Caminando ciudades, pocas veces visité Museos. Me gustan las calles, los parques, los bares y las plazas. Me agrada la idea de caminar calles que quizás jamás vuelva a recorrer (…Borges otra vez: “De estas calles que ahondan el poniente / Una habrá -no sé cuál- que he recorrido / Ya por última vez indiferente / Y sin adivinarlo sometido“).
En el andar, me reconforta encontrar un café o bar de poca importancia, lleno de vida adentro, y mezclarme con su gente, algunas veces participando de alguna charla animada, otras tantas, estando allí en silencio. El ánimo del momento, los otros y la fortuna deciden siempre sobre esas cosas. El último viaje a Milán lo hice en compañía de mi prima Laura, que tanto soñó con ir a Italia. El viaje, entonces, le pertenecía. Caminé mucho a su lado, respetando en lo posible sus tiempos y andares. No siempre lo logramos, pero ambos hicimos un buen papel. En esta ocasión acompañé a Laura a visitar museos, iglesias, monumentos y ruinas.
En Milán visitamos la pinacoteca de Brera. Quiero hoy compartir con ustedes un cuadro que me deslumbró: El Beso, de Francesco Hayez, pintado en 1859. Según los entendidos, se trata de una obra patriótica y sentimental, que ejemplifica el optimismo que prevaleció tras la unificación de Italia, pero no dicen lo más importante. Claro, esas cosas no pueden decirse con palabras o, en todo caso, es muy difícil hacerlo.
Sentado delante del cuadro quedé inmóvil, volado, contento, conmovido por una alegría envolvente y sin palabras. Jamás un cuadro me provocó tanta dulzura. Al rato, creo que unas lágrimas se deslizaron por mis mejillas. No podía irme. Las manos de ambos me retuvieron un largo tiempo. La forma de abrazarse, él sosteniéndola por la cabeza con sus dos manos, ella abrazándolo por el hombro y la espalda… y el beso, eterno, contundente, de verdad. Pensé que, quizás, estuvieron toda esa noche en una fiesta de un castillo italiano, esperando quedar solos para besarse. Un beso esperado. Me gustó el gesto que adquiere el cuerpo y las formas de las manos cuando uno besa con el alma.
Me retiré de la pinacoteca sabiendo que a cada uno de nosotros nos está dado alguna vez un beso así, en un castillo de Italia, en una calle de Buenos Aires, en alguna otra ciudad lejana… o en un sueño.
Nos fuimos gordos de emoción a tomar un aperitivo rojo italiano con pan untado en oliva, queso y aceitunas. Era un mediodía soleado y brillante de otoño.
RC
De Rolo Chiodini, ver sus notas sobre la gastronomía de Lisboa, Barcelona y Roma
(número 6, número7 y número8 de café de las ciudades).
En Milán se superponen los registros de la fundación romana, de la evangelización ambrosiana, de los señoríos de Visconti, Galeazzo y Sforza, de las dominaciones francesa, española, austríaca, napoleónica y nuevamente austríaca, de la unificación italiana, el fascismo y la república. Potencia económica italiana, es cabeza de una rica región metropolitana, productiva y financiera, que abarca gran parte de la Lombardía e incluso el cantón Ticino.
Sobre el poderío industrial de Milán, ver la página de la Feria, en italiano o en inglés.
Ver una página con ejemplos del Liberty, la versión local del Art Nouveau.
Ver la página del Politécnico de Milán.
Ver la página de la Comuna milanesa.