Presentación por Alicia Novick
Desde hace varios años, los trabajos de Joaquin Sabaté Bel (JSB) se presentan como una fuente obligada de consulta para quienes tratamos cuestiones de territorio. Su formación intelectual se inició en ese increíble laboratorio urbanístico que fuera la Barcelona del post-franquismo, cuando un importante grupo de especialistas descubrió la importancia de la cuidadosa lectura del espacio como una primera etapa para su comprensión y para su transformación. En ese clima, paulatinamente, se fue desplazando el foco desde las problemáticas del espacio urbano hacia los dilemas de mayor escala, en un momento de profundas transformaciones territoriales. Como corolario de un largo proceso de sedimentación de experiencias académicas y de planificación, de investigaciones teóricas y aplicadas se fue gestando la noción de “proyecto territorial”. ¿Cómo y cuando se gestó la noción? ¿Cuáles son sus alcances?
JSB es, indudablemente, la persona indicada para dar cuenta de esos interrogantes, pues no solo conoce esas problemáticas sino que es alguien que contribuyó a que podamos pensar el territorio en tanto objeto de estudio y de acción. Sus trabajos muestran que la noción, a su vez herramienta conceptual y operativa, es capaz de restituir su rol al territorio en momentos de incertidumbre, cuando la tradicional secuencia de objetivos-programas- proyectos no se verifica. Pues si las nuevas configuraciones territoriales exigen nuevas miradas, el rol que le cabe al proyecto es formidable, pues en su formulación ilumina nuevas problemáticas, dejando a la vista aristas no exploradas de los problemas a resolver y de las soluciones posibles. Muchas de esas perspectivas de análisis fueron presentadas por Sabaté en varios Cursos de postgrado y muchísimas de las Conferencias que se organizaron en Argentina (Córdoba, Rosario, Tucumán, Buenos Aires, etc.). En septiembre de 2009, volvimos a revisar con estudiantes, graduados y especialistas muchos de los dilemas que atraviesan nuestros territorios. El Taller-Seminario Miradas sobre el Territorio -organizado en la FADU-UBA con el apoyo de las Universidades Nacionales de Córdoba, Rosario, Tucumán y General Sarmiento y con el auspicio de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica y de varios proyectos UBACYT- fue una insoslayable ocasión para revisar los varios trabajos en marcha -sobre la Quebrada de Humahuaca y el Camino de las Estancias en Córdoba, sobre Santa Fe, sobre el conurbano- así como los renovados interrogantes que resultan de ellos.
En ese proceso no faltaron las preguntas acerca de la naturaleza de los instrumentos conceptuales y operativos que se ponen en juego y que listamos con el objetivo de organizar una entrevista. La idea era revisitar al mismo tiempo los instrumentos de análisis e intervención sobre el territorio así como la propia trayectoria de JSB pues pensamos -y no nos equivocamos- que se trata de dos hilos de una misma trama. Con su acostumbrada generosidad intelectual, nos respondió con un escrito donde precisa sus experiencias profesionales y académicas y sus lecturas pasadas y presentes. El resultado resultó ser una magnifica lección acerca del pasaje de la “cartografía urbana” -ese re-dibujo interpretativo que otorgó a los arquitectos un dominio especializado para efectuar aportes al urbanismo- a las alternativas de un “proyecto territorial” que, a diferencia de los planes regionales, pondera la historia y las particularidades del sitio.
AN
¿De qué hablamos cuando hablamos de proyecto territorial?
Hace unos meses Alicia Novick me solicitó una reflexión, casi autobiográfica, sobre el origen de lo que en varias charlas y artículos he denominado el proyecto territorial, y, en concreto, sobre mi trayectoria en dicho campo. Las cuestiones que me planteó son bien diversas y exigen una reflexión detenida: ¿Cuándo surge este concepto? ¿Tiene un claro punto de partida o es resultado de un proceso? ¿Cuáles son sus referentes conceptuales? ¿Cuál su especificidad? ¿Cómo se ha llegado hasta él? ¿Cómo se refleja en mis trabajos? Alicia me pidió, en definitiva, que realice un ejercicio de introspección destinado a un reportaje-entrevista, en la confianza -por su parte- de que dicha reflexión pueda tener utilidad para “iluminar” algunos problemas que se plantean en la ordenación del territorio en Argentina, o mostrar modelos, métodos e instrumentos que puedan resultar interesantes en el debate académico o profesional.
No comparto su desmedida confianza, seguramente fruto de un aprecio personal y profesional, que es recíproco. Ni siquiera estoy convencido del interés, más allá de a nivel personal, que pueda reportar esta mirada retrospectiva. Pero he de confesar que, una vez realizada, la reflexión solicitada, al menos a mí ha resultado muy útil para comprender el mucho camino que nos resta por recorrer frente a los retos entre ingenuos y ambiciosos que en diferentes momentos nos hemos planteado.
Tres décadas atrás: tres orígenes, tres aproximaciones y tres enfoques
Si me remonto tres décadas atrás, puedo reconocer un triple origen en la preocupación que ha marcado nuestra trayectoria en el campo del proyecto territorial (el primer Congreso de Cultura Catalana en el que participamos; los planes municipales que abordamos y las primeras investigaciones, que se convierten pocos años después en tesis doctorales de un grupo de jóvenes investigadores).
