A la memoria de Héctor Arias y Carlos Sapere
El trapezoide alargado de la ciudad de Martínez, al sudeste del partido de San Isidro en su límite con el de Vicente López, resabio de una de las “suertes de estancia” repartida por Juan de Garay en la fundación de Buenos Aires (cerca del lugar donde una dirigente política equivocó su camino al bajar del colectivo), es muy común en su trazado de malla ortogonal pero muy particular en la designación de sus calles. Lo determinan las avenidas Santa Fe, Paraná, Fleming y Edison; ya aparecen aquí dos científicos y empresarios que se encuentran en una concurrida esquina (a pocas cuadras de los ex laboratorios Squibb, seguramente motivo del homenaje al descubridor de la penicilina).
Casi no hay interrupciones al trazado de sus calles; solo algunas curvas y diagonales de poca extensión distorsionan la ortogonalidad. Tiene un promedio de 5 cuadras de ancho de norte a sur y entre 20 y 22 de este a oeste. Sobre ese eje, en su tramo medio, en algún momento un loteador introdujo la variante de la manzana rectangular, más rentable que la cuadrada por su mayor número de parcelas resultantes y su mejor proporción entre frente y ancho. Los rectángulos se obtuvieron dividiendo en dos de norte a sur la trama de cuadrados. Y lo que nos importa a los fines de este artículo son los nombres que el loteador, el municipio o ambos decidieron dar a las calles resultantes.
Entre nombres de integrantes de la Primera Junta de Gobierno Patrio y otros próceres de Mayo, los pasajes de 500 metros de largo por 10 de ancho homenajean sucesivamente al pintor Murillo, a los científicos Galileo y Newton, nuevamente a un pintor, Rafael, y nuevamente a un científico, Stephenson. El último pasaje rompe el patrón anterior y es designado con el nombre de un navegante y explorador (que en cierta manera es una de las formas de la ciencia), el portugués Vasco da Gama.
Un residente amigo atribuye cierto carácter ácrata o positivista a la toponimia de este barrio martinense, que evita la pleitesía a militares y políticos y homenajea al arte y el conocimiento. Ignoro si hay algún fundamento en esta teoría o es solo una intuición azarosa de mi amigo.
De este a oeste corre otra calle con nombre de pintor, el argentino Prilidiano Pueyrredón. Y paralela a esta, el nombre del fusilador Pedro Aramburu desentona en el mapa como una rémora de la Argentina dictatorial.
CR
Carmelo Ricot es suizo y vive en Sudamérica, donde trabaja en la prestación de servicios administrativos a la producción del hábitat. Dilettante y estudioso de la ciudad, interrumpe (más que acompaña) su trabajo cotidiano con reflexiones y ensayos sobre estética, erotismo y política. De su autoría, ver Proyecto Mitzuoda (c/Verónicka Ruiz) y sus notas en números anteriores de café de las ciudades, como por ejemplo Urbanofobias (I), El Muro de La Horqueta (c/ Lucila Martínez A.), Turín y la Mole, Elefante Blanco , Sídney, lo mejor de ambos mundos, Clásico y Pompidou (c/Carola Ines Posic), México ´70, Roma, Quevedo y Piranesi, La amistad ferroviaria, Entente Cordiale, La ilusión cartográfica, Geográfica y geométrica y El maceterismo, enfermedad infantil del urbanismo táctico. Es uno de los autores de Cien Cafés.