
En el final de la película argentina El Estudiante, de Santiago Mitre, el personaje debe tomar una decisión aparentemente política –de eso se trata la película, de política universitaria– pero su respuesta, simple y contundente, le otorga otra dimensión a su decisión y por lo tanto al film. El “No” del final nos posiciona a los espectadores en el discurso ético de la política, pero también en las implicancias éticas de nuestras decisiones. Hoy este tema parece ser central. ¿Cómo discriminar entre tanta confusión? Discepolo ya lo había intuido y nos regaló la imagen para que estuviéramos advertidos con anticipación. Y sin embargo, si creíamos que solo el siglo veinte “iba a estar todo mezclado”, la diferencia es que hoy vivimos con alegría esa confusión. Seguramente es una alegría idiota y despreocupada, pero nos vamos acostumbrando a que el bien y el mal pueden convivir aún en el infierno. Nuestra sociedad de hiper-consumo, en este segundo capitalismo que lo calificamos de “salvaje” para sintetizar en él nuestras contradicciones –cuando los salvajes somos nosotros–, parece dejarnos solos. Basta escuchar la justificación por parte de James Holmes, responsable de la masacre de Denver: no soy negro, no soy árabe, no soy pobre y sin embargo masacré… soy lo que ustedes crearon, nos dice. En Apocalipsis Now, de Francis Ford Coppola, el Coronel Kurt tendrá un discurso similar exponiendo y sintetizando la miseria irrecuperable que dejó Vietnam al institucionalizar la locura, él nos habla desde nuestro “ser salvaje” en lo profundo de la selva y al “final de la línea” de nuestro estado civilizatorio. Por el contrario, el asesino de Denver es visible y urbano, entra al corazón de lo simbólico y de la modernidad: se mete con nuestro cine, nuestro amado cine y con nuestro obscuro héroe de la noche urbana. Los espejos entre ficción y realidad son en sí mismos una construcción, aunque a veces parecen fundirse en un solo plano. Sin embargo, poder discriminar es tal vez uno de los principales desafíos de nuestra época.

El artista plástico Santiago Sierra, que se declara activista político y anarquista a la vez, viene realizando una obra que juega con el “limite” del sistema, tal vez un juego extremo. El artista involucra en su proceso de producción la contradicción del mundo capitalista actual y la expone involucrándose, siendo parte de la contradicción. “No lo coloco en un pedestal (al artista) sino que me trato como lo que soy, alguien implicado en el comercio” dirá. Así, contrata inmigrantes para que por un sueldo oficien de columnas vivientes y a obreros que por dinero “cuelgan” sus brazos de agujeros realizados en el techo de un museo, o paga a cuatro mujeres prostitutas para dejarse tatuar una línea continua entre los cuerpos. Sus acciones también lo interpelan. ¿Es él el cínico y perverso o el sistema lo es? También cabe otra pregunta: ¿ha llegado tan lejos el consumo del arte que puede “legalizar” conductas perversas? “La violencia existe cuando tienes un instrumento para forzar la voluntad del otro, y el dinero es su expresión. Esto es de todos los días, yo sólo lo he representado” (Radar, Pagina 12, 28 de julio 2012), dice cuando se lo cuestiona por su sadismo. De cualquier forma, su arte está ahí, es extremo y se consume. Vino hace muy poco a Buenos Aires, invitado por la Universidad Di Tella presentando la película NO, Global Tour, que resume la performance que el artista viene realizando en las principales ciudades del mundo. La acción se resume en un “no” escrito en letras gigantes que, a modo de escultura móvil, recorre los principales espacios públicos y eventos urbanos. La presencia del “no” en manifestaciones de los indignados en España, de Ocuppy Wall Street o en la visita del Papa a Madrid le otorga a la palabra un carácter masivo y político. El “no”, puesto en contexto como explica el artista, puede ser coercitivo pero también (profundamente) emancipatorio.
CIP
La autora es comunicadora especializada en temas urbanos. Es corresponsal en Córdoba de café de las ciudades, a cargo de la sección POSICiones cordobesas.
Ver el sitio en la Web de Santiago Sierra.
Sobre el movimiento de los indignados, ver también en café de las ciudades:
Número 104 | Política de las Ciudades (I)
Carta desde Barcelona: elecciones y campamentos en las plazas | Los Indignados y la construcción colectiva de una acción política | Jordi Borja
Número 104 | Política de las ciudades (II)
El Estado del Sol | 15 M: la rebelión de los indignados | Fernando Carrión Mena