Nuestra preocupación arranca pues desde tres aproximaciones, que con frecuencia se retroalimentan (desde la investigación y el análisis de experiencias; desde la enseñanza, que en esencia es aprendizaje; y desde la práctica profesional, que vuelve a ser reflexión y formación continua) Y además en nuestros trabajos más recientes puedo reconocer finalmente tres enfoques, a los que luego me referiré: uno de raíz urbanístico-estructural; otro de raíz ambiental-paisajístico-productiva y un tercero que se articula en torno a la puesta en valor del patrimonio a favor del desarrollo local.
Un triple origen
1. Empecemos por ese triple origen al que me he referido.
El curso académico 1976-77 resulta muy intenso en el Laboratorio de Urbanismo. Además de las actividades docentes habituales, se plantea, como contribución al denominado Congreso de Cultura Catalana, que se celebra durante todo el año, una amplia reflexión colectiva por parte de profesores y jóvenes investigadores. Durante todo un curso se analizan las transformaciones del territorio y las ciudades catalanas, las huellas de su construcción histórica, sus dinámicas o la lógica soporte de las carreteras y trenes.
Lo tarea esencial consiste en dibujar un atlas comarcal, una expresión entonces inédita de la estructura territorial. En unas láminas de 250 por 100 centímetros y a escala 1:10.000 se proponen quince visiones arquitectónicas del territorio, donde las oscilaciones topográficas, el parcelario, las obras de comunicación y los canales, la fábrica urbana, las terrazas y campos de cultivo… ofrecen una visión del territorio más intencionada y catastral que enciclopédica, confiando firmemente en la componente creativa de la descripción. Mejorar la descripción es proponer, ésa es la convicción que alimenta este esfuerzo colectivo.
No se plantea un único código común, sino que el dibujo de cada mapa se asocia a la identidad de cada pieza del territorio. El dibujo se convierte así en herramienta de interpretación y construcción de nuevo conocimiento.
Dibujar es seleccionar, seleccionar es interpretar, interpretar es proponer. La caligrafía fisiocrática de estos mapas nos descubre, tantos años después, una considerable carga propositiva. En todos ellos late la necesidad de encontrar un orden propio, una vocación del territorio, que se quiere identificar como patrón de su proyecto.
2. El Laboratorio de Urbanismo constituye durante esos años un magnífico centro de formación a partir de clases e investigaciones compartidas por una docena de jóvenes profesores. Algunos de estos estudios, tanto propios, como ajenos, marcan decisivamente nuestra orientación en el campo del proyecto territorial, aunque aún ni lo llamamos así, ni lo reconocemos como objeto de reflexión propio, ni tan siquiera como concepto específico. Sin ánimo de ser exhaustivo recuerdo las investigaciones de Ricard Pié sobre la evolución de la cartografía; la de Xavier Eizaguirre, y otras que dirijo más adelante, como la de Antonio Aguilar, sobre los modelos de orden en el suelo rural. O las que comparto con Miquel Corominas sobre el Ensanche Cerdá y sus reglas, en su caso dibujando el parcelario agrícola que le da soporte, o más adelante la de Enric Serra encajando el puzzle parcelario en la construcción de la trama suburbana del pueblo de Gracia, o la de Rosa Barba, sobre un campo entonces aún poco definido, el del paisaje.
3. Llegamos ya a inicios de la década de los ochenta, cuando el Gobierno catalán confía el diseño de un plan municipal a un grupo de profesores relativamente jóvenes. Se trata del municipio de Torroella de Montgri, que cuenta con un pueblo de pescadores, diversos enclaves turísticos y un núcleo histórico de notable valor. Pero asimismo con un territorio riquísimo resultado de la fertilización histórica de un río viajero y de la labor secular de agricultores desecando terrenos de marismas.
Como no podría ser de otra manera, nuestro trabajo arranca con un esforzado trabajo de interpretación, leyendo y dibujando el territorio comarcal, sus principales hitos geográficos (macizos, río, delta y golfo), viendo como se distribuye ese poblamiento en la llanura más extensa de Cataluña, relacionándolo con la infraestructura soporte. El detenido análisis territorial nos sirve esencialmente para encuadrar las lógicas de formación y los posibles temas de proyecto, para situar el cometido que aquel municipio ha jugado y puede asumir en el futuro. Para medir su estabilidad y su permanencia como capital comarcal, se evalúan las dinámicas del conjunto de núcleos de la comarca. Pero a su vez calcar y calcar, interpretar dibujando, nos sirve para valorar el significado de aquel territorio como gran reserva agrícola de la comarca; el papel del macizo del Montgrí que lo cierra al Norte, como un hito más que municipal; o del Delta de un río viajero, o de las islas Medas, o las especificidades de sus playas…
Para el estudio del territorio municipal confeccionamos, una vez más, unos planos a escala 1:10.000. La escala 1:10.00 no resulta en absoluto casual. En el Atlas de las comarcas lo habíamos comprobado, es una verdadera opción de conocimiento. Nos permite poner en relación la parcelación agrícola y la urbana sin recurrir a abstracciones, manteniendo con precisión las proporciones, aunque seleccionando aquello que se representa, es decir con una voluntad de descripción más literaria que literal. Permite intuir las tipologías arquitectónicas, reconocer plazas y paseos; caminos que se cruzan y cascos de estancia; carreteras y canales.
En dicho plano podemos leer los aspectos más relevantes del territorio, su rica configuración geográfica (el macizo del Montgrí; los pequeños promontorios y montañas; una duna elevada, límite de aquellos promontorios; la Montaña Grande, una plataforma a cota constante recortada con calas; las Rocas Mauras, que cierran el altiplano). Podemos distinguir en el plano la fertilización histórica de un río viajero, que describe un abanico que deja tras de sí ricas tierras de aluvión; el parcelario menudo del delta, su rica red de caminos y construcciones aisladas. Pero asimismo la inteligente disposición del trazado de la carretera entre los dos núcleos principales, con condición de charnela, frontera entre las laderas del Montgrí y el delta del Ter, entre la llanura agrícola y las terrazas de olivos.
