Santiago, invierno, abre la reja, sale de su casa. Ese día: la muerte. El color del cielo suscita en su mente multiplicidad de pensamientos e imágenes, telón de fondo de una idea negra. Sube a la micro, paga el pasaje, recibe el boleto, avanza. La temperatura ambiente le brinda la sensación de un estado donde la tibieza se pierde sin retorno: ¿A dónde va el alma mientras el pelo sigue creciendo?. El que enterramos ¿se habrá transformado ya en un esqueleto? ¿Todas las personas demorarán lo mismo en volverse huesos? Y a mí ¿Cuánto me queda? Dicen que no es sólo el pelo, también las uñas, las de las manos, de los pies…
Por especial encargo de la empresa arrrrgentina Quiyalles, vengo a ofrecerleeees este maravilloso producto… Un quitamanchas. El vendedor prueba su eficacia echándose sobre la camisa restos de grasa que coge de la puerta del bus, la de atrás. Esa, que se abre y se cierra con brusquedad. Derrama un helado, revienta un lápiz de tinta roja, lo esparce sobre la tela. Quiere, como sea, reforzar la calidad de lo que oferta. Recuerda los manteles de algodón repletos de manchas de vino a punto de enmohecer en el fondo del baúl de su cuarto. Lo compra. ¿Y la muerte? La noche del viernes se le rompió el preservativo. La muchacha: una desconocida. Comienzo de la letanía auto flagelante ¿Y si me lo contagió? Una brusca frenada, lo rescata. Por la avenida, desciende una ambulancia. Recuerda los dolores de vientre que su ulular le provocan desde niño. Rancagua esquina Bustamante, un nombre: [email protected], así se llama la botillería. Abierta toda la noche. No puede recordar que compró, ni tampoco como llegó hasta allí. Estaba borracho… Sí, borracho… fue esa misma noche… la del preservativo. ¿Cuántas cuadras ha avanzado? Se figura que la Torre de la Telefónica es un enorme pene con punta roma, no un teléfono celular como sostuviera el profesor del Diploma en la clase de ayer. Es un pene, qué duda cabe. Significante fálico evidente. Bueno, como cualquier simbolismo de la omnipotencia. Da igual ¿no le hablé acaso a mis alumnos del enooooorme poder de las comunicaciones? Recuerda de pronto que el preservativo no se rompió, su contenido se derramó entre las piernas de la chica. Su pene estuvo algo flojo, blandengue. Tiene que reconocerlo…
Portugal, esquina Alameda.
LICORES MITJANS
Lisboa, un vaso de oporto … un polvo al aire libre en una noche tibia…
FARMACIA DANIELA
(BAJÓ EL VIAGRA)
¿Tiene Frontline? ¿Con vaporizador? Sí.. ¿Y Viagra? ¿Viagra? Viagra… Claro, de inmediato, bajó de precio… ¡Muéstrenle el Viagra al caballero!. Está el Viagra/Viagra, el primero que salió, $ 9890, el más caro…¡Tanto!!! Por eeeeeso le estoy mostrando estos otros. ¿Y son lo mismo? Que siiiiii, cuestión de marca no más. Tenemos este otro a $ 4850 y, el más económico, a $ 1980. ¿Hacen lo mismo? ¡No le estoy diciendo!. Deme entonces el de $ 1980. ¿Es una sola cápsula? Claaaaaro, el producto es caro pero bueno. La dama también lo puede usar si desea…La dama, la dama, la desconocida, a la que vistió de blanco entre las piernas. No tengo manera de ubicarla y si pudiera, no lo haría. No quiero saber ¿Para qué? ¿Si total la cuestión no tiene cura? Para no contaminar a otros pues, hueón. ¿Qué mierda hago con la verdad? El test es para los que no tienen miedo. Y los que no tienen miedo, saben que están sanos. Así, cualquiera. Mi último gesto, entrar a la farmacia, atreverme. Hace tiempo que no me funciona bien con la capucha, se me agacha…Cuando era un Tigre de Bengala, otros tiempos…
La Habana, Paseo del Prado. Mes de Septiembre, dos de la madrugada. Sobre el pasto, un hombre y una mujer semidesnudos. Se revuelcan, beben cerveza. Cucarachas dan vueltas a su alrededor, no las ven, demasiada excitación. Una de ellas sube hasta el borde de la lata, cae dentro. No escuchan su zambullida. De pronto, el foco de una potente luz los encandila, les piden papeles de identificación, los reprenden. Que acaso no sabe ella – tan experimentada – que eso está prohibido, que si al joven éste, extranjero, le sucede algo, la única responsable… que no se puede andar arriesgando la vida así por una cogida, menos, intentarlo en la vía pública. ¿No pensaron que bandidos pueden golpearlos hasta matarlos?
