Aclaración importante: esta nota no quiere desalentar la producción de supermanzanas en la ciudad consolidada ni la dotación de atributos urbanos que transformen cada sector urbano en una “ciudad de 15 minutos” ni la dotación de bicisendas para una movilidad urbana más saludable y sostenible. Si usted es profesional o gobernante a cargo de la planificación y gestión de alguna ciudad y está pensando en alguna de esas soluciones o en una combinación de ellas… ¡adelante! ¡Metale! Son buenas ideas, están bien. Asegúrese de implementarlas bien y en armonía con el resto de las estrategias urbanísticas que conformen su plan.
Aclarado esto, vayamos al punto. La ciudad (su ciudad, la ciudad sobre la que usted tiene responsabilidades) no es una franquicia de una compañía que le obliga a respetar una señalética, unas normas de atención, unas ofertas y el uniforme del personal. La ciudad es una configuración social y territorial que en algunas pocas cuestiones replica a todas las ciudades que existen y, en el resto, se reparte entre aquellas a las que responde de manera similar a algunas de su misma región, escala o función y aquellas en las que debe arreglarse con soluciones propias y de difícil repetición. Es tan dañino que quien la planifica y gestiona se sienta en la obligación de imitar una idea platónica de ciudad (sostenible, inteligente, competitiva, funcional, orgánica, lenta, segura, inclusiva o cualquiera de las etcéteras que la adjetiven en un momento histórico determinado) como que fantaseé con tener a su cuidado un ente único y sin antecedentes que escapa a cualquier ley general o particular de la conformación de ciudades.
Está muy bien que miremos las supermanzanas que Salvador Rueda propone en Barcelona o José María Ezquiaga en Madrid. Son manifestaciones de una idea siempre eficaz en la ciudad moderna: una macrotrama que canalice la movilidad masiva y una trama interna más tranquila que garantice la cordialidad de la vida barrial. Está muy bien que pensemos la ciudad como una federación de barrios en los que el 99 % de las cosas que necesitamos están disponibles a 15 minutos de caminata o bicicleta. Está muy bien que pensemos soluciones urbanísticas de bajo costo y rápidos resultados.
El problema no es que se difundan buenas propuestas sino que las veamos como mandatos, recetas, soluciones mágicas. Hace unos días, en una ciudad argentina, un desarrollador de urbanizaciones periféricas remató una intervención en un debate periodístico señalando que sus proyectos “se habían adelantado a la pandemia” (por la distancia social de la baja densidad…) y que ahora están proyectando adaptarlos al esquema de las supermanzanas (¡en una suburbanización de 20 personas por hectárea!). Que no pase con el urbanismo táctico lo que pasó a fines de siglo pasado con el planeamiento estratégico; que no se transforme en una excusa para no pensar y transformar nuestras ciudades.
MC
Para una correcta comprensión de la idea de “supermanzana” ver los trabajos de Salvador Rueda, como por ejemplo este.