Los planos elaborados nos permiten la interpretación del municipio en tres franjas:
a) Parcelario agrícola del Delta + edificación aislada / caminos + parcelas + torres fortificadas >>> urbanización agrícola del Delta
b) Macizo: repoblación y usos singulares (bases militares), altiplano, reserva natural
c) Eje de urbanización intermedio: concentra la edificación; precario rendimiento agrícola pero a cota fácilmente accesible.
Vemos como la acción urbanizadora resulta acorde con la vocación geográfica; como el río es el gran protagonista de la forma del territorio. Ha dado forma a la urbanización agrícola del Delta.
La lectura del territorio avanza criterios de tratamiento que nos permiten leer el impacto territorial de ciertas actuaciones derivadas del planeamiento y claramente desajustadas. Si comparamos un fragmento central del plano de interpretación del territorio municipal con la propuesta de estructura general y clasificación suelo veremos como:
- el reconocimiento menudo de la forma y usos de este territorio…
- del troceamiento, del dibujo del suelo agrícola
- de la estructura de caminos soporte
- de la posición de las masías fortificadas
- de la manera de colocarse las grandes infraestructuras
- de las formas más relevantes de la topografía
- del emplazamiento de los núcleos
- en definitiva… de las vocaciones y desajustes del territorio.
Supone a la vez interpretación y propuesta.
El reconocimiento menudo diluye los límites entre estudio urbanístico y el proyecto operativo. La diversidad y riqueza de matices del tratamiento propuesto para el conjunto del territorio, muy especialmente del suelo rural, donde se distinguen hasta catorce zonas bien diferenciadas… La podemos leer ya en el plano de reconocimiento del territorio. En definitiva nos permite apreciar como en la identidad del territorio empieza a sintetizarse su propia alternativa.
Reconocer la estructura física de un territorio es una hipótesis metodológica para su ordenación. Y dicha lectura se puede afrontar desde interpretaciones más literarias, enfatizando en el dibujo los componentes esenciales de un territorio, que a mi modo de ver, son mucho más ricos que la neutra y literal reproducción abstracta y precisa de los planos fotogramétricos. Me refiero a dibujos donde seleccionamos unos pocos elementos relevantes, las más de las veces realizados a mano, planteados como una verdadera tesis acerca de la naturaleza de un territorio, y apuntando en buena medida a su tratamiento. Completar y mejorar la descripción se convierte así en tantas ocasiones en un primer acto de proyecto.
Este Plan de Torroella recibirá después de muchos avatares el Premio Nacional de Urbanismo por su contribución innovadora a la lectura-propuesta urbanística. Y constituye el arranque de un camino de reflexión y proyecto en el que seguimos aprendiendo hasta hoy. Lo hemos ido depurando a través de sucesivos planes municipales, como el de Arona (Canarias), a mitad de los años ochenta, donde asimismo avanzamos desde un análisis comarcal hacia el reconocimiento menudo de cada fragmento del territorio y de las actividades sobre el mismo, siempre fieles a aquel principio de que una buena descripción es ya una tesis sobre el territorio.
Pero sobre todo lo profundizamos en los planes territoriales, desde el primero, el Plan Insular de Tenerife en el año 90, hasta los posteriores en Cataluña, Andalucía, Canarias y Brasil, procediendo a depurar una lectura, ordenación, normativa y proyecto por capas, a la que luego me referiré, y a insistir en el dibujo del territorio, como verdadero instrumento de proyecto.
Una triple aproximación
Antes hablaba de una triple aproximación. Defender en la Universidad una estrecha relación entre investigación y docencia parece un objetivo básico e irrenunciable. Extender esta imbricación a la actividad profesional; entendiéndola como una continuación lógica de la labor docente e investigadora y plantearse dicho ejercicio como una inexcusable oportunidad para reflexionar sobre cuestiones teóricas relevantes, supone, a mi modo de ver, una exigencia razonable.
Constituye una actitud que caracteriza la trayectoria de mis maestros y que he querido ir aprendiendo, y he intentado aplicar, en la medida de mis posibilidades. Desde que me inicié como profesor de urbanismo, puedo reconocer en el desempeño de mis actividades tres campos de atención prioritaria y recurrente.
Su enunciado, aunque por fuerza excesivamente genérico, sería:
1. Las reglas de la forma urbana; el cometido de ordenanzas y herramientas de composición urbana en la definición de la arquitectura de la ciudad.
2. La proyectación del territorio, los criterios, instrumentos y métodos en la intervención a escala territorial.
3. Los recursos patrimoniales (culturales y naturales) como fundamento del desarrollo local.
En cada uno de estos campos los trabajos que he desarrollado han tenido un origen diferente; han surgido a partir de los debates sobre programas docentes, en trabajos de investigación o desde encargos profesionales. Pero creo que todos ellos han acabado teniendo un claro reflejo en las tres dimensiones de mi actividad.
Me detendré brevemente en el comentario de los dos últimos, claramente relacionados con el tema que presento en esta serie de charlas.
El segundo campo de atención, la preocupación por las cuestiones relativas al proyecto del territorio, arranca como vimos de la práctica docente y profesional.
