En diciembre se conocieron los resultados provisorios del Censo Nacional realizado en la República de Chile el 19 de abril de 2017. Estos datos confirmaron la notable recuperación poblacional de la comuna de Santiago, núcleo fundacional y centro de la Región Metropolitana del mismo nombre. Santiago alcanzó los 404.495 habitantes distribuidos en 23,20 km2, con una densidad que llega a los 175 hab/ha. Solo para comparar: la Comuna 1 de Buenos Aires (que alberga los barrios del centro y las principales sedes gubernamentales) tiene una superficie de 17,4 km2 y registraba 205.886 habitantes en 2010, mientras que la Comuna 14 de la misma ciudad, correspondiente al barrio de Palermo y con usos predominantemente residenciales en la mayoría de su jurisdicción, tiene 15, 9 km2 y 225.970 habitantes.
La trayectoria demográfica santiaguina es particularmente sinuosa… Su población era de 190.000 habitantes en 1885 y llegó en 1940 a los 440.196 (vale decir, más que en nuestros días). Posteriormente inició un declive que llegó a su punto más bajo a principios de este siglo, con 200.792 habitantes en 2002, para luego recuperarse al punto de duplicar su población en apenas 15 años -ya en 2012 la cifra alcanzaba a 311.415. Con estos datos, Santiago supera por primera vez en seis décadas su población de 401.242 habitantes en 1960. Este fenómeno posiciona también a Santiago como una de las comunas chilenas que más creció a partir de 2002, tanto en la Región Metropolitana como en el resto del país y en términos absolutos como relativos.
La población santiaguina está repartida en 193.263 viviendas particulares, de las cuales un 7% (13.500 unidades) están desocupadas. El promedio de habitantes por vivienda es entonces aproximadamente 2,1, indicando una marcada reducción frente a los 2,78 registrados en 2002. Como en muchas otras ciudades del mundo, esto indica un crecimiento de los hogares unipersonales (que ya en 2012 alcanzaban el 35% del total). La distribución del tipo de vivienda indica la modalidad principal que asumió esta repoblación santiaguina: en 2012 el número de casas individuales era menor que en 2002 (25.299 y 26.235, respectivamente) pero la cantidad de departamentos había crecido de 45.218 a 117.216.
Este repoblamiento del centro de Santiago marcaría el éxito de los planes de recuperación urbanística y demográfica sostenidos desde la recuperación de la democracia y constituye un caso muy raro en el mundo, ya que habitualmente las ciudades contemporáneas tienden a perder población en sus áreas centrales a expensas de sus periferias o, en algunos casos, sus “inner cities” o áreas pericentrales renovadas. Estos procesos han sido habituales en Latinoamérica, en donde es frecuente la constitución de nuevas centralidades que se van apartando del centro fundacional (fue el caso del mismo Santiago con la constitución del área de comando conocida como “Sanhattan”, pero también el de Bogotá, Lima, México, Sao Paulo, etc.). Muchas de nuestras ciudades expresan, como contrapartida, el deseo de repoblar sus centros, pero no formulan (al menos a mi juicio) las políticas adecuadas a tal efecto; de allí el interés que tiene estudiar los motivos, los aciertos y los interrogantes que abre la experiencia santiaguina.
café de las ciudades conversó a tal efecto con Pablo Trivelli, economista especializado en desarrollo urbano y mercado inmobiliario, quien dirige desde hace 35 años el Boletín Trimestral sobre el mercado de suelo en Santiago. Trivelli colaboró con Jaime Ravinet, primer alcalde electo de Santiago tras la recuperación democrática de 1990, en la implementación de estrategias y medidas para la recuperación urbana de la comuna.
Según Trivelli, la nueva administración post-dictatorial decidió implementar una política fuertemente participativa, de municipio activo y presente, con una atención y escucha permanentes a la población. Los problemas identificados se catalogaban de acuerdo a tres categorías: de fácil solución (asuntos menores y cotidianos, las tareas propias de intendencia), de resolución difícil pero factible por vía municipal, y de solución que por su complejidad o dificultades requerían la intervención del gobierno nacional, para lo cual se trabajaría en conjunto con el MINVU (Ministerio de Vivienda y Urbanismo).
Muchas de las quejas o reclamos recibidos se incluían en las dos primeras categorías, de resolución municipal: “ruidos molestos, paso de camiones, aseo, industria mal instalada… Se trataba de temas que podían ser resueltos con un mejor ordenamiento territorial, control y gestión”. Además de los problemas de calidad de vida que estaban en vías de resolución, la Comuna implementó también programas ambiciosos de recuperación de espacios públicos y grandes equipamientos, como la estación Mapocho, transformada en un gran Centro Cultural
Pronto se llegó a la conclusión de que mucha gente residente de otras comunas metropolitanas aspiraba a vivir en el centro pero no encontraba disponibilidad de oferta; “el mercado inmobiliario estaba trabado en una suerte de dilema del prisionero, donde nadie quería ser el primero en invertir”. La Comuna identificó en total 100 hectáreas distribuidas en su jurisdicción, de bajo precio en aquel entonces y que podían movilizarse para construir vivienda accesible. Para destrabar el proceso, definió en conjunto con el MINVU zonas aptas para aplicar el subsidio de renovación urbana. Si bien los beneficiados fueron pocos, la señal política fue clara hacia el mercado y derivó en un fuerte atractivo para el desarrollo urbano del área.