Haber sido descubierto en flagrante delito no le da temor ni vergüenza. Menos, angustia. Esa vía pública no ofrece resistencia. Es suya, pero también le es completamente ajena.
Primavera, abre la reja, sale de su casa. Ese día, la seducción. ¿Seducción? Mentiroso, no es esa la palabra en la que pensaste. Confiesa derechamente que era amor. ¿Qué puede ser el amor sino la capacidad de soportar a otro en toda su impotencia? Equilibrio entre dos precariedades ¿O precario equilibrio? Por eso no me he casado. Las que han estado conmigo, conocen mi intensidad. Les doy lo mejor. ¿De qué se quejan? ¿O prefieren un marido con la baba chorreando sobre la almohada? Le tienes miedo al amor, reclaman…Al contrario, le tengo tanto respeto que por eso no lo mato… Detesto caminar por la calle cogido de la mano con una mujer. Es introducir una barrera entre yo y los demás, usando a otro como escudo. No quiero separarme tanto. Suficiente con permitirme volcar la mirada sobre mí mismo cuando la ciudad se descuida. Quizás la ciudad sea la mujer que necesito, o la que busco. Cambia tanto, cambia siempre…Disculpe, ¿la calle Príncipe de Gales? no la que está en “La Reina”, una que queda por aquí, por el centro me dijeron…Salvado. Plaza de la Constitución, se sienta en un banco, observa el Edificio de la Moneda, ¿lo pintaron hace poco o yo no me había dado cuenta? Los guardias de palacio parecen cirios pascuales, tiesos. Noveno cigarro, demasiado para alguien que dice que no fuma. ¿Me estaré enamorando? La maldita, no me telefoneó. ¿Y qué te importa si no la necesitas? ¿O si? Psst.. cosita rica… le pasaría la lengüita por todas partes m’ijita. La media mina, con ese culo ¿que otra cosa puede decir el pobre hombre?.
Salvado, nuevamente. Calle Lastarria, en la barra de un bar. ¿Otra Margarita? Por supuesto.
Mi interés por ella, se desdibuja lentamente. El tequila es un trago que abate de golpe. Una sola y única margarita equivale a todo el alcohol del mundo, provocando sobre mi espíritu un efecto devastador. Reconsidero cada cinco segundos los juicios que emití hace tres. Ando con el diario, lo abro. La Tercera, página central:
LA TERCERA
Sábado 20 de febrero de 1998
SECCION SOLO VARONES
DIEGO MEN voy a domicilio (09-4487667)
MARIO MODELO MODERNO VARONIL. (O9-2345618)
ALEXIS. ALTERNATIVO EXCLUSIVO. Privadísimo (6738900)
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TERREMOTO CARIBEÑO. Extranjero seleccionado. Continuado (8967390 ó 09-4487667)
- ¿Aló?
- Sí, diga.
- Llamo por el aviso….
- ¿Cuál de todos?
- El del joven a domicilio…
- Ah!! Diego Men. ¿Lo quiere con el programa de Cibersexo on line incluído?
- No, no. Sólo el servicio del muchacho..
- Si utiliza las dependencias de la agencia, la tarifa es de $ 15.000 por cuatro horas. A domicilio se encarece el costo…
- ¿A cuánto?
- $ 25.000
- ¿Tanto?
- Se consideran los costes de desplazamiento…
- Bueno, eeeh…voy a pensarlo un poco y la vuelvo a llamar. Perdón, ¿por quién debo preguntar?
- Deborah, señora Deborah.
- Gracias.
- De nada, caballero.
Santiago, verano, esta vez la reja ofrece resistencia. Cambiarla o echarle aceite, aconsejó el gásfiter que no arregló la filtración de agua. Más bien lo intentó o hizo como. Quedó igual, peor parece. ¿Qué martirizará este día mi alma? ¿Martirizarla? ¿Y si algo la libera?A ver, a ver, algo como qué? Como un buen polvo, por ejemplo. ¿Un polvo? ¿Y con quién si le diste filo a la última posibilidad que te iba quedando? Obsesivo de mierda, en lo único que piensas, cachondo. ¿Y qué culpa tengo que el amor me sea esquivo? A calle Esmeralda por favor. ¿Le molesta la radio? Siempre le pregunto al pasajero, me gusta que viaje grato ¿Bonvallet? Sí, lo estamos escuchando ¿No le agrada? Yo, si el pasajero quiere hablar, hablo. Si no, no. Uno tiene que saber complacer al pasajero. Por ser, la dama, es más reservada. No hay que molestarla. Al varón, en cambio, le gusta hablar de política…total esté el que esté, uno tiene que trabajar igual… Perdone la pregunta ¿Por quién va a votar usted? … ¿Me detengo aquí? Le dejo mi tarjeta, hago encargos de farmacia, aeropuerto, vendo celulares. Si viviera con alguien y culiara regularmente andaría tal vez menos caliente. ¿Y la baba en la almohada? ¿Qué te hablen cuando no quieres escuchar, como ahora con este huevón latero? No. Me niego a convertirme en una ameba. Ese horrible monstruo de dos cabezas llamado ellayél. Hay uno todavía más feo: Nosotros. Me estoy volviendo amargo, no es eso, sucede que ando alzado. Y en estos períodos me pongo idiota sino la deposito en alguna parte. Los animales tienen períodos de estro o calor sexual, no así los seres humanos…Mentira, se equivocó la vieja de biología. Yo si tengo períodos de leva. Estro ¿vendrá de estrógeno? ¿Gozarán las mujeres chupando picos o lo hacen porque uno se los pide?. La última, dijo no entender la fascinación de los hombres por las tetas porque cuando las tienen entre las manos o en la boca, no las aprovechan. “Pasan de largo”, decía. Como si les tuvieran miedo. Les gusta mirarlas, acariciarlas en su mente, frotarse la foto de la mina con silicona por encima del pantalón, pero cuando las tienen ahí, frente a ellos…Las amasan mal, no las huelen. Ella dijo que tienen olores, a teta supongo. Un buen chupador puede hacer entonces que una mujer sensible, se corra sin necesidad de ayudarla con el dedo, dijo. Quizás sea así, nunca me ha ocurrido. Me gusta meterla, qué diablos y sólo ahí m’hijita puede volar hacia donde quiera, ojalá entre sollozos, como con la que estuve el año pasado. Ella misma lamía sus pezones. La vi hacerlo, con algo de esfuerzo, no era de goma. Les daba mordiscos y los bañaba en saliva. Convulsionaba cuando le pasaba la lengua por la parte posterior de las rodillas. Tengo que confesar que a veces lamo sin mucho deseo, me doblo como una vara y quedo con el cuello torcido, aunque me gustan las que se vuelven locas y dan saltos. ¡Ya basta! no doy más, la casa está tan lejos…
MICROCOSMOS
(Entradas Rebajadas)
Entro. Súbitamente pierdo el interés por mi zona genital, el aleteo de las abejas me recuerda las vacaciones que ciertamente nunca más debo tomar, en el campo. Casi muero de angustia. Miel, ahí está, carne de cerdo con miel. Para mis invitados del sábado. ¿Cómo será llenarla de miel entre las piernas? Ya, de nuevo, el obsesivo.
Santiago, otoño, abre la reja, sale de su casa. Ese día, nada. Toma la calle. Providencia: República de Pájaros, así debería llamarse. Saluda a los choferes de los taxis que se instalan en la esquina. Uno de ellos le ofrece aceitunas de Azapa, “a $1500 el kilito no más”. Respira hondo, jazmines, buganvillas…Las hojas de los plátanos orientales se mecen con suavidad, corre viento. No hay polución, pocos autos, poco ruido. Hoy, simplemente, mira. Le ha prohibido el acceso a la ciudad, con restricción también, la incesante máquina simbólica. Perfecta combinación para aprovechar de ser, por ese único día, espectador. En la radio del almacén de la esquina Charly García va De la Cama al Living. La calle Román Díaz está llena de liquidadoras de ropa interior femenina. Se detiene en una vitrina,
LLEGARON COLA-LÉ
Sonríe. Una micro, pasa. Escrito con pintura blanca en el vidrio trasero: Adiós Colega y Amigo Sixto Tapia, el “Guataeleche” . Q.P.D.
Vuelve a sonreír.
Ahora, un cortejo. Funeraria Amor de Cristo, un solo auto acompaña la carroza. En su interior, tres mujeres macizas conversan distraídas. Piensa en el dicho, A nadie le falta Dios.
No se aplica, en este caso.
Sonrie.
Está cansado, la noche anterior se durmió tarde. En la oficina dijo que estaría en su casa redactando el informe que tiene pendiente. No tiene que ir, ya está avisado. Se devuelve, parece contento. Abre la reja, entra a la casa. Se desnuda, hace calor, se recuesta en la cama con placer. En la radio del taxi estacionado frente a su puerta, Doménico Modugno patea la ciudad.
Se duerme.
(…)
Esta ciudad no existe para mí y yo no existo para ella
allí, en ese punto en que los tiempos convergen
bajo la especie de la Duración.
Existe para mí, en cambio, en la medida en que logro
destemporalizarla
desalojarla, por unos contrasegundos, de la convención que
marca el reloj
con sus pasitos de gato en la rutina del living.
(…)
(Enrique Lihn)
La Ciudad: ¿Un texto?
La ciudad, lugar de salvación del habitante (con) sumido. Actividad reflexiva que lo enaltece y lo atormenta. Lo enaltece en la medida que le ayuda a escapar de la alienación que una necesidad de homogenización, impone a la conducta de quienes habitan la ciudad moderna. El aspecto torturante del inagotable flujo de su conciencia, se vincula con la imposibilidad de su pensamiento de detenerse. Es ahí donde emerge con fuerza aquello que la ciudad ofrece como experiencia, imagen y discurso, vistos, ahora, como elementos que lo sustraen de otra forma de sometimiento aún más compleja de la que no puede huir: la sujeción a unas interrogantes permanentes acerca de la existencia humana, en particular, la suya. El campo u otro entorno natural menos habitado o animado que la urbe, parecen los escenarios ideales para que el hombre de la ciudad se reencuentre consigo mismo. Sin embargo, este paisaje idealizado resultaría, en este caso, contrario a la aspiración de encontrar alivio, siempre pasajero, a la agitación. Nuestro filósofo urbano accedería a una paz provisoria precisamente en la operación contraria: desprenderse de sí mismo. Oscilar entre la apertura a la muchedumbre, dejándose sacudir y estructurar por ella y el corte con el exterior mediante el arte de sobre poblar su mente de ideas, sin ser absorbido completamente por ninguno de estos polos. Ello le permite sostener un cierto equilibrio, escapar de la locura, rechazar la invitación al suicidio. El pensamiento se hace trayecto, el trayecto se hace pensamiento. La ciudad introduce múltiples rupturas en su monólogo interno. Los hechos, a mitad previsibles a mitad imprevistos, se vuelven insoslayables. Sólo un loco puede permanecer inmutable frente a ellos. Sólo el suicida es incapaz de perfilar sus contornos. El suicida es un muerto. El, en cambio, está vivo. Y cuerdo. Lo urbano, con sus posibilidades expresivas se impone sobre quienes pueblan este espacio, abriendo (o cerrando) límites a la subjetividad de cada individuo. Podríamos sostener que la interioridad de nuestro protagonista, funciona a la manera de un texto. Particular y móvil versión de lo que, como en una banda de Moebius, transita de un lugar a otro sin abandonar la cinta, recorrigiéndose a sí mismo, interrumpiéndose, cortándose, desvaneciéndose… Desde dentro hacia afuera y desde afuera hacia adentro. La ciudad es el afuera, siempre. Los personajes de la ciudad, no sólo los seres animados, sino también: edificios, avenidas, monumentos, paneles publicitarios, se apoderan de la pluma (¿o de la mano que la guía?) para intervenir lo ya confusamente hilvanado. ¿A quién pertenece el texto finalmente? ¿Al hombre o a la ciudad? ¿O es una obra de ambos? Siendo la ciudad una obra del hombre, ¿podríamos pensar que ella, sin ser una matriz creadora en sentido estricto, hace posible la generación y la circulación de las palabras? Si el individuo es un ser de palabra, el único, además, ¿no será acaso la ciudad responsable de su creación?. Asumiendo entonces que la interioridad de este habitante funciona como un texto, en cuya elaboración la ciudad tiene una participación fundamental, la única promesa de verdadero “descanso” sería, en consecuencia, otra ciudad. Una ciudad distinta introduciría la expectativa de una escritura desconocida y la frescura de las imágenes proporcionarían al filósofo urbano la sensación de ser otro. Un nuevo escrito comienza, de este modo, a ser formulado y la mirada primigenia de los paseantes lo provee, de súbito, de otro cuerpo, de otro rostro.
Voy por las calles de un Madrid secreto
que en mi ignorancia sólo yo conozco:
nadie que lo conoce lo ve así
ni en su ignorancia ignora lo esencial.
Ariadna – mi memoria laberíntica –
me tiende el hilo de su pobre ovillo
hecho de telarañas hilachientas.
Creo ver lo que vi: es una creencia
y de improviso, es cierto, lo estoy viendo
pero en otro lugar. Y ¿por qué en otro?
más bien todo en un sitio sin lugares
ni estables perspectivas ni, en fin, nada.
La ciudad es hermosa ciertamente
pero debo inventarla al recordarla
No sé que mierda estoy haciendo aquí
viejo, cansado, enfermo, pensativo.
El español con el que me parieron
padre de tantos vicios literarios
y del que no he podido liberarme
puede haberme traído a esta ciudad
para hacerme sufrir lo merecido:
un soliloquio en una lengua muerta.
(Enrique Lihn)
…
AMAR
Ana María Alvarez R. escribe y vive en Santiago de Chile
Sobre Santiago, ver café de las ciudades número 3.