Se inicia a principios de los ochenta, con el Atlas de las comarcas y un primer estudio territorial con motivo del Plan de Tenerife. Pero de hecho toma cuerpo unos años después. El encargo del Plan de Ordenación de la Isla de Tenerife es la razón que despierta en mí un especial interés por las cuestiones relativas a la ordenación territorial y, asimismo por el reto que implica el proyecto del suelo rural. Esto me lleva al estudio de diversas figuras de planeamiento territorial con la voluntad de valorar adecuadamente el enfoque de nuestro trabajo e intentar desarrollar una nueva metodología de análisis y propuesta (estudios sobre planeamiento territorial en Holanda e Italia).
En el largo e intenso proceso de redacción del Plan de Ordenación de la Isla de Tenerife pretendemos abordar un reto que aún hoy nos sigue pareciendo pertinente, aunque quizás ingenuamente ambicioso. Buscamos una cierta renovación del arsenal disciplinar para la descripción e interpretación de una realidad territorial compleja. Perseguimos una intervención que preste especial atención a la dimensión física del territorio, frente a un dominio de las abstracciones economicistas, de la pretensión de equilibrios funcionales y demográficos, o de las acostumbradas vocaciones territoriales de épocas anteriores.
Los criterios y metodología desarrollados en aquella ocasión encuentran su aplicación y profundización en trabajos posteriores, como el Plan del Llano de Mallorca o el Plan Especial del Parque Agrario del Baix Llobregat, o mucho más recientemente, en diversos planes directores urbanísticos en Cataluña (Plan Director Urbanístico del Bages, Planes Directores Urbanísticos de las colonias industriales de los ríos Llobregat, Ter y Freser; Plan Director Urbanístico de las áreas residenciales estratégicas de las Comarcas Centrales) o planes territoriales y estudios en Andalucía, Canarias y Brasil (Estudio comarcal en Cortegana, Plan Insular de la Isla de la Palma, Plan Territorial Especial del Paisaje de la isla de Tenerife, Propuestas territoriales en Pernambuco y Minas Gerais).
Por ejemplo, para afrontar el proyecto del Parque Agrario y disponer de referencias consistentes para su diseño y gestión, analizamos diversas iniciativas de parques rurales, de escalas y peso agrícola bien diversos. En dicha ocasión nos planteamos un reto interesante desde el punto de vista disciplinar: fundamentar en la identidad del territorio su alternativa, actualizar las claves de lectura y los instrumentos de proyecto, querer hacer al territorio resistente a los procesos de transformación, dotándolo de estructura, de manera que sea capaz de encajar las nuevas y cambiantes solicitaciones a que está sometido. Al objeto de proyectar la estructura del Parque Agrario llegamos a la conclusión de que leer cuidadosamente su proceso de construcción podría tener gran valor para alimentar unos fundamentos útiles al afrontar aquel reto. La identidad física y la formación histórica de este territorio nos desvelaron valores estructurales, que inciden directamente en la comprensión de las operaciones de transformación y en los elementos de propuesta.
Nuestro Plan para el Parque Agrario pretende esencialmente proyectar su estructura, descubriendo y actualizando aquella que informa la construcción de dicho territorio: el dibujo del suelo, la manipulación del relieve, la organización de los caminos de tierra y de agua y el establecimiento de las construcciones. Queremos reconocer así en el suelo rural el equivalente de los sistemas de espacios libres, dotaciones, redes de accesos y servicios que sustentan los tejidos urbanos.
Este tipo de actividades ha dado lugar a varias publicaciones y a dirigir diversas tesis doctorales. Asimismo dentro de este campo cabe hacer referencia a diversas conferencias y cursos, desarrollados dentro del Doctorado y Máster de nuestro Departamento, así como en otras Escuelas de Arquitectura españolas y extranjeras.
En concreto quisiera hacer mención de una asignatura de doctorado que he venido impartiendo junto con Miquel Corominas, a lo largo de los últimos veinte años. En ella, y en una veintena de sesiones que hemos ido actualizando, pretendemos, a partir de la selección y discusión detallada de un conjunto de planes y estudios significativos, ofrecer una lectura en clave proyectual del origen y evolución de la experiencia de ordenación del territorio, así como una valoración de la situación actual en nuestro contexto.
Asimismo queda enmarcada en este ámbito la asignatura del Taller Proyectar el territorio, dentro de nuestro Máster en Proyectación Urbanística, de la que me he responsabilizado siempre desde 1995.
Si mis dos primeros campos de preocupación nacen esencialmente de trabajos docentes o profesionales, el último, el de los recursos patrimoniales como base de desarrollo local, tiene su origen en dos trabajos de investigación. El primero es una tesis doctoral, que dirigí entre 1993 y 1997, y el segundo una propuesta que elaboramos junto a algunos profesores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), con los que había mantenido ya una estrecha colaboración en algunos cursos y seminarios celebrados en aquella Universidad.
Dicha tesis y el trabajo desarrollado posteriormente suponen unos primeros esfuerzos para reactivar el sistema de colonias textiles de una comarca fluvial de vieja industrialización, junto a otras experiencias de planeamiento centradas en la puesta en valor del patrimonio cultural.
En el proyecto de investigación elaborado junto a un grupo de profesores del MIT se trató de valorar, a través de un análisis comparativo de iniciativas europeas y americanas, la relevancia de los recursos patrimoniales para estimular el desarrollo local. La investigación, recogida en un libro, se basó en el análisis de un centenar de casos europeos y americanos, y en la aplicación de las “lecciones” de los mismos a una propuesta de eje patrimonial a lo largo del río Llobregat.
