Los restaurants de Buenos Aires son protagonistas del mejor cine argentino de estos tiempos. Buena parte de películas tan disimiles como El hijo de la novia, Bolivia o Herencia, transcurre en locales gastronómicos de distintas calidades, pero en todos los casos insertos en barrios tradicionales y en situaciones reconocibles de la ciudad.
Por estos restaurants pasan historias personales y familiares, pero también metáforas de los dramas colectivos de la historia argentina reciente: la decadencia de la clase media, los flujos y reflujos de la inmigración, las crisis económicas y morales. Cada película resuelve a su manera estos conflictos: la tragedia de la pelea entre pobres en Bolivia, el renacer personal del protagonista en El hijo de la novia, una reformulación colectiva de las circunstancias individuales en Herencia.
Un rasgo esencial y constitutivo de la ciudad, como son sus restaurants (espacio privado y público a la vez, ligado al encuentro y a una identidad aluvional de la cocina argentina), aparece en el imaginario artístico, poniendo a lo urbano en un plano protagónico del debate sobre las causas y consecuencias de la decadencia nacional. Estas y otras películas recientes (pensemos en Felices Juntos, en Mundo Grúa, El Bonaerense, Un Oso Rojo, entre otras), son muy reveladoras en su lectura de una Buenos Aires lejana a los estereotipos del turismo y la publicidad: autopistas, pensiones y hoteles baratos, conjuntos habitacionales degradados, reciben una mirada crítica y reveladora que las muestra en otra dimensión. El conurbano bonaerense reemplaza a escenarios más fotogénicos y gastados de la ciudad, en visiones a la vez realistas y proto -míticas, alejadas del simplismo denuncialista del primer cine posterior a la recuperación de la democracia. El San Justo de Trapero, el Ituzaingó de Perrone, se incorporan con criterio dramático a una construcción artística de Buenos Aires (ciudad donde el arte suele anteceder a la política y a la legalidad en la definición de sus lugares, como ha insinuado particularmente Adrián Gorelik en “La Grilla y el Parque”). Incluso el propio centro porteño, sus lugares emblemáticos, son enfocados desde una mirada marginal y periférica en Pizza, birra y faso, de Caetano. Aquí también aparecen los sitios gastronómicos, en este caso como escenario de robos improvisados o como destino de los magros botines: la pizza consumida en el modesto “Ugi´s” de la calle Corrientes (así como en Un Oso Rojo los bares son especies de oficinas de reuniones del delito, los sitios donde se acuerdan y preparan los robos violentos o donde los excluidos del sistema, como el personaje de Sergio, son sometidos a la explotación del juego clandestino).
Si el arte es revelador en su interpretación de la realidad cotidiana, y descubre ideas y mitos que están calladas en la sociedad, este “descubrimiento” de lo urbano por el cine indica el carácter de una reflexión latente sobre la ciudad como expresión espacial y simbólica de los conflictos, éxitos y fracasos de la sociedad argentina.
Esas cantinas, parrillas y fondas, ajenas al espíritu aséptico y globalizado de los fast foods y los patios de comida en los shoppings, son escenarios de dramas y conflictos que sintetizan y proyectan aquellos más generales del ámbito colectivo. Así, la venta de estos viejos restaurants (a una cadena de marca, a un explotador de juegos de videos, según los casos), aparece como la salida individual y sin proyecto que muchos imaginan como la única posible.
Cuando en cambio el protagonista de El Hijo de la Novia decide abrir otro restaurant frente al que vendió, o los amigos de Olinda transforman la fonda durante su viaje con un mínimo presupuesto y mucha imaginación (en Herencia), se ponen en marcha proyectos personales y colectivos de transformación positiva, sobre la base de la propia historia de los lugares y las gentes.
Una especie de razonable utopía en una sociedad desesperanzada. Y expresión del punto en que coinciden los problemas de la sociedad con los problemas de la ciudad. Las viejas cantinas son en estas películas una muestra de lo que, en un sentido más amplio, pasa con los tradicionales centros comerciales a cielo abierto, con los barrios abiertos y plurales de la ciudad tradicional, en definitiva, con la idea de ciudad que le dio un alma a Buenos Aires.
MC
· Más información sobre nuevo cine argentino, en www.cinenacional.com y en el sitio de la revista cinéfila El Amante
· Una guía de los restaurants más novedosos de Buenos Aires, en www.restaurant.com.ar