Al principio, la población atraída era ya residente en la comuna o volvía a ella luego de una determinada trayectoria habitacional; luego se agregó gente proveniente de otras comunas metropolitanas e inmigrantes internos y externos. Para 2012, un informe de la Comuna señala un 47% de santiaguinos originarios, 34% de otras regiones y un significativo 19% de extranjeros.
Según Trivelli y confirmando lo que indican las estadísticas, la gente que viene a vivir a Santiago no quiere hacerlo en casas y en cambio prefiere el departamento, que partiendo de un promedio de 60 a 70 m2 por unidad en los noventa sufrió una drástica reducción en los años recientes. De hecho, son frecuentes los cuestionamientos a la excesiva densidad de algunos de los emprendimientos residenciales más recientes y, sobre todo, sus pobres condiciones ambientales y constructivas (departamentos mínimos, mal iluminados, con demasiadas unidades por ascensor). El atractivo más importante de Santiago es la proximidad al trabajo y la educación, en una metrópolis que ha crecido mucho tanto en población como en extensión y en la que los tiempos de viaje suelen ser excesivos. En Santiago está localizada buena parte de la administración pública, las universidades y la enseñanza técnica, además de una rica oferta cultural y recreativa. Esto cuestiona fuertemente algunas políticas de “descentralización” aplicadas en muchas ciudades latinoamericanas, basadas en el traslado a las periferias de los “centros cívicos” y las instituciones académicas, y que generan incentivos perversos a la “huida del centro”.
En Santiago, el movimiento contrario no parece haber derivado en los tan cuestionados procesos de gentrificación o expulsión de población de bajos ingresos (al menos en términos generales; seguramente un estudio particularizado de barrios como Yungay o Bellavista puede arrojar otras conclusiones). Por el contrario, la mayor parte de la población atraída es de sectores medios o medios-bajos, la mayoría en edad laboral. Una recorrida de domingo por el centro y sus parques permite apreciar vivencialmente la apropiación que el área sigue teniendo por parte de sectores populares.
Como suele suceder, el movimiento centrípeto de repoblación de Santiago no obsta al desarrollo paralelo de un proceso centrífugo de expansión hacia las periferias. Según Trivelli, “todo el valle central de Santiago ha sido loteado en “parcelas de agrado” de media hectárea, sin ninguna norma urbana”. Otro aprendizaje, entonces para las ciudades latinoamericanas: la recuperación del centro debe estar acompañada de políticas activas de contención del crecimiento.
MC
Los datos censales han sido extraídos de la página Web del Instituto Nacional de Estadísticas de Chile.
Sobre los programas de recuperación de Santiago ver los trabajos de Pablo Trivelli Santiago Presente y Futuro. Desafíos y Propuestas para el Siglo XXI (con la colaboración de Yasuyo Nishimura y Edgardo Pérez) y El repoblamiento del centro de Santiago y el subsidio de renovación urbana; una experiencia positiva de gestión urbana, artículo preparado para el Banco Interamericano de Desarrollo en 1998. De Pablo Trivelli, ver también en café de las ciudades:
Número 59 | Economía de las ciudades
25 años de mercado de suelo en Santiago | Desarrollo urbano, valorización inmobiliaria y equidad territorial en la capital chilena | Pablo Trivelli
Número 77 | Planes de las ciudades
Sobre la propuesta de modificación de Plan Regulador Metropolitano de Santiago | La necesidad de una justificación más sólida ante la ciudadanía | Pablo Trivelli O.
Ver también Antecedentes comunales de Santiago, documento técnico producido en 2014 por la Ilustre Municipalidad de Santiago.
Y sobre políticas urbanas en Chile y Santiago, ver también en café de las ciudades:
Número 151-152 I Economía y Política de las ciudades
La planificación urbana importa I El caso Caval, las catástrofes y las políticas de suelo y ciudad en Chile I Por Alfredo Rodríguez y Paula Rodríguez
Número 52 I Lugares
Santiago a la vanguardia I Los claroscuros de una ciudad en desarrollo I Marcelo Corti
Número 19 I Economía
El problema de los "con techo"… I Alfredo Rodríguez describe las paradojas del subsidio habitacional en Chile. I Alfredo Rodríguez
Número 3 I Proyectos
Portal Bicentenario: Santiago y la Reforma Urbana I Recuperación de un antiguo aeropuerto y políticas de integración territorial en la capital chilena. La reforma urbana chilena según su Secretario Ejecutivo, Mario Tala I Marcelo Corti