Donde se explica un curioso episodio de paternidad compartida, falseamiento de identidades y retiro del mundo.
Carolina dejó su cargo en la Grierson Gallery unas semanas después de la inauguración del Pabellón Mitzuoda. Para minimizar los inconvenientes de todo tipo que su abrupto retiro ocasionaba al funcionamiento de la galería, ofreció en el mismo momento de su renuncia seguir concurriendo por quince días más a efectos de pasar información a la asistente segunda y a la nueva persona que contratara Carmen para sucederla; incluso ofreció un par de personas de su conocimiento como eventuales reemplazos, pero Carmen (seguramente influida por la sorpresa y contrariedad ante la retirada de su empleada de confianza) prefirió realizar el reemplazo a través de recomendaciones de amigos marchantes (los pocos que conservaba en el ambiente). Finalmente, tomó a una estudiante de Historia del Arte, madre soltera y muy madura para su edad.
Mitzuoda, a pesar del resquemor de Carolina, entendió perfectamente la situación y reaccionó con responsabilidad. El mismo se ocupó de comprar el pasaje de Carolina y fue a buscarla al Malpensa temprano en la mañana; en ningún momento cuestionó la versión de la muchacha e inmediatamente se puso en contacto con su medico personal para que gestionara los cuidados del caso.
Ya en esa primera charla, Mitzuoda dejó en claro a Carolina que sería de ella la decisión acerca del embarazo, y que cualquiera fuera ésta él estaba dispuesto a ayudarla en su concreción. La charla con Kawabata fue esa misma tarde y el Doble aceptó inmediatamente su propuesta (la Primera Propuesta de Mitzuoda; semanas después, en un bar de Lugano, Kawabata recibió con aun más sorpresa la inaudita Segunda Propuesta, que esta vez demoró tres días en contestar).
La primera propuesta mitzuodiana se basaba en la negación del azar. Era cierto, Mitzuoda era consciente, que un examen de ADN resolvería en pocos días la cuestión de la paternidad, pero esto ponía algo tan serio como la paternidad del bebé en la circunstancia casual de un chorro de semen llegando a su objetivo con algunos minutos de adelanto respecto a otro similar. Al aceptar sin más trámite la paternidad, Mitzuoda transformaba, de algún modo, el caos de la orgía en la calle Guatemala en una ocasión redentoria del asunto que lo turbaba en los últimos años: su propia auto-percepción como artista precursor y fecundo, contra la esterilidad personal del hombre que no dejaría descendencia humana sobre la tierra. Carolina llegó a pensar en una presunción jerárquica, en el viejo orgullo del shogun que no permitiría a su Doble vencerlo en la imaginaria carrera hacia la fertilidad de la muchacha. Pero lo cierto es que en la raíz de la decisión mitzuodiana no se encontraba un ápice de frivolidad o snobismo (ni, me animo a sugerirlo a contracorriente de la crítica, en la totalidad de su carrera).
El niño nació en Milán; Mitzuoda filmó el parto y dejó a Carolina al cuidado de la criatura por unos días, para no presionar sobre su compañera de paternidad. En la primera visita, al levantarlo en brazos y llevarlo a la habitación que le estaba destinada, el Gran Artista sintió un particular estremecimiento al observar el pequeño paquete de carne rosada, absolutamente débil, inerme y conmovedor. Fue en ese momento que comprendió el acierto de sus dos decisiones, las Dos Propuestas a Kawabata, ambas ya aceptadas para aquel momento.
La Segunda Propuesta de Mitzuoda implicó el abandono de su carrera, de su producción y de su vocación artística. Mitzuoda pensaba desde hacía tiempo que ya había dado a la historia del Arte Contemporáneo todo lo que podía darle, y más de lo que la crítica y el público podría entender en mucho tiempo (quince o veinte años, especulaba para sí). Su reemplazo definitivo por Kawabata (que además era claramente la última de sus irreverencias artísticas), resultaba así un corolario de su carrera y un reconocimiento para el bueno del Doble, que extremaría así la diversión de su alteridad.
El Gran Artista compró un apartamento en Tribeca, registrándose con su apellido materno y declarando ser rentista en países del Pacífico. Dedicaba a su hijo varios meses al año, albergando a su madre en el piso neoyorquino o viajando personalmente a Buenos Aires, primero, y al DF mexicano más tarde, cuando Carolina se instaló allí con un ingeniero que conoció a raíz de su nuevo trabajo.
