…)Yo puedo mandar a los inspectores a verificar construcciones peligrosas en altura, que aparecen todos los días, pero no tengo poder de policía para ordenar el desalojo”, debido a la jurisdicción del Estado Nacional sobre las tierras.
Ya hemos analizado en el número anterior las consecuencias de que una administración aplique modelos políticos que no le son propios; en este caso, el sesgo ideológico de la actual administración influye en sus consideraciones sobre la Villa 31 pero también en este aparente impasse sobre las anteriores promesas de urbanización para las villas del sur (incluso aunque el macrismo obtiene en ellas alguna satisfacción, como su victoria en las elecciones para la Junta Vecinal de la 21-24 de Barracas).
La propuesta de plebiscito es claramente una tentativa de manipular a la opinión pública. Realizarlo implicaría dividir a la sociedad sobre una cuestión presupuestaria, tensar peligrosamente la convivencia ciudadana a partir de las campañas en uno u otro sentido, y dar pie para una discusión casi asamblearia de prácticamente cualquier medida más o menos trascendente de gobierno. Como señala el Equipo de Sacerdotes de Villas de la Arquidiócesis de Buenos Aires en la Carta Abierta que hicieran llegar al Jefe de Gobierno, “es el Ejecutivo de la Ciudad el que tiene que tener una mirada más global de la situación de estos barrios más postergados de la Ciudad. Ya en el año 1968, durante el gobierno de facto del general Onganía, se planteó un “plan de erradicación de las villas de emergencia de la Capital Federal y Gran Buenos Aires”, y mientras se reubicaba a la gente, se decretó un ‘congelamiento’ de las villas por el cual no podían realizarse nuevos asentamientos, construir, o albergar nuevas familias. Evidentemente fracasó porque no tuvo en cuenta que la causa real del crecimiento de las villas no es la falta de decretos, sino la falta de trabajo y de posibilidades de vida en los lugares de origen de los habitantes. Creemos que el marco de solución de este problema es más amplio y tiene que articular la participación de las provincias, el estado y la ciudad”.
Estas últimas frases enlazan con una referencia válida que hay que reconocer en el discurso del gobierno, tanto en las palabras de Macri como en las declaraciones posteriores de su Jefe de Gabinete, Horacio Rodríguez Larreta: la persistencia en el crecimiento de la demanda, en muchos casos a partir de las ineficiencias de otras jurisdicciones. Es imposible resolver el problema villero desde el exclusivo ámbito jurisdiccional de la Ciudad, sobre todo si no se logra dotar de calidad urbana a las periferias del Gran Buenos Aires. Como tantos otros, el problema de la vivienda en la Ciudad es un problema metropolitano e incluso nacional, relacionado con la ocupación global del territorio argentino, con la situación de las economías regionales y con el rol de las ciudades y sistemas urbanos intermedios. Pero discutir estas cuestiones implica ir más allá de los prejuicios de clase o de las preferencias estéticas sobre el paisaje urbano del downtown porteño, al tomar la 9 de Julio desde el norte…
MLT
Sobre el tema, café de las ciudades realizará la mesa debate “¿Es posible urbanizar las Villas 31 y 31 bis de Retiro?”, el próximo martes 22 de julio a las 19 horas en el auditorio de la Casa de Corrientes (ver café corto).
Sobre las villas miserias de Buenos Aires, ver la nota La ciudad del Mundial ’78 en este número de café de las ciudades. Y en otros números:
Número 61 I Economía y Política de las ciudades
“Acordate que la tierra no es de nosotros…”I El mercado inmobiliario en las villas de Buenos Aires, según María Cristina Cravino I Marcelo Corti I
Número 56 I Tendencias (I)
Transformaciones estructurales de las villas de emergencia I Despejando mitos sobre los asentamientos informales de Buenos Aires. I María Cristina Cravino I
Terquedades anteriores:
Presentación editorial (número 65)