Una frase de Homero en el canto IX de la Odisea, al describir la llegada de Ulises y sus compañeros al país de los Cíclopes, enuncia la diferencia esencial entre civilización y barbarie: los bárbaros no tienen plaza ni leyes. No tienen urbs, no tienen polis. Este es el párrafo completo:
“Navegando seguimos, llevando afligidos los ánimos
y a una tierra llegamos de gente orgullosa: los cíclopes
que carecen de ley y, fiando en los dioses eternos,
no utilizan sus manos, ni plantan ni labran los campos,
puesto que sin semilla ni arada germinales todo,
la cebada y el trigo y el vino, las cuales producen
vino en grandes racimos, y Zeus con sus lluvias los nutre.
Y no tienen un ágora donde cambiar pareceres,
y carecen de leyes y viven en altos picachos,
en profundas cavernas; la ley cada uno la dicta
a sus hijos y esposas, y a nadie le importa ninguno”.
Más adelante:
“Y no tienen los cíclopes naves de rojas mejillas
ni tampoco maestros de hacha capaces de hacerlas
con innúmeros bancos, o quien comerciara con ellas
de ciudad a ciudad navegando, tal como los hombres
traviesan el mar con frecuencia, buscando uno a otro,
y esto hubiérale dado ciudades muy bien construidas
pues no es mala y daría a su tiempo muchísimos frutos,
porque hay húmedos prados al borde del agua espumosa,
tiernos prados en donde las vides jamás perderíanse;
es fácil de arar y muy llana la tierra; en verano podría
cosecharse una altísima mies, pues es campo muy fértil”.
Los cíclopes no practican la agricultura; viven de la recolección en una tierra generosa aunque también se han iniciado en los fundamentos de la ganadería; no conocen las artes ni los oficios. Ulises encuentra a Polifemo en;
“…una gruta
a la que sombreaban algunos laureles; en ella
muchos hatos de ovejas y cabras había asestados
dentro de una alta cerca de piedras hundidas en tierra,
y unos pinos esbeltos y robles de copas muy altas.
Un varón gigantesco, de noche, habitaba la cueva
solitario; a pacer sus rebaños llevaba, y con nadie
] se trataba y, viviendo apartado, pensaba ruindades.
En verdad era un hombre espantoso que no parecíase
a los hombres que viven de pan sino a un pico selvático
que en la sierra se aísla y destaca entre todas las cumbres”.
Con toda su valentía y coraje, Aquiles y Agamenón no superaban la condición de caudillos de barra brava. Ulises, rico en ardides, era por lejos el cuadro político más lúcido de la expedición griega a Troya. Parece burlarse en este episodio de la tosquedad apolítica y pre-urbana anterior a las grandes civilizaciones clásicas, reivindicando las instituciones básicas de la ciudad: la forma urbana, la plaza; la forma de regulación social, la ley.
En La ciudad a lo lejos (Manantial, Buenos Aires, 2013) Jean-Luc Nancy sostiene que el arte de la ciudad es vivir juntos, “con ese fin fue fundada, construida, organizada”. No la definen las funciones de protección, gobierno e intercambio; “por medio del domus o la villa se puede llegar a la aldea, pero no a la ciudad, cuya constitución requiere que el vivir juntos no esté dado”. La ciudad es para Nancy lo otro del campo, es “desde el principio por sí misma un nuevo país, el “país” del desarraigo”.
MC
Hemos utilizado la edición dela Odisea en la colección Biblioteca La Nación, Editorial Planeta, 1999, con introducción y notas de José Alsina y una excelente y sensible traducción de Fernando Gutiérrez.
Ya habíamos citado la frase de Ulises en nuestro número 4-5, en la nota Muralla para una ciudad. Un viaje al origen de las ciudades, en la pintura de Juan Fontana.
Sobre la ciudad griega, ver también en café de las ciudades:
Número 69 I Cultura y Política de las ciudades
Teoría general de la ciudad perfecta I Fragmentos de la Política aristotélica I Por Aristóteles.
Número 80 | Política de las ciudades (I)
La formación de la ciudad en La República | “La construirán, por lo visto, nuestras necesidades” | Platón