N. de la R.: El texto de esta nota fue escrito por el autor para integrar un proyecto editorial en marcha de café de las ciudades.
Se denomina acera a la parte lateral de la calle que se usa para el tránsito peatonal en las ciudades. Es una superficie muchas veces distinguida de la calzada que utiliza el transporte mecánico por un pequeño desnivel. En América del Sur y el Caribe también se la llama vereda, aunque este vocablo designa a un camino formado por el paso continuo de personas o animales. Acera y vereda coinciden pero el primero parece tener un vínculo más urbano que el segundo.
En la Edad Media se usaban pisos de ladrillo o piedra o grandes entablados de madera en algunas ciudades europeas para que los transeúntes no pisaran el barro o los excrementos de los caballos. Con el incremento del tránsito de cabalgaduras y carruajes, crecieron los riesgos de atropellos y la acera fue cobrando mayor importancia.
Durante todo el siglo XX, la vereda disputó en desventaja el espacio de la calle con el auto pero siempre tuvo el privilegio de ser considerada un espacio público, junto con las plazas y acompañada por los frentes de los edificios.
Foto: Buenos Aires en el recuerdo
Siempre horizontal, construida de diversos materiales resistentes, elevada a pocos centímetros del nivel de la calle, la vereda apenas es una ampliación paralela a los edificios que sirve, el espacio público inmediato a la salida del dominio privado.
La ensayista Jane Jacobs define los procesos de comunicación que se producen en las veredas en su libro Muerte y vida de las grandes ciudades (Death and Life of Great American Cities) de 1961. Mediante una detallada observación, la activista urbana destaca el rol de espacio de intercambio social de las veredas urbanas y alerta sobre el peligro de reducirlas a un sistema de comunicación más amplio.
Los tres primeros capítulos de su libro se refieren a las aceras. “El uso de las veredas: seguridad”, muestra a las aceras como un espacio de control ciudadano. El segundo capítulo, “El uso de las veredas: contacto” las muestra como un ámbito de intercambio informal y sorpresivo que involucra a personas y elementos libremente. Por último, en “El uso de las veredas: asimilando niños”, Jacobs explica que la acera se comporta como un gran mecanismo de integración social entre los más chicos y entre los adolescentes.
Jacobs sintetiza una mirada urbana inspirada en los métodos de la sociología y la antropología, que se oponía a las planificaciones tecnocráticas, abstractas y mesiánicas que intentaban acabar con la ciudad tradicional.
Las descripciones de una vida urbana efervescente y variada que ocurría en las veredas de las ciudades tradicionales y de los barrios populares comenzaron a llenar las imágenes de la arquitectura a mediados de los cincuenta. Son famosas las fotos de chicos jugando en la vereda que exhibieron Alison y Peter Smithson en la reunión del CIAM de 1953.
El trabajo de Jacobs puso el foco en la importancia de las aceras y Jan Gehl reeditó el tema haciendo énfasis en sus características del diseño y la disposición de un equipamiento que fomentara las actividades sociales. Los estudios posteriores determinaron que las personas toman decisiones específicas sobre cómo usar las aceras en base a su orientación, el tipo de equipamiento que tienen, los frentes que las limitan, sus anchos y largos, la disposición de asientos y cómo se relacionan con las diferentes actividades colindantes.
MJ
El autor es arquitecto y periodista de arquitectura y diseño. Es editor de Diario de Arquitectura, la revista semanal especializada de Clarín y de DNI, Revista de Diseño Nacional e Internacional del mismo periódico. Autor de artículos en revistas especializadas nacionales e internacionales. Es titular de la materia Taller de Proyecto de Arquitectura en la Universidad de Palermo. Miembro de la Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires y colaborador del Lincoln Institute of Land's Policy. Ha dictado clases y dado disertaciones en el país y el extranjero.
Sobre su obra pictórica, ver Nueva visita a la manzana de Buenos Aires. Una exploración urbana en la pintura de Miguel Jurado, por Mario L. Tercco en nuestro número 116.