De aquel análisis podríamos destacar como conclusión fundamental, que la gestión inteligente del patrimonio esta suponiendo en diferentes territorios uno de los factores clave para su desarrollo, porque atrae turismo e inversiones, genera actividades y lugares de trabajo y, fundamentalmente, refuerza la autoestima de la comunidad.
Algunas de las iniciativas más recientes y exitosas de ordenación territorial evidencian el interés de esta nueva aproximación. Al tiempo la eclosión de parques patrimoniales, de carácter cultural o natural, muestran la trascendencia de esta exploración, tanto como los retos de una experiencia aún incipiente.
La investigación que desarrollamos entre el M.I.T. y la U.P.C. encuentra pronto una vía de aplicación, de ensayo de las “lecciones” aprendidas. Un encargo de la Diputación de Barcelona da pie a un trabajo sobre la cuenca del río Llobregat. Dicho trabajo parte de una hipótesis interpretativa: la cuenca del río atraviesa y vertebra la provincia de Barcelona, y su curso ha sido fiel testimonio de los principales episodios de la industrialización catalana.
Proponemos una estructura territorial e interpretativa de estos episodios a lo largo de la cuenca, e identificamos ocho potenciales áreas patrimoniales, la mitad de las cuales están hoy en fase avanzada de implementación. Este trabajo ha sido recogido en varias publicaciones. A aquel primer encargo siguen otros de valoración de los recursos patrimoniales, de la estructura y ordenación de los ríos Anoia y Cardener.
Y este campo de actividad ha tenido asimismo otra traducción docente en talleres del Postgrado Proyectar el territorio. El primero aborda en el curso 1999-2000 el diseño de tres ámbitos característicos del eje fluvial del Llobregat con el reto de reproyectar su estructura, de verificarla desde ensayos propositivos, y, en el límite, de avanzar criterios para la ordenación conjunta de la cuenca fluvial, para la gestión coherente de aquellos recursos. El último concluye con un proyecto para la Serra de Tramuntana en Menorca y nuestra contribución a su nominación como Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad.
He tenido la oportunidad de participar en otros talleres o seminarios con temática similar. Algunos se llevaron a cabo en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Córdoba (en Argentina) en los años 1999 y 2000. En el año 2001 participamos en otro en el Department of Urban Studies and Planning del MIT. Posteriormente lo hemos hecho en Brasil, Chile; Canarias o Mallorca. A su vez los resultados de estas investigaciones se han podido debatir con estudiosos de esta misma temática en Seminarios celebrados en Holanda, Italia y Portugal.
Seguimos en este momento con la investigación de la experiencia de los parques patrimoniales, objeto de otros varios proyectos de tesis doctoral en nuestro Departamento. Los debatimos igualmente en nuestros cursos de doctorado y talleres del Master, y afortunadamente hemos tenido oportunidades reciente de contrastar lo estudiado con intervenciones en Brasil, Argentina y Chile.
Algunos textos de referencia
Cuando Alicia me pregunta cuales son los referentes conceptuales de nuestra preocupación y de los proyectos que hemos desarrollado, me obliga a reconocer asimismo aquellos estudios y lecturas que han ido alimentando progresivamente nuestra actividad. A instancias suyas realicé asimismo un ejercicio similar hace un año en la Universidad de Buenos Aires, en una charla dirigida a jóvenes arquitectos e investigadores, donde desarrollé diez claves que caracterizan el debate en torno al proyecto territorial y las acompañé de algunas referencias bibliográficas para ilustrar dichos principios. Se trata de aquellos textos que, en definitiva, más me han interesado durante estos años. Entonces empecé, y ahora vuelvo a hacerlo, con una confesión personal: mi extraordinario interés por la geografía. Trabajo continuamente con geógrafos e intento aprender día a día de ellos, de su pasión por el territorio, de su mirada atenta y rigurosa a sus trazas. Quizás todo urbanista responsable encierra un geógrafo aficionado, o, al menos, un apasionado admirador de la geografía.
Pero además en mi caso mis primeras lecturas urbanísticas, las que acompañan a unos pocos textos arquitectónicos (Saber ver la arquitectura, de Bruno Zevi; El futuro de la arquitectura, de Frank Lloyd Wright y algunos otros de Le Corbusier; todos ellos de las añoradas editoriales Poseidon, Infinito o Nueva Visión, por aquel entonces las únicas que nutrían nuestras librerías de textos disciplinares en lengua castellana), son diversos, ricos y emocionantes libros de grandes geógrafos. En Chabot, Smailes, Beaujeu-Garnier empiezo, aún como joven estudiante, a creer descubrir el urbanismo. Pero asimismo en Pierre George, David Harvey y Harold Carter. Y también en un delicioso texto de un entonces joven geógrafo, Ramón Pérez, que abre mi pasión por los análisis morfotipológicos, mucho antes que los clásicos textos de Rossi, Aymonino o Caniggia.
Mucho más tarde descubro que los avances en una disciplina se producen tantas veces al explorar los límites con otras disciplinas, en esos territorios de frontera; al compartir y aprender a valorar las aportaciones de profesionales desde otra mirada o formación. Los aportes a nuestra vocación y trabajos en el campo del proyecto territorial se alimentan en buena medida de lo aprendido en territorios de frontera, de interfase, como gustan de decir mis amigos biólogos. Ahí nace asimismo el convencimiento de la imprescindible renovación de las herramientas con las que abordamos dicho proyecto del territorio.
No me refiero a numerosos textos del campo de la Economía urbana o regional (Isard, Christaller, Von Thünen, Derycke), ya que al pertenecer a mi segundo campo de formación no me resultan territorios fronterizos. En todo caso creo que han incidido más en la sistemática canónica y estructural de nuestros trabajos, que no en la voluntad de avanzar más allá de los conocimientos (modelos, métodos e instrumentos) consolidados. Aquí recupero los diez principios que organizan estas ideas, sin un desarrollo exhaustivo, pero que ilustran los modos de argumentación que se sustentan en múltiples experiencias y lecturas.
En relación al aprendizaje en los territorios de frontera,
1. En la identidad del territorio esta su alternativa,
2. De la preservación del patrimonio a la ordenación del paisaje
3. El manto de Penélope: destejer y tejer el territorio
4. De la evaluación ex-post a la matriz ambiental
5. Proyectar los riesgos como oportunidades
En relación a la necesaria renovación de las herramientas de la disciplina
6. De la ordenación a la coordinación; de normas a directrices
7. Proyectar el territorio aún en tiempos de incertidumbre
8. La necesidad de miradas inter-escalares
9. El diseño de los procesos y la gestión
10. Trabajar con el código genético del territorio
Desde nuestros primeros trabajos partimos de la convicción de que en la identidad del territorio esta su alternativa. Vengo insistiendo en ello desde hace muchos años, desde el ejercicio profesional, en artículos y libros, o en la reflexión compartida con mis estudiantes de doctorado. En todas las oportunidades en que nos enfrentamos a una nueva realidad territorial, lo primero que perseguimos es desvelar sus trazas, sus características fundamentales, o como yo prefiero decir su “código genético”. Y esto los urbanistas lo pretendemos hacer, como hemos visto, desde una lectura profunda y detenida del territorio, desde análisis bien diversos, pero asimismo, y de manera preferente, desde el dibujo minucioso y entretenido, desde la construcción de una cartografía fisiocrática, como los magníficos profesionales de la escuela francesa del siglo XIX.
Además de los ya citados, entre los diferentes libros que me han influenciado, y que, desde diferentes ópticas enriquecen este principio, citaré unos pocos más. En primer lugar el clásico Ciudades en evolución del biólogo Patrick Geddes, que tanto marca la trayectoria de Bergson, Kropotkin y Lewis Mumford, o de toda una generación de estudiosos de la ciudad y del territorio. Sus referencias a la civilización y el territorio que construyen el minero, el leñador, el cazador, el pastor, el agricultor, el granjero y el pescador, constituyen un breve, pero estimulante análisis histórico y antropológico. Desde otra óptica totalmente diferente Alberto Magnaghi en The Urban Village nos habla de nuevas formas de territorialidad, del estatuto de los lugares, de redes de ciudades, de la carta de un nuevo municipio, pero esencialmente aboga por el desarrollo local auto sustentable, basado en la identidad de cada territorio.
Otra extraordinaria obra, Design with Nature de Ian L. McHarg, nos enseña como Penélope con su manto en la Odisea, a destejer para volver a tejer el territorio, a descomponerlo en capas para comprenderlo mejor, antes de volver a componerlo, a intervenir en él, a proyectarlo.
Mc Harg se apoya en la modelística y en la teoría de sistemas, para sentar de forma muy amena las bases del análisis multicapas, equivalente a lo que hoy denominamos sistema de información geográfica. Mc Harg pretende, con un análisis que descompone las características de cualquier territorio en capas diversas y con la valoración matricial de sus características, asegurar su mayor o menor adecuación a diferentes usos alternativos.
Pero tiene la virtud además, de adelantar conceptos tan actuales como el de mosaico territorial. La aproximación multicapas se convierte con Mc Harg en un rico mecanismo para comprender y reproponer el territorio; el territorio como matriz. Aún con las limitaciones de quedarse en un mero análisis de valores y aptitudes, tiene el mérito añadido de inspirar muchos otros trabajos académicos y profesionales punteros, incluso bien recientes, como los del profesor Carl Steinitz.
O contribuciones como el libro de Oswald y Baccini: Netzstadt, Designing the Urban, que utilizan dicho enfoque sistémico para plantearnos una aproximación bien interesante al proyecto del territorio, remitiéndonos a diversos atributos de los sistemas urbanos (coherencia, límites, escala, funciones, grano y resistencia).
En otros casos se refieren a indicadores morfológicos (contorno, campo, tamaño, estructura, figura, jerarquía, fragmentación, granulado y accesibilidad). Oswald y Baccini descomponen el territorio según usos característicos, atendiendo a la escala de observación. Creo que Netzstadt, Designing the Urban constituye una de las obras recientes más sugerentes en cuanto al abordaje del proyecto territorial, con su pretensión de llegar a definir indicadores morfológicos y criterios de calidad urbana (identidad, diversidad, flexibilidad, eficiencia, autosuficiencia).
No puedo dejar de incluir a Richard T.T. Forman en esta suma de referencias y principios. Entre sus muchos libros quizás los fundamentales serían Pine Barrens, aportación seminal; Landscape Ecology y Land Mosaics. Uno los adquiere como textos de culto, aunque son escritos por un biólogo, para especialistas en ecología. En cambio otra obra menor, un librito denominado Landscape Ecology Principles in Landscape Architecture and Land-Use Planning, ha tenido la enorme virtud de divulgar un rico caudal de conocimientos.
Ha servido para poner al alcance de los estudiosos de otras disciplinas conceptos ricos y sofisticados (tales como mosaico territorial, entropía, biodiversidad, teselas, corredores, stepping stones… y sus características, de forma, tamaño, espesor, fragmentación…), al servicio en definitiva de un proyecto de territorio más sensible y responsable.
Refiriéndome a otro principio que orienta nuestros trabajos y muy particularmente aquellos centrados en los denominados paisajes culturales -la preservación a través de la transformación-, debo hacer mención de otra obra seminal, Morphology of Landscape. En ella Carl Sauer fundamenta la geografía cultural y el propio concepto de paisaje cultural como el resultado de la acción de un grupo social sobre un paisaje natural. En esencia nos viene a decir que paisaje cultural es una relación cambiante entre hábitat y hábitos, el registro del hombre sobre el territorio; un texto que se puede escribir e interpretar; entendiendo el territorio como construcción humana.
John Brinkerhoff Jackson profundiza en este campo en bien diversas obras, y en concreto en A sense of place, a sense of time, donde reivindica el paisaje americano cotidiano. Otras muchas aportaciones recientes desde nuestro Laboratorio Internacional de Paisajes Culturales, a través de su revista Identidades, insisten en la importancia de atender a la dimensión cultural en las intervenciones urbanísticas.
En esta misma línea trabaja la Belvedere Nota holandesa, un plan-guía para intervenir en los principales paisajes culturales holandeses. Propone incorporar la identidad histórico-cultural en los procesos de planeamiento; utilizar los recursos culturales para mejorar la calidad de los ambientes urbanos y rurales y vincular patrimonio cultural y redes de espacios naturales. Lo hace sugiriendo la utilización del patrimonio cultural como material de trabajo en todos los planes urbanísticos.
Dos últimas referencias, y como antes no me refiero a libros de arquitectos y urbanistas, sino a textos de otras disciplinas, como el utilísimo Los nuevos principios del urbanismo del apreciado sociólogo François Ascher, una de sus grandes aportaciones, aunque desgraciadamente la última. O cualesquiera de los libros de un físico bien singular, Jorge Wagensberg, director del museo de la Ciencia en Barcelona. Pongamos por ejemplo La rebelión de las formas, textos llenos de inspiración en momentos, como el actual, en que nos movemos en territorios tan plagados de incertidumbres.
Una triple dimensión en el abordaje del proyecto territorial
Para acabar de responder las preguntas, debo reconocer una triple dimensión en nuestros trabajos recientes. En un universo tan reducido y limitado como mi propia experiencia, la manera de abordar los proyectos y planes territoriales que hemos planteado en Cataluña, Andalucía, Tenerife, Chile y Brasil pertenece a una determinada aproximación, bien diferente a una segunda, la de nuestros Planes de Paisaje en Tenerife o en el AMB, o productivos como el Parque Agrario; y a su vez es diferente de una tercera, la de los planes en torno al patrimonio cultural (Eje del Llobregat, Colonias del Ter, Cardener, fachada de Manlleu, Minas Gerais, Patagonia…).Y estoy hablando de una experiencia muy, muy acotada, pero donde referencias, modelos, métodos e instrumentos difieren notablemente. En términos muy agregados, y por ello seguramente simplificadores e inexactos, los tres tipos de proyectos que nos ocupan en estos últimos años se caracterizan por una preocupación más urbanístico-estructural el primero, más ambiental-paisajístico-productiva el segundo o más centrada en la estructura narrativa y en los recursos culturales, el tercero.
Cada nuevo encargo se ha convertido en una magnífica oportunidad de investigar acerca de modelos, técnicas e instrumentos, buscando en esencia, una necesaria renovación del arsenal disciplinar. Y ello se ha traducido nuevamente en clases y actividades de difusión.
1. Dentro del primer grupo de proyectos, el Plan Director Urbanístico del Bages, premio Cataluña de Urbanismo, supone un paso adelante en un largo recorrido que arranca en el estudio de las comarcas de Cataluña y sigue en el Plan Insular de Tenerife y en planes territoriales en Cataluña, Baleares, Canarias, Andalucía y Brasil. La aportación más destacada de este proyecto es que ha consolidado una metodología basada en la superposición de varias capas de análisis, proyecto y regulación interdependientes, que ensayamos por vez primera en el Plan de Tenerife, y que se aplica hoy a los planes territoriales holandeses y catalanes.
Poco a poco hemos ido ajustando una primera lectura basada en el reconocimiento atento de la forma del territorio, en la definición de los elementos que conforman su estructura, su matriz ambiental y el sistema de espacios abiertos. El análisis de las aptitudes del territorio nos lleva al reconocimiento de áreas de regulación homogénea, con un régimen común de usos, objetivos perseguidos y definición de la función de cada pieza en el modelo de ordenación territorial. Pero asimismo, traduce urbanísticamente los requerimientos de la matriz ambiental e incluye la propuesta de un sistema de espacios abiertos de escala territorial.
Una segunda capa la centramos en el diseño de las redes de infraestructura soporte (esencialmente de movilidad, trazados viarios y ferroviarios, pero también de telecomunicaciones, de abastecimiento, de tratamiento de residuos…). En este caso se diseña el soporte estructural necesario en diferentes escenarios de crecimiento; pauta las condiciones de las redes de movilidad y de los servicios necesarios según las características de cada territorio y los futuros desarrollos urbanísticos sobre los mismos; y atiende a los requerimientos funcionales de dichas infraestructuras, pero asimismo a sus implicaciones sobre aquellos escenarios.
En una tercera se plantea la ordenación de los principales asentamientos y actividades económicas (residenciales, industriales, terciarias, logísticas, mineras o agrícolas); especialmente las propuestas de reestructuración, crecimiento o remodelación de áreas urbanizadas. Se proponen en definitiva las reglas de ordenación física de asentamientos y actividades económicas, además de diseñar algunos elementos básicos de los denominados proyectos territoriales estratégicos.
Y recientemente hemos añadido una cuarta capa relativa a la estructura de recursos culturales. Lo fundamental es que ninguna de estas tres capas determina ya por si sola el destino de un fragmento del territorio, sino que toda intervención es pautada simultáneamente por las tres y desde diferentes escalas de aproximación.
En síntesis todo esto supone diversos avances, como por ejemplo:
– La definición de una estructura de ordenación y normativa multiescalar y de diversas capas, frente a la zonificación biunívoca.
– La incorporación al acervo urbanístico de conceptos como la matriz ambiental (teselas, conectores, buffers…).
– La formulación de escenarios diversos frente al blue print, a la tradicional definición de imágenes finalistas.
– La atención a las redes de infraestructuras no solo desde su lógica económica, funcional o ambiental, sino a su vez, desde su contribución a la estructura urbanística de los asentamientos.
2. Los proyectos caracterizados por la preocupación más ambiental-paisajístico-productiva incluyen los Planes del Parque Agrario, pero asimismo los Planes Especiales y Catálogos del Paisaje de la isla de Tenerife y de toda la Región Metropolitana de Barcelona.
En ellos, más allá de utilizar asimismo la superposición de capas de análisis, proyecto y regulación interdependientes, hemos desarrollado, como veremos, una curiosa metodología de identificación y caracterización del paisaje (que denominamos ABC, por Abiótico, Biótico y Cultural); de evaluación del mismo; de definición ampliamente participada de los objetivos de calidad paisajística; de establecimiento de medidas y propuestas de actuación, así como de indicadores de seguimiento.
Pero en esencia lo que hemos intentado es incorporar al acervo urbanístico conceptos, métodos e instrumentos que provienen del campo de las ciencias ambientales o de la agronomía.
3. Finalmente los proyectos vinculados al patrimonio cultural incluyen diversos Planes Directores de Colonias industriales a lo largo de los ríos Llobregat, Ter i Fresser; o planes y estudios en paisajes culturales de Mallorca, Brasil, Argentina y Chile. Con ellos hemos descubierto que un adecuado proyecto y gestión de los recursos patrimoniales redunda al final en promoción del desarrollo local.
De nuevo la preocupación disciplinar nos ha llevado a intentar construir una serie de lecciones o “buenas prácticas” a tener siempre bien presentes en este tipo de proyectos; e incluso a atrevernos a plantear unas pautas metodológicas para abordarlos. En todo caso lo más relevante, a mi modo de ver, es la incorporación de una estructura narrativa en los proyectos en áreas patrimoniales.
Son apenas treinta años de investigaciones y proyectos, con una voluntad continuada de seguir aprendiendo al afrontar los retos que supone proyectar el territorio. Y espero que Alicia no se olvide de recordarme a menudo nuestro compromiso.
JSB
Alicia Novick es Arquitecta (FADU-UBA), Master en Planeamiento Urbano y Regional (Instituto de Urbanismo de Paris, Universidad de Paris XII), Master y Doctorado en Historia (UDESA). docente de grado y post-grado, coordinadora del CIHaM (Centro de Estudios de Habitat y Municipios), responsable por Argentina de dos Programas internacionales (el Alfa “Paisajes culturales y Desarrollo Local” y el MOST-UNESCO “Las Palabras de la ciudad”). En el marco de la historia de la ciudad y el urbanismo, ha publicado libros y artículos en varios idiomas.
Joaquin Sabaté Bel, “además de ser una persona increíble y un excelente amigo” (AN), es Catedrático de Urbanismo, profesor en la Universidad Politécnica de Catalunya (UPC). Es Doctor Arquitecto (UPC) y licenciado en Ciencias Económicas por la Universidad de Barcelona. Actuó como coordinador del Doctorado en Urbanismo y del Máster de Investigación en Urbanismo de la UPC; del Programa de Postgrado Proyectar el Territorio y del Programa ALFA de la Comunidad Europea, fue Chairman del European Postgraduate Masters of Urbanism, etc. En su práctica disciplinar, sus trabajos de planeamiento urbanístico y territorial en Brasil, Italia, y España han merecido varios premios nacionales e internacionales. Su tarea de investigación se centra en el estudio de los instrumentos, los métodos y las teorías de la proyectación urbanística y territorial, tal como se manifiesta en más de un centenar de publicaciones entre los que cabe mencionar “Paisajes culturales: “Una pregunta, dos definiciones, tres escenarios y una alternativa”, en Paisajes en transformación, “De la preservación del patrimonio a la ordenación del paisaje” en El paisaje y la gestión del territorio. Criterios paisajísticos en la ordenación del territorio y el urbanismo (2006), Event Places, publicadas por la Universidad Politécnica de Cataluña y el Massachusetts Institute of Technology (2004), Designing the Llobregat Corridor. Cultural Landscape and Regional Development.(2001). Es también miembro fundador del Laboratorio Internacional de Paisajes Culturales y director de la revista ID Identidades: Territorio, Cultura, Patrimonio.
Sobre Francois Ascher, ver también la nota en el número 2 de Carajillo de la ciudad, y en café de las ciudades:
Número 44 | Tendencias
El movimiento en el corazón de la modernidad | La urbanidad latente en los espacios del desplazamiento. | François Ascher I Traducción: Andrés Borthagaray
Número 81 | Cultura de las ciudades (I)
François Ascher | Pensamiento crítico y acción en la sociedad hipermoderna | Jordi Borja