N. de la R: El texto de esta nota reproduce el aporte del autor a nuestro Glosario de las ciudades, 200 conceptos urbanísticos por 200 autoras/es en celebración del número 200 de café de las ciudades.
Entre los animales bípedos, caminar es una actividad de desplazamiento que requiere el uso coordinado de las piernas y el acompañamiento de un balanceo armónico de alguna otra parte del cuerpo. Las aves, por caso, utilizan su cuello y cabeza para acompañar el paso. Los humanos se ayudan con el balanceo de los brazos de manera alternada.
Las formas de caminar varían en distintas culturas e inclusive por las condiciones genéticas heredadas. Entre las variantes que se pueden considerar está la secuencia de apoyo del pie en el suelo. Esto puede ser un apoyo inicial de la parte delantera del pie, el apoyo del centro de la planta del pie (talón y la parte delantera simultáneamente) y el apoyo inicial del talón.
Los primeros zapatos envolvían el pie en un trozo de cuero o tela, pero aun así permitían que los humanos caminaran de forma natural. Con suelas más gruesas, los zapatos modernos cambiaron la manera de andar de los humanos
Un estudio de la Universidad de Arizona (Estados Unidos) comparó cómo camina el humano usando zapatos y sin ellos. Descubrieron que al andar descalzo el pie aterriza casi plano en el suelo, se desliza y los dedos de los pies empujan el piso para volver a dar un paso. Los primeros zapatos envolvían el pie en un trozo de cuero o tela, pero aun así permitían que los humanos caminaran de forma natural. Con suelas más gruesas, los zapatos modernos cambiaron la manera de andar de los humanos. Con calzados más resistentes fue necesario dar zancadas más largas y apoyar primero el talón. Como el pie no se desliza en el terreno, la planta y los dedos dejaron de ser tan flexibles como antes. Además, los zapatos limitan el movimiento de los dedos que ya no pueden empujar el piso y es la pierna la que levanta la planta del terreno.
Aunque alteró las condiciones naturales del caminar, el calzado permitió mayor resistencia y velocidad a los humanos. Hoy se considera que una velocidad de menos de 5 kilómetros por hora no es un ejercicio aeróbico.

Walter Benjamin (1939) amplió el concepto de Baudelaire al del “espectador urbano”, que pone el énfasis en la destreza analítica del flâneur y lo caracteriza como un observador alienado del contexto, pero subyugado por él
La caminata fue también, durante mucho tiempo, una medida de longitud. La legua, por caso, es una medida itineraria antigua que expresaba la distancia que una persona podía caminar durante una hora. Más tarde no se diferenció si el recorrido podía hacerse a pie o a caballo, por lo que se convirtió en una unidad de medida muy arbitraria, abarcando de los 4 a los 7 km según las regiones y características del terreno.
En el siglo XIX, caminar en el ámbito urbano se asoció al placer de percibir a la ciudad como una escenografía menos utilitaria y más proclive a satisfacer el ocio y las relaciones sociales. Escritores como Charles Baudelaire vieron al caminante como un paseante (flâneur), como un intérprete y a la vez constructor del sentido de la ciudad. El concepto, de raíz literaria, esconde aspectos antropológicos y sociales que tienen que ver con el individuo y con una nueva relación con la comunidad moderna.
Walter Benjamin (1939) amplió el concepto de Baudelaire al del “espectador urbano”, que pone el énfasis en la destreza analítica del flâneur y lo caracteriza como un observador alienado del contexto, pero subyugado por él.
La arquitectura y el urbanismo adoptaron el mismo modelo para describir una cualidad urbana que excede a la meramente utilitaria y funcional para poner el foco en un goce que produce lo construido a través de la experimentación directa al caminar.
MJ
El autor es arquitecto y periodista de arquitectura y diseño. Fue editor de Diario de Arquitectura, la revista semanal especializada de Clarín y de DNI, Revista de Diseño Nacional e Internacional del mismo periódico. Autor de artículos en revistas especializadas nacionales e internacionales. Miembro de la Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires y colaborador del Lincoln Institute of Land’s Policy. Ha dictado clases y dado disertaciones en el país y el extranjero.
Del Glosario de las ciudades, ver también Acera, vereda, por Miguel Jurado; Centralidad, Nueva Centralidad, por Mireia Belil, Lorena Vecslir; Pandemia, por Natalia Dopazo; Manzana, por Fernando Diez, Carlos Gómez y Leticia Gómez, Mariana Debat; Humedal; Periurbano, por Laura Alcalá; Universidad, por Cecilia Becerra, Mercedes Di Virgilio y Mirela Fiori; Demografía, por Carolina Peralta, Privatopía, por Sonia Vidal-Koppmann y Fernando Carrión Mena,
Cartografía; Mapa; Mapeo, por Graciela Favelukes, Grandes Proyectos Urbanos, por Camila Maleronka, Eduardo Reese, María Cristina Rojas y Mirta Levin, Libertad y Necesidad, por Laura Wainer y María Daels, Precariedad y Sociedad, por Agustín Cesio y Pablo Vitale, y Libertad y Recursos, por Laura Wainer y Francisco Alburquerque Llorens.