Hombre de honor, Kawabata depositaba fielmente el cuarenta por ciento de sus ingresos anuales en una cuenta bancaria de Lugano. El Doble se dedicó a usufructuar del prestigio y las antiguas amantes de Mitzuoda; a veces producía alguna obra, mayormente teatro o performances urbanas; no todas agradaron a Mitzuoda, pero aprobó el espíritu burlón y el cinismo que las envolvía. La crítica solo notó la reducción cuantitativa de la producción mitzuodiana, pero la diversidad de juicios y, sobre todo, la duda sobre la seriedad o snobismo de la producción, no varió respecto a la etapa anterior a Segunda Propuesta. Algunos llegaron a proponer que el arte mitzuodiano había entrado en su “madurez personal y creativa”: el comentario de esta interpretación (surgida en el NYT y copiada en algunos artículos dispersos en el mundo en años posteriores) fue el único motivo por el cual el Falso Mitzuoda habló personalmente por teléfono con su representado.
No puede dudarse del éxito que tuvieron en mantener el secreto: solo Mitzuoda, su Falso, Carolina, su marido mejicano, algunos servidores de Mitzuoda y, cuando tuvo edad para comprenderlo, el niño, estuvieron al tanto del episodio en vida de Kawabata. Este, junto a su marchante (y, para los medios y el Mundo del Arte, Mitzuoda) murieron en Buenos Aires al cumplirse el décimo aniversario de la Grierson Gallery. Habían ido invitados por la nueva directiva de la Galería a un encuentro en celebración del aniversario; al emprender su regreso, en viaje al Aeropuerto, el auto que los llevaba tuvo un accidente en la autopista y se incendió inmediatamente.
Muerto el Falso, Mitzuoda relajó sus precauciones y comenzó a esparcir el rumor en algunos ambientes estratégicamente elegidos. Yo mismo tuve acceso a estas versiones, una tarde de domingo, en un burdel de Buenos Aires. Tiempo después, la regenta me confirmó tal especie; ya pasado un tiempo prudencial, consideré oportuno narrar el episodio alterando sustancialmente los nombres, los trabajos y las nacionalidades de los implicados. Se que los auténticos protagonistas se han reconocido en estos relatos, y confió que me comprenderán y me disculparán.
CR c/VR
Próxima Entrega: Epílogo (tercera parte y final)
Lastima que sea una cualquiera…
Carmelo Ricot es suizo y vive en Sudamérica, donde trabaja en la prestación de servicios administrativos a la producción del hábitat. Dilettante, y estudioso de la ciudad, interrumpe (más que acompaña) su trabajo cotidiano con reflexiones y ensayos sobre estética, erotismo y política.
Verónicka Ruiz es guionista de cine y vive en Los Angeles. Nació en México, estudió geografía en Amsterdam y psicología en Copenhague.
En entregas anteriores:
1: SOJAZO!
Un gobierno acorralado, una medida impopular. Siembran con soja la Plaza de Mayo; Buenos Aires arde. Y a pocas cuadras, un artista del Lejano Oriente deslumbra a críticos y snobs.
2: El “Manifesto”
Desde Siena, un extraño documento propone caminos y utopías para el arte contemporáneo. ¿Marketing, genio, compromiso, palabrerío? ¿La ciudad como arte…?
3: Miranda y tres tipos de hombres
Lectura dispersa en un bar. Los planes eróticos de una muchacha, y su éxito en cumplirlos. Toni Negri, Althuser, Gustavo y Javier.
4: La de las largas crenchas
Miranda hace un balance de su vida y sale de compras. Un llamado despierta la ira de una diosa.
El narrador es un voyeur. Bienvenida al tren.
5: El Depredador
Conferencia a sala llena, salvo dos lugares vacíos. Antecedentes en Moreno.
Extraño acuerdo de pago. Un avión a Sao Paulo.
6: Strip tease
Ventajas del amor en formación. Encuentro de dos personas que no pueden vivir juntas pero tampoco separadas. Miranda prepara (y ejecuta con maestría) la recepción a Jean Luc.
7: Nada más artificial
Extraño diálogo amoroso. Claudio parece envidiar a Jean Luc, pero sí que ama a Carmen.
Virtudes de un empresario, razones de una amistad.
8: Empresaria cultural
Carmen: paciencia, contactos y esos ojos tristes. Monologo interior ante un paso a nivel.
Paneo por Buenos Aires, 4 AM.
9: La elección del artista
Bullshit, así, sin énfasis. Cómo decir que no sin herir a los consultores.
La ilusión de una experiencia arquitectónica. Ventajas de la diferencia horaria.
10: Simulacro en Milán
La extraña corte de Mitzuoda. Estrategias de simulación. Las afinidades selectivas. Una oferta y una cena. La Pietà Rondanini. Juegos de seducción.
11: Más que el viento, el amor
Al Tigre, desde el Sudeste. El sello del Depredador. Jean Luc recuerda la rive gauche, Miranda espera detalles. La isla y el recreo. Secretos de mujeres. El sentido de la historia.
12: El deseo los lleva
La mirada del Depredador. Amores raros. Grupo de pertenencia. Coincidencias florales. Influida y perfeccionada. Un mundo de sensaciones. Abusado por el sol.
13: Acuerdan extrañarse
Despojado de sofisticación. Las víboras enroscadas. Adaptación al medio. Discurso de Miranda. Amanecer. Llamados y visitas. ¿Despedida final? Un verano con Mónica.
14: No podrías pagarlo
Refugio para el amor. Viscosas motivaciones. Venustas, firmitas, utilitas. Una obra esencialmente ambigua. La raíz de su deseo. Brindis en busca del equilibrio.
15: La carta infame
Estudios de gestión, y una angustia prolongada. Demora inexplicable.
La franja entre el deseo y la moral. Lectura en diagonal a la plaza. Sensiblería y procacidad.
Entrega 16: En la parrilla de Lalo
Paisaje periférico. Estudio de mercado. Sonrisa melancólica, proporciones perfectas.
Un patrón apenas cortés. Elogio del elegante. Suite Imperial. Desnudez y democracia.
Entrega (17): La investigación aplicada
Más de lo que quisiera. Temas de conversación. La insidiosa duda.
Estrategia del celoso. Peligros. La casa del pecado. Suposiciones y conjeturas.
Entremés – Solo por excepción (I) / La drástica decisión.
Entremés – Solo por excepción (II)/ Los trabajos y los días
Entremés – Solo por excepción (III y última del entremés)/ El experimento Rochester.
18: La afirmación positiva
Una visión panóptica. La eficacia de las caricias. No lejos de la fábrica.
Los motivos de su conducta. Hipótesis oportunista. Certero impacto del Artista Pop.
19: El amor asoma su sucia cabeza
Hipótesis de conflicto – El perseguidor – Preguntas capciosas – Efectos colaterales –
Sólo en Buenos Aires – La tristeza de un jueves a la tarde
20: La forja de un rebelde
Propuesta del superior – Llegar tarde a todo – Disciplina y cinismo – La luz y el aire del Sur – Adiestramiento de un servicio – Los pruritos morales – Doble agente
21: Al servicio de la República
La llegada a América y las primeras misiones – Jean Luc seduce a propios y extraños –
Por la razón o por la fuerza – Foja de servicios – El hombre justo en el lugar equivocado
22: ¿Qué pasa, General?
Pequeño apartamento en Las Condes – Aeropuerto ´73 – Balada del mochilero –
Dos puntas tiene el camino – El trabajo ya está hecho – Reciclaje y redención
23: Suite Mediterránea
Mujer en el balcón – Vernissage – Lo útil y lo agradable – La entropía de un matrimonio feliz – Animales – Los caminos del arte contemporáneo – Hipertexto y collage
Entrega 24: Una walkyria conurbana
¿Vivís por acá? – No somos perras – La prohibición de involucrarse – Ningún cuidado es excesivo –
Reconversión en el área servicios – Aparición del príncipe azul
Entrega 25: Vidas paralelas
El pisito – Carmen en vuelo -Una ruptura civilizada -La primavera de Praga -Permanencias y rupturas –
No el amor, sino la felicidad – Dos vidas, un cuerpo
Entrega 26: El 18 Brumario de Jean Luc (Depredador)
Fin de semana salvaje – Trampas del destino – ¿Qué vas a tomar? – La objeción confirmada –
Si quieres que algo resulte, hazlo tu mismo – Justicia poética
Entrega 27: La playa del amor
La vanguardia de los cangrejos – Calor, calor – Un mundo feliz – ¡Vivan los novios! –
Las comparaciones siempre son odiosas – Creced y multiplicaos – Dilema de los felices
Entremés ensayístico – Crítica a la Galería Grierson (I) / ¿Fin de época?
Entremés ensayístico – Crítica a la Galería Grierson (II) / Entre Giedion y el psicoanálisis
Entremés ensayístico – Crítica a la Galería Grierson (III y última del entremés ensayístico) / La clave topológica
Entrega 28: El buen ladrón
Una performance espontánea – Arte y Política se confunden en las calles – La amenaza – El Depredador completa su traición – Snobismo de un genio – ¿Revolución o anacronismo?
Entrega 29: Flor de fango, una cualquiera
La transición – El óptimo de Pareto – Culpas compartidas – El mejor de los mundos posibles – La que peca por la paga – La línea del oeste – Vivir su vida
Entrega 30: Doble de cuerpo
Itinerario de un artista – Exposición multimedios – La fuga del hastiado – Indicios de una alteración – Opera prima y consagración – La música de los espacios secuenciales
Entrega 31: El eterno retorno
La decepción – Lo mejor de nuestra vida – Discreto encanto de una burguesa – Yo daré la media vuelta – La razón no entiende – Siempre nos quedará Milán – Confortable
Epílogo (primera parte)
Donde se explica el derrotero de nuestros héroes y heroínas en los meses sucesivos, haciendo hincapié en las nuevas circunstancias personales y profesionales que experimentan y en lo definitivo o (en la mayor parte) transitorio de las configuraciones psico-sociales que estas vicisitudes individuales y sus interrelaciones van dibujando