En primer plano: unas hojas de plantas silvestres. Inmediatamente después: el Fiat con las llantas embarradas. De fondo, un paisaje edilicio.
Una primera lectura, asociada al logo con hierbas y aves silvestres, nos podría llevar al lugar común del auto que nos transporta velozmente de la ciudad al campo, para desarrollar nuestras “adventures” en contacto con la naturaleza.
Pero tal vez haya algo más en la foto. Lo llamativo, e inquietante, es la imagen del fondo, puesto que no es un edificio genérico de propiedad horizontal. Las construcciones que aparecen en el fondo son reconocibles monoblocks. Y esa figura no es gratuita. La figura del monoblock lleva asociada todas las connotaciones indeseadas de sub-urbanidad. Esa imagen nos conduce a un territorio de lo otro, del destino improbable, de la urbanidad salvaje.
Construyendo una singular transparencia, la propaganda vincula paisajes indómitos: el de la naturaleza al frente y el del conurbano profundo al fondo.
Ahora no hace falta irse lejos: dicen que el safari puede ser suburbano.
MdP
N. de la R.: por un error de seguridad interna, Carmelo Ricot accedió involuntariamente al texto de Martín di Peco y se sintió autorizado a realizar un comentario sobre el tema. Al margen de la irregularidad de sus mecanismos, el análisis de Ricot presenta alguna arista que juzgamos de interés para nuestros lectores/as y que como tal reproducimos a continuación.
La reciente publicidad callejera en Buenos Aires pareciera ingresar en una etapa de mega-arte urbano conceptual, incluyendo una reflexión sobre la propia condición urbana que el texto de Martín acierta en explorar. Más que una reconciliación del Cartel de Buenos Aires con su ciudad, habría que pensar en un agotamiento de ideas creativas que motiva el recurso del contrapunto con la inagotable diversidad de lo urbano. En la práctica publicitaria a la que estamos acostumbrados, la situación urbana brinda un involuntario soporte al Cartel con recursos visuales de Urban Townscape (el foco perspectívico, el cierre, la sorpresa). En este juego del que hablamos, el Cartel dialoga desde el equívoco o el humor con elementos estructurales o banales de la conformación urbana e introduce una mirada desviadora, generalmente un desvío de significados respecto a la situación que se comenta.
Así, los carteles del desodorante Axe proponen una vuelta de tuerca con su discurso de machismo after hour, proponiendo la mezcla de mujeres profesionales para la obtención de diversas fantasías masculinas. La referencia es el nombre de estaciones de subte, algún edificio público, un espacio significativo.
En cambio, un cartel de Citroen que estuvo hasta hace unos días en Carlos Pellegrini y Viamonte juega con un clásico de la publicidad de automóviles: la huida de la ciudad, en este caso hacia una playa o desierto arenoso no identificado, asociado al nombre de la vecina calle Arenales. Un recurso extremo en ese sentido era el aviso del Volkswagen Country en las secciones de diarios dedicadas a los countries, donde se especulaba con que “lo bueno de la ciudad es que eventualmente termina”…
El resultado formal de la esquina es un complejo collage o instalación pop entre el edificio de baja altura donde funciona una sucursal de Havanna, el cartel de dicho local, el desproporcionado cartel “arenoso”, las medianeras vecinas y otros dos carteles que completan el monstruo. Pocas cosas menos apropiadas para la gran avenida de acceso al centro de la ciudad.
Menos visible que estos, un poster de uso interno de perfumes Giesso reproduce una ciudad análoga entre porteña y veneciana, donde al canal y su gondola se le superpone una fachada de Barrio Norte y un fondo de Bank Boston.
Más brutal, aunque honesto, el patio de comidas del shopping Unicenter está presidido por un gigantesco cartelón del antiácido y digestivo Uvasal. ¿Estrategia de oportunidad publicitaria o autocrítica de los puestos de comida?
Martín di Peco es organizador y coordinador del proyecto rally conurbano. Ver su nota Munro: furor y decadencia, en el número 44 de café de las ciudades. Ver también el sitio de rally conurbano.
Carmelo Ricot es suizo y vive en Sudamérica, donde trabaja en la prestación de servicios administrativos a la producción del hábitat. Dilettante, y estudioso de la ciudad, interrumpe (más que acompaña) su trabajo cotidiano con reflexiones y ensayos sobre estética, erotismo y política.
Sobre el Palio Adventure, ver el sitio de Fiat.
Sobre los desatinos del Cartel de Buenos Aires, ver la nota original, la carta de Pablo Morejón y las notas El más inmundo Cartel de Buenos Aires (“premio” cdlc a las malas prácticas urbanas del año 2004) y Dos manzanas del Centro de Buenos Aires, en los números 12, 16, 27 y 46, respectivamente, de café